domingo, 29 de mayo de 2011

Si me dejaran a mí...

Es todo un tópico escuchar en bares, reuniones familiares o cafés entre universitarios inquietos, la expresión “si me dejaran a mí”. Jugando con lo improbable de que ello suceda conmigo, aunque bien pudiera ofrecer estas ideas, siempre con rigor propio, y ninguna jocosa indirecta, me gustaría establecer el croquis de lo que sería, a mi ojos, un nuevo y próspero Estado. Sin buscar polémicas nacionalistas, lo primero que haría sería suprimir la actual división autonómica, paliando el centralismo exacerbado de Madrid.
- Estructura territorial y economía: creo en la autonomía financiera, si bien, no en los términos que se proponen desde el gobierno de CiU, por ejemplo. Mi idea sería la de un “Estado ibérico” en el que se ofreciera la entrada a Portugal. Un Estado donde todos los ciudadanos fueran iguales en derechos y obligaciones, y sobre todo, en oportunidades. Me imagino un gran Estado (mayor que Francia y próximo a Alemania en población) donde las administraciones fueran eficientes. ¡Adiós a Autonomías, adiós a provincias y diputaciones! La nueva “Ítaca” con la que yo sueño, es hasta cierto punto “independentista”.
Me imagino un Estado con “tres capitales” (de forma semejante a Holanda). Veo en mi sueño una gran Madrid, junto a una gran Barcelona (y Lisboa). Madrid continuaría siendo la capital oficial, cediendo organismos importantes a ambos ciudades (Ministerios de Economía y Industria, CNMV... por ejemplo, para Barcelona, Ministerios de Exteriores y Defensa para Lisboa). Una España (aunque quizá fuera mejor cambiarle el nombre por Iberia, de entrar Portugal), donde no hubieran transgresiones de la realidad, ni manipulaciones políticas territoriales interesadas (véase la actual Marina y museo anexo en Madrid...).
Me imagino un país donde las estructuras territoriales fueran:
- un Estado fuerte: con competencias exclusivas en la cuasi totalidad de temas generales.
- grandes, y hasta cierto punto independientes, corporaciones metropolitanas.
- programas de incentivo fiscal y fomento serio de las grandes extensiones rurales (que son más de las tres cuartas partes del territorio).
Un uso de la máxima que “el poder más cercano haga lo que hasta ahora hace el más lejano”, impondría un sistema de poderosas corporaciones metropolitanas, próximas al ciudadano. El sistema del concierto económico quedaría absoleto, pues estas ciudades tendrían autonomía financiera plena, vigilada, y siempre con la obligación de hacer cesiones para el fondo común estatal. ¿Por qué tienen que haber Autonomías y Diputaciones que entorpezcan u ocupen compentencias que mejor gestionarían los ayuntamientos? Fíjense en los casos alemanes de Bremen o Hamburgo.
Esas administraciones de nueva planta serían, las corporaciones metropolitanas de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Tridente asturiano (Gijón-Oviedo-Avilés), Tridente de Levante (Murcia-Alicante-Elche), Bahía de Cádiz (Cádiz-Jérez-San Fernando-Puerto de Santa María) Valladolid, Palma de Mallorca, Tarragona-Reus y Vigo-Coruña (por ejemplo). Por poner el ejemplo más cercano, las necesidades de Barcelona, Hospitalet, Mataró o Sabadell, poco o nada tienen qué ver con las de Solsona o Balaguer. Estas grandes urbes podrían tener competencias normativas en exclusiva sobre los problemas cotidianos de la ciudadanía, el establecimiento de comunicaciones, urbanismo... etc.
Dentro de esta gran dispersión, quizá algo caótica, de soluciones que os propongo, estaría establecer un concierto económico, incluso una política de supresión de algunos impuestos, no para zonas prósperas como el País Vasco o Navarra, sino para zonas deprimidas por el tiempo y los cambios económicos. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la “Celtiberia histórica”: Guadalajara, Soria, Teruel, zonas de Calatayud, Tarazona y Daroca, Cuenca y Burgos. De fomentar una política fiscal sumamente atractiva, como se hace en el País Vasco, podría fomentarse la repoblación y el establecimiento de algunas empresas.
Por otra parte, España debiera acabar de dejarse de prejuicios y fomentar los tres grandes pilares en los que puede llegar a ser “potencia mundial”: sistema de salud e investigación en el campo, turismo y energía (explotación en masa, no tanto de los feos molinos de viento, como de las placas solares).
- Cultura: obviamente, un Estado que cambiaría a los “chorizos” por sabios velaría por los derechos culturales de las minorías catalana, vasca, gallega, valenciana o balear, incentivando el estudio de las diferentes culturas, mismamente españolas, en todo el Estado (aunque nunca obligatoriamente fuera de los lugares propios). La lengua debe ser alzada al lugar que le corresponde, el instrumento más importante jamás inventado por la humanidad, donde lo que importa es “el contenido” y no los signos vocales con los que se exprese. El catalán es una de las lenguas europeas, con varios millones de hablantes-conocedores, peor tratadas.... y todo por manipulación política.
- Derecho: abogaría por acabar con los vetustos y decimonónicos códigos legislativos actuales (también los forales) y abogaría por nuevos códigos, modernos y con mínimos, que trataran los temas genéricos, dejando las especialidades y aplicaciones más directas a los nuevos “entes” territoriales que yo propongo. Obviamente, las regiones históricas podrían tener comisiones que velaran por sus particularidades jurídicas, sin necesidad de haber “las mil y una leyes” para decir cosas semejantes (con diferente expresión).
- Reformas más importantes: el establecimiento de una Ley Electoral que velara por el derecho de que cada ciudadano contara como un voto. La racionalidad de las personas (a veces ausente) y la de los políticos (pocas veces presente) debieran ser suficientes como para garantizar los derechos de los territorios menos poblados. Ningún ciudadano de una gran capital va a negarle un ambulatorio o una mejor carretera a un pueblo...
Algunos cargos públicos debieran exigir requisitos, incluso una oposición. El Ministro de Economía, por ejemplo, debiera ser un empresario de éxito o un Catedrático de prestigio internacional.
Reflexión final: ante lo “heterogéneo” de estas propuestas, quisiera que pudiéramos debatir si algunas de ellas no tendrían sentido. Todo lo inventado antes fue soñado, todo lo mejorado, propuesto.

