viernes, 29 de febrero de 2008

El ser humano: caos y esfuerzo

No conoceréis al miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo.”

Frank Herbert, Dune


Pensando de buena mañana, he creído necesario ponerme a escribir antes de que se me esfumara mi momentánea reflexión. Creo haberme percatado del mayor de los efectos, en el ser humano, de ese difuso ente conocido como Caos. Bajo mi punto vista, cayendo en todas las redundancias, todo lo existente podría limitarse al juego de un poderoso binomio: Caos frente a Orden. El impulso que nos lleva al progreso entre la inoperancia es un misterio. Algunos, como el “pequeño profeta” del pasado artículo, opinan que fue Dios quien nos enseñó tan peculiar misterio, a su imagen y semejanza. No lo sé. Si hacemos una deducción lógica, la presencia de Dios no excluye al Caos, de hecho lo define. Dios creo el Mundo donde antes reinaba el Caos (es lo que recoge la Biblia a semejanza de los demás textos religiosos de las religiones monoteístas, y algunas otras que no lo son). Pero nadie nos dice quien creo a Dios. Se podría sostener que Dios, por definición, es eterno. ¡Bravo! No veo el motivo por el que decir que el “caldo primordial de la caótico” no lo sea también.

Según la Real Academia de la Lengua, “miedo” debe definirse como:perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”, o lo que es lo mismo, “recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”. De esto a pensar que el miedo no deja de ser la más notoria de las manifestaciones del Caos sólo hay un paso. Si Dios acabó con el Caos, el Código Civil es la mayor de las herejías contemporáneas.

Jurídicamente, un contrato aleatorio es aquel en el que “una de las partes o ambas recíprocamente se obligan a dar o hacer alguna cosa en equivalencia de lo que la otra parte ha de dar o hacer para el caso de un acontecimiento incierto o que ha de ocurrir en un tiempo indeterminado (artículo 1790 del CC)”. Quizás este sea el motivo por el que el Islam prohíbe el juego, se deja margen al Caos, que por definición, es contradictorio con la creencia en un divino rector omnisciente. No sé si países confesionalmente islámicos como Arabia Saudí, los Emiratos Árabes o Qatar opinan lo mismo. El mercado de valores no deja de basarse en ello. El riesgo es la inversión, la incertidumbre quien impera. Más allá de fenómenos locales como Gescartera, no deja de ser curioso la relación que pueda existir entre la Iglesia, el Azar y el contrato de seguro. Si Dios es justo y evita cualquier daño injusto e imprevisible para todo bienaventurado, ¡qué sentido tiene que un sacerdote se asegure el coche! Definitivamente, el ordenamiento secular reconoce la existencia del Caos en sus normas como algo objetivamente existente en nuestro Mundo.

Mucha gente sigue viendo al relativismo que impregna todo lo caótico como un misterio peligroso que no tiene otra finalidad que contradecir todo lo que se nos ha enseñado desde Euclides a Newton, pasando por los Padres de la Santa Iglesia. Autores de notable capacidad para la divulgación, véase Roger Penrose o John Gribbin, creen que debemos cuestionar nuestro modelo de representación del Mundo. Me intento explicar. Por más que lo intentemos, el soporte de un semáforo jamás será totalmente recto, al igual que cualquier gráfica estadística nunca va a tener un ángulo constante o el resultado de las elecciones es, cuanto mucho, simplemente previsible. La experiencia empírica nos muestra que la Diosa Fortuna es soberana sin necesidad de volverse uno ludópata. Trágica conclusión. Uno podría llegar al más extremo de los cinismos o estoicismos y dejar que el Destino le condujera donde está escrito. Hacerse el Diógenes o acomodado Marco Aurelio de turno; craso error.

El esfuerzo, esa fuerza vital que tantas veces nos falla, es algo que nadie sabe cómo se genera por si mismo (sin necesidad de factores externos y/o sustancias). Sin embargo, es notorio que nuestra resistencia contra el miedo, contra la entropía, contra el Caos más absoluto, es lo que nos define. El miedo es una reacción biológica, de pura herencia natural, que nos genera la ansiedad necesaria para incentivar la resistencia frente a un hostil medio. Pero la pregunta sigue ahí, ¿ante la indeterminación y relativismo del Caos, somos alguien sin los incentivos y el esfuerzo?

Primera Ilustración: “The Last Blow” de Charles Robert Leslie (1794–1859). Segunda ilustración: Diogenes by John William Waterhouse, 1882

martes, 26 de febrero de 2008

Esperando al Mesías evolucionista


Me enseñaba ayer mi admirada hermana, persona inquieta donde las haya, el vídeo de un pequeño infante latinoamericano metido a predicador. La verdad es que una mezcla de pena, y debo confesar, algo de gracia, me envolvió mientras contemplaba tan funesta como infame pantomima. En el más democratizador de los medios de comunicación (véase Youtube) ya han tomado ejemplo del asunto. Los montajes en torno al número del chaval son copiosos: desde los discursos de Chiquito de la Calzada, pasando por Rappeos, documentales ficticios y “bailes del mono”, o como dijera él: “monitos”. Es más que depresivo el asunto. Lo que bien podría ser un genial ejercicio de sátira en la escuela acontece un “miting” de lo miserable entre gentes que osan llevar corbata y traje. Malaventurados.

La broma, indirectamente creada, no deja de ser una materia susceptible de reflexión. Veo en ello un reflejo de las carencias de nuestra sociedad global (y no nacional, por si alguno aún no se había dado cuenta). Falta una “cosmovisión” general que sea accesible a todos los públicos y nos haga llegar un mensaje común, una idea de cuál es el estado actual de la Ciencia que nos lleva a todas las consecuencias del actual paradigma científico. Es sumamente difícil que los niños no se queden con la manipulada copla de que el hombre procede del mono. A los infantes no se les puede presentar su primera visión del actual paradigma científico hablando de genes y de átomos. Una imagen vale más que mil palabras, y ciertamente, ¡es difícil poder enseñar una imagen de una u otra entidad!

Reivindico el papel de la historia natural, sí, de la paleontología. Si a un chaval se le compara al avestruz con el velociraptor seguramente entienda mejor la copla que si se le explica el actual estado de la física basándose en esas piezas de Lego tan pocas veces comprendidas que son los átomos. Lo mismo debe decirse de los genes, si se analizan los resultados antes que las causas, los observadores (aún por edad, exigentes y facultados) difícilmente no se verán incluidos en un pensamiento, que necesariamente, nos incluye a todos en tanto que individuos de la especie humana.

La labor del sacerdote no ha sido del todo suplantada. Ante los poderes de un Supremo y Omnisciente Dios Misericordioso se nos dibuja un mundo compuesto por piezas invisibles a ojos, no sólo humanos, sino también de la mayor parte de los instrumentos posibles. ¡Cómo no iba la gente a optar por la religión ante la ciencia, elegir la parábola y la fábula antes que las difíciles, y la más de las veces incomprensibles, fórmulas de las matemáticas!

Obviamente, esta laguna es un campo totalmente afecto a los rigores de la divulgación barata. Cualquier licenciado en ciencias puede lucrarse divulgando, sin tener gran idea, condicionando las convicciones del ciudadano de forma semejante, pero incluso menos autorizada, que el voluntarioso párroco de turno. Seamos valientes. Muchas veces me he preguntado si actos, como el del niño profeta, no son más que instrumentos con los que tener subyugada a la plebe, puro “Panem et circenses” que dijera el romano Juvenal.

