miércoles, 15 de diciembre de 2010

DENUNCIO

La televisión es caja tonta, contenedor de boniatos. ILUSOS. Creemos tener conocimiento del Mundo sin saber nada de lo que pasa. Vemos escándalos en filtraciones ficticias y cazas de brujas en artimañas de dominación. TONTOS. Creemos beber vino con agua sucia, ser informados cuando nos manipulan los medios. IMPACTADO. Veo que los peores rumores sobre Kosovo se confirman. NECIOS. Algunos parecen darse cuenta de lo criminal de la disolución de Yugoslavia, lo dicen con acento germano frente a cerveza negra. Antes promovieron, ahora son cómplices. HIPÓCRITAS. Quienes toleraron y callan, ahora desean que entren en una Unión, cada vez más, de Estados títeres.
MIERDA. Un tal Hashim Thaci ("Primer Ministro" kosovar) traficó con órganos de serbios asesinados. QUE SE JODAN. Desde Berlín y París callaban, mientras los gringos aplaudían. Serbia era aniquilada y Yugoslavia sepultada. OS LO BUSCATEIS. Los serbios son mala gente, o al menos eso me explicaron siempre. Algo harían ellos, para que los ejecutaran y comerciaran con sus órganos (todo ello dicho con ironía, cosa que se aprende sólo). CONTAMINADO. Me declaro insumiso en mi mente, libre en convicciones. LIBERTAD. Los informes son analizables, las noticias televisivas, cada vez más abortivas.
VIVA LA INDEPENDENCIA. Doy gracias a cualquier Deidad por haberme hecho nacer en España: cuna de la tolerancia con el nacionalismo (sea periférico, y con no menos intensidad, también centrípeto). EJEMPLO. España sin ser potencia muestra el camino en democracia. Yugoslavia fue hueso roído por los canes dirigentes. TRAFICANTES. Kosovo como puerto franco para la droga (para el opio), lo decía un tal Estulin y ahora también un relator suizo de Naciones Unidas. INCREÍBLE. Cambian las ideas según quienes nos las cuenten.
REPULSA. Kosovo no es un país, sino un puerto franco para la droga. ORGULLOSO. Quisiera pensar que España no lo reconoce por ello, pues mostraría valentía e inteligencia al no comparar temas de manipulación geopolítica con ideas minoritarias vernáculas.
En la prensa: http://www.elpais.com/articulo/internacional/UE/investigara/acusaciones/trafico/organos/primer/ministro/Kosovo/elpepuint/20101215elpepuint_2/Tes http://www.lavanguardia.es/internacional/20101215/54090259989/el-primer-ministro-de-kosovo-acusado-de-trafico-de-organos-humanos.html http://www.rtve.es/noticias/20101214/primer-ministro-kosovo-lidera-red-trafico-organos-armas-segun-informe/387017.shtml

viernes, 10 de diciembre de 2010

El arco de Tito

“Si consideramos estos Estados universales, no como observadores ajenos a ellos, sino a través de los ojos de sus propios ciudadanos, veremos que éstos no sólo desean que tales comunidades terrenales, a las que pertenecen, vivan eternamente, sino real y verdaderamente creen que está asegurada la inmortalidad de estas instituciones humanas”.
Arnold J. Toynbee, “Estudio de la Historia”.
Es bueno soñar despierto, fomenta la motivación y el esfuerzo. Cuando tengo “tiempos muertos”, valiosos éstos por su escasez, me sumerjo en interminables viajes por Google Earth. Veo lugares a los que quisiera viajar, contemplo monumentos frente a los cuales quisiera estar algún día, y de paso, me ilustro con referencias de Wikipedia y alguna que otra búsqueda de información por Google. No acostumbro a “visitar” localizaciones en las antípodas, ni islas recónditas del Pacífico, acostumbro a fijarme en lugares, que con cierta suerte, es bien probable que algún día alcance a visitar. Uno de esos viajes, espero que “inminentes” (siempre en un sentido relativo), es el que algún dia espero hacer a la Provenza francesa.
Concorde a mis aficiones, sueño con visitar las ciudades de Arles, Nimes o Orange. Sueño con ver sus anfiteatros, teatros, templos y demás monumentos romanos. Motivos de inspiración para Van Gogh, entre otros muchos artistas, los restos romanos son uno de los máximos exponentes de cómo Francia es el ejemplo mundial a seguir en lo que a conservación del patrimonio nacional se refiere. No sé si por sufrir momentáneos “síndromes de Stendhal” contemplar este tipo de edificios me llevan a los más recónditos lugares de un mundo imaginado. Romántico en tierra de teorías económicas, disfruto mayormente con un edificio con historia que con un edificio doblemente vistoso: disfruté más viendo Santa Sofía en Estambul que subiendo a cualquier rascacielos.
Muy especialmente, en relación con el caso, recuerdo cierta sensación de majestuosidad al contemplar el arco de Tito, cerca del Coliseo de Roma. Aun siendo un ambiente ciertamente hostil (viaje de final de ESO, con no muchos compañeros prestos al conocimiento), recuerdo “disfrutar como un enano” al ver el gran monumento al genio romano. Al leer durante la pasada noche a Toynbee (fragmento que arriba cito), no pude dejar de pensar en Santa Sofía, en el Coliseo, y cómo no, en el arco de Tito.
Es inherente a la naturaleza humana ese sentimiento, falso, de superioridad que nos hace creernos, en no pocas ocasiones, inmunes e inmortales. Quizá como sumatorio de percepciones individuales, los imperios tienden a ello. Se piense en la antigua Roma, en Asiria o en los EEUU todos los ciudadanos de estos “estados universales” han creído en su momento ser inmunes al paso del tiempo. Los imperios siempre tienden a considerarse “únicos”, pueblos elegidos exonerados del paso del tiempo.
Estoy seguro de que buena parte de los habitantes de la Roma imperial lo creían al contemplar el arco de Tito. Sus sensaciones no debieron ser muy diferentes a las experimentadas por el común de los habitantes del Estado de Israel, en el año 2008, cuando George W. Bush, con ocasión del 60º aniversario del nacimiento de Israel como Estado, afirmó que: “Israel es el pueblo elegido”. Es curioso, ¿se han dado cuenta de que la desconfianza conduce, en no pocas ocasiones, a la supervivencia? Si la preponderancia del judaísmo como poder económico es tal, se debe, en no poca medida, al pragmatismo de su “clase dirigente” (muy distinta al pueblo llano ciudadano de Israel, y mayoritariamente residente en EEUU, Londres o Moscú). Aun tras el saqueo de Roma por Genserico, y anterioramente, por Alarico, los romanos pensaron que su Estado era “inmortal”, que el nombre de Roma perduraría hasta el infinito. Si algo de ello se cumplió, fíjense, fue porque la Iglesia católica, representada por el Santo Pontífice, desconfió de los tiempos, y aceptó a los nuevos jefes bárbaros como gobernantes.
El arco de Tito, Santa Sofía o el Capitolio de los EEUU nos hacen sentir la grandeza de los grandes imperios. Como diría la típica canción progre “antisistema”: “los imperios caerán”. La excesiva confianza y vanagloria lleva al fracaso, la desconfianza sabia, al éxito. El Mundo es una mezcla de contrastes y antónimos que no parece cambiar con el paso del tiempo. ¿Naturaleza Divina de las fuerzas del Tiempo? Permítanme dudarlo, pero es difícil hablar con propiedad de “Selección natural dentro de las sociedades humanas”, y por ende, también en los imperios. ¿O no?
Ilustraciones:
2) Detalle de la Capilla Sixtina