sábado, 14 de mayo de 2011

Koalas asesinos

Miquel Barceló, auténtico “gurú” de la ciencia ficción en España, (no confundir con el pintor contemporáneo) afirma que es bien curioso cómo la mayoría de novelas del género tienden siempre hacia un futuro caótico sacudido de guerras y decadencia. Ciertamente, no abundan las novelas donde el Futuro sea puesto "en color de rosa", con facilidades por todos lados y una mejora exponencial de la calidad de vida humana. Aplicado a la zoología, no cabe duda de que “todas” las predicciones se encaminan hacia una “Sexta Extinción” (como escribiera Richard Leakey), donde muchas de las especies animales y vegetales desaparecerán de nuestro Planeta, algunas sin haber llegado a ser descubiertas... Permítanme escribir en estas líneas una cábala al respecto.
Más allá de una óptica de destrucción, quisiera “girar la tortilla” y hacer que nos fijemos en las posibles, aunque siempre imprevisibles, novedades que pueden acaecer en los tiempos futuros. Estoy prácticamente seguro de que pasados unos años no habrá ningún territorio virgen. Toda la Tierra habrá sido, de una u otra forma, colonizada. Es bien probable que el déficit natural sea suplido con soluciones ingeniosas. Veo grandes rascacielos culminados por bosques urbanos. Árboles robóticos capaces de intercambiar dióxido de carbono por oxígeno a gran ritmo. Veo una capa de ozono “reparada”. Los grandes jardines (cuasi genuinamente tropicales) no serán difíciles de encontrar, y NINGUNA de nuestras especies animales “más queridas” habrá desaparecido. Quédense con lo de “queridas”.
Dentro de las diferentes líneas evolutivas adoptables por la Naturaleza, tal vez se generalice aquella que conduce hacia bestias más amigables. El “atractivo”, lo apreciable, lo cariñoso y amigable seguro que serán factores evolutivos muy positivos para todas aquellas especies que los adopten. El panda gigante, el oso hormiguero, el titi leonado... o el koala, seguro que estarán presentes en los próximos tiempos, aunque su supervivencia sea plenamente artificial, producto de programas de laboratorio y cría en lugares especializados.
Aunque pueda parecernos mentira, los servicios medioambientales australianos se han visto forzados en varias ocasiones a esterelizar o reducir las poblaciones de koala. En ciertos lugares su número amenaza a los propios eucaliptos, siendo todo un problema el hecho de que se haya potenciado la superviviencia de esta amigable especie, y no de sus depredadores. Seguramente, en los próximos tiempos los grandes depredadores desaparezcan, o bien se conviertan en seres alimentados con carne de granja. La tendencia es obvia: cualquier animal peligroso para el ser humano acabará siendo expulsado de su hábitat. Animales como el koala o el oso panda estarán entre algodones cuasi eternamente. El propio “merchandising” que generan los transformará, de hecho ya ha sucedido, en valiosos activos.
Parece mentira que el koala haya tenido alguna vez “primos” feos y de gran tamaño, excavadores de surcos o, incluso, feroces depredadores. La evolución, junto a la acción humana (que no deja de ser un factor de ésta, cada vez más imprescindible) ha ido potenciado la aparición de seres tiernos e inofensivos, y no parece que vaya a cambiar la tendencia de seguir los humanos por muchos millones de años.
De todos sus primos, el koala ha tenido, sin lugar a dudas, uno especialmente pavoroso: el león marsupial (Thylacoleo carnifex). Cojan lápiz y papel y dibujen un koala “en forma”, sin gorduras y con un cuerpo felino. Añadan una dentadura de wombat (sus primos) con dientes más desarrollados y tendremos a un espécimen muy parecido al terrible Thylacoleo. A diferencia de otros depredadores australianos existentes o extintos (véanse el lobo marsupial o tilacino o el célebre diablo de Tasmania), el león marsupial no dejaba de ser un primo “malo” de wombats, koalas y canguros. Fue el miembro malvado del orden de los dripodontos.
Su existencia tenía una justificación evolutiva en un Mundo sin humanos. Con hábitos similares al león o el leopardo (con quienes experimentó una cierta evolución convergente, pero siempre desde la ausencia de parentesco), fue un controlador clave de canguros y demás marsupiales. La llegada del hombre, junto a un gravísimo Cambio Climático que desertizó cuasi la totalidad de la isla-continente australiana, hizo que el león marsupial fuera desapareciendo hasta su total extinción. Además de por no presentar peligro alguno para el hombre, su “primo”, el koala, sobrevivió entre las ramas de eucalipto, experimentando en la actualidad una suerte de “renacimiento como especie”. ¿Podemos comenzar a decir que el ser “bonito”, “amigable”, “tierno”... es un factor evolutivo positivo? ¿Es la garantía de que especies como el koala, el oso panda o el kiwi vayan a sobrevivir, aunque sea en jardines zoológicos? Creo que sí.
Fotografías:
1) Koala (http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Australia_Cairns_Koala.jpg) sujeto a CC-BY-SA licence.
2)Esqueleto del Thylacoleo carnifex en la Cueva de Naracoorte, en Australia Meridional.
*Al poco de escribir esta reflexión descubrí este vídeo:

