Aunque rehecho tras el conflicto, el palacio real de Buda destaca por sus dimensiones y las múltiples esculturas que le rodean. Dentro de Buda me llamó poderosamente la atención la neogótica iglesia de San Matías, una belleza. El Bastión de los pescadores parece sacado de una película de Disney, aconteciendo un marco especial desde el que poder ver el Danubio.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Viaje a Budapest.
Aunque rehecho tras el conflicto, el palacio real de Buda destaca por sus dimensiones y las múltiples esculturas que le rodean. Dentro de Buda me llamó poderosamente la atención la neogótica iglesia de San Matías, una belleza. El Bastión de los pescadores parece sacado de una película de Disney, aconteciendo un marco especial desde el que poder ver el Danubio.
viernes, 10 de diciembre de 2010
El arco de Tito


lunes, 19 de abril de 2010
La música de los Balcanes


domingo, 20 de diciembre de 2009
Por sus ciudades los conoceréis.



Decía Marx que: "la oposición entre campo y ciudad comienza en el momento en que se pasa de la barbarie a la civilización". No es ningún secreto que las grandes civilizaciones SIEMPRE tuvieron a "la ciudad" como núcleo vertebrador, célula creadora de imperios. Se llamare Babilonia, Samarcanda, Bagdad, Memfis, Antioquía o Roma, las grandes hazañas, los grandes avances siempre tuvieron a la ciudad como centro creador.
Es una idea muy corriente aquella que afirma que "lo que no vale para la ciudad, no tiene valor alguno". La ciudad siempre significa avance, movimiento y superación. Igualmente, también acontece "selva", medio hostil en el que el "animal social" humano tiene su vida, y ante todo, se relaciona.
Un historiador romano, o griego o bizantino, siempre te preguntaría por cómo son las ciudades de tu país. Para ellos las grandes construcciones públicas daban sentido a "la cultura", y por ende, a "la civilización". Bárbaro, ante todo, no sólo era el que llevaba barba y vivía tras las fronteras, o las montañas de la "Catena Mundi". Bárbaro, ante todo, era quien no podía ir al teatro, bañarse en las termas o discutir sobre filosofía (o la Santísima Trinidad), fuere en las puertas de la iglesia o del templo. Le Goff (eminente medievalista de los tiempos modernos) afirma que en la Edad Media la contraposición era "desierto vs ciudad". La ciudad siempre dispone de un "hiterland", un campo que le alimenta, frente al desierto, carente de vida por naturaleza (en el sentido humano del concepto).
Nuestros tres países ganadores poseen grandes ciudades, y de hecho, desde que produjeron genios, las tuvieron. A diferencia del huevo y la gallina, sí que sabemos que "la ciudad" fue antes que "el genio". Después de todo... el desarrollo, el avance ¿no es también mérito de la sociedad, y no sólo de quien inventa?.
Veremos que España está presente en estas listas, eso sí, con carácter secundario. De poco sirve que fuera núcleo del Imperio más extenso que jamás haya existido (superando al mongol, y qué decir, al inglés o al romano). España siempre careció de ciudades. Madrid, hasta finales del siglo XX, no se desligó, definitivamente, de su carácter de "villa", y en España sólo existieron dos ciudades: Sevilla y Barcelona (junto a otras como Zaragoza, Valencia o Córdoba). La elevada densidad de Holanda o Italia, no sólo fomenta las posibilidades de generar "genios" sino que constituyen una alegoría de "la ciudad".
El pueblo es calma, naturaleza, trabajo (según los romanos el más noble, el de la tierra). Sin embargo... ¿habríamos avanzado sin ciudades? ¿es posible "desarrollarse" sin el estrés de las urbes? ¿Acaso la "hostilidad" inherente al nerviosismo... no es la materia prima para la superación?
domingo, 8 de marzo de 2009
Azerbaiyán: la perla del Cáucaso


domingo, 2 de noviembre de 2008
Argelia y el peligro del islamismo


miércoles, 16 de julio de 2008
Una "caída" controvertida


- primera imagen: Bisanzio nel medioevo Tratta da http://www.allempires.com/empires/byzantine1/constantinople.jpg,
- segunda imagen: Abdullah frères - Sultan Ahmet camii, Istanbul
martes, 13 de mayo de 2008
Vlad "El Empalador"