Esta reflexión se me ha ocurrido, en multitud de ocasiones, cuando visito por cualquier motivo uno de esos barrios que, un tanto peyorativamente, se conocen como obreros. La mayoría de la clase acomodada es creyente en cuanto a “quiyos” y “cholos”: gentes de menor capacidad cerebral, opinan, que escuchan a Paco Pil por Mozart o a Chasis por Ray Charles. Condicionantes sociales que nos llegan en forma de individuos, cada uno está sujeto a un barrio, a un pequeño paradigma que le da significado a su status social, a imagen y semejanza de los latinoamericanos de Estados Unidos: carne de profetas a falta de cultura. Lo peor de todo es que estas grietas sociales son, hoy como en todos los tiempos, totalmente imprescindibles para nuestra economía. ¿Si todos fueran catedráticos, perdón por la contundencia, quién iba a querer recoger o limpiar la basura?

Nuestro mundo, tan manipulado como falto de paradigma, no conoce tan bien la teoría de la evolución como los mínimos (bases) que fundan nuestra propia economía. Nadie conoce la cultura hindú, eso sí, practicando la sociedad de castas: desigualdades sociales cada día igual de eternas, que, parafraseando a nuestros políticos en campaña electoral, son temas, que al menos a un servidor, sí que nos importan.

Imagen: PROTOAVIS "Mother of all Birds". Fortean Times front cover March 1998. Autor: Luis Rey (http://www.luisrey.ndtilda.co.uk/html/fort.htm)

lunes, 25 de febrero de 2008

Islam: ¿sumisión o revolución?

Es altamente probable que la separación entre ciencias sociales y naturales se deba a un profundo temor. Si integramos, en una única filosofía, historia y teoría del Caos nos damos cuenta de que el oficio del historiador es, ante todo, literario, y de que la narración de hechos pasados acontece, irremediablemente, una mayor o menor mentira. Todo lo que sabemos de tiempos pasados es mediato. Lo imposible de retroceder en el tiempo hace que todo aquello que supere el ámbito generacional sea de difícil reflejo. Cada sujeto incidirá en unos factores u otros, no digamos ya si la descripción se halla condicionada por prejuicios sociales, políticas de los regimenes de turno. Un, tan afortunado como acertado, regalo me ha hecho reflexionar al respecto.

Si bien las Santas Escrituras fueron dictadas por un ser metafísico, no menos idílico fue la efigie que me reparó la “Historia Turco-Bizantina” de Ducas (editorial Antonio Machado). Esta ediciónde la célebre crónica del autor bizantino, por fin en lengua hispana, es todo un tesoro. Ducas perteneció al partido “unionista”, es decir, a aquel sector de Bizancio que abogaba por una unión con la Iglesia de Roma con el ánimo de recabar refuerzos con los que poder hacer frente al enemigo turco. Por contra, el partido “ultra-ortodoxo”, o mejor dicho, “pro-turco”, contemplaba con mejor ojos la barba del sultán que el gorro del Santo Padre vaticano. El aristócrata Lucas Notarás, principal valedor de éstos, creía en la subordinación al turco como instrumento con el que conseguir un cambio de régimen.

La toma de Constantinopla por los turcos (año 1453) no deja de tener cierto olor a revolución. En una sociedad decadente, saturada de golpes de Estado y guerras civiles, la población civil no veía otra solución que unirse al superior enemigo. Los turcos eran islámicos, cierto, pero la alternativa romana a buena parte de la población le parecía infinitamente peor (valga recordar que la verdadera “caída de Constantinopla” no fue ante los turcos sino en el año 1204 ante los católicos venecianos). El Islam, una vez más, entraba por las puertas de la urbe de Constantino aprovechándose de un conflicto social, semejante al que antes le sirviera para hacerse con Alejandría, inmersa en su eterna disputa con la centralista capital bizantina.

Definitivamente, el mundo islámico es uno de los aspectos más agraviados de nuestra común historia. Estamos hartos de oír pasadas invasiones masivas de bereberes que sometieron el reino godo a su soberanía. Roza lo socialmente penado opinar que la etapa islámica de nuestro país no deja de ser un movimiento social, endémico, de una diferente aristocracia, gobernante sobre una misma gente.

Ignacio Olagüe, ninguneado historiador donde los haya, propuso una nueva teoría respecto a la invasión árabe de la península. A través de su libro: “La Revolución islámica en Occidente” (editorial plurabelle), el autor vasco expuso sus dudas respecto a una gran invasión en masa procedente de las arenas de África o Arabia. Más bien, no sin cierta razón, cree en la conversión al Islam de Hispania como respuesta a una sociedad en crisis, un ejemplo de cómo Occidente había caído en discusiones mundanas (trinitarismo frente a arrianismo) en un contexto de gentes empobrecidas y faltas de tutela. El Islam, en contra de su significado etimológico, aconteció más una “revolución” que “sumisión”; Hispania era presa fácil para unos exiguos guerreros-predicadores que daban más soluciones que cuestiones, de forma, un tanto análoga, a como antes lo hubieran hecho, salvando las distancias, los celtas, los romanos o los godos.

Estudios dirigidos por el Catedrático de Genética de la Universidad Pompeu Fabra, Jaume Bertranpetit, demuestran que los habitantes de la Península Ibérica están más emparentados con los propios habitantes de Oriente Próximo (y el resto de europeos) que con los bereberes de allende el Mediterráneo. La Ciencia, una vez más dinamita las creencias establecidas por una ciencia histórica politizada, irremediablemente, desde los primeros tiempos escritos.

Reflexionemos. Una vez más en la historia, actualmente el Islam (como cualquier otra religión en sus circunstancias) no puede ser visto como la causa, sino más bien como el síntoma de una enfermedad global, basada en las diferencias y el neoimperialismo. Nadie debe de obviar a las necesidades humanas, más exageradamente atávicas, en un mundo globalizado donde los medios nos hacen ver irracionales controversias religiosas o ideológicas. Los fundamentos son y serán siempre el hambre, la desesperación, la injusticia o la falta de aprendizaje. Seamos honestos en la reflexión, críticos con las consecuencias, ¡quién sabe si la irracional hipocresía de nuestros gobernantes no sea más que una inevitable consecuencia del Caos que todo lo impregna! Quizás sea que esté equivocado, sea un mal historiador aficionado, o simplemente, que haya caído en la trampa de la literatura, vestir de verdad lo que está condenado a ser mentira...

Primera ilustración: grabado de Doré: Gustave Doré (1832-1883), Entry of the Crusaders into Constantinopel. . Segunda ilustración: Painter: Charles Gleyre, 1835 Title: fr: Trois fellahs en: Three Fellahs de: Drei Fellachen

jueves, 21 de febrero de 2008

Países parásitos

Toda gran casa tiene un buen patio para el recreo. La vida requiere de un lugar en el que poder dejar a un lado los rigores de lo cotidiano y los nervios del estrés. De forma pareja, cuando no equivalente, los grandes sistemas geopolíticos tienen lugares de recreo, despensas para chorizos, lavabos que blanquear y cocinas en las que practicar el arte de Maese Palomo, todo bien condimentando con los más graciosos productos del bazar del expolio, las desigualdades y el neocolonialismo. Pocos serán quienes no hayan visto la serie de Heidi: Pedro y sus cabras, junto con un austero abuelo montañés y la cándida Clara. Menos aún no habrán probado jamás una chocolatina, véase también bombón, helvética. Alguno llegará a tener parientes en los Alpes, otros habrán aprendido que los relojes suizos son de lo mejorcito en precisión y calidad, ¡no digamos ya si están a buen precio!

