Corría un tiempo en que
ser “culé” te hacía sentir “inferior” cuando se hablaba de
éxitos europeos. Cierto es que el F.C. Barcelona será siempre el
“rey de Recopas” (competición ya extinta) y que, al igual que
sucede con el baloncesto, tenía el dudoso honor de haber sido
subcampeón de Europa en numerosas, y demasiadas, ocasiones. Siempre
que uno veía el palmarés de “la orejuda” veía a un Nottingham
Forest con 2 Copas de Europa, o a un Estrella Roja de Belgrado
o Steaua de Bucarest con una. El Barcelona, por caprichos del
destino, sólo tenía una, relativamente reciente, y ganada en la
prórroga con gol de falta contra una poco glamurosa Sampdoria. Eran
tiempos duros para todo culé.
El equipo de Rijkaard,
con los Ronaldinho, Deco y Eto´o, supo subir la moral de los culés
con un equipo que se convirtió en uno de los mejores de la Historia.
El orgullo blaugrana comenzaba a llegar hasta cuotas insospechadas, y
todo hacía prever que las “Champions” no se acabarían en París.
Llegó una breve “crisis”
dentro de la época Laporta y todo el mundo creyó ver los inicios de
un “fin de ciclo”, tantas veces invocado desde algunos medios,
que la irrupción de Pep supo frenar. Con Guardiola no sólo se
consiguió recuperar el ánimo y orgullo perdidos, sino que se cambió
la esencia de “librejuego” encarnada por Ronaldinho y Rijkaard
por una de orden, disciplina y toque que ha convertido al equipo
dirigido por Guardiola, con pocas dudas al respecto, en el mejor
equipo de la Historia.
Nadie duda de que el once
tipo de Pep será recordado, cuando menos, como el quinteto inicial
de los Celtics de Larry Bird. El equipo de Pep supo recoger la
herencia de Cruyff (deudor, a su vez, de Rinus Michels), incorporando
la política de cantera de Van Gaal y los recientes éxitos
deportivos de Rijkaard. La grandeza, por siempre reconocida, de
Guardiola residiría en saber hacer prevalecer el toque y la calidad
de juego (véanse Xavi e Iniesta) sobre la filigrana meramente
vistosa o el efectivo contragolpe. El Barcelona de los últimos
tiempos se ha caracterizado por un flojo contragolpe y un deficiente
juego a balón parado, valores ambos que ayudan a enaltecer la
leyenda de un equipo capaz de haberse convertido en el mejor de todos
los tiempos.
El buen juego promovido
por Guardiola ha sabido encontrar en el entrenador sus “añadidos”
ideales: ejemplaridad y buen ser. Ante las contínuas provocaciones,
en no pocas ocasiones calumniosas, procedentes de la caverna (véase
“central lechera”), Pep siempre ha sabido anteponer el respeto y
la defensa irónica sin caer en el insulto o la violencia. Por otra
parte, y al mismo tiempo dejando en evidencia a otros partícipes de
este “Super-Barça”, como Joan Laporta, Pep ha sabido dejar al
margen siempre cualquier connotación política, cosa, que para todo
amante del fútbol, como espectáculo y no como continuo mitin, ha
sido todo un placer.
¿Quién diría que
Mourinho sería quien mejor supiera el nombre del sustituto de Pep?
La elección de Tito Vilanova es de lo más acertada, a espera de lo
que digan los futuros títulos. Tito encarna unos valores semejantes
a los de Pep, sólo que menos utilizados, y por ende, marchitos por
el paso del tiempo. La odisea personal, no sólo técnica sino, muy
especialmente, médica, del personaje sitúan a Tito en la línea de
todo técnico histórico. No nos encontramos ante un escudero de Pep
que jamás sabrá llegar a ser caballero por nombre propio. El tiempo
lo confirmará.
Guardiola no requiere de
reconocimientos expresos, el tiempo le ha sabido dar el más bonito
de todos ellos: entrar en la inmortalidad de la memoria perpetua.
Ningún líder político o social, más en estos tiempos, ha sabido
ocupar un lugar tan privilegiado de forma tan digna. Guardiola, de
haber nacido en otro siglo, sería ejemplo en biografías y manuales
de filosofía.
Por último, una
reflexión ligada al comienzo de este artículo. Pese a la eterna
rivalidad, Pep ha conseguido que el culé no tenga por qué
preocuparse por los títulos del Real Madrid. Aunque hubieran ganado
la Copa de Europa, nadie, en neutrales circunstancias, se hubiera
atrevido a comparar el “Pep-Team” con la filosofía de Mourinho.
Ya no tenemos “las copas” del Steaua, sino que damos por sentado
que superaremos al Bayern de Munich, y quién sabe, si con el tiempo
a cualquier otro equipo en palmarés, pues en juego, ya lo hemos
hecho, muy probablemente, para toda la eternidad.
GRÀCIES PEP !!!!
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