De entre todas las culturas mesopotámicas destacó Asiria. En verdad, fueron sus tropas las primeras en fundar un imperio de garantías, un organismo soberano capaz de subyugar a una vasta extensión de territorio con vocación de permanencia. Fuera mediante una refinada y compleja estructura política-económica, o por la introducción del hierro en la fabricación de armas para el combate (tecnología que antes utilizaron hititas, y quien sabe si también los urarteos), está, a día de hoy, meridianamente claro que Asiria se alzó con el poder virtud de un pródigo, y brutal, uso de la violencia, no sólo en sede penal, sino también en la guerra, fuere ésta actual o preventiva. Métodos sancionadores locales se exageraron y diversificaron generando toda una maquinaria para el terror, que asustara a los vecinos del exterior con el afán de ser, inmediatamente, subyugados. El más terrorífico de entre todos estos medios seguramente fue la técnica del empalamiento. Desde su origen, presumiblemente en Asiria, el empalamiento se configuraría como la medida coercitiva más temida y efectiva.
“Ésta era una muerte singularmente terrible. Primero los ejecutores cortaban una estaca de madera de unos tres metros de largo, bastante delgada en una punta, siendo esta punta finalmente afilada y bien engrasada con manteca de cerdo. El otro extremo era más grueso, para que actuase como una base segura. Las piernas de la víctima eran separadas por unos hombres que tiraban de cuerdas, su ropa cordada, y la estaca martillada dentro del ano con exquisito cuidado y frecuentes pausas para no dañar los órganos internos. La estaca avanzaba a empujones apartando los intestinos, el colon, el estómago, el hígado y los pulmones, hasta que llegaba al hombro, saliendo con la ayuda de un cuchillo a través de la piel de la parte superior de la espalda, a un lado de la columna”. Así describe John Man (“Atila: el rey bárbaro que desafió a Roma”), siguiendo, en cuanto a los detalles, la magnífica obra del Nobel, Ivo Andric (“Un puente sobre el Drina”), la horrible técnica del empalamiento. Sin ánimo de caer en la redundancia, desde antiguo sería una técnica practicada por diversas civilizaciones: Asiria, Persia, Hunos, Turcos y Turcomanos, Otomanos, Mongoles y valacos, entre otros (todo ello sin olvidar la técnica romana de la crucifixión, no diferente en exceso de la aquí mencionada). Fue un gobernante de la Valaquia (sur de Rumania), quien popularizó tan cruel práctica. Vlad Tepes

La leyenda del Conde Drácula alcanzaría la popularidad virtud de la célebre obra de Bram Stroker (sus hechos fueron inmortalizados, anteriormente, por por el juglar alemán Michel Beheim, en su obra poética Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei en 1463), si bien el personaje ya disponía en su biografía, de peripecias algo más que negras. De hecho, a tan funesto personaje se le atribuyen méritos de lo más rocambolescos. Más allá de su afición por el “arte” del empalamiento, Vlad sería recordado por hechos tales como la petición de que se quitaran el turbante en señal de respeto a unos embajadores del poderoso Sultán turco, a cuya negativa respondió el príncipe devolviendo a la Sublime Puerta los mismos, clavados en sus respectivos cráneos.
Sería considerado héroe nacional por Ceauşescu, azote y gran enemigo para los turcos. Vlad es una alegoría a la miseria del hombre, sea considerado éste en singular, o en masa. Los valacos sufrieron en sus carnes el eslizón del tirano, quizás no tanto como el miedo que irradió a sus vecinos. Sean bombas en Irak o Afganistán, caídas de Roma o Constantinoplas, el miedo sigue venciendo a la razón, la prevención de desobediencia es una herramienta cruel y efectiva. Sólo nos faltaría reflexión sobre si existe una solución alternativa, ¿cuál será? ¿por cuánto tiempo?
- Imágenes: en primer lugar, Vlad III. of Wallachia. Known as Vlad Tepes - The Impaler or Dracula. Portrait. Bamberg, 1491 (British Library). En segundo término: Theodor Aman - Vlad the Impaler and the Turkish Envoys
jueves, 10 de abril de 2008
Turcos en Montenegro
Antiguo proverbio
El 3 de junio del año 2006 Montenegro proclamó su independencia. Ejerciendo su derecho de autodeterminación (reconocido por el Derecho constitucional de su anterior Estado), Montenegro adquirió la independencia cumpliendo todos los