Por profesionalidad y extensión son unos maestros en el arte egipcio, su palmarés incluye a célebres enemigos: desde judíos a palestinos, pasando por nazis, republicanos, estadoudinenses, terroristas o jeques árabes. Verdades vacas sagradas de áureo chocolate. Suiza es un país ejemplar, en cuanto a individuo significativo, neutral ante las desgracias, parte de todo negocio. La legión de estudiantes, que visten con el velo de la nacionalidad y demás artificios, es grande: Liechtenstein, Gibraltar, San Marino, Mónaco... La despensa del charcutero es pródiga en inmunidad y discreción; de nada sirven los sorprendentes índices de riqueza de países, con no más recursos que un par de estaciones de esquí y cuatro coníferas replantadas, en el objetivo de hacernos despertar de la presencia de estos enemigos de la mano obrera sin ahorros y de todo buen ciudadano honesto que se precie.

Un país, a primera vista, tan poco sospechoso de custodiar grandes fortunas mundiales, como es España, linda con dos de estos experimentos: Andorra y Gibraltar. Francia tiene su Casino con prensa rosa, Italia su fortaleza (con selección nacional), y Gran Bretaña, como todo gran marinero, alguien que le guarde la bolsa en cada puerto. Alemania parece haber querido levantar, ni tan si quiera sea un poco, la manta de su “corralito”; Liechtenstein parece sorprender al Mundo con sus prácticas poco sanas. ¿Cómo puede ser que salga semejante coloso liliputiense, entre riscos y plácidos pastos?

Más allá de su escaso tamaño, a Liechtenstein y a San Marino les unen varios aspectos en común. Bajo el disfraz de una curiosa historia, medran en un Mundo que los ignora conociéndolos, usándolos y abusando de la confianza del resto. Nos encontramos ante “países” que participan del progreso comunitario sin participar de sus reglamentos y directivas. Hacen uso del Euro, y algunos incluso lo acuñan, sin tener interés alguno en tener que responder ante las exigencias de los países “limpios” que se precien.

La historia les hizo ser pequeños reinos perdidos. Fósiles políticos dotados de las últimas tecnologías en evasión y demás tomaduras de pelo. San Marino ha sido reconocido, desde tiempos pretéritos, por el Congreso de Viena, Napoleón o el propio Papa. Partícipe de los estragos de la II Guerra Mundial (presa de las tropas nazis en dos ocasiones), el pequeño “Estado” no participó de la unificación italiana del siglo XIX. No deja de ser curioso, que aún detentando tanta historia, un territorio de menos de 30.000 habitantes censados, sea capaz de tener Banco Central, Jueces, Parlamento y demás instituciones.

El país de Vaduz no deja de participar de una misma esquizofrenia política. En este caso, la capital del soberano Estado de Liechtenstein ronda en las cinco mil almas (apenas población para un par o tres de carnicerías) poseyendo todo un emporio de bancos y tiendas libres de impuestos. Definitivamente, si anteriormente hablábamos de estados independientes y dependientes (véase Kosovo), me atrevo a insertar dentro de esta, por lo demás artificiosa, clasificación la categoría de Estados-parásito, lugares que medran, cuales crueles garrapatas, inflándose con fondos corruptos para después “purificarlos” con el velo de la neutralidad y el prestigio.

Ilustraciones: en primer lugar, residencia del Príncipe de Liechtenstein, en Vaduz; en segundo lugar, vista de San Marino. Ambas imágenes sujetas a: GNU Free Documentation License. Origen: http://commons.wikimedia.org/wiki/Portada

miércoles, 20 de febrero de 2008

Un nuevo formato de conquistas


Son varios los países que ya han reconocido al nuevo “Estado” de Kosovo: EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Turquía.... Sin perjuicio de que otros, no menos potentes, se hayan negado a ello: China, Rusia, Grecia o España. Sorprende más aún, a quienes pretenden establecer paralelismos con situaciones como la española, que Eslovaquia y la República Checa no lo hayan acogido con buenos ojos, al igual que Chipre o Rumania. Cambiarán los tiempos y pasarán los años, pero la geopolítica seguirá estando en un lenguaje cifrado, confuso, que sólo los magnates macroeconómicos son capaces de comprender, por su bien e intereses.

A Turquía no le ha costado demasiado reconocer a Kosovo. De poco ha servido que fuera en Kosovo la celebre batalla (fundadora nacional) de serbios contra otomanos. No se acaba de saber si con el ánimo de contentar a sus “eventuales” socios comunitarios o, simplemente, por solidaridad con los albaneses musulmanes que, poco a poco, han desbancado a los serbios y sus iglesias. Por otra parte, ayer se anunciaron movimientos significativos hacía una unificación de Chipre (Estado miembro y condición “sine qua non” para el ingreso de Turquía en la UE). Es muy curioso cómo se le acusa a Turquía de no poder entrar en la UE por ser islámica, ¡cuándo es precisamente esta religión aquella que más está creciendo en el continente europeo[1]!

El tablero que se dibuja en los Balcanes, una vez más, se transforma en una pródiga pizarra en la que representar modelos, sueños y pesadillas con los más variopintos disfraces. Las grandes democracias actuales apoyan la rotura con el precedente internacional, mientras que las terroríficas, y autoritarias, potencias en alza: Rusia y China, se niegan a dar su visto bueno al nacimiento de un Estado, que lejos de adquirir el calificativo deseado, si por algo se caracteriza es por ser totalmente dependiente.

A los historiadores les recordará, un tanto, a las maniobras que Roma hiciera en Asia Menor con los múltiples reinos helenísticos, a los que acabaría por conquistar. Divide y vencerás dice el “adaggio”, y vistos los acontecimientos, nada puede ser tan cierto como ello. EEUU se caracteriza por no tomar posesión material sobre lo que ostenta dominio real, a la vez que fáctico. Lejos de imponer su himno o leyes, se conforma con conquistar a los miembros de este planeta, ante todo globalizado, mediante su cultura pop, sus redes económicas, el idioma inglés y ante todo, su riqueza. Kosovo es una pequeña conquista de esta águila hegemónica, ante todo difusa, que son los EEUU y su Imperio.

Ante un conflicto como el iraquí, donde todo son malas noticias, EEUU obtiene una victoria sentenciando la dificultosa vida de su enemigo serbio (último de los grandes aliados rusos, que no ha caído aún dentro de las garras de su sistema, cuanto menos plenamente). Primero fueron Eslovenia (quien ahora coloniza Belgrado con sus empresas), Croacia, Bosnia-Herzegovina (en ebullición con las últimas noticias) y Macedonia (en eterno conflicto con Grecia). Luego serían Montenegro y, ahora, Kosovo, quién sabe si no vendrá después Vojvodina[2] (con capital en Novi Sad) o si Bosnia y Herzegovina se harán independientes dentro de la más radical dependencia. Conquistas de nueva generación, en un Mundo donde todo parece estar más unido y globalizado, para después, a imagen y semejanza de otros tiempos, demostrar que seguimos siendo, generalmente, ignorantes sujetos a unos mismos designios, con tan poca bondad como escrúpulos: dinero, Poder e Imperio.


[1] Al respecto, Bernard Lewis habla de una futura “islamización” general de Europa.
[2] Vojvodina viven mas de dos millones de habitantes, que tiene seis lenguas oficiales, 26 minorías nacionales y comunidades étnicas y mas de 30 iglesias u otras comunidades confesionales registradas.

Sobre las imágenes: primera imagen, vista panorámica de Sarajevo; segunda imagen, Novi Sad (capital de la región de Vojvodina) durante los años 20.

domingo, 17 de febrero de 2008

Contra Kosovo: despertar de gélidas trompetas


Existe un gran sueño colectivo que une a toda la comunidad científica: la creencia en que todo lo existente es susceptible de argumento racional, de ser sujeto de descubrimiento. De nada sirve que, una vez y otra, nos topemos con el infinito irracional: Dios para unos, teoría del Caos y neurociencia para otros. La política no es ajena al supuesto, no existen argumentos, ni autoritarios ni democráticos, que demuestren-delimiten claramente la conveniencia de una u otra alternativa. La geopolítica global es un claro ejemplo. Hoy nos sorprenden los informativos con la declaración unilateral de independencia de Kosovo, asunto, se mire por donde se mire, del máximo interés, no sólo para Rusia, España (o la promotora USA) sino también para cualquier perspectiva de la conocida como ciencia de la política.

Es largo y confuso el problema del derecho de autodeterminación de los pueblos; en España sabemos de ello, como coloquialmente se diría, un rato largo. Más allá de lo metafísico de los sentimientos de pertenencia y nacionales, existen conceptos, no por ello faltos de utilitarismo, que nos sirven como parámetros fiables de la conveniencia de una u otra posibilidad. La autodeterminación depende, entre otros factores, del caso, de la sociedad, la naturaleza y la economía.

A nadie se le ocurriría discutir la conveniencia de la declaración de independencia de los EEUU o Argentina en su tiempo. Su situación ultramarina les hacia de ineficiente administración por parte de las superpotencias inglesa y española, no sólo a efectos patrióticos, sino también de bienestar de los ciudadanos. Algo equivalente podría decirse de la necesidad de que, hoy en día, los cuatros países mencionados deban estar en contacto dentro de un mundo totalmente global e interrelacionado.

Kosovo es, debe ser, una provincia serbia. Su escaso tamaño, no mayor que la Comunidad de Navarra, le priva de ser eficiente sujeto de política internacional. Su sostenibilidad está abocada a la necesidad de ayuda europea y estadoudinense, quien, por encima de todo, le ha ayudado en su “sueño” con el ansia de provocar a ese gran gigante dormido (que usa uranio por somier y kilómetros cuadrados por ropaje). Rusia, y el resto del Mundo, contemplan cómo los EEUU están proponiendo una nueva Guerra Fría. Esta vez sin soviéticos, pero sí con rusos y sus aliados. Ante el conflicto yugoslavo, por más que la ONU le niegue el privilegio a Serbia de usar ese nombre, Rusia y Turquía (potencias de la zona) callan o recelan con ambigüedades. Se contrarían sin estorbar a americanos y europeos; España asiste a un funeral, identificándose con el muerto.

Es un buen momento para mi teoría política. El Caos lo impregna todo, incluidas las fronteras de los Estados. El derecho que ostenta Kosovo podría asemejarse al del País Vasco, al de Sicilia, al de Mataró, al de Calatayud o al de los vecinos de mi barrio. La dignidad y derecho a la autodeterminación no conocen ningún justificante, todo son relativismos variables sujetos a indefinición, susceptibles de rancios aprovechamientos y manipulaciones. La minoría serbia contempla como lo óptimo les excluye. Veinticuatro horas de independencia nominal y ya se tienen resultados: migraciones, miedos y disturbios contra la embajada norteamericana en Belgrado.

Tal vez sea un ataúd yugoslavo en el que, definitivamente, se quiere esconder lo que queda de Europa. Ante la ignorancia, seremos atrevidos. Jamás se conoció un país próspero, o imperio, que no dispusiera de múltiples etnias, pueblos y religiones, en su haber. La soledad de lo propio nos cierra en lo inútil de un autismo antinatural: si el hombre es un animal social ¡¿cómo no iban a serlo los países?!

Primera fotografía: la ciudad de Gjakova, imagen sujeta a: GNU Free Documentation License. Origen: http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Gjakova.jpg
"El orden mundial se rige por la regla enunciada por Groucho Marx: estos son mis principios, si no le gustan tengo otros. Criterios de quita y pon, guiados por una brújula a la que le ordenamos dónde debe señalar el norte. En Dayton, en el noventa y cinco, la solución para Bosnia fue la separación por étnias, el desastre máximo. Ahora, en Kosovo, la aceptación de una independencia unilateral. En ninguno de los dos casos se respetaban los principios grandilocuentemente pregonados. Estados Unidos, Francia, Alemania ya reconocen al nuevo estado. Seguro que Rajoy pide explicaciones a sus amigos Bush, Sarkozy y Merkel. Kosovo es el resultado de múltiples fracasos, la peor solución a excepción de todas las demás. Y la prueba de que no logramos resolver los problemas de la pluralidad. En España, los centrífugos saludan a Kosovo como un precedente, los centrípetos hacen sonar las alarmas. Pero seguimos sin valorar ni entender el estado que hemos construido aquí. Esta mañana, un periódico de difusión nacional ofrecía el resultado de una encuesta que decía: los españoles creen que se prima a las autonomías más que al estado. Ya lo ven, asan los años y seguimos en el mismo desenfoque. No hay un Estado y, enfrente, unas autonomías. Las autonomías son el Estado. En Cataluña, no están la Generalitat y, además el Estado. La generalitat es el Estado en Cataluña. Y lo mismo en la Rioja, en Euskadi, en Andalucía o en Madrid. Cuando la encuesta dice Estado está diciendo España, porque se cree que las autonomías no son del todo España. Lo mismo le pasa al lehendakari cuando dice nosotros frente al Estado. Él es el Estado en el País Vasco. Algún día tal vez descubramos que lo que buscábamos ya lo teníamos."

sábado, 16 de febrero de 2008

Maestros y discípulos

España tiene un gran problema por encima de la, totalmente injustificada, barbarie terrorista, la estructura territorial, el bajo nivel político o la crisis, común en toda Europa, de las diferentes instituciones: no sólo políticas sino también culturales, económicas y educativas. Bajo mi punto de vista, la educación es la gran lacra que nos resquebraja como sociedad. Los herederos de lo grecolatino, el Quatrocentto y la Ilustación apenas hemos sabido hacer florecer una civilización afortunada entre el exceso, y provecho, de la multiplicidad de medios que nos rodean. Dentro de una cansina disputa estatutaria hemos perdido el estatuto del profesor. Nadie sabe si su papel se reduce al de mero nuncio de la voluntad política del momento o, por contra, sigue siendo el adoctrinador, inexcusable, que debe cincelar la efigie de la nueva oleada de ciudadanos libres y conscientes con su cultura y medio.

La educación de los noventa y lo que llevamos del nuevo siglo se caracteriza por dos grandes calificativas: politización y reduccionismo. Lo político, no quisiera repetirme en la redundancia, no deja de ser el sustrato último que subyace en toda clase de historia (Companys por Julio César, O’Donell por Justiniano). El reduccionismo, por contra, hace referencia al estatuto del profesor, no solo en clase, sino también en la sociedad que le rodea.