martes, 7 de diciembre de 2010

Escapada a la Reserva africana de Sigean

“Escapada” es una palabra vaga, un término que puede denotar varias ideas: salir de un local sin pagar, escabullirse de un encuentro con una persona especialmente pesada, o más románticamente, hacer un pequeño viaje con tu pareja. “Escapada” es la acción de escapar de la rutina. Salir lo suficientemente lejos, no necesariamente en magnitud métrica, de aquello que constituye tu más común rutina. En tiempos de crisis puede formularse todo un “arte de la escapa”, toda una serie de fórmulas que, dependiendo de cuál sea el lugar de origen, pueden hacerse de la forma más económica y placentera. Les sugiero la escapa que ayer hice desde Barcelona.
Es puente de la Constitución, y la frontera con Francia así me lo confirma. Como si de una “Reconquista” del Rosellón se tratare, legión de coches con matrícula española invaden las tierras de Aquitania en busca de relax y desconexión. Mi pareja, eficaz conductora entre otras muchas virtudes, me conduce a la Reserva Africana de Sigean, su regalo para mi 25 años, una escapada de ensueño que, desde tiempos de infante, poblaba mi mente.
No sin cierto toque “rancio”, revelador de su larga experiencia como centro de protección y divulgación de la fauna (no sólo africana) el trayecto empieza por un tour en coche por diferentes instalaciones. Comenzamos por un primer recinto de herbívoros. En él, con suerte sólo a las puertas de la copiosa vegetación de matorral, nos encontraremos con varios ejemplares de “Syncerus caffer nanus”, o lo que es lo mismo, búfalos africanos enanos. Se trata de una subespecie de búfalo cafre (cusa ausencia, en no poca medida, se justifica por su alto número de incidentes con los individuos de nuestra especie) especialmente adaptada a la vida en la selva tropical. Junto a estos curiosos “toricos” (no confundir con el de Teruel) se ven impalas (uno de los antílopes africanos más célebres y hermosos).
Pasando a un segundo, y después a un tercer, recinto de herbívoros, nos encontramos con los springboks, o gacelas saltarinas. Estos hermosos antílopes son célebres por dar nombre a la selección sudafricana de rugby. Junto a ellos hay cobos (antílopes de gran porte, un tanto tímidos)... y avestruces. Seguramente sea una de las especies “más comunes” pero no podemos dejar de premiar a las avestruces con el título de “animales más simpáticos”. Como si de guardias de tráfico se trataran, las avestruces paran a los visitantes, no pidiéndoles documentación pero sí picando todo lo que tienen a su alcance. Sabida es su glotonería, por lo que procuraremos tener las ventanillas subidas y el coche cerrado (son especialmente amantes del “hurto”, picando con alevosía todas las manillas de las puertas de los automóviles). En el recinto colindante, sin dificultad alguna, veremos a las jirafas y a las cebras, así como a algún antílope ruano.
Tras pasar por la última de las tres separaciones de barras de hierro (que evitan que las pezuñas de las herbívoros pasen de su recinto) nos dirigimos a los recintos más emocionantes. Sería “todo un puntazo” que el excursionista llevara en el coche la banda sonora de Jurassic Park, pues los muros (con alambrada incluida) le recordaran a la célebre película. Cuando uno ya se está preguntado qué huésped poblará la próxima sección, el visitante se sorprenderá al contemplar un recinto superpoblado de osos tibetanos. No será extraño, pues fue nuestro caso, ver cómo se aposentan en medio de la carretera (tumbados). Su peligrosidad (es una de las especie de oso más agresivas) no será proverbial, pues el lujo de su recinto (junto a la vigilancia de un encargado expreso) lo evitarán en todo momento. Dejado este recinto, pasamos al segundo recinto de carnívoros, el de los leones.
La atmósfera del lugar no puede ser más sobrecogedora. Entre matorrales de sabana, charcas y árboles sentiremos la “inquietud” de estar siendo observados. La escena de “miedo contenido” cesa al ver cómo los coches se apelmazan, como si de un actor americano se tratara, en un lugar concreto (junto al guarda en comioneta, que en todo momento, vigila los movimientos del verdadero “monarca” de la reserva). No sin sorpresa contemplaremos la majestuosidad del gran león macho. Con sus rugidos llama a su harem de hembras, las cuales, no dejarán de vigilar a sus traviesos hijos en todo momento (una visión única).
Dejados los leones uno se inserta en tres nuevos recintos de herbívoros. Tras la visita a los grandes felinos, no dejará de ser menos interesante la interacción con los rinocerontes blancos... con no más barrera de separación que el propio coche. Quizá un tanto acostumbrados a los caprichos visuales del “homo sapiens sapiens”, no se inmutarán en exceso ante nuestra visita, y mostrarán sus mejores galas para ser fotografiados. Más que en cualquier otra celda, será importante que no abramos ninguna puerta. Junta a ellos hay una pareja de ñues de cola blanca, unos herbívoros que están entre los más hermosos, y amenazados, del planeta. Pasado este recinto... las avestruces, con su curiosidad congénita, vuelven a repasar nuestros coches, mientras que, no sin gran alegría, nos sorprenderemos al contemplar la belleza de las hermosas cebras. Posiblemente sea uno de los animales que más sorprenda al visitante, verlas en persona no tiene precio. Junto a los toros watussi (un clásico en todo safari europeo...) podremos ver a “mi animal insignia”... el ñu. Tímido y un tanto amedrentado por el público, mi animal favorito no dejará de vigilar los movimientos del viajero, pues a falta de cientos de amigos, es un animal doblemente cauto. Antes de terminar con los herbívoros podremos saludar al asno salvaje de Somalia, un animal en vías de extinción, que nos alegrará la vista con sus “cebradas” piernas. Premio a quien pueda llegar a ver al facocero ("Pumba") corretear por su recinto...
Después de tantas emociones se acaba el periplo en coche. Dejamos el auto y nos disponemos a vivir nuevas emociones. Cerca de los coches tenemos un lugar para hacer pic-nic, eso sí, con compañeros de excepción. Pavos reales... y ¡cigüeñas blancas! serán especialmente impertinentes con su peticiones alimenticias... Una vez se ha descansado visitamos el zoo a pie. Arruís, muflones, dromedarios, kudús, emúes, ñandúes, loros, puerco espines... el surtido es de lo más variopinto, pero una vez más, no serán pocos quienes se sorprendan con la visión de guepardos y licaones (el perro salvaje africano). Por motivos obvios, será a pie como podremos ver a los elefantes africanos. Dependiendo de la época, los veremos juntos o separados, siendo muy interesante poder admirar al gran paquidermo macho en su destierro.
Si Sigean destaca por algo es por el uso que hace del ecosistema natural en que se encuentra el parque. Pelícanos, flamencos, mil y una especies de patos, grullas y cigüeñas pueblan por saturación las marismas de la zona acotada, pudiendo, el visitante, llegar a acercarse (e incluso tocar) a algunas de estas aves. Posiblemente sea esta experiencia una de las más emocionantes de la visita. No se olviden de ver los cocodrilos, los macacos de Gibraltar, los suricatas ("Timón"), las serpientes... y los chimpancés. Sigean es puntero en su estudio, y podremos ver, aunque más intuir, el gran recinto del que disponen (con centro de estudios incluido, obviamente para el estudio de especialistas, que no de los primates).
Tras casi un día entero contemplando animales será muy recomendable que el visitante se acerque a Narbona, una de las ciudades más históricas del Mediterráneo (eso sí, muy venida a menos en cuanto a tamaño) y dependiendo del tiempo, que visita la urbe amurallada de Carcassone (un tanto “achocolatada” para mi gusto...). Es interesante llevar bocadillo para comer durante la visita a la reserva, pero de completar el viaje con algo de ocio cultural, mejor probar el plato típico de la zona: la Cassoulet, un plato (con judías blancas, pato, botifarra...) de lo más suculento y recomendable.
* Todas las imágenes son propiedad del autor.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Crónica de una socialista muerte anunciada.