En los Balcanes “lo turco” es un factor definitorio. Las diferencias identitarias, y acaso también de idiosincrasia, se fundamentan en la antigua presencia, o no, de los otomanos y en lo duradero, o efímero, del tiempo por el que pertenecieron al Imperio de la Sublime Puerta. Montenegro, en su mayor parte, jamás fue subyugado; los copiosos riscos y quebradas que configuran el relieve del país lo convierten en un terreno, arado a conciencia para la resistencia y la guerra de guerrillas. Vivo ejemplo de ello, sobre sus riscos surgió una clase dominante que concentraba el poder, no solo terreno sino también espiritual.
Dentro de la resistencia montenegrina adquirirá tintes de leyenda la efigie de Iván “el Negro”. Una leyenda narraba la profecía de que él sería quien algún día se levantaría con sus huestes y echaría a los turcos de Europa. Nada más lejos de la realidad, el soberano se conformó con fundar un obispado en la ciudad de Cetinia, lugar donde se construiría un monasterio. Los obispos que en él vivían, una vez muerto el último soberano de la estirpe del “Negro”, adquirieron el poder absoluto sobre el país, siendo conocidos como los Vladikas. Primero electos, luego hereditarios, concentraron el poder de la Iglesias y de las armas sobre el t

Frente a Serbia, Montenegro dice ostentar “pureza”. Si Belgrado adquirió, incluso cierta prosperidad, durante el gobierno del Sultán de Estambul, Montenegro “resistió” en lo austero de las montañas y sus rebaños. Lo agreste se esgrime como prueba para exaltar y glorificar, por más que los Vladikas no permitieran más religiones que la suya propia. Más allá del medio físico, “lo turco” define a Montenegro. Algo así acontece con Kosovo, con Bosnia, Albania y un largo etcétera. Por más que nos neguemos a verlo, Turquía forma parte, en un lugar privilegiado, de la cultura-historia europea.
Los Balcanes son tierra de nadie, de sangre, de cruces y movimientos migratorios que hacen, más que nunca, imposible el anhelo de la igualdad de “raza” pura, identidad o sentimientos. “Lo turco" decide, mostrándonos cómo para países más opuestos a nuestros ideales como Albania y Kosovo, más rústicos e islámicos que los vecinos de la Mezquita Azul, no existen dudas sobre su pertenencia a Europa.
Si Montenegro es un Estado europeo por resistir a los turcos, más puro que Belgrado. Si admitimos que Kosovo es un estado, no sólo soberano sino digno de necesaria ayuda. Si negamos su historia a Rumania, Bulgaria, Albania, Bosnia-Herzegovina, Creta, Chipre o a la propia Grecia, y privamos a Turquía de su entrada comunitaria... ¿qué papel queda para el juicio neutral, para los criterios, para las balanzas de valores no practicada con interesada alevosía...?
Imágenes: en primer lugar, el Monte Durmitor; segunda imagen: vista de la localidad de Kotor. Ambas sujetas a: GNU Free Documentation license. Origen: http://commons.wikimedia.org/
lunes, 25 de febrero de 2008
Islam: ¿sumisión o revolución?