Una de las primeras cosas que descubre el aprendiz a opositor es la figura del preparador. Lo más característico de la relación entre quien canta los temas y quien los escucha con atento juicio es el nexo de autoridad-envidia que une al aprendiz con el maestro. El cantor respeta y se esfuerza, queriendo llegar a ser, en algún momento de su futuro, el mismo título que ostenta quien se sienta enfrente de quien canta.

Esto no es demasiado corriente que pase en un alumno de ESO o de Primaria. El profesor es el último mono, uno de los pocos oficios en los que el personal no sueña, nadie querría serlo: aguantar en la selva, sin arma disciplinaria mayor que el desprestigio. La corriente que tiende a imponerse es la de una educación residual: sector con maestros que no han alcanzado la cátedra o la empresa privada. Ello es el mal cancerígeno que dilapida nuestros cimientos como civilización. ¿Nadie ve en ello culpa alguna, no tan remota, de cualquier crisis económica? Creo que el auge del sector educativo se reduce a una selección. Debe pasarse de una discusión sobre dónde encuadrar a cada alumno a una donde se discuta a qué común ciudadano debe encuadrarse como profesor.

Una revisión de las diferentes notas de corte en nuestras universidades nos da pistas. Muchos que no consiguen la nota para estudiar Medicina acogen con las manos abiertas cualquier otra ciencia, lo mismo que otros que no se atreven con el Derecho o la Administración-Dirección de Empresas acuden a Humanidades, Historia o Filologías, nunca mejor dicho, a falta de pan buenas son tortas. La especialización sapiencial de nuestro sistema se basa en la presunción de que el jurista sólo sabe de artículos y el humanista de cultura, el médico de enfermedades y el profesor de qué ¿de magistratura?

Debería darse una discusión a gran escala. Fortalecer el oficio del magisterio de tal forma que quien enseñara fuera ejemplo, sujeto de envidia y atención por quienes les escuchan. Ello pasaría por un incremento de salarios, de las diferentes notas de corte de las carreras que derivan en puestos docentes, así como una reducción de la plantilla de profesores (no indispensable) donde los alumnos tuvieran la figura del maestro, pudiendo pasar a ser, de una vez por todas, discípulos y no meros alumnos.

La educación agoniza entre el pasotismo de quien la regula. El ejemplo del profesor se ha perdido, pues carece de cobertura, no sólo en cuanto a su vigilancia, sino más bien en atención al acceso. La selección de lo más curtido de la sociedad debería ser indispensable para una eficaz educación, fomentar la enseñanza (a cualquier precio), no permitir que todo lo rentable se haga privada y empresa, sino que quede resquicio para poder vivir de la vocación enseñando, de la estima del que es admirado por quienes aprenden con su ejemplo.
Primer cuadro: “The Rubaiyat of Omar Khayyam” de Adelaide Hanscom and Blanche Cumming “Segundo cuadro: “El ratón de biblioteca” de Carl Spitzweg.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Factores frente a posibilidades: el doble filo de la discriminación positiva

Dentro de lo contradictorio de nuestras actuales democracias existen unas elecciones que a todos nos afectan, sin estar censados. Las elecciones a la Presidencia de los EEUU son, a día de hoy, tan importantes para nuestra vida cotidiana (en sus más diversas facetas) como antaño pudieran serlo el nombramiento de un nuevo Emperador Romano o de un Sumo Pontífice. Todos los medios informativos siguen el acontecimiento, la movilización audiovisual no guarda comparación con el realizado en ningún otro acto internacional, sean éstos guerras, catástrofes, hambrunas o golpes de Estado. Ahora son Clinton y Obama, tal y como antes lo fueran otros. Las implicaciones políticas directas del proceso electoral estadoudinense son tan incomprendidas como los efectos de su crisis hipotecaria en la economía global, incluyendo la nuestra. Poquísima gente alcanza a comprender la relevancia entre elegir una política u otra, sea dentro del Partido Demócrata o entre éste y el Republicano.

No obstante, en esta ocasión haya algo que llama mucho la atención. Se trata, quizás más que nunca, de un juego electoral basado en diversos factores: la mayoría de ellos, emocionales. El primer negro candidato a la Casablanca contra la primera mujer, con opciones reales, de poder alcanzar el trono del Imperio del águila calva. El suceso me recuerda, un tanto, al pasado proceso electoral francés, donde Sarkozy ganó a Royal, quién a ojos de quien escribe, pecó de vanagloriarse, en exceso, del mérito de ser mujer. Exactamente, aquí reside el tema que me gustaría tratar. El peligro de que la política se centre, mayoritariamente, en factores emocionales, y no ideológicos, en la presunta comprensión social, y no en la discusión de rumbos políticos, económicos y, acaso también, filosóficos.

Bajo mi punto de vista ser mujer, negro, asiático, blanco o malasio no son mérito alguno, simplemente expectativas del variopinto espectro de posibles individuos humanos. Desde el momento en que uno se centra en la defensa de la característica (frontalmente y de forma exclusiva), se genera el mejor caldo de cultivo para la discriminación, la ofensa y el recelo. En un gobierno debe haber unanimidad de competencia intelectual y organizativa, no paridad de sexo. Lo mismo en un Tribunal, en un Ayuntamiento o un Consejo Escolar, lo contrario nos lleva a conclusiones de doble filo, sumamente peligrosas en lo comparativo.

Si defendemos que una asamblea deban haber tantos hombres como mujeres llegamos a un argumento, a mi modo de ver, inexcusable. El hombre y la mujer no defiende un mismo interés humano, sino que unos tienen la doctrina masculina y otras la femenina, dicho de otra forma, se acaba de dinamitar la igualdad y la equiparación entre ambos sexos. Si dejamos que el género sexual de los partícipes de la Asamblea sea totalmente arbitrario, con casi total seguridad habrá mayoría de hombres, y en su cuasi totalidad, de raza facial blanca. El problema no es tanto la discriminación, el cierre de las puertas de acceso. Desde el momento en que el género es factor de decisión siempre habrá discriminación, pues no conozco mecanismos que requieran distinguir entre hombres y mujeres, ¡acaso sólo la reproducción y por razones estrictamente biológicas! La paridad es un artificio, una artimaña inútil, en términos, quizás en exceso utilitaristas. El principal problema del racismo o de la discriminación sexual es que sean una opción, y no un acto ilícito, acaso un delito.

En una sociedad donde existan más Catedráticos de astrofísica de raza negra, más Notarios de raza hindú o Registradores chinos, el racismo no tendría sentido. Lo mismo sería aplicable a un Mundo donde cada mujer pudiera elegir su destino sin estar condicionada por algún factor que incluyera su género sexual. Insisto, ser mujer o ser negro, blanco o aborigen es una opción, una posibilidad del espectro. Mucho se ha degenerado el Mundo si el próximo Presidente de EEUU se elige en función de ello y no de su proyecto político.