viernes, 6 de mayo de 2011

Por la radio te escuché

Ha sido una mañana cálida y luminosa, como ya es menester que lo sea habiéndose entrado en el mes de mayo. Conductores irreverentes ante los pasos de peatones (salvo que éstos estén sobre “jode-amortiguadores”), inmundicias caninas, vecinos “cívicos” que lanzan su bolsa de la basura a la papelera... todo ha sido cotidiano, maleducadamente normal, hasta que, como cualquier otra mañana, encendí la radio.
Haciendo uso de esa libertad de escucha, que nos permite seguir cualquier programa radiofónico (por tendencia o ideología que tenga), he puesto ONA FM. No me ha importado intentar alegrarme estas primeras horas del día con un programa de “humor”, y dejé puesta esta emisora (por lo demás, totalmente ausente de entre mis favoritas). Nada excepcional, salvo las típicas bromas chabacanas de costumbre, hasta que pude escuchar, eso sí, “en tono de broma”, hablar del barrio de “La Mina” de Sant Adrià del Besós como de un barrio de putas, gitanos y yonquis jeringueros. Para mi sorpresa en aquel instante (que no en lo general) he podido escuchar como ello, con extrañas bromas y gracias impertinentes, se iba ligando hasta conducir el discurso, más ofensivo que satírico, hasta la Feria de Abril de Cataluña (sita en el parque del Fórum de Barcelona).
Aún siendo de sangre en mitad andaluza, nunca he seguido con devoción las laicas Semanas Santas y “Madrugás”, ni tampoco esos actos de “devoción” rociera, que alcanzan la consideración, en no pocas ocasiones, de bacanales mediáticas. Todo ello me parece tenedor de un toque “algo rancio”, como todo lo folclórico, pero sin embargo, lo respeto, aunque pueda criticarlo en ejercicio de la libertad de expresión. Lo que no me podía haber figurado es que en ese programa, cuyo nombre no publicitaré, se iba a reír uno a costa de “lo mismo”: señores y señoras con acento andaluz en pleno ejercicio de su libertad de expresión cultural.
No sé si será porque los genes hablen, o porque procuro tener un sentido, en intención noble, de la existencia humana, me ha parecido de dudoso gusto acusar a un barrio de “jeringueros” o a una feria folclórica con todos los calificativos usados en tal emisión (por más que fuera en tono de sátira). La alta densidad de insultos y groserías empleados en el programa me confirmó que me hallaba ante un claro ejemplo de cómo la radio “es más libre” que la televisión, también en un sentido peryorativo. Quizá desde una óptica de “ciudadano cabreado”, comienzo a ver que este fenómeno se está convirtiendo en algo común en buena parte de los programas “de humor” realizados por ciertos medios. Mal el programa de ONA FM, mal las continuas gracias de “APM” (de TV3) en relación con el programa (ciertamente trasnochado) de “Juan y medio” en CanalSur.
Ciertamente en España tenemos problemas serios de modernidad. Es cierto que no podemos poner mayores tenderetes en actos folclóricos como la Feria de Abril que en actos plenamente culturales como Sant Jordi (hasta el momento menos pervertido que la Diada “nacional”). Pero también lo es que no podemos crear una sociedad, la catalana, donde las gracias sean siempre “con lo mismo”. En mi opinión, una sociedad claramente diferenciada del resto del Estado, como es la catalana (ni que sea por la tenencia de una lengua endémica), no puede centrar sus bromas en anticuallas folclóricas, ni mucho menos en el insulto a barrios con fuerte inmigración nacional e internacional. Centrarse en la risa respecto a lo ajeno muestra las carencias de lo propio.
La infame, y ofensiva, emisión radiofónica ha venido a coincidir con unas semanas de alta tensión interterritorial. Dejando temas realmente importantes, como la legalidad o no de BILDU, por ejemplo, la actualidad nacional se ha centrado en los cuatro choques entre Barcelona y Madrid. En este caso, no sólo radio, sino también televisión, internet y diarios, se han apuntado a la “moda” de mezclar churras con merinas, fútbol con conspiraciones y políticas. Y es que las acusaciones e insultos públicos desde parte de la población de un territorio a la de otro se están, no sé si generalizando o consolidando.
Comienzo a creerme lo de que la Crisis en España es de valores y educación, más aún que económica. Curiosamente, son los nacionalistas de uno y otro lado quienes más participan de ello. Sea con motivo del fútbol (“triki-atrakas” y conspiraciones de Unicef) o con insultos hacia manifestaciones folclóricas, festivas, que de no gustar siempre pueden no ser visitas.