Si bien las Santas Escrituras fueron dictadas por un ser metafísico, no menos idílico fue la efigie que me reparó la “Historia Turco-Bizantina” de Ducas (editorial Antonio Machado). Esta ediciónde la célebre crónica del autor bizantino, por fin en lengua hispana, es todo un tesoro. Ducas perteneció al partido “unionista”, es decir, a aquel sector de Bizancio que abogaba por una unión con la Iglesia de Roma con el ánimo de recabar refuerzos con los que poder hacer frente al enemigo turco. Por contra, el partido “ultra-ortodoxo”, o mejor dicho, “pro-turco”, contemplaba con mejor ojos la barba del sultán que el gorro del Santo Padre vaticano. El aristócrata Lucas Notarás, principal valedor de éstos, creía en la subordinación al turco como instrumento con el que conseguir un cambio de régimen.
La toma de Constantinopla por los turcos (año 1453) no deja de tener cierto olor a revolución. En una sociedad decadente, saturada de golpes de Estado y guerras civiles, la población civil no veía otra solución que unirse al superior enemigo. Los turcos eran islámicos, cierto, pero la alternativa romana a buena parte de la población le parecía infinitamente peor (valga recordar que la verdadera “caída de Constantinopla” no fue ante los turcos sino en el año 1204 ante los católicos venecianos). El Islam, una vez más, entraba por las puertas de la urbe de Constantino aprovechándose de un conflicto social, semejante al que antes le sirviera para hacerse con Alejandría, inmersa en su eterna disputa con la centralista capital bizantina.
Definitivamente, el mundo islámico es uno de los aspectos más agraviados de nuestra común historia. Estamos hartos de oír pasadas invasiones masivas de bereberes que sometieron el reino godo a su soberanía. Roza lo socialmente penado opinar que la etapa islámica de nuestro país no deja de ser un movimiento social, endémico, de una diferente aristocracia, gobernante sobre una misma gente.
Ignacio Olagüe, ninguneado historiador donde los haya, propuso una nueva teoría respecto a la invasión árabe de la península. A través de su libro: “La Revolución islámica en Occidente” (editorial plurabelle), el autor vasco expuso sus dudas respecto a una gran invasión en masa procedente de las arenas de África o Arabia

Estudios dirigidos por el Catedrático de Genética de la Universidad Pompeu Fabra, Jaume Bertranpetit, demuestran que los habitantes de la Península Ibérica están más emparentados con los propios habitantes de Oriente Próximo (y el resto de europeos) que con los bereberes de allende el Mediterráneo. La Ciencia, una vez más dinamita las creencias establecidas por una ciencia histórica politizada, irremediablemente, desde los primeros tiempos escritos.
Reflexionemos. Una vez más en la historia, actualmente el Islam (como cualquier otra religión en sus circunstancias) no puede ser visto como la causa, sino más bien como el síntoma de una enfermedad global, basada en las diferencias y el neoimperialismo. Nadie debe de obviar a las necesidades humanas, más exageradamente atávicas, en un mundo globalizado donde los medios nos hacen ver irracionales controversias religiosas o ideológicas. Los fundamentos son y serán siempre el hambre, la desesperación, la injusticia o la falta de aprendizaje. Seamos honestos en la reflexión, críticos con las consecuencias, ¡quién sabe si la irracional hipocresía de nuestros gobernantes no sea más que una inevitable consecuencia del Caos que todo lo impregna! Quizás sea que esté equivocado, sea un mal historiador aficionado, o simplemente, que haya caído en la trampa de la literatura, vestir de verdad lo que está condenado a ser mentira...
Primera ilustración: grabado de Doré: Gustave Doré (1832-1883), Entry of the Crusaders into Constantinopel. . Segunda ilustración: Painter: Charles Gleyre, 1835 Title: fr: Trois fellahs en: Three Fellahs de: Drei Fellachen
martes, 8 de enero de 2008
Armenia: "el instrumento"


miércoles, 11 de abril de 2007
Testimonio desde el Cielo