Imágenes: el mítico Tío Sam y una fotografía de la Manifestación de Mayo de 1912 en pro de los derechos electorales de la mujer (Nueva York).

lunes, 11 de febrero de 2008

El lecho del gorila

Conducir es una forma de relajarse. Lo peligroso y cotidiano del acto sirven de inmejorables ingredientes con los que cocinar una curiosa práctica. A veces uno se inspira con el volante en las manos. Los coches cambian nuestra forma de actuar. Lo inexistente del “face to face”, ligado a la pedantería de ir encima de una poderosa armadura automóvil, hacen que el egoísmo y demás comportamientos innatos resplandezcan en una sociedad que, irremediablemente, se halla sumisa a las cuerdas de la más ruin y malvada mano artística, la del Mal, la de la hipocresía.

Pese a todo, tal vez por llevar aún la L, o simplemente, por estar en Babia y no circunvalando Mataró camino de Granollers, sólo ante el volante me surge un razonamiento profundo, una reflexión instantánea. Una ciudad un tanto tétrica, opaca y rara para un infante de poca edad ha acontecido urbe querida, vecina, cómoda en la que guardar un “algo” de experiencia propia. Mataró sigue siendo Iluro, su fábrica Abanderado y la primera estación (también la primera autopista) de toda España. Sin embargo, algo a cambiado. Paso por la Ronda y siento que todo es algo familiar, pasando del primer pino al último bloque de pisos. Mataró se ha acabado por convertir en un enclave preciado, un guarda custodio de sentimientos y experiencias. Sigo el trayecto. El caso es que no he vuelto a nacer, ni mis genes han cambiado, pero todo el terreno me parece más inherente a mis adentros, más propio, más tranquilizador y placentero.

En mi cuerpo quizás se haya renovado alguna célula, algún pelo o algún átomo veloz que, queriendo pasar desapercibido, no supo esconderse de la existencia. En esencia sigo siendo el mismo, un mismo DNI, dos mismos apellidos. La mente me habla en un discurso semejante en andamio, fortalecido en neuronales ladrillos, aprendizaje en materias y experiencias.

El gran cambio de estos últimos meses ha sido la reagrupación de mi círculo vital. Una reunión familiar, renovada, por la que mis más próximos colaboradores, cuanto menos en el sentimiento, se han mudado a calles más cercas, dando sentido a los arcenes y los bancos, a las calles y al pueblo. Vilassar se transforma en una guarida más acogedora, un sito más propio sin haber cambiado ni de idioma, pensamientos o principios. Simplemente me siento realizado en un tiempo y un lugar dado, en un juventud y un pueblo al lar del gran soberano de entre los salados.

A veces pienso que no hemos dejado de ser, en cierto modo, meros gorilas sin pelo. Cada día nos hacemos la cama con diferentes materiales, solemos cambiar las sábanas, acostarnos con múltiples, y diversos, pensamientos. Las hojas y demás materias orgánicas son nuestros recuerdos: el beso de la pasada noche, el anhelo de la siguiente. Con el paso del tiempo uno se da cuenta del porqué existen pocos animales que no sean nómadas. Los cambios nos configuran y nos hacen cambiar de forma tan extremadamente curiosa que sólo puede llegarse a comparar con nuestra esencia que siempre permanece innata: un gorila para infinitos lechos.

La reagrupación familiar, aunque no supere el terreno de una provincia, me hace ver cuán cierto es que en el fondo todo son pensamientos semejantes a lianas y helechos. Mi simiesco antepasado se reencarna en mis carnes, sintiéndome partícipe del cambio, de una nueva morada, del cambio perpetuo. Si los terrenos son los que cambian, y no las almas (en singular de número), ¿cómo existe equilibrio en el suelo, en las mezclas de triángulos de caliza, granos de arcilla o columnitas de cuarzo? ¿¡Cuál es el motivo para centrarnos en los territorios, cuál es el distorsionador que nos hace mover el prisma de los cuerpos a las fronteras!?

Caminamos, sin pausa alguna, hacia nuestro propio destino. Unos con unos pasos, otros con unos iguales pero distintos. Todo es monotonía caótica que sólo conoce de un designio: hacernos sentir personas, sujetos de vivencias y sentimientos. Quizás llegue el día en que acabe de comprender lo que ahora mismo comienzo a descubrir, cuán importante es saber escoger las pequeñas piedras, los recuerdos, mejor dicho, esas plantas en las que medrar, dormir y despertar, diciendo que vivo en un ente físico, no en la niebla del sueño...

sábado, 9 de febrero de 2008

El sueño de la ballena

Uno de los lemas más “freak-eco-progres” de los que han sonado en los últimos tiempos es aquel que afirma: “¡salvemos las ballenas!”. Muchos se lo han tomado motivo de chiste, otros han realizado ingeniosas comparaciones con señoras entradas en kilos, mientras que algunos países, modernos en el manga y la tecnología, han seguido “a lo suyo”, pescando sin límites, matando a aquello que, pareciendo pez, no deja de ser un mamífero. A decir verdad, en la Historia Natural de nuestro Planeta ha surgido una competición zoológica. A los descubrimientos paleontológicos le responde la realidad faunística de estos, no menos geológicos, tiempos. Los dinosaurios se empeñan en aparecer con sus fémures, cráneos y vértebras, queriendo desbancar del trono de los gigantes a nuestros colosales cetáceos. En mayo de 2003 un grupo de científicos españoles (partícipes del proyecto Dinópolis) encontraron en Riodeva (Teruel) un saurópodo (dinosaurio de cuello largo) de 35 metros de largo por 45 toneladas de peso, aproximadamente. Turiasaurus riodevensis, “lagarto del Turia de Riodeva”, rivaliza con Argentinosaurus y el célebre Brachiosaurus por ocupar el puesto de reptil más grande de la historia. Lejos del mesozoico, cercanas a nuestras ciudades, las ballenas se ríen de estos avances. Los humanos nos empecinamos en ignorarles, masacrarles, comérnoslas (en el caso nipón) o, simplemente, sorprendernos del tamaño de lagartos extintos cuando ellas son de piel y carne, de aleta y corazón mamífero. Se sabe que fueron pocos los dinosaurios con un mínimo coeficiente. Muchos han intentado imaginar un mundo donde éstos no se hubieran extinguidos, escenarios donde Troodon, por poner un paradigmático ejemplo, hubiera podido evolucionar hasta ser una suerte de ser antropomorfo con escamas da lagarto. Nada más lejos de la realidad, la presunta inteligencia de estos seres jamás llegó a ser semejante a la de un primate, qué decir de la de un cetáceo. Las ballenas, con sus 30 metros de longitud en el caso de la azul, son capaces de guiarse en lo monótono de las aguas, allá donde el hombre sólo puede hacerlo fijándose en las estrellas, o con brújulas y mapas. La ballena se autoproclama reina de los mares, sierva del elemento primordial, agraviada por quienes reniegan de descender del mono. Los cetáceos se configuran como un taxón derivado de los ungulados, más cercanos al elefante o al manatí de lo que podamos estarlo nosotros. Seismosaurus fue una pésima noticia para los cetáceos. Su descubrimiento mostraba a un dinosaurio, estadoudinense-méxicano, capaz de superar en longitud a la ballena azul. No sería nada más que el primer fuego en prender la mecha. Corrigiendo a quines pensaban que los saurópodos sólo reinaron en el Jurásico, los yacimientos cretácicos de Argentina, sobretodo, y de partes tan ninguneadas, en lo paleontológico, como Australia o Europa (muy especialmente España, y dentro de ella, Teruel), darían un golpe sobre la mesa a base de impactantes descubrimientos de seres superiores, sí en magia no en inteligencia, a las ballenas. Diplodocus, y con casi total seguridad, Brachiosaurus dejaron el podium. Brontosaurus (Apatosaurus mejor dicho) y los célebres dinosaurios norteamericanos dejaron la puerta abierta al gigante lagarto maño, a uno de los más poderosos motivos para seguir confiando en la ciencia, anacrónicamente, llamada patria. Mal presagio le auguro a los cetáceos. Tener a merced de nuestra tecnología y designios no les ha hecho ningún favor. Seguramente cuando se extingan se querrá resucitarlos, un “Parque Cetáceo” con ballenas asesinas y delfines conspiradores. Quién sabe. El caso es que la ballena peligra en el mar, sin saber de fósiles o de periodos geológicos, esperando su propio meteorito antropomorfo, soñando con extinguirse y ser, por una vez, objeto del sueño y el respeto humano...
Imágenes de la autoría de mis queridos colegas: Fabio Pastori: http://www.fabiopastori.it (primera) y http://www.dinosaursinart.com, la segunda.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Lo infame del Bosco, lo profano del Carnaval

