sábado, 27 de marzo de 2010

Telepost: la televisión y la actual incultura

Leer biografías es un ejercicio intelectual bastante provechoso. Casanova, Stephen King, García Márquez, Unamuno, Kissinger o el propio Obama escribieron autobiografías y/o memorias que son objeto de análisis por centenares de lectores cada día. El “parecerse a alguien grande”, ese “arrímate a los buenos, para ser uno de ellos” que le recomendaba su madre a Lázaro es una constante en la vida de cualquier individuo. Unos tienen como ejemplo a sus padres, otros a un tío, a un abuelo, a un cantante de música, un futbolista, un reportero deportivo, o incluso, un torero. La variedad de perfiles es innata en una sociedad real, no imaginada; la propia división del trabajo, o la organización social, se sustentan en ello, así como la pluralidad de pensamiento. Controlar “quiénes” son los personajes que van a influenciar a nuestros jóvenes, potenciar el esfuerzo, fomentar la búsqueda de la perfección (por definición inalcanzable) son mandamientos tácitos al dirigente que pretende “hacer bien” a su pueblo.

Es común hablar de la ineptitud e incultura de los jóvenes actuales, sin embargo, son muy pocos quienes piensan en sus causas. Los “referentes” que los infantes imberbes tienen dejan mucho que desear, desde un punto de vista, no sin poca pretensión, intelectualmente objetivo. B.E., reina de los programas del corazón (y recaudadora de fondos por lo que Telecinco ha podido adquirir los derechos televisivos del próximo Mundial de Sudáfrica), Cayetano y Francisquín, la pobre Duquesa, Carmeles y Güizas... son doblemente más conocidos que Bernanke, Ontiveros, Mas Colell, García de Enterría o Tomás y Valiente. Son “pocos” los que no quisieran cambiar su sitio en la vida por el de Dinio, el de Guti o el de no se quién de los Jurado, el culto al “mínimo esfuerzo”, al parasitismo, a la chulería inculta y al desprecio por las artes de la razón sienta cátedra dentro de nuestro espectro televisivo. ¿Por dónde acabar con esta sangría? ¿Puede la autoridad pública mantenerse mucho tiempo ajena a este fenómeno?

Recientemente, las reformas y re-estructuraciones llevadas a cabo en Radiotelevisión Española (RTVE) han sido muy criticadas. Obviando lo poco “ético” de colocar en su más alto cargo a un octagenario, se ha criticado la obligación impuesta a empresas como Telefónica de tener que “pagar”, en parte, la programación de RTVE ("sistema francés" de gravar a los operadores de telecomunicaciones con un impuesto al efecto), el hecho de haber quitado totalmente los anuncios, o, últimamente, el de vender los derechos televisivos de diferentes acontecimientos y/o programas y franquicias. ¿Qué sentido tiene retransmitir Formula 1 en una cadena pública como TV3, cuando hoy en día existen los duales para poder hacerlo en diferentes idiomas? Ciertamente, el modelo “BBC” tiende a imponerse en la televisión pública española, por más que, en no pocos sentidos, tenga grandes lacras.

Más allá del capital, creo que pública y privada se diferencian, o debieran hacerlo, en “finalidad”. Es evidente que el juego de la “oferta-demanda” está mucho más presente en aquellas cadenas que soportan el riesgo de ser una empresa privada; sin embargo, no es menos cierto que la televisión pública más que una empresa es un “medio”, una vía en la que se invierten impuestos de los ciudadanos con una finalidad. Desde una perspectiva externa, no parece moralmente aceptable que determinados programas sean dados por TVE o las autonómicas. Las actuales reformas en RTVE tienden a ello, y de ahí que coincida con esta necesidad de innovación y, ante todo, “adecuación” de la parrilla televisiva a unas finalidades y a unas pautas. La televisión pública debe centrarse en información, documentales, programas educativos, debates, retransmisiones de plenos parlamentarios, entrevistas con personalidades... Es la mejor herramienta que tiene el poder público para poder “influenciar”, ante todo, en los jóvenes. Por influenciar no me estoy refiriendo a “lavados de celebro” ni condicionamientos psicológicos (al más puro estilo huxleiano). La televisión pública debe promover la inserción de valores y conocimientos, siendo, en cualquier caso, una herramienta a servicio de la pluralidad y la libertad (con el límite de la buena fe y el orden público, en terminología algo “civilista”).

¿Qué hay del equilibrio libertad de empresa - control público en lo que se refiere a las cadenas privadas? Creo que el equilibrio tiene un límite, previamente citado. La “imposición” de los valores racionalistas ilustrados es necesario en orden a poder fomentar la diversidad y el librepensamiento. Las ideologías que se fundan en dogmas sólo manipulan, estrechando, los ya de por sí escasos, callejones de la reflexión. No podemos tolerar que personajes de poca calificación moral, menos aún intelectual, ocupen la cuasi totalidad de los horarios de máxima audiencia. No puede haber un programa como “Corazón Corazón” cada día en una cadena pública. Los medios de comunicación son un instrumento de poder mucho más eficaz de lo que pudieran serlo antes la censura, la represión ideológica o la manipulación de los servicios religiosos. Debemos reflexionar sobre muchos aspectos de la televisión actual, y no sólo sobre los relativos a la “prensa rosa” y el incremento, cada vez mayor, de “reallitys”. ¿Se han fijado en cuánto influencia el “juego” de las horas prestadas a los diferentes partidos políticos en el resultado electoral final? ¿En cuánto influencian las encuestas, muchas veces manipuladas y posteriormente publicadas en los medios? ¿Se dan cuenta de que los diferentes canales “públicos” no sirven a la razón sino a los intereses de los gobernantes que los, valga el juego de palabras, “teledirigen”?