"Nunca se miente tanto como antes de unas elecciones, durante una guerra y después de una cacería" (Otto von Bismark)
Leía por Facebook esta pertinente frase a un buen amigo. La idoneidad de la reflexión no podía ser mayor. Efectivamente, en las elecciones al Parlament de Cataluña de ayer se mintió, y créanme, no mucho más que en cualquier otro comicio. Los partidos mintieron con sus propuestas, no variando en su esencia, mintieron durante las elecciones (filtrándose informaciones poco corteses) y, por último, están mintiendo en sus referencias al valor de las “presas cobradas”. Resistiéndome a pensar en un vaso ni medio lleno ni medio vacio, la Cataluña representada hoy en el Parlament (que no exactamente la realmente existente) es un jarrón con más agua y una misma grieta.
- CiU ha ganado con holgura las elecciones. Su victoria es incuestionable. En Barcelona capital ha machacado al PSC (partido en el gobierno, tanto autonómico como local), en Badalona ha superado a los socialistas igualmente y en Hospitalet, sin llegar a los resultados del PSOE (que no tanto del PSC, cuanto menos en finalidad del voto), se ha acercado a los resultados de CiU, cosa totalmente inaudita e impensable en circunstancias normales. Que nadie llegue a equívocos, el Cinturón metropolitano no es hoy más nacionalista, ni tampoco más soberanista, simplemente, o se ha abstenido (cifras preocupantes en las grandes urbes) o, simplemente, ha condenado la labor de socialistas, tanto en Cataluña como en el resto de España. Mas deberá tener en cuenta “lo transversal” de su resultado, y no creer en una Cataluña mayoritariamente nacionalista tanto como en una Cataluña manifiestamente contraria a experimentos democráticos como los del Tripartito.
- El PSC ha recibido un “huevazo”. Más allá de lo condenable del acto, jamás un titular podrá resumir tan sucintamente lo acaecido en la calle Nicaragua. Un PSC de “varones burgueses” ha visto expirar su época. El “catalanismo pro nacionalista” de algunos sectores del partido va a verse superado por la realidad. El discurso del próximo candidato, al igual que ha pasado con el PP (más “en las formas” que “en el fondo”), deberá asemejarse más a posiciones defendidas por C´s. El electorado metropolitano ha pasado de más encandilamientos, el PSC deberá trabajar en la “Reconquista electoral”. Urge sangre nueva.
- El PP ha sido el gran triunfador en términos relativos. Cierto es que su éxito se debe más a un despilfarro electoral totalmente desproporcionado con su anterior representación parlamentaria (y aún con ésta), a una pésima gestión del Gobierno Montilla y a un desgaste, cada día más notorio, del Gobierno de ZP. Ha sido, en no poca medida, el triunfo de “una marca blanca” de C´s, partido al que ha copiado buena parte de su novedoso discurso (a excepción de lo económico y social). Al igual que en el caso de PxC, el PP ha sacado rédito electoral de la inmigración.
- ICV se ha confirmado como el partido con un electorado más fiel. Cualquier retroceso de voto es coyuntural. Es, sin lugar a dudas, uno de los partidos que mayormente ha defendido “su esencia”, no aviniéndose a experimentos novedosos. Se mire por donde se mire, su moderada caída es una manifestación de que no sólo por haber erosionado al Tripartito ha ganado CiU. Es el partido-bandera del que podía haber sido un tercer Tripartito.
- ERC ha sido la gran perdedora. Cierto es que CiU ha fagotizado buena parte de su electorado, pero no lo es menos que han hecho “mayor sangría” los pequeños partidos populistas de Laporta y Carretero. Pese a discursos inapropiados e insultos por parte de sus dirigentes (véase Puigcercós frente a Andalucía), ERC ha sacado un resultado mucho peor que el que merecía. Siempre ha sido el “independentismo responsable” (aunque la expresión en sí misma sea una contradicción), ahora se enfrenta a una etapa difícil.
- Laporta ha llegado al Parlament dando ejemplo de cómo los “métodos Berlusconi” son extrapolables a España (populismo, corrupción, sexo y baños de champán, que no siempre de cava). Su discurso radical, sin mayor programa electoral que proponer una imposible independencia, ha calado entre las mentes más radicales. El sistema electoral basado en el Sistema d´Hondt ha dado más escaños a su partido que a C´s, aun contando con muchos menos votos. En un sistema equitativo, posiblemente Laporta no habría salido o hubiera tenido mucha menor representación parlamentaria.
- C´s es el partido sobre el que, no sólo por simpatía, pueden hacerse mayores reflexiones. De sugerirse una frase-resumen, ésta pudiera ser “C´s ha cobrado el seguro”. El partido, no sólo anti nacionalista, ha conseguido los resultados que cualquiera de sus dirigentes hubiera firmado hace muy poco tiempo. Pese a los continuos ataques de los medios de comunicación, y con una campaña, la única, realmente austera, C´s se ha consolidado en el Parlament, consiguiendo un número de votos que supera con creces los obtenidos en la anterior ocasión (muy especialmente en “el resto de Cataluña” y no sólo en el área metropolitana). C´s ha obtenido unos estupendos resultados en lugares como el Valle de Arán o La Seo de Urgell. Ciutadans ha conseguido convertirse en la primera fuerza parlamentaria, menor, que resiste a una segunda elección parlamentaria. Destaca, y no poco, la entrada en el hemiciclo de un hombre de la talla política, y también intelectual, de Jordi Cañas. Pesa, y mucho, la injusta ausencia de Villegas, real ideólogo del “éxito ciudadano”. Además de sacar menos votos que Carmen de Mairena, UPyD, con casi total seguridad, ha conseguido quitar un escaño a C´s, Robles dormirá más tranquilo en lo que a ello respecta.
* El vídeo promocional más conocido de Laporta...

jueves, 18 de noviembre de 2010

El último grito del orangután

Escribió Estrabón que antaño una ardilla era capaz de atravesar España, desde los Pirineos hasta Gibraltar, sin bajarse de un árbol. Bien es sabido que el escritor griego no fue excesivamente riguroso en la mayoría de sus descripciones (y, de hecho, no se ha conservado el texto donde se realice tal afirmación, ya legendaria), pero el aspecto de Iberia debió ser por aquel entonces muy diferente al de hoy en día. Es evidente, como podemos ver aún en ciertos espacios naturales dispersos por lo ancho de nuestra geografía, que el bosque mediterráneo autóctono no se caracteriza por su espesura ni por gozar de árboles de gran altura, sino más bien por todo lo contrario, por tener un sotobosque rico y un arbolado predominantemente compuesto por carrascas, encinas, robles y sabinas... por lo que algo difícil debió tenerlo la ardilla en cualquiera de las eras recientes.
El bosque mediterráneo (no confundir con los hayedos de ciertas zonas del norte peninsular, herederos de tiempos pasados, y primos hermanos de los grandes bosques del centro de Europa) ha ido retrocediendo con el paso de los siglos. De un bosque donde habitaba el uro (antepasado directo del toro), el oso o el lobo, se ha pasado a una geografía compuesta por retales, de mayor o menor extensión, que, pese a todo, siguen situando a España como pulmón verde del Occidente “civilizado”. La interacción del hombre con el medio, hizo que este medio ibérico, privilegiado, sirviera de fondo para la construcción de grandes potencias e imperios: Roma, al-Ándalus o la Corona Hispánica. Sin embargo, sea por la roturación de grandes extensiones de bosque, o por la tala indiscriminada (no sólo en episodios como el de la construcción de “la Armada Invencible”), la superficie de nuestro arbolado patrio se vio menguada en pro de nuestro propio progreso como Estado. Llegados a este punto, se preguntarán cuál es el porqué de esta reflexión.
Pese a la concienciación global con el medio ambiente, las exitosas iniciativas en pro de la conservación de buena parte de las especies animales y vegetales más características o el incremento, en casos como el español, de la superficie boscosa en los últimos años, en los países en desarrollo la destrucción de la naturaleza sigue siendo una realidad. A todos nos viene a la cabeza el caso de Brasil, potencia emergente por antonomasia, y la destrucción, cada vez mayor, de la selva amazónica, pero no es el único caso.
En Indonesia se halla la segunda isla más grande del Mundo, Borneo. Hasta hace poco era el verdadero Edén, un mundo plagado de especies enigmáticas y grandes selvas vírgenes. Reino del orangután, Borneo cuenta con algunos de los ecosistemas más increíbles de todo el Globo. Rinocerontes, gibones, násicos (una curiosa, e incluso cómica, especie de mono narigudo)... el número de especies que pueblan este amenazado “Jardín del Edén” es fascinante. Sin embargo, el auge económico de la superpoblada Indonesia está poniendo en peligro este trozo de Cielo en la Tierra.
La dictadura de Suharto y la elevada tasa de corrupción interna no han sido los únicos enemigos del bosque pluvial. Como en cuasi cualquier otro lugar del planeta, las grandes internacionales económicas han puesto sus tentáculos en pro de la obtención de un negocio “bueno, bonito y barato”. Los jardines de América, Europa, y sobre todo Japón, lucen bonitos muebles hechos con madera selvática, la misma que sirve de materia prima para los acabados de lujo en muchos automóviles. La hipocresía de nuestro consumismo llega, incluso, hasta nuestras antípodas.
Sin embargo, a la “fiebre de la madera” se le ha unido una mayor y mucho más peligrosa, la “fiebre del biodiesel”. Lo mismo que en Madagascar o en la propia Brasil, Borneo está siendo presa de las grandes plantaciones para la obtención de aceite de palma (la mejor y más eficiente fuente de producción para este tipo de combustible). De seguir a este ritmo, la selva de Borneo, y sus orangutanes, desaparecerán en menos de lo que tarde en cumplirse la próxima década. La desaparición del orangután o el gibón es especialmente dolorosa, pues son algunas de las especies que comparten con nosotros más ADN. Sin embargo, la reflexión de fondo es mucho mayor, y si cabe, aún más conflictiva.
Este artículo ha podido ser escrito porque el autor dispone de un ordenador. Y ese ordenador es producto de pertenecer a una sociedad avanzada, como es la española. Obviamente, el avance de España como Estado privilegiado, por más que ahora estemos en una Crisis económica gravísima, se ha visto históricamente favorecido por la destrucción del medio: explotación masiva de los recursos mineros, tala indiscriminada o extinción de múltiples especies (como los propios uros, o el oso y el lobo en la mayor parte de nuestra geografía).
¿Dónde está el derecho al desarrollo y dónde la obligación de conservar el medio ambiente? ¿Cómo fomentar la igualdad de los hombres y al mismo tiempo garantizar la supervivencia de oragutanes y gibones, entre otras especies? La mejor política medioambiental es garantizar la justicia universal. Si admitimos que ésta es un deseo inalcanzable... ¿no tienen alternativa los orangutanes? ¿Sólo les queda la opción de extinguirse, lentamente, en los diferentes parques zoológicos?
* Nota: los problemas de Borneo no son endémicos, su vecina isla de Sumatra, no digamos ya Java, están experimentando una destrucción, no sólo equiparable, sino más avanzada. El oranguntán de Sumatra (una de las dos subespecies que existen, junto al de Borneo) ha visto reducido su número a más del 90 por ciento, en los últimos tiempos.
* Algunas fuentes para ampliar información:
* Para ver derechos y origen de cada ilustración, clickea sobre ella.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Extinguir a un dinosaurio.

Es tradición personal, a la vez que bloggiana, escribir siempre unas líneas para el día de mi cumpleaños. Los mayores vestigios de mi infancia pasada afloran cada cinco de noviembre, ¿qué se le va a hacer?, aunque después de todo... ¿tampoco es tan malo, verdad?. Quienes me conocen no se sorprenderán si escribo un artículo sobre dinosaurios para este día anualmente señalado. Jugando con el título, por más que pasan los años, por más que atacan Romas y Constantinoplas, civiles e hipotecarias, mi pasión por los dinosaurios sigue ahí, viva, sin extinguirse.
“Extinguir a un dinosaurio” sólo puede significar tirar un dinosaurio de plástico a la basura, dirán muchos. El juego de palabras es curioso, ciertamente, y pocos caerán en cómo se puede extinguir algo que ya está extinto. La cosa cambia si creamos un campo semántico en el que colocar “extinción”, “eliminación”... “olvido”. Cambia pero sigue sin ser factible. ¿Alguien cree que puede llegar el hombre a olvidar, a “extinguir” de su pensamiento los dinosaurios? No en genérico, sí en particular, la clase científica oficialista así lo cree.
Recuerdo haberle preguntado a mi padre, cuando aún iba cogido de la mano y andaba a saltitos, si la abuela o la tía habían visto alguna vez un dinosaurio. Por aquél entonces aún pensaba que quizá mis mayores los hubieran visto, pues sus vivencias y años eran parecidos en mi mente. ¡En esas edades, de 4 o 5 años, poco importa hablar de 65 años o de 65 millones de años! Para mi sorpresa mi padre me dijo que no, primera decepción sauriana de mi vida...
No mucho tiempo después empecé a coleccionar la célebre enciclopedia por fascículos: “Dinosaurios”, la obra que, independientemente de donde me lleven los años, más habrá influenciado en mis neuronas. Recuerdo leer en aquellos fascículos historias sobre el “coelofisis” o el “sicosaurus” (como conocía por aquel entonces a Coelophysis y Psittacosaurus), y, cómo no, sobre el Apatosaurus. No hace falta decir que me gustó mucho conocer de ese animal con nombre tan aviar, pese a la gran desilusión de la que fue motivador... mi segunda decepción sauriana.
Como todos los niños nacidos en los ochenta, tuve la ocasión de poder disfrutar de múltiples series de dibujos animados por televisión. Más allá de los Picapiedra (y de Dino), era especialmente aficionado a los Dinoriders, a los “Dinos” (que yo llamaba así, pero que trataban sobre un grupo de dinosaurios mutantes que luchaban contra otros dinos mutantes por el Espacio, Dinosaucers) y, muy especialmente, a la saga de Piecitos, más conocida como “En busca del valle encantado”. En todas estas series tiene un protagonismo especial el Brontosaurus, llamado por mí en aquel entonces, “cuellilargo”. Gran fue la decepción cuando leí que por problemáticas paleontológicas entre científicos americanos (Marsh – Cope, protagonistas de la célebre “Guerra de los huesos”), el Brontosaurus había sido, hacía ya casi un siglo, segunda vez extinto. Efectivamente, el Brontosaurus debió rectificar su nombre a Apatosaurus, por haber sido este segundo animal primeramente hallado.
Mi tercera decepción sauriana ocurrió hace poco, y en cierto modo es “eventual”. Según leí hace poco en el blog “El ojo de Darwin” (recientemente premiado por 20minutos en el concurso 20blogs), tanto Apatosaurus, como el célebre Diplodocus, corren el riesgo de desaparecer, por considerarse, por parte de ciertos científicos, miembros de una misma especie con el abominable nombre de Amphicoelias brontodiplodocus. En definitiva, para no liar más “la troca”, resulta que científicamente el Brontosaurio jamás existió, y en breve es posible que dejan de haberlo hecho Apatosaurus o Diplodocus. Estas pequeñas cosas hacen a uno reflexionar, y dejan a la luz pequeñas lacras de nuestra cultura. Los convencionalismos limitan la imaginación y la expresividad, pero, sin normas, el Mundo sería total anarquía. ¿Dónde están los límites?
Es evidente la dualidad que en todos nosotros descansa. Todos tenemos un ser real y uno imaginado. Uno nos hace vernos como los mejores del Mundo, otro nos dice nuestros defectos; uno nos dice que somos muy listos, otro que no sabemos según qué cosas; uno piensa en brontosaurios, otro sabe que el nombre, a día de hoy, es Apatosaurus. Me pregunto qué es más identificativo de una persona, si lo que es o lo que imagina. Uno es más lo que piensa en su interior o lo que deja ver hacia fuera. Y bien pensado, ¿no es cierto que, a veces, la mezcla de nuestra dualidad interna es tal que no nos deja distinguir entre lo ideado y lo real? ¡Cámbien de nombre al brontosaurio! Para nosotros siempre seguirá siendo el Dino de los Picapiedra! Estamos sujetos a unas normas, indispensables para la paz social, pero, internamente, ¡somos doblemente libres y auténticos! ¡Vivan los dinos, especialmente en mi día de cumpleaños! ;-)
El artículo de la controversía: Galiano, H., & Albersdörfer, R. 2010. A new basal diplodocid species, Amphicoelias brontodiplodocus from the Morrison Formation, Big Horn Basin, Wyoming, with a taxonomic reevaluation of Diplodocus, Apatosaurus and other genera. Dinosauria International (Ten Sleep, NY) Report for Sept., 2010, p 1-41, figures 1-33. (haz click aquí para ver).
2) Allosaurus vs. Barosaurus with baby

