"La normalización es la servidumbre de los tiempos modernos"
Foucault
Pese a la evidente rivalidad entre PSC y CIU, es obvio que su cohabitación es un hecho (muchos de sus dirigentes han compartido, durante años, pupitre y/o zona de recreo). Sin embargo, Ciutadans y Reagrupament son grupos opuestos, con ideas acérrimamente contrarias, lo cual, para algunos, significa el germen para el conflicto, para la balcanización. Yo, personalmente, creo que estos partidos son síntomas, "culpa" de la incompetencia de las grandes formaciones, síntoma de una ruptura, cada día más peligrosa, entre ambas entidades.
En un escenario donde el pasar los Monegros cada vez parece menos una frontera o donde Mataró ya no es el pistón de la economía española, Cataluña debe redefinirse. De poco o nada sirve que se esgrima el "victimismo" como herramienta vertebradora. Quizá alguien se sienta ofendido, incluso sorprendido, pero... ¿acaso nadie se da cuenta de que Madrid, Valencia, Zaragoza o Sevilla se nos están acercando en múltiples facetas? ¿es eso un motivo para "demostrar el robo, el expolio", o un motivo de orgullo, de haber sido capaces de colaborar en la creación de un proyecto común e ilusionante?. España, efectivamente, tiene muchas carencias, Cataluña sigue siendo superior al resto en mil y un aspectos. Pero, algunos, en tiempos difíciles, desean conservar el poder con servidumbres.
Decía un conocido dirigente nacionalista que una eventual reforma de la ley electoral catalana no podía pasar por dar un mayor peso al "Baix Llobregat", núcleo duro de la Metrópolis (Cornellá, Sant Boi, Molins de Rei...), tal vez, creo yo, se estaría refiriendo a que sería mejor ser sinceros, y establecer, con palabras claras, lo que tácitamente parece, cada día más, una dictadura de intereses, no sólo de ricos sobre pobres, sino de maleantes partícipes de una consolidada burrocracia sobre el común de los mortales. ¿Será acaso este el hallazgo del verdadero hecho diferencial?.
Segunda y tercera imagen: This file is licensed under the Creative Commons Attribution 3.0 Unported License. Fuente: Wikimedia Commons.
Genial artículo de Francesc de Carreras en: http://www.lavanguardia.es/lv24h/20091128/53832915810.html
Foucault
Es bastante común oír que la existencia de partidos como Ciutadans de Catalunya, o más recientemente, Reagrupament, son síntomas de la "balcanización" de España, y muy especialmente de Cataluña.; dos partidos de ideales claros, nítidamente expresados, sin ambigüedades ni clientelismos baratos. Muchos alegarán que en España no hay diferencias de clero, ni culturales, y acaso tampoco lingