domingo, 8 de julio de 2012

El cuento del sasín.


El subcontinente indio, además de ser una de las zonas más densamente pobladas del Mundo, contiene muchas especies animales, más relacionadas con el África austral que con el resto del continente asiático. El leopardo, el guepardo, el rinoceronte, el búfalo, el elefante o el león son ejemplos de ello. Si bien siendo especies o subespecies diferentes a las africanas, es ciertamente curioso cómo las praderas indias tienen mayor parecido con el Serenarte que con China o Afganistán. De la misma manera, la India también tiene antílopes. No emparentados con el resto de miembros del “grupo antílope” (nombre poco científico con el que se denomina a varias especies de artiodáctilos), en la India destacan dos especies: el nilgai y el sasín.

 Sasín (Antilope cervicapra

Nilgai (Boselaphus tragocamelus)

Pocos animales pueden rivalizar en belleza con el sasín macho. El juego de colores blanco y negro de su piel, sus largos y retorcidos cuernos (que de haber sido singulares seguro le habrían identificado con el unicornio)... Se trata de un animal magnífico, merecedor de toda protección, y como no es extraño en la India, culto. Al sasín se le considera un suerte de mensajero celestial. El simbolismo de este animal es tal, que incluso algún que otro actor famoso en la India ha sido condenado por su caza...

La caza... Precisamente ese arte, a mi ver de tan poco gusto, que identifica, intergeneracionalmente, al hombre actual con el del Pleistoceno, ha producido una gran paradoja, a la postre, genial para la conservación de la especie. La misma suerte ha corrido el nilgai o antílope azul, mamífero más próximo a la vaca (en tamaño y parentesco) que, aun sin tener la belleza del sasín, ostenta el título de “antílope mayor de la India”.

Nilgais y sasines no sólo los hay en la India y Pakistán. No hace muchos años, empresarios estadoudineneses soltaron individuos de estas especies en terrenos de Tejas y algún otro Estado americano. Experimentos semejantes se realizaron en la Patagonia, teniendo por consecuencia que los ejemplares existentes para la caza en estos lugares sean más abundantes que los nativos de la India. Paradoja caza - conservación.

Estas iniciativas, en todo caso nacidas con el ánimo de lucrarse con la caza de estos seres, nos demuestran que el hombre a la vez que “destructor” de ecosistemas, puede crearlos. Prácticas semejantes han tenido peor resultado, habiendo resultado las especies introducidas especies invasoras. Obviamente, cada caso es un tema a tratar, y seguramente, aunque para mi sea imposible considerarlo, habrá quien opine que el sasín es una especie invasora en Tejas, y que por ello, debiera ser eliminada.

En un Mundo donde la conservación de la biodiversidad animal, y vegetal, es cada vez más complicada, las medidas de “introducción” tal vez pudieran ser vistas con otros ojos, con otra intención y finalidad. No deja de ser injusto que demonicemos a los habitantes del África austral o de Indonesia por querer progresar. Ellos están destruyendo ecosistemas vírgenes, como antes lo hiciéramos los occidentales. No deja de haber hipocresía cuando se pretende salvar al rinoceronte negro y no las vidas de los niños del Cuerno de África. Protección animal debe ir aparejada con protección humana, intentándose, siempre, que los derechos de ningún ser ajeno a nuestra especie sean mayores que los de uno de los de la nuestra.

Directamente, ¡llámenme loco! ¿Por qué no soltar rinocerontes negros en Doñana? ¿Por qué no hacer un par de grandes reservas en cualquiera de las dos Mesetas y poner allí especies que en sus países están en peligro y que pueden medrar en un clima como el nuestro? La experiencia acaecida con el sasín y el nilgai, con sus respectivos “cuentos”, nos debieran hacer reflexionar. ¿Acaso no necesitamos animales “de caza mayor” que limpien nuestros bosques? ¿Acaso no está en retroceso el ganado ovino y caprino, que tradicionalmente ha pastado por nuestra geografía?

Sueño con un monte español donde especies en peligro de extinción puedan sobrevivir, habiendo actuado, una vez más, el hombre como protector-creador, y no como exterminador de especies. No dejen de fijarse en el caso de estos dos antílopes, ni mucho menos, en el ejemplo del bisonte europeo y su reintroducción, tras siglos, en los bosques de Palencia.

* Origen de todas las ilustraciones: http://commons.wikimedia.org/wiki/Portada

2 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

Deberia haber mas reservas en verdad, a que los maten en sus países originarios ¡más valdría!

S.Belizón dijo...

Tenemos que tener clara, una de las causas que mayores desastres ecológicos está causando es el de las especies invasoras y eso, lo queramos o no, es por causas antropogénicas…, desastres ecológicas como el del famoso conejo (Oryctolagus cuniculus) introducido en Australia, el sapo marino (Bufo marinus) también en autralia, o el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) que podría afectar a las relictas poblaciones de palmito (Chamaerops humilis), la única arecácea nativa de Europa que nos queda. Amén de lo que gatos ratas y cabras han hecho por las islas oceánicas de medio mundo…

Sin embargo el mundo que conocemos no es una escena invariable y perpetua, nos permitimos opinar que es “bueno” o “malo” desde una perspectiva errónea, no nos gusta la contaminación porque la consideramos “mala” sin embargo a nadie se le ocurriría ir al campo a multar a las vacas por sus ventosidades de metano de efecto invernadero, ¿multaríamos a la tectónica de placas por las implicaciones que tuvieron cuando se formó el istmo de Panamá? Quizás el mayor trasiego y encuentro de faunas de los últimos 100 millones de años, hubo extinciones masivas de ambas entre los que destacaban los marsupiales del sur y los placentarios del norte.

Que no se me mal interprete, ahora es cuando alguien dice…, ya pero eso es natural…, y entonces es cuando nos metemos en el bucle punseteriano del “todo natural nada artificial”, vamos que lo natural mola…, (modo irónico “on” por favor)

Hay estudios que demuestran que las especies invasoras son “chungas”, no nos hacen falta eso ya lo sabemos verdad!,pero también hay estudios que demuestran que, en algunos casos, las especies invasoras molan, y molan mucho…, de hecho pueden ser beneficiosas.

No sé si es disparatado un rinoceronte negro en Doñana, lo que es seguro es que en este interglaciar (y si no nosotros no estuviéramos aquí) habrían llegado desde Asia (probablemente el indio) por su cuenta y riesgo, y eso a veces se nos olvida por completo.

Moralmente, y ya que somos la parte que más incide sobre el entorno, tenemos que velar y conservar nuestro medio…, no podemos cometer los errores del pasado, pero tampoco caer en el inmovilismo conservador.

Digamos que, con reservas, yo también soy un soñador ;-)