sábado, 30 de octubre de 2010

Krypteia

"Si la llamada Criptia hubiese sido una de las instituciones de Licurgo, como dice Aristóteles, ésta habría sido la que a Platón le hubiera hecho formar el mal concepto que formó de aquel gobierno y del que lo estableció".
Plutarco "Vidas paralelas: Licurgo"
Ocultos entre los robles y los olivos, asemejados al lobo y al zorro en el arte del acecho, los jóvenes lacedemonios se ocultan entre la maleza, víctimas eventuales de castigo por ser descubiertos. La noche, sin necesidad de ser de luna llena, les asemeja a los canes. Surgen de entre la vegetación saqueando y asesinando. Sus presas son los víveres de los esclavos del Estado espartano, los ilotas, sus vidas son el objetivo. Múltiples esclavos sucumben a las hordas del estrato superior; Esparta ha iniciado a sus jóvenes, sometiendo a los dominados.
Los ilotas, esclavos propiedad del Estado, no pertenecientes privadamente a un ciudadano, eran originarios de los pueblos sometidos a punta de lanza. Las poblaciones conquistadas por Esparta (gentes de lugares cercanos de Grecia, fundamentalmente de Mesenia) eran trasladados a la urbe capitalina para seguir una existencia de servidumbre. Con ningún derecho, y todas las obligaciones, estos esclavos, de peor trato que el esclavo privado, eran tratados como animales de carga, sujetos a controles de población. El abuso de los de Leónidas condujo al “pueblo ilota” a múltiples rebeliones, razón por la cual, la krypteia era necesaria como medida disuasoria.
La krypteia era un ritual iniciático. Se seleccionaba a varios jóvenes espartanos que eran enviados al monte provistos sólo de un puñal y de la comida indispensable. Descalzos y sin ropa de abrigo, eran obligados a vagar por los montes, so pena de sanción por ser descubiertos. Por las noches, debían atacar y atemorizar a la población ilota, acabando con aquellos que se cruzaran en su camino (insurrectos políticos en muchos casos). Para el mismísimo Plutarco se trataba de un ritual cruel, para nada propio del legendario Licurgo. Los chicos, que en virtud del agogé (sistema educativo de Esparta) no habían conocido mayor “cariño” que el del Estado, eran iniciados en la guerra, a la vez que instrumentalizados en pro del que sería su bien último a lo largo de sus vidas: la prosperidad de Esparta. La krypteia era un rito final, una vez pasado pasarían a ser espartanos de pleno derecho. Los jóvenes, que antes habían sido encomendados a la dirección de maestros pederastas, eran expoliados de cualquier rastro de dignidad individual. El “vicio lacedemonio”, la penetración anal, les había quitado toda dignidad, cuestión de la que la sangre de la krypteia se aprovecharía para hacerlos soldados-instrumento del Estado.
¡Es curioso cuántos son los prejuicios que nos hacen ver en la barbarie e indignidad de los espartanos la salvación de Occidente! ¿Fue Jerjes el tirano... o simplemente, el civilizador? La educación espartana ha sido, a través de los tiempos, ejemplo de rentabilidad y disciplina. Varios equipos deportivos, en particular de la órbita socialista, recibirían este nombre (tales como el Sparta de Praga o el de Moscú). La agogé espartana fue la base histórica que subyacía en la formación de las juventudes hitlerianas y de Mussolini. Todos los miedos de George Orwell, expuestos en “1984”, fueron conseguidos, siglos antes, por las huestes de Leónidas y Licurgo. Siempre se dijo que en la guerra triunfa el más bastardo, ¿fue esa la razón del éxito espartano?
Cuando los persas pretendían la conquista de Grecia no era por razones pacíficas. Efectivamente, la potencia asiática pretendía extender su imperio hacia el otro lado del Bósforo, consiguiendo dominar a las polis griegas, fuente de buena parte de los sanguinarios mercenarios que ofrecían sus servicios a lo largo y ancho del Mediterráneo. Leónidas, cabeza de la hegemónica urbe espartana, comandó al célebre comando de los 300 espartanos (y otros muchos soldados griegos de diferente procedencia) en la batalla de las Termópilas. Su sacrificio, se dice, fue por dar tiempo al resto de griegos para poder escapar.
Es curioso que siempre nos llegue la versión del vencedor, y en casos como éste, ¿cómo es que tardamos tanto en reconocer la “superioridad cultural, económica, etc.” de Persia sobre Esparta? ¿Cómo es que tardamos tanto en condenar al “maestro de las tiranías” y, lejos de ello, además les dedicamos películas? ¿Quizá sea porque seguimos siendo discípulos de los medios espartanos?
* Descripción de la "krypteia" según Plutarco: "Era de esta forma: los magistrados a cierto tiempo enviaban por diversas partes los jóvenes que les parecía tenían más juicio, los cuales llevaban sólo su espada, el alimento absolutamente preciso, y nada más. Éstos, esparcidos de día por lugares escondidos, se recataban y guardaban reposo; pero a la noche salían a los caminos, y a los que cogían de los Hilotas les daban muerte; y muchas veces, yéndose por los campos, acababan con los más robustos y poderosos de ellos. Refiere Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso que, habiendo sido coronados como libres aquellos Hilotas que primero los Espartanos habían señalado como sobresalientes en valor, recorrieron así los templos de los Dioses, y de allí a poco, desaparecieron de repente, siendo más de dos mil en número, sin que ni entonces ni después haya podido nadie dar razón de cómo se les dio muerte. Aristóteles es también quien principalmente escribe que los Éforos lo primero que hacían al entrar en su cargo era denunciar la guerra a los Hilotas, para que no fuera cosa abominable el matarlos. Por otras cosas odiosas y duras se dice que se les hacía pasar, tanto, que obligándolos a beber inmoderadamente los llevaban por los banquetes públicos para que vieran los jóvenes lo que es la embriaguez, y los obligaban a entonar canciones y bailar danzas indecentes y ridículas, no permitiéndoles las que eran de hombres libres: por esto dicen que más adelante, mandándoseles a los Hilotas que fueron hechos cautivos por el ejército levantado en Tebas contra Esparta, que cantasen los poemas de Terpandro, de Alcmán y Espendente el Lacedemonio, se excusaron diciendo que no querían sus amos. Parece, por tanto, que los que dijeron que en Esparta los libres eran completamente libres, y los esclavos, esclavos hasta lo sumo, comprendieron muy bien lo que en este punto iba de Esparta a otros pueblos. Pienso, pues, que esta dureza se introdujo en Esparta más adelante, especialmente después del gran terremoto de resulta del cual se dice que los Hilotas, incorporándose con los Mesenios, causaron graves daños en toda la región, y pusieron a la ciudad en gran peligro: porque no atribuiría yo a Licurgo una institución tan atroz como la Criptia, infiriendo su carácter de la humanidad y justicia que en los demás de su vida resplandece, confirmado con el testimonio de Apolo".

Imágenes: 1) "Young Spartans exercising" de Degas; 2)Marble statue of a helmed hoplite (5th century BC), maybe Leonidas, Sparta, Archæological Museum of Sparta