Algo en lo que más se nota el paso de los años (sobretodo cuando se era niño) es en la apreciación de las aficiones. Recuerdo que antaño no me gustaba la pintura, no me faltaba razón, para alguien devoto de los ordenadores y de los videojuegos ¡qué merito podrían tener los paisajes pintados o los retratos! No me menos cierto es que, como tantas cosas en la vida, esto cambia. Cada vez es mayor el aprecio que tengo por Murillo, Rembrandt o Velázquez. La conciencia en los medios me motiva en su contemplación, me doy cuenta de lo rígido de las pautas a seguir, y de lo finito de las soluciones a prestar. El tema de este artículo se me ocurrió durante una visita al monasterio de San Lorenzo del Escorial. Lo austero del edificio sólo guardaba parangón con la rica colección pictórica custodiada en su interior. Una copia del cuadro “el Jardín de las Delicias” me iluminó en este pensamiento, supo hacerme desear, con mayor intensidad, una eventual visita a Madrid, al museo del Prado; excursión que, ante la indiferencia del activismo de los civiles, es sumamente difícil, y costosa, realizar por un joven español que quiere visitar lugares en los que ha contribuido para su reforma. Dentro de mis “pintores favoritos” está, sin lugar a dudas, el Bosco. El “Jardín de las Delicias” es uno de los cuadros más sorprendentes, e influyentes, de todos los tiempos. La variedad y multiplicidad de formas con la que puede llegar a jugar es notable para el caso del pintor holandés. Sus demonios y demás animales juguetones, sus cerdos sacerdotes, ratones violadores y demás alimañas son licencias permitidas en aras de poder describir los peligros del Infierno. Ese es el juego del Mal, su infinita variabilidad. El Cielo sólo podría ser representado por uno a varios ángeles (hombrecillos de bella efigie y livianas alas). ¡Nadie se atrevería a dibujar, en época de Felipe II, un ángel con cara de cerdo, o con alas de murciélago! Nadie sabe bien bien qué es lo que le gustó a Felipe II de este cuadro. El ingenio del monarca destacaba en la contemplación de la naturaleza, era un notable zoólogo aficionado, quizás supo comprobar, con su propia mirada, la unicidad del Bien frente al Mal y sus múltiples formas. Lo Creación de Dios frente a los disfraces del Demonio. Y es que a nadie se le escapa que la distinción entre el Bien el Mal es algo específicamente humano. Quién sabe si todo no forma parte de una misma patraña. El Caos es infinito, el Destino es lo único inevitable en este mundo, no en cuanto a su determinación, sí por su acaecimiento. Todo en este mundo sucede sin estar predeterminado, la conciencia es una creación natural que dota de contenido a nuestra existencia, una pequeña barca que nos evita naufragar en lo eterno de lo existente, de lo irremediablemente caótico. Aquello que no es humano no conoce de valores de verdad y mentira, de bondad o malicia. Todos nuestros juicios morales son etéreos, irrelevantes a efectos de la Madre Naturaleza. Pese a todo, pese a lo ceniciento de su existir, lo frágil de su fuerza, toda sociedad que se precie los necesita, no sabe situarse al margen de su cinética. Me pregunto si el Bien y el Mal no es algo así como una parte de nuestro poder de abstracción, de esa dimensión paralela conocida como Fantasía. El cerebro nos hace cavilar en situaciones incomprensibles para el resto de los seres, podemos maniobrar en nuestras acciones, planificar objetivos y evaluar riesgos. Pese a nuestra vulnerabilidad a los dictámenes de la Fortuna, el hombre insiste. El sueño se configura como motivo de vida, motor del esfuerzo, remedio contra el calor de la gandulería. Las tentaciones que nos rodean son puro hedonismo. Toda Religión se ha empeñado en establecer un “código moral” que nos independice de esta celda, una libertad en el límite, una definición en la conciencia. Cierto es que todo está abocado al definitivo, y material, “fracaso”. Todo para volver a ser polvo, seguir los ritmos de la Naturaleza. Quizás este sea el motivo que tanto condicione nuestras miras. Inevitablemente siempre pensaremos que todo ser debe tener ojos, que los marcianos serán hombres verdes, los tiranosaurios seres inteligentes y Dios un hombrecito con barba blanca y suave... Lo imprescindible del Destino se manifiesta, demuestra al Caos. Todo es un suspiro, una necesidad de esfuerzo, dar sentido a lo humano, dinamitar el calor del reduccionismo, de la gandulería. La conciencia es un mecanismo de defensa, nadie ha podido entrar en la psique de otro ser, de otra especie, nadie es capaz de demostrar que todo animal no siga un destino, unas pautas vitales que le hacen mantener los genes, un mecanismo-estrategia de defensa ante el hostil medio de la física cuántica, del Caos, de la innumerables caras del mal endemoniado, lo infame del Bosco, lo profano del Carnaval...
Primera ilustración: detalle de “El Jardín de las Delicias” de El Bosco. Segunda ilustración: “Coppo di Marcovaldo” en Florencia.

lunes, 4 de febrero de 2008

La pirámide de Codes (Guadalajara)

El sueño es producto de las sensaciones, no del conocimiento. ¿Qué sentido tiene el esfuerzo si no es correlativo a un agravio (descontento) con la situación del momento? Todo hipotético futuro es la otra cara del imperfecto pasado. El presente inestable genera la crucial pendiente para la cinética de la mejora, la falta da hambre; para el contento, sólo vale el sofá y su asiento.

Si uno vive en la selva apreciará la sabana, para el Tuareg del desierto los pingüinos viven en montañas escarlata. Muchas veces se ha criticado el presupuesto estadoudinense, chino, europeo o ruso en astrofísica y aerodinámica. La investigación espacial es una vía de escape ante la necesaria conciencia ambiental. Buscar marcianos en otros planetas, obviando los tesoros del planeta propio, del fuego, del aire, de la tierra y del agua. Nuestras inquietudes, incentivos y objetivos son totalmente interdependientes de nuestras percepciones. Nadie aprecia su plaza mayor, ¡pero todo el mundo quisiera visitar la Piazza de San Marcos! En no pocas ocasiones, obviamos que nuestra Península ha estado poblada desde hace miles de años. Pensamos en el Diplodocus cuando nadie conoce al Aragosaurus, no vamos a Sos del Rey Católico y, en cambio, ¡todo el mundo desearía pisar Verona o las calles de Carcasona!