Falta una idea motora que centre el progreso en el esfuerzo, que premie las ideas necesarias y la exquisitez en el comportamiento. Roma tenía el recurso del “héroe”, otorgando esta consideración, incluso, a aquellos enemigos que en algo les había servido de ejemplo: caso típico de Aníbal. Quizá debiéramos plantearnos qué sentido, y cuánto mal nos hace, que la “aristocracia del corazón” inunde horas, muchas veces infantiles, que podrían invertirse en herramientas para el progreso ¿estos son los modelos para nuestro jóvenes? Deben controlarse las privadas, al menos con mayor contundencia, pero las públicas deben ser controladas, ante todo, por el ciudadano. La televisión pública vive de nuestros impuestos, que cumpla una función pública educativa e informativa ¡y deje el mercado de las audiencias para quienes son empresas que participan de un mercado (en cualquier caso, regulado)!

6 comentarios:

variopaint dijo...

Espléndido Fujur, cada día estás más sabio ¿Será la música clásica?

Un abrazo

M.

Eric dijo...

La tv pública acaba siempre siendo un instrumento político, y abandona su función pública para convertirse en el medio con el que extender en la población las ideas que convienen a los gobernantes, que suelen ser las mismas para todos: el borreguismo. Las cadenas privadas acaban respondiendo igualmente ante el partido político en el que, ya lo sabemos todos, ponen sus simpatías: unas uno, otras otro. Cuanto más zoquete sea el pueblo, más fácil es manipularle; así, fomentar que los ídolos de las masas sean estas personas de escasa altura moral e intelectual, consigue que el objetivo en la vida de la gente sea prosperar sin dar palo al agua, como los famosillos que tanto cobran por ir a airear trapos sucios propios y ajenos. Si tu objetivo es no dar palo al agua, estudiar y ser alguien en la vida es secundario, y de ahí al borreguismo, no hay distancia.

Los iconos de la gente deberían ser de otro tipo, y no sólo intelectual, sino deportivo, por ejemplo (excluyendo parcialmente al fútbol por favor, porque especialmente los famosos cobran tanto que cualquier esfuerzo real que hagan en el campo es ridículo en comparación, y son entonces peores que los teletertulianos como modelo a seguir) ¿No sería más deseable desde una perspectiva netamente enfocada a la prosperidad del país que los valores inculcados fueran el esfuerzo y el sacrificio? Pero eso "no mola".

La tele no es la caja tonta, es la caja inteligente, por lo hábilmente que manipula; los tontos son los que consumen tele sin pensar un poco en lo que están viendo.

Dinorider d'Andoandor dijo...

ooh! acá pasa lo mismo!! qué pequeño es el mundo, o más bien el mundo es ancho y ajeno.

Jorge Van Veen dijo...

Tienes razón en lo que escribes compañero, pero dime:

- El hecho de que ahora RTVE sea, en teoría, más pública que nunca, ¿significa que con los impuestos de que se sirve y el capital que recolecta es suficiente para mantener la parrilla? ¿A caso crees que una cadena como TVE1, que no la ve casi nadie, puede permitirse quitar de su cartelera una serie como "Águila Roja", que por muy cutre y poco ilustrativa de aquellos tiempos que sea, les consigue alrededor de un 30% de share?

-Y por otra parte, sé sincero: ¿crees que aunque RTVE dejara los programas de corazón y series para dedicar todo su espacio a programas de enfoque educativo y documental, lo vería más gente? Yo sinceramente creo que no. ¿Y por qué? Porque creo que la juventud se muestra poco receptiva en ese sentido. La mayoría de adolescentes no leen, no se interesan por la "culturización" de su propio ser. Y no creo que eso se solucione obligando a RTVE que se cambie de vestimenta.

Un saludo!!

Aspid dijo...

Buenas tardes a todos, y al blogger mucha fuerza en su carrera.
No me he podido resistir a dejar mi impresión después de leer el articulo, soy un pobre relegado en mi propia casa a abandonar el sofa todas las noches por dichos programas "sociales", realmente no quiero imponer mi opinión en temas de televisión ya que en la parrilla no observo contenido alguno que llegase a merecer mención. Abandono el sofa y me dirijo al ordenador, herramienta que parece que es con la que me he emparentado desde edad infante y es donde aún guardo el consuelo de encontrar información que obviando la veracidad parece almenos instructiva. Almenos cuando me pongo delante de la pantalla de la "computadora" parece que no me entren espamos y ganas de vomitar, si desease ir a un circo de espantos ya se a donde tengo que dirígirme, eso si, el ultimo día que me tomé dos whiskeys con hielo me lo pasé de miedo viendo como en este circo mediatico hablaban de sobre hijos ilegitimos y operaciones estetíticas, amantes de bandera y maletines entre bambalinas, no sé si esto es lo que somos o en esto es en lo que nos estamos convirtiendo.

Gouki dijo...

Mira que lei hace mucho esta entrada, pero se me fue la cabeza para comentar.
Has plasmado perfectamente la situacion de la TV. Es lamentable. yo practicamente no la veo. Me da la sensacion de que pierdo el tiempo. Hablan de cosas estupidas como si fuesen asuntos de estado.

Prefiero Internet o un libro.

Saludos