miércoles, 20 de octubre de 2010

Guarra

Era una tarde cualquiera de octubre. El tren de Cercanías Renfe (Hospitalet-Mataró) realizaba su periplo habitual por la costa del Maresme. En aquella ocasión había sitio donde sentarse. La gente estaba absorta en el viaje, unos pensando en qué les esperaría en casa después de un largo día de trabajo, otros, en cuál sería el resultado del próximo partido del F.C. Barcelona. Nada era diferente en la más absoluta normalidad; en mí sólo era especial el pensamiento que me corría por la mente, refiriéndose a la chica que descansaba sus pies sobre el asiente de enfrente.
“Guarra”, ese adjetivo me vino rápidamente a la cabeza. Era curioso ver que ni tan siquiera me había fijado en sus rasgos, en su cara o pechos, sólo me interesaba aquel comportamiento simiesco, aquellos ademanes de aberrante prepotencia. Sin cuidado reposaba las suelas de sus extravagantes bambas sobre el asiento, mientras, aparentando ser recatada, se maquillaba. “Guarra”. La chica parecía contestar a mi indiscreta mirada con un habla ocular que se preguntaba el por qué de mi vigilancia. “Guarra”. No me importaba que mis ojos se cruzaran con aquel espécimen de fauna patria; mis ansias de denuncia deseaban ser rebeladas. Aquella guarra figura continuó con su acicalamiento. Llamaba al móvil y mi mirada seguía fija en ella sin anhelo alguno de sensualidad. Mis ojos eran furia contenida, pensamiento político que reflexionaba sobre los por qués de nuestra falta de educación como civilización.
Me imaginaba, siempre vestida, a aquella chica espatarrada en el sofá de su casa, o mejor aún, en el viejo sillón de su abuelo. Me la imaginé restregando sus zapatillas deportivas por los diferentes muebles, cual gata, cual animal. Reflexionaba sobre los motivos que podrían esgrimir aquellos que siempre intentan parecernos a Dios, y no a los animales. “Guarra”. La chica me parecía morsa sin estar en carnes, cabra, mono y cerdo, sin mayores semejanzas aparentes que su conducta.
El tren estaba llegando a mi destino, y la guarra conocida parecía que iba a bajarse en mi estación. Mi mirada observó cómo quitaba los pies del asiento, y no lo limpiaba ni con la mirada. El desprecio de aquél que pisa una piedra, grande o pequeña, se desprendía de sus andares. De nada servía que el transporte fuera público, de nada servía que sus impuestos sirvieran para sufragar sus guarros caprichos. Salí de la puerta del tren y me planteé si no teníamos la culpa la gente que, cada día, vemos a alguien pisando nuestros asientos y no decimos nada. Me pregunté si no quedaba nadie en este país que supiera distinguir la educación del mal gusto.
No hay duda de que el hombre es un lobo para otro hombre, y que lo malo es lo que nos sale inherente por naturaleza. ¿Cómo no fomentar la educación y las buenas costumbres si la “libertad frente a educación alguna" nos conduce a lo malo de nuestra naturaleza? La guarra seguirá siendo una chica moderna, una rebelde sin causa. Los trenes continuarán llevando en su seno a hijos bastardos de nuestra cultura. Espero equivocarme, pero... ¿no hay más Crisis en las gentes, en los valores de toda persona, que en la Bolsa?

sábado, 16 de octubre de 2010

Un mundo de Césares invisibles

“En política, el trípode es la más inestable de todas las estructuras”. Frank Herbert, Dune
Por más que nuestra positiva, y positivista, mentalidad actual nos impida ver el bosque del Pasado, existe algo en lo que nuestros antepasados fueron más privilegiados que nosotros. Un súbdito de Adriano o Justiniano, un egipcio en tiempos de Ramses II o un persa en la época de Ciro “el Grande” tenían claro quién era la cabeza visible de su mundo, a quién debían rendir obediencia, y en cualquier caso, siempre cuidado. En la actualidad nos encontramos en un mundo de “Césares invisibles”, nadie sabe en qué palco realmente se sienta aquella persona que gobierna nuestras haciendas, ni en qué paraderos se toman las decisiones que influirán en nuestro más corto plazo. Los parlamentos democráticos de Occidente se han convertido en una suerte de “reuniones de vecinos ampliadas”. Los temas que se tratan son de mayor alcance que las grietas por humedad en una pared medianera, pero no dejan de ser temas “inmediatos” que no “trascendentes para lo sucesivo”. Ningún ciudadano medio sabe con certeza el porqué de esta Crisis. Nostálgicos mayores hablarán de un exceso en el gasto familiar y una falta en el trabajo físico y convicciones, mientras que, por otro lado, existirán acólitos seguidores de partidos políticos que echaran la culpa al gobernante opuesto de turno. Nada más lejos de la realidad, nos hallamos en un mundo etéreo gobernado desde las tinieblas.
Dejando a un lado las batallitas de marcianos verdes narradas en algunos clásicos de la ciencia ficción (algunas de ellas muy loables e interesantes: pienso, por ejemplo, en “La Guerra Interminable” de Joe Haldeman), existen libros de ciencia ficción que, realmente, son verdaderos tratados de eventual geopolítica. Por encima de todos, más en los tiempos que corren, pienso en el clásico “Dune” de Frank Herbert. Se trata de un libro en el que se nos presenta una situación no demasiado lejana, en el fondo que no en las formas, a la que vivimos actualmente. Mucho antes de que llegara la Crisis, Herbert nos plantea un universo gobernado por grandes casas de mercaderes, un poder imperial y una corporación de tintes religiosos. “El trípode es la más inestable de las estructuras”, con la aparición de esta frase, uno se da cuenta de los paralelismos entre las relaciones de poder en la novela y las existentes actualmente.
A una conclusión parecida llega nuestro flamante, y merecido, Premio Príncipe de Asturias, Amin Maalouf. En su libro sobre “El desajuste del mundo", no se deja de ver algo de lo más cierto y sugerente: los EEUU han caído en una vorágine autodestructora sin que, aparentemente, se hayan dado cuenta. Ciertamente, la "geometría del Poder" tiene una gran importancia si queremos explicarnos esto. Una expresión inglesa, utilizada también para este efecto, es la conocida teoría de las "checks and balances", pesos y contrapesos. Una potencia se esforzará, y será mucho más cauta, si es capaz de crecer teniendo siempre vigilado al rival por la hegemonía. No hace falta tampoco que esta relación "de contrapesos" sea en pie de igualdad, pero sí que es vital que todo potencial tenga sus límites. EEUU necesitaría más a la antigua URSS que nadie en este planeta.
Dejando esto a un lado, la “inestabilidad” actual tiene un mayor alcance que la mera discusión política. Siguiendo el aforismo de las reverendas Bene Gesserit de Dune, junto al poder político nos encontramos dos grandes contrapoderes: el económico y el de las comunicaciones (aquél que es capaz de poner cormoranes donde jamás los hubo). Actualmente, el poder político (en Occidente nominalmente “electo”) no puede tomar decisiones sino es con la aquiescencia de los "tiburones económicos"; mientras que el poder popular del que la política se nutre no podrá llegar al ciudadano sino es con las vastas raíces de los grandes grupos de la comunicación. La interdependencia de los tres poderes es evidente, la inestabilidad es la actual Crisis.
El caso de España es obvio. No existe poder político autónomo (como en el resto de países actuales). Mientras que las energías del populacho se funden en discutir sobre el modelo territorial más adecuado, España carece de margen de actuación alguna, yendo a aquellas guerras que se le mandan, y tomando aquellas medidas económicas que se le imponen. Nos encontramos en una circunstancia histórica donde es mucho peor que Emilio Botín anuncie un concurso de acreedores en el Banco Santander, a que España, como Estado, se declare insolvente.
La crisis de legitimidad actual de los poderes que nos gobiernan es obvia. La política cada vez se está banalizando más, y no es de extrañar que la clase intelectual pueda llegar a optar por iniciativas políticas concretas (de alcance geográficamente delimitado) o simplemente optar por la abstención. Nuestra economía está sujeta a una hucha que nadie es capaz de ver, nuestras vidas “jugadas” en las interminables partidas de los mercados financieros. Si en verdad hay algo que nos diferencie de las etapas anteriores de la historia, eso es que las formas, y no el contenido, son diferentes. Qué alcance pueden tener las incursiones civiles en las redes soberanas es algo que debemos preguntarnos. A los poderes no se les llega ya por el voto, lamentablemente, pero las venas que les nutren están meridianamente abiertas (consumo, internet, conflicto social...). Hasta dónde serán capaces los “civiles de a pie” de llegar para poder reclamar su participación y su propia libertad en la toma de sus condicionantes de derechos e imposición de obligaciones es algo que nadie se atreve a pronosticar. ¿O ustedes sí?

sábado, 9 de octubre de 2010

Ni perros, ni gatos...