La región conocida, por pocos, como Celtiberia es una zona unida tanto en el olvido como en el despropósito. Localidades de recia historia se yerguen esperando al visitante de paso, al afortunado viajero que utilizar la guía, mejor los libros de historia o arqueología, para poder visitar el arco romano de Medinaceli, la catedral de Sigüenza, el Palacio del Virrey de Manila en Molina de Aragón, las ruinas de Bilbilis en las inmediaciones de Calatayud o la pirámide, han leído bien, de Codes (cerca de Maranchón, en el desvío hace Iruecha, Codes y Balbacil yendo en dirección a Molina de Aragón por la Nacional 211).

Tan curioso monumento prehistórico fue localizado en el curso de unas catas en busca de uranio, tal y como se hicieran en otros pueblos cercanos como Anguita o Mazarete. La visión aérea que se realizaría de la zona vino a confirmar la forma, totalmente proporcionada y humana, del pequeño montículo guardián de tantos misterios.

Como es típico en todo monumento que se precie, poco ha tardado la pirámide de Codes en ser sujeto pasivo del esoterismo. Dicen los defensores de esta “luminosa” corriente que las proporciones, medidas, de la construcción, no dejan de recordar a las pirámides de otros lugares (Egipto, Yucatán), haciendo mención a la archiconocida regla áurea. Según parece, creen que éste es uno de los mejores ejemplos de cómo en España existen testimonios de antiguos pobladores atlantes. Siguiendo con sus ideas, tales “expertos” relacionan la pirámide de Codes con las pinturas de gigantes, y petroglifos atlantes, sitos en el paraje conocido como Cueva del Moro, en las inmediaciones de Molina de Aragón, en el Señorío homónimo.

Total. Uno de los más misteriosos castros celtíberos comienza a ser pasto de las más variopintas y sensacionalistas teorías. Ojala todo ello no sea más que el preludio de la futura celebridad del enclave (con todos los ingresos económicos que ello comportaría, en todo más respetuosos que la construcción de los cercanos molinos de viento...). La reflexión es obvia. ¡¿Cuánta gente visita estos lugares antes de salir de nuestras fronteras en busca de ruinas misteriosas, ciudades perdidas y demás productos del marketing de National Geographic y demás compañías de dudosa neutralidad?!

* Estructura de pirámide circular con una altura de 24 metros.* La altura de la parte mas alta del cono respecto al nivel del mar es de 1.318 metros.* El área de la Base que forma el montìculo de la pseudopiramide es de 9.354,30 m2.* El perímetro visible es de 347,55 metros.* El diámetro de Norte a Sur es de 121,20 metros, y de Oeste a Este de 101,16 metros.

Datos: http://www.tartessos.info/html2/piramide_codes.htm.

sábado, 2 de febrero de 2008

La independencia del celo

Recuerdo una noche pasada hace tiempo. Yo estaba despierto de madrugada, el resto de mi casa soñaba y roncaba. Mi madre, de sueño ligero, se extrañó al escuchar cierto ruido que parecía proceder del suelo del piso de arriba. Quizás ambos pensáramos en un terremoto, aunque en Vilassar no se tengan noticias de fallas, ¡pero el caso es que el suelo sonaba a mandobles de tambor, fiesta de “Tres Tombs”, Mayor o patronal!

Subimos a la terraza del ático y vimos al espécimen culpable del asunto. Solidarizándose con el Tambor de Bambi, y tal vez con el célebre hincha del Valencia y de la Selección, el conejudo Piecitos no hacía nada más que dar golpes con sus largas patas. En una representación del Tenorio condenada al fracaso, el conejito seducía a las estrellas, queriendo buscar hembra, sus funciones vitales segregaban a toda máquina, siendo la primavera un deseo, falto de necesidad y contexto. El conejo era el músico de la Madrugada. El sueño se perturbaba por sus ansias guerreras. Meterlo en la jaula fue mala solución, pues en sus sueños también clamaba a son de tambor, ¡metido en su caja!

Ciertamente, una de las cosas más curiosas e intrigantes de los animales es aquello que conocemos por celo. Los cuerpos de lo evolutivamente animado muchas veces son presa del éxtasis más guerrero. Tengo muy presente una imagen, vista en alguno de los documentales (rara vez, y a destiempo, puestos por televisión) en la que un elefante, animal sabio, por excelencia, dentro de la sabana africana, la tomaba, no sólo con el resto de sus congéneres, sino también con cualquier mata, tortuga, gacela o acacia. Las hormonas le habían invadido en cuerpo y alma, sus años longevos no le habían hecho inmune al baile ritual, el reproductivo, aquél que forma la eterna triada, junto con la nutrición y el alimentarse, de todo ser vivo.

¡Los mamíferos, reptiles, peces, insectos y demás animales somos siervos de Maese Sexo! Quizás tengamos una excepción con los equinodermos, muy especialmente con la estrella marina (en realidad también, en no poca porción, también con los celentéreos (medusas) y sus pólipos).

Dentro del reino animal hay algo del hombre que me sorprende superlativamente frente a su específico amor por la informática, la matemática o el arte. Salvando las distancias, somos uno de los pocos, acaso el único, animal que estamos desligados de los rigores del celo. De acuerdo, muchos serán quienes aboguen por su existencia, hablando de los mejores marcos estival, primaveral y otoñal, frente a las inclemencias del invierno. Quizás otros digan que tal vez hayamos dejado a un lado las fechas predeterminadas, ¡pero no el cortejo a base de regalos y detalles!

El hombre es uno de los pocos animales que ha sabido sacar más suco, que el reproductivo, del arte del sexo. Es muy cierto que existen otros animales, que sin el don del conocimiento, han sabido abstraerse, a su manera, del coito reproductivo como única manifestación de la líbica experiencia. Las hienas, caso por antonomasia, son capaces de estimularse en base a un órgano, parecido al pene, que les erecta el clítoris para regocijo del titular y el resto de sus congéneres. Algo así sucede con los delfines, miembros fijos de toda orgía, o con los manatíes, babuinos, bonobos y chimpancés. Sin embargo, ninguno de ellos ha sabido sacar cultura o mitología del asunto.

Desde los tiempos más remotos de la prehistoria, el hombre, y la mujer, han sabido atar a su dominio las inclemencias del sexo. Lo impulsivo ha acontecido religión, mecanismo de poder y medidas de control social. Siguiendo a los más autorizados filósofos del Derecho, el control sexual es uno de los axiomas inexcusables en todo primordial ordenamiento jurídico. Algo tienen que decirnos, al respecto, rituales iniciadores como el de los fenicios (y la prostitución sagrada-ritual) o las múltiples manifestaciones de falocentrismo precolombinas y romanas. Fuera en base a uno u otro genital, las sociedades matriarcales (y sus Venus representadas) o las viriles, en abstracción y potencia en no pocas ocasiones, han sido dos partes de un binomio de nombre civilización. ¡¿Acaso no es el control del hombre sobre la naturaleza de sus impulsos, el primer paso hacia el poder de abstracción, de cavilación, o mejor dicho, de nuestra manifestación como especie humana?!

Primera ilustración de: H. B. Scammel, 1890. Segunda imagen procedente de Luis Rey (carnosex): http://www.luisrey.ndtilda.co.uk/html/carnsex.htm