jueves, 28 de agosto de 2008

Para Rusia con amor

Cuando se rodó el célebre film del superagente inglés, allá por los años 60, Rusia no era tal, sino la, ya histórica, URSS. Los bloques soberanos del mundo contraponían capitalismo a comunismo, y los misiles, desde ambos lados, amenazaban a Europa con una guerra mucho peor que aquellas dos de la que fuera objeto previamente. El, por aquel entonces, joven Sean Connery, representaba al apuesto siervo británico en lucha contra el hegemónico, y peligroso, Imperio Soviético. El bien y el mal se representaron claramente en la película; Berlín era Europa en parte, soviética, y “anti-europea”, en el resto. De lo dicho se concluye que, no hay lugar a dudas de que los momentos anterior y posterior a la Guerra Fría son de inexcusable interés para lo que aquí quiere quedar reflejo. Para un español de a pie, Rusia no deja de ser un país un tanto lejano. Un Estado “sui generis” con tanta extensión como misterios. En los tiempos que corren, Rusia es más conocida por los caprichos de Abramovich y sus semejantes que por las célebres novelas de Gógol o Dostoyevski. Los políticos españoles, como todos los europeos, son más conscientes de su potencial en petróleo y gas, que en eventuales perspectivas de integración europea. Rusia es Europa para unas cosas, Tártaro para el resto. Si bien, alguna vez se habrá podido oír hablar de Rusia describiéndola como un gigante dormido, o un lobo vestido con piel de cordero; sinceramente, confirmando lo esquizofrénico de la relación rusa-europea, quizás conviniera conseguir que el lobo se vistiera de lobo, o que el gigante se durmiera un poco. De una forma quizás en exceso superficial, podría simplificarse la relación entre Rusia y Europa considerándola como un sentimiento de amistad-odio presidida, en cualquier momento, por el respeto, y para el caso europeo sobre todo, por el miedo. Rusia es vista como la derrota de Hitler o Napoleón, el gigante que consiguió engullir Polonia o el Imperio, sea de Stalin o de los Zares, que tanto influyó en la vida del Viejo Continente. A este componente histórico, que algunos querrían custodiar dentro de todas las psiques europeas, debiera sumársele, con una mayor importancia, características (muchas veces imaginadas o sobredimensionadas) que mucho han caracterizado a Rusia: a destacar la violencia, la frialdad, la corrupción y la mafia. De la misma forma que la planicie o la estepa unen a Europa con Rusia, conociéndose, cuanto menos geológicamente, Eurasia y no dos continentes, ambos sujetos de la órbita internacional requieren fuertes dosis de comprensión y acercamiento. Este acercamiento, del todo preferible al antagonismo, ya fue intentado por dirigentes como el célebre Pedro el Grande, sin embargo, y en tiempos más o menos recientes, políticos como Coudenhove-Kalergui no han dejado de ver en este nexo fuertes dosis de peligro y, acaso, de inestabilidad para el necesario equilibrio internacional. Alianzas como la ruso-alemana (ejemplo sería el caso Gazprom) son vistas con pánico por los europeos, a la vez que con indiferencia por quienes, como los españoles, poco o nada saben del “vecino” de los Urales. Después de todo, como ya escribió al respecto el Dr. Francesc de Carreras, debamos hacer más caso a Keynes y Monnet. Hagamos dos breves referencias a los proyectos de ambas personalidades. Anticipándose a los funestos acontecimientos posteriores, Keynes opinó que el Tratado de Versalles era demasiado gravoso para la derrotada Alemania, de tal forma que el resentimiento germano, y su posterior carrera armamentística, le dieron la razón. Alemania fue tratada como un ogro, no como un amigo, el resultado fue una gran guerra. Por su parte, Jean Monnet, europeísta de excepción, fue una de las mentes propulsoras de la CECA (la Comunidad del Carbón y del Acero), creándose una organización internacional que coordinara la explotación de ambos recursos, imprescindibles para la guerra, creando un gran pulmón para la industria y, correlativamente, para la economía continental. Rusia dispone de copiosos recursos, Europa de probada tecnología, ¿por qué no establecer una estratégica alianza? Como a tantos otros países, Rusia necesita convencer al Mundo de que es “algo más” que un predador armado con garras en forma de misiles y armamento. Algo más que un gigante en espacio e hidrocarburos. Necesita mostrar su compromiso, no sólo con pactos como el de Kyoto sino también en pro del Derecho democrático cosmopolita, que, al menos nominalmente, promueven las grandes potencias de Occidente. A veces, pienso que el cisma entre Roma y Bizancio sigue separando a Moscú de Bruselas. Dos cosmovisiones hermanas no saben mirarse la cara, tocarse las manos y fortalecer los puños. La visión que de los rusos se tiene en España necesita ser renovada. Ser considerada como algo nuevo, innovador y provechoso. Cualquier cosa antes que una ayuda militar para el mando republicano o un contrapoder marcial frente al poderío de los EEUU. Nada de eso. Europa puede beneficiarse del país de Gógol o Dostoyevski, de San Petersburgo (aún estando la península de Kamchatka y toda Siberia dentro). El miedo debe dejar abrir a la rosa. El temor reverencial a la prosperidad... y el trato.

5 comentarios:

Striper dijo...

Yo creo que existe un interes em domonizar Rusia para ailarla i que se mantega tension que justifique el armamento, te imaginas el papel de EEUU si Rusia foemara parte de la Union Europea.

M.G.G. dijo...

Tengo un amigo q es fiel amante de todo lo ruso, y nunca mejor dicho: amante rusa, gran lector de Dostoyevski... ¡ah! y le encanta la ensaladilla
:))

Anónimo dijo...

Ahora que vemos a Rusia como el malo de la película otra vez, no puedo evitar la añoranza de un sosegado Putin leyendo el Pravda una vez electo, puesto que nunca fue santo de mi devoción el jánico Yelstin, el revolucionario "subido a un tanque de vodka", citando a un compatriota mío.

Pero claro, si la cuchara la metió Rusia, las narices las mete EE.UU., con la sinvergüencería de Bush reclamando por la intervención en Georgia.

William Buckland dijo...

Muy interesante lo que comentas de Rusia, coincido con lo que dice Striper, pero por otro lado, no sé si sería posible la unión, pues hay que tener en cuenta que Rusia también cubre un inmenso territorrio asiático.
Por cierto Fujur, me alegro de tu retorno, hechaba de menos Nubirú.
Saludos

Dinorider d'Andoandor dijo...

Cuando pequeño conocí Rusia a través de las páginas de una revista antigua que mi mamá había coleccioando en otros tiempos de nombre Sputnik y luego a través de Dostoievski. Me parecían dos planetas apartes. En un lado el colorido de los habitantes de los pueblos y la belleza del Hermitage, y por otro lado la miseria y el otro lado que muchos prefieren no ver.