Si hay un orden animal interesante por antonomasia es el de los carnívoros. Motivo de mitos y atávicos recuerdos de predación, los miembros de este orden fueron nuestros peores enemigos en tiempos pretéritos, habiendo pasado algunos de sus miembros, hoy en día, a ser fieles amigos y compañeros. Y es que, como perro y gato, nunca mejor dicho, el orden de los mamíferos carnívoros se divide en dos subórdenes: “caniformia” (afines al perro) y “feliformia” (afines al gato). Dentro de los primeros, además de lobos, perros y zorros, se encuentran los osos, los mustélidos (comadrejas, hurones...) y las focas, mientras que dentro de los “feliformes” se encuentran los felinos, las hienas, y los vivérridos y mangostas. La presencia de felinos y cánidos en nuestra sociedad nos es recordada por nuestros perros y gatos, ¿pero qué sucede con los otros miembros del orden “Carnivora”, y muy especialmente, con los miembros más pequeños? Dejando a un lado a los mustélidos, quisiera centrarme en los parientes memores de los felinos, los vivérridos y mangostas.
Los restos de antiguas civilizaciones no se reducen nunca a un cúmulo de piedras. A las ruinas arquitectónicas siempre les acompañan otros restos: sean culturales o, como será en este caso, “zoológicos”. La presencia del dingo en Australia, o del puercoespín en los bosques de la Toscana italiana, se deben a la introducción por parte del hombre (por más que en la actualidad se hayan integrado perfectamente en el ecosistema, siendo parte indispensable para su actual equilibrio). Sin embargo, ¿existen casos similares en nuestra Península Ibérica?
Iberia ha sido cuna de grandes civilizaciones. Los mayores imperios de la historia humana han tenido a la actual España, bien como centro, bien como núcleo duro. Roma y el propio Imperio Hispánico tuvieron a la Bética (actual Andalucía) como gran vergel para el ocio y la horticultura, a la vez que supieron aprovechar el potencial agrícola, y ante todo minero, del resto de nuestra geografía. Dado el rendimiento de estas tierras, no es de extrañar que existieran regiones en España muy densamente pobladas. Con las gentes llegaron sus mascotas, y en ocasiones, otras especies que hicieron de polizones en las diferentes naves y navíos o que fueron introducidas con finalidades cinegéticas o de control de alimañas. Nuestro bosque mediterráneo, a la vez que acondicionador de la “cultura española” a lo largo de los siglos, también ha sido acondicionado, él mismo, por las gentes que han poblado sus aledaños. Dos grandes potencias extranjeras: Roma y el Islam, fueron quienes introdujeron varias de las especies animales y vegetales que hoy consideramos como “típicamente españolas”. El algarrobo en lo vegetal, o el faisán en lo animal no son ejemplos únicos, destacando, y no precisamente poco, la inserción de carnívoros foráneos en nuestros bosques.
Hallazgos en las cuevas de Nerja (Málaga) han dado luz a los investigadores sobre la inquietante presencia de meloncillos (Herpestes ichneumon), una especie de mangosta, en nuestros bosques. Según se deduce de estos restos, hallados en 1959 (y analizados recientemente por la Universidad de Upsala), el meloncillo fue introducido por los árabes como mascota (bien como diversión, bien como fiel controlador de las poblaciones de reptiles y roedores). Origen que vendría a ser el mismo que el de la jineta.
La jineta (Genetta genetta) se cree que fue importada por los romanos como mascota, habiendo sido documentada su presencia en las casas romanas con anterioridad a la llegada del gato doméstico, procedente éste del Antiguo Egipto. La jineta fue vista como un cazador infalible útil para el control de las poblaciones de conejo, a la sazón, muy abundantes antes de la llegada de la mixomatosis (hay quien llega a afirmar que el conejo es originario de Iberia y Baleares, significando, incluso, el nombre de Hispania: "tierra de conejos"). La abundancia del conejo en Baleares fue tal que fomentó una considerable introd
ucción de jinetas, que han llegado a convertirse en una suerte de "subespecie", la jineta ibicenca, de menor tamaño debido a la insularidad.
Pese a no ser considerados como vivérridos ambos, la mangosta española, meloncillo, y la jineta son parientes cercanos, ambos del suborden feliformia. Al igual que sus parientes, las hienas, se trata de especies violentas, muy propensas a la agresión para con los suyos y el resto de las especie. Es proverbial la destreza de la mangosta en la lucha contra las serpientes, sean éstas cobras o culebras, habiendo llegado hasta nosotros mitos y leyendas respecto a ellas de lo más interesantes. Marcial, el célebre poeta de Calatayud (Bílbilis), llegó a hablar del valor de las entrañas de la mangosta para el tratamiento de las heridas de serpientes venenosas. Otros mitos en torno al animal, lo situaban como un terrorífico enemigo, no sólo de las serpientes, sino también de los cocodrilos. Se decía por los romanos que eran capaces de meterse dentro de los cocodrilos cuando estaban con la boca abierta, yendo rápido a sus entrañas, para comérselas y vencer así al animal. Obviamente, los mitos romanos, como respecto a otros muchos animales, son sumamente sensacionalistas y no debe hacerse especial caso de su veracidad.
Se mire por donde se mire, el hombre ha servido como “factor” para la Naturaleza muchas más veces de las que nosotros creemos. Jinetas y meloncillos vinieron a enriquecer nuestros ecosistemas sin que tuviéramos la conciencia de hacerlo. Participamos, no de una inteligencia superior, sino de un equilibrio, un medio, una existencia, que nos hace partícipes de su totalidad, en cada cual de nuestras acciones particulares...
1ª imagen: jinetas
2ª imagen: mangosta

domingo, 3 de octubre de 2010

Caminos del Poder

“There are no better civilizers than roads” (Lord Roberts)
La mayor parte de la población relaciona a Roma con los gladiadores, las legiones, los anfiteatros y las grandes bacanales. Poca será la gente que asocie la palabra “Imperio Romano” a “calzada”, binomio clave si queremos valorar, como se merece, el auge de la mayor potencia que haya conocido Occidente. Ciertamente, los caminos son excelentes civilizadores. Sin caminos no hay comercio eficiente que valga, ni tampoco intercambios culturales. Fueron sus numerosas calzadas las que alzaron en palio al pueblo romano. Su lengua y cultura no se impuso tanto por las armas como por la excelencia de llegar a través de grandes vías. Poner en comunicación es fomentar el intercambio. Cuando dos visiones se nutren, la una a la otra, surge una nueva visión, mucho más perfeccionada, ello es matemática vital y Roma bien lo sabía.
Hasta los tiempos recientes, las vías romanas han sido la base de las comunicaciones en España. Ni tan siquiera en tiempos del otro gran imperio europeo, el Español, hubo una red de comunicaciones que le llegara a parangón alguno. Fue con el proceso de “modernización borbónica” del siglo XVIII (punto máximo del arcaísmo hispano) que se inició un nuevo proyecto de construcción de vías de comunicación, a la postre muy defectuoso. El modelo quiso ser, no tanto una expresión mejorada del ingenio romano, sino una copia, defectuosa, del absolutismo francés. El poder único del monarca debía manifestarse en todo lo terreno, incluidas las comunicaciones. Lejos de fomentar la mejora de las carreteras en las zonas más densamente pobladas (Andalucía y Levante) se quiso crear una ciudad hegemónica por encima de todas: Madrid.
La herencia de esos tiempos sigue estando presente. Con notables excepciones (véase la primera línea férrea en España: Barcelona-Mataró (capital industrial del textil en aquella época), que sigue siendo una de las únicas que generan beneficios) las mayores inversiones siempre quisieron hacerse en tierra del Poder centrípeto. “Hazañas” como el tren Madrid-Aranjuez (del todo descabellado) se realizaron antes que las comunicaciones entre Sevilla y Cádiz o entre Valencia y Alicante. En vez de seguir criterios económicos, por ende, de optimización, se crearon líneas "tan curiosas" como la Aranjuez-Tembleque (1853) o Aranjuez-Toledo (1858).
Gracias a una, por lo demás tardía, industrialización de Cataluña y las Vascongadas, España suspiró, quién lo iba a decir, gracias a la periferia. El eje marítimo "Islas Británicas – Bilbao" y el eje pro-europeo "Barcelona – Pirineos", hizo que España se beneficiara de la existencia de otras vías que no pasaban por Madrid. Las inversiones en estas dos regiones comenzaron a hacerse indispensables, España estaba progresando, poco a poco, pero gracias a aquellas regiones donde habían menos aristócratas y mayor contacto con las nuevas tendencias.
La genuina España castellana, de las maravillosas urbes, aún hoy en día, de Medina del Campo, Lerma, Alcázar de San Juan o Medinaceli pasaron de ser las ciudades del Imperio a lugares donde residían unas adineradas casas nobiliarias. Aquellos que se repartieron el Nuevo Mundo a su merced (Alba, Medinaceli, Medina-Sidonia...) no apostaron por una modernización que sí se había producido en otros países. Cataluña, con grandes puertos y mejor tradición comercial, prosperó virtud de la iniciativa privada, la misma que podría haber encumbrado a la bahía de Cádiz o al eje mediterráneo (Alicante-Valencia-Barcelona), de no ser por las “mejores” iniciativas de las clases gobernantes.
Nadie hizo patriotismo, pues la política es siempre interés. Cataluña y País Vasco progresaron gracias a unos factores (geográficos, demográficos y sociales) y no por meras ideas idílicas de sabios dirigentes. Madrid tuvo la suerte de formar parte de un proyecto de pasado, ya carcomido por la decadencia hispánica, y poder disfrutar de severas inversiones. Las consecuencias de ello seguimos pasándolas, no por culpa de Madrid, sino por culpa de quienes no supieron ver que Zaragoza estaba bien situada (ahora se está construyendo la mayor plataforma logística de Europa) o que la bahía de Cádiz era fundamental para el tráfico con América y Norte de África. No es de extrañar que esta visión histórico-centralista colaborara a generar una visión, no menos imaginaria y manipuladora, como fueron los nacionalismos periféricos. Los agravios entre unos y otros dejaron al grueso de España en la picota, sin fábricas ni progreso.
Para un viajante extranjero, sigue siendo escandaloso que las mejores comunicaciones nacionales no sean las existentes entre Barcelona y Madrid. ¿Se ha preguntado alguien por qué la N-II no es la carretera que recibe mayor inversión? ¿Qué hay de las líneas de mercancías entre Madrid y el corredor del Mediterráneo? Es obvio que la Madrid actual, aún siendo cabeza de Estado un Borbón, ya no es “borbónica”, y que ha caído en la cuna de la modernidad, con grandes multinacionales y amplitud de miras. Sin embargo, sigue siendo peligrosa la desconfianza que se genera desde el centro hacia el exterior: obviando que el progreso es buscar lo más eficiente, y no lo más cómodo o adecuado a unas ideologías imperantes.
Se puede, y en mi caso estoy, de acuerdo con varias tesis del centralismo. Nadie se negaría a que El Prado no deba estar en Madrid, o que la final de un hipotético gran acontecimiento deportivo no tenga que ser en la Capital, sin embargo, no podemos dejar de ver que existen ejes de inexcusable fomento. Me refiero al eje mediterráneo, efectivamente, pero también a la mejora en las comunicaciones en la antigua “Vía de la plata” y la reactivación del trinomio: Avilés, Gijón y Oviedo (una de las mayores áreas metropolitanas del país con casi un millón de habitantes). No se puede defender el centralismo en una cuestión y no fomentar que un joven pueda ir a la capital, por poco precio, a ver dónde se invierten los fondos "de todos". Definitivamente, ir a Madrid debiera ser más barato, no generando agravios gratuitos por beneficiar a unos, y no a otros.
En conclusión, no debemos mirar los mapas con prejuicios, y sí con criterios de eficiencia. Los caminos siempre han sido progreso y civilización... ¿por qué se creen que los terroristas tienen tanto “empeño” con el AVE al País Vasco? ¿Puede haber algo peor, más “asimilador”, que una rápida conexión con Madrid? No es que los imperios sean progreso, pero sí las comunicaciones que a lo largo de la historia han construido. Si la Unión Europea quiere ser grande... deberá invertir aún más en vías y menos en agricultura. ¡Vivan los caminos y carreteras, sean en piedra o versados por Machado!
Sobre las próximas inversiones que realizará el Gobierno en los próximos tiempos: ver estos enlaces:
1) Ponte Nomentano - a bridge on the Via Nomentana, Rome
2)Hodler - Tessiner Landschaft - 1893
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jueves, 30 de septiembre de 2010

Los muros de Santa Sofía.

Recuerdo a Santa Sofía con fresca rigurosidad. Jamás un monumento significó tanto para mí, en esencia, y para con mis aficiones. Fuera de Anguita o Barcelona, en la meridianamente lejana Turquía, pocos buscarían un edificio al que yo tenga tanta reverencia y admiración. Sí, digo bien, pues Santa Sofía hoy es turca, como otrora lo fuera bizantina. Es el tiempo quien me ha dado la oportunidad de conocerla, de incluso verla en persona, ¿por qué voy a negarle su valor performativo, y quedarme con lo rancio y pasado? Santa Sofía es algo “en el presente”, y otra cosa “en lo pensado”.
Frente a la Mezquita Azul no es nada más que su hermana mayor, un templo más grande y vetusto. En lo imaginado es el templo que viera algunos de los acontecimientos más importantes de la Historia, así como algunos de sus autores. No es necesario ser griego o turco para querer a esas paredes. Simplemente basta con amar sus vivencias pasadas, y los estilos que la vistieron tan hermosa como elegantemente. Santa Sofía es uno de los grandes hitos en la Historia, un monumento a la altura de cualquiera que se haya construido ya, o en el futuro pueda. Pensar en clave de actualidad que Santa Sofía es bizantina es una realidad a medias. Pensar que Santa Sofía pertenece a la cultura y al imaginario griegos, un descenso a problemas de la política.
Guste o no, las paredes no tienen ni sentimientos ni psiques, sólo formas. La configuración que llega hasta nosotros es una, la actual, por necesidad producto del devenir de los tiempos y de las diferentes influencias que han recaído sobre “la cosa”. Santa Sofía es bizantina, romana, turca y otomana. Santa Sofía es un crisol, cual la Mezquita de Córdoba, un lugar en el que ha recaído el peso, y la herencia, de mil y una culturas y civilizaciones.
Las sensaciones son reacciones psicológicas ante elementos físicos. La “edificación” es lo realmente existente, “lo visto” es lo realmente vivido. Tendemos a confundir dimensiones que jamás tuvieron esperanza de reconciliarse, son simples prismas que jamás tendrán mayor nexo de unión que nosotros mismos. De ahí que querer imponer identidades sea una aberración, un fracaso, pues cada cual sentirá por cada edificación, por ejemplo, algo diferente.
Es incorrecto decir que Estambul es Constantinopla, ciudad “cuasi celestial” para las aspiraciones históricas griegas. Defender lo contrario es fomentar el conflicto, tal y como hacen, casi por definición, los nacionalismos. Las identidades personales, que de alguna forma le hacen ser “turcófilo” a un servidor, no pueden trasladarse tal cual a un concepto único y genérico. Las identidades grupales, si es que existen, no son más que sumatorios de las individuales, resultados estadísticos que, en no poca medida, acaban por mostrar simples datos genéricos (como el amor por una bebida o la preferencia por un tipo de música).
Defender la “helenidad” de Santa Sofía es despojarle de sus minaretes, recolocando los mosaicos, que por circunstancias históricas, le fueron arrebatados. Ello implica conflicto, violencia, y por ende, algo “intolerable” en mentes sanas y equilibradas. El problema muchas veces recae en pretender tener una “identidad histórica” cuando, siempre e inevitablemente, se tiene “dinámica”. Cada cual se identifica con sus vivencias, con sus visitas pasadas, sus personas queridas y sus aficiones. No existen gustos comunes más allá de la estadística. Todos somos diferentes en pensamiento, por el mero hecho del Azar, única fuerza metafísica realmente probada.
Es por lo aquí escrito, en muy buena parte, por lo que sueño con volver a ver, ojalá en varias ocasiones, a Santa Sofía. Son éstas las fuerzas internas que me llevan a querer a este antiguo templo más que a otros edificios más cercanos. Mis gustos, mis aficiones, mis vivencias y sueños me acercan a ella en ocasiones. Santa Sofía me sirve mismamente de metáfora. Si no hubiera tenido la historia que tiene, yo no hubiera llegado hasta ella.
Los pasados son herramientas para el estudio, para enriquecer, pero jamás condicionantes estancos para el cambio y el progresismo frente al Futuro. Las identidades son personales y cambiantes, cada cuál tiene la suya, personal e intransferible, todo intento de cambiarla será inútil, todo intento de imponerla será brutal.