lunes, 5 de noviembre de 2012

Viaje a Budapest.

Una introducción a esta hermosísima urbe bien puede comenzar por describir el Puente de las Cadenas. Más allá de la tautología, y tocando la retórica, Budapest es lo que es al Puente de las Cadenas lo que es al Danubio. El puente une a las antiguas localidades de Buda y Pest, hoy unidas en una misma metrópolis (en el año 1873), comunicándolas por encima del río Danubio. El puente fue cuasi totalmente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, si bien actualmente se haya reconstruido con todo gusto y rigurosidad. Destacan los elementos estructurales del puente colgante, así como los colosales leones que custodian los accesos al mismo.

Dice el eminente escritor italiano, Claudio Magris, que Budapest es "la más hermosa ciudad del Danubio". No le falta razón, presumo, dada la monumentalidad inherente a esta perla húngara. Buda es una ciudad antigua pero moderna, la antigua capital húngara. Al igual que Dresde y otras muchas ciudades del este de Europa, Buda fue reconstruida tras el conflicto de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque rehecho tras el conflicto, el palacio real de Buda destaca por sus dimensiones y las múltiples esculturas que le rodean. Dentro de Buda me llamó poderosamente la atención la neogótica iglesia de San Matías, una belleza. El Bastión de los pescadores parece sacado de una película de Disney, aconteciendo un marco especial desde el que poder ver el Danubio.

Más dinámica y moderna es Pest. En ella se encuentra el delicioso edificio del Parlamento húngaro. El edificio más voluminoso del país y uno de los más grandes parlamentos (sin lugar a dudas el más bello) del Mundo. No por casualidad, sus dimensiones son mayores que las del Parlamento inglés, en el cual se basaron sus constructores. Dentro de Pest llama la atención la hermosa Basílica de San Esteban. Las reminiscencias a San Pedro del Vaticano y San Pablo de Londres son evidentes. Su interior tiene algunos rasgos que recuerdan a Santa Sofía (Estambul), siendo su decoración algo digno de alabar, al igual que el resto del edificio.

Pest tiene dos grandes arterias histórico, artísticas y comerciales: la Avenida Andrássy y la Vaci Utca. La primera, similar a los Campos Elíseos parisinos y al Paseo de Gracia de Barcelona, cuenta con edificios tan fabulosos como la Ópera de Budapest. Su desembocadura da con la Plaza de los Héroes, poderosa muestra del profundo nacionalismo húngaro, reafirmado, aún más, tras la pérdida de Hungría de buena parte de su extensión tras la Segunda Guerra Mundial (especialmente de Transilvania). Cerca de la plaza se halla el gran parque que contiene el parque zoológico, los baños Széchenyi y el sorprendente castillo romántico de Vajdahunyad. Los baños Széchenyi, que tuve el goce de poder disfrutar, son los más grandes de Europa. El edifico neo-barroco es ya, en sí, un monumento. La piscina termal exterior es todo un espectáculo (personalmente, mejor que los legendarios baños Gellert, marco de múltiples anuncios). Una surrealista forma de pasar el frío inherente a la urbe, gozando con los chorros y gorgoteos divinamente acompasados. En la Plaza de los Héroes se encuentra también el Museo de Bellas Artes (el más imprescindible de la ciudad), que cuenta con obras de El Greco, Velázquez, Tiziano... entre otros. Sin tener un Louvre o un Británico, Budapest cuenta con museos muy interesantes además del susodicho: caso del Museo Nacional o de la Casa del Terror (antiguos cuarteles nazis y soviéticos).

Vaci Utca es la Puerta del Ángel de Budapest. Calle comercial, dotada de gran belleza, allí se encuentran las tiendas más populares, así como varios locales de souvenirs. El final de la calle coincide con el Mercado Central, lugar de obligatoria visita.

Más allá de ser el domicilio del popular Rocco, la urbe danubiana no hace ostentación de su popular título de “capital del porno”, por más que, efectivamente, abunden los sex-shops y los locales de streaptease. La seguridad de la ciudad es total. No hay excesivos carteristas y los transportes son tranquilamente utilizables por la noche. Cuidado especial debe tenerse con los taxistas (personalmente prescindí de sus servicios).

La gastronomía húngara es todo un descubrimiento. El célebre, y delicioso, gulash (guiso de ternera con patatas) es sólo un ejemplo al que añadir la sopa de champiñones, el pato guisado o el hígado de oca (Hungría es el segundo productor mundial tras Francia).

No sólo por ser lugar donde destacaran la célebre Sissi, Atila o el célebre compositor Liszt, Budapest es una ciudad de obligatoria visita. Sus monumentos le hacen ser una suerte de París del Este, dotada de una elevadísima densidad monumental y del encanto inigualable de las urbes del Este de Europa. No se puede justificar viajar fuera de Europa sin haber visto esta ciudad. Europa demuestra por qué es el Viejo Continente, la cuna de la civilización occidental, teniendo lugares como este. Gran viaje por el que celebrar mi 27º cumpleaños, precisamente hoy, 5 de noviembre.

Unas últimas recomendaciones:
- Id a un hotel céntrico, como Sofitel Chain Bridge.
- Escuchar un concierto de música clásica en uno de los numerosos templos existentes (yo tuve ocasión de escuchar el Requiem de Mozart el día de Difuntos, si bien, es común que se ofrezcan conciertos de Liszt, entre otros, en numerosos lugares).
- Disfrutar de la cocina húngara y tener precaución con el popular "palinka", fortísimo aguardiente. 
- Ir a los baños. No son caros y valen la pena, especialmente los Széchenyi.