Ha sido una mañana cálida y luminosa, como ya es menester que lo sea habiéndose entrado en el mes de mayo. Conductores irreverentes ante los pasos de peatones (salvo que éstos estén sobre “jode-amortiguadores”), inmundicias caninas, vecinos “cívicos” que lanzan su bolsa de la basura a la papelera... todo ha sido cotidiano, maleducadamente normal, hasta que, como cualquier otra mañana, encendí la radio.
Haciendo uso de esa libertad de escucha, que nos permite seguir cualquier programa radiofónico (por tendencia o ideología que tenga), he puesto ONA FM. No me ha importado intentar alegrarme estas primeras horas del día con un programa de “humor”, y dejé puesta esta emisora (por lo demás, totalmente ausente de entre mis favoritas). Nada excepcional, salvo las típicas bromas chabacanas de costumbre, hasta que pude escuchar, eso sí, “en tono de broma”, hablar del barrio de “La Mina” de Sant Adrià del Besós como de un barrio de putas, gitanos y yonquis jeringueros. Para mi sorpresa en aquel instante (que no en lo general) he podido escuchar como ello, con extrañas bromas y gracias impertinentes, se iba ligando hasta conducir el discurso, más ofensivo que satírico, hasta la Feria de Abril de Cataluña (sita en el parque del Fórum de Barcelona).
Aún siendo de sangre en mitad andaluza, nunca he seguido con devoción las laicas Semanas Santas y “Madrugás”, ni tampoco esos actos de “devoción” rociera, que alcanzan la consideración, en no pocas ocasiones, de bacanales mediáticas. Todo ello me parece tenedor de un toque “algo rancio”, como todo lo folclórico, pero sin embargo, lo respeto, aunque pueda criticarlo en ejercicio de la libertad de expresión. Lo que no me podía haber figurado es que en ese programa, cuyo nombre no publicitaré, se iba a reír uno a costa de “lo mismo”: señores y señoras con acento andaluz en pleno ejercicio de su libertad de expresión cultural.
No sé si será porque los genes hablen, o porque procuro tener un sentido, en intención noble, de la existencia humana, me ha parecido de dudoso gusto acusar a un barrio de “jeringueros” o a una feria folclórica con todos los calificativos usados en tal emisión (por más que fuera en tono de sátira). La alta densidad de insultos y groserías empleados en el programa me confirmó que me hallaba ante un claro ejemplo de cómo la radio “es más libre” que la televisión, también en un sentido peryorativo. Quizá desde una óptica de “ciudadano cabreado”, comienzo a ver que este fenómeno se está convirtiendo en algo común en buena parte de los programas “de humor” realizados por ciertos medios. Mal el programa de ONA FM, mal las continuas gracias de “APM” (de TV3) en relación con el programa (ciertamente trasnochado) de “Juan y medio” en CanalSur.
Ciertamente en España tenemos problemas serios de modernidad. Es cierto que no podemos poner mayores tenderetes en actos folclóricos como la Feria de Abril que en actos plenamente culturales como Sant Jordi (hasta el momento menos pervertido que la Diada “nacional”). Pero también lo es que no podemos crear una sociedad, la catalana, donde las gracias sean siempre “con lo mismo”. En mi opinión, una sociedad claramente diferenciada del resto del Estado, como es la catalana (ni que sea por la tenencia de una lengua endémica), no puede centrar sus bromas en anticuallas folclóricas, ni mucho menos en el insulto a barrios con fuerte inmigración nacional e internacional. Centrarse en la risa respecto a lo ajeno muestra las carencias de lo propio.
La infame, y ofensiva, emisión radiofónica ha venido a coincidir con unas semanas de alta tensión interterritorial. Dejando temas realmente importantes, como la legalidad o no de BILDU, por ejemplo, la actualidad nacional se ha centrado en los cuatro choques entre Barcelona y Madrid. En este caso, no sólo radio, sino también televisión, internet y diarios, se han apuntado a la “moda” de mezclar churras con merinas, fútbol con conspiraciones y políticas. Y es que las acusaciones e insultos públicos desde parte de la población de un territorio a la de otro se están, no sé si generalizando o consolidando.
Comienzo a creerme lo de que la Crisis en España es de valores y educación, más aún que económica. Curiosamente, son los nacionalistas de uno y otro lado quienes más participan de ello. Sea con motivo del fútbol (“triki-atrakas” y conspiraciones de Unicef) o con insultos hacia manifestaciones folclóricas, festivas, que de no gustar siempre pueden no ser visitas.
3 comentarios:
muy bueno Javier, no profundizo mucho en temas alejados de la ciencia (sean del signo que sea, político, social, etc), pero si esto tuviera las opciones del facebook dejaría un "me gusta" sin duda.
Siento que lo andalúz y nuestro ilustre acento (yo que soy gaditano milenario lo siento aún más)sea aún causa de burla.
Saludos ;-)
fenómeno mundial, cambian escenarios y actores pero la misma historia!
Me ha gustado.
Aquí en Madrid es muy normal meterse con el acento cerrado catalán, como signo de menosprecio.
Para algunos es bueno que la gente sea así de idiota e idiotice a los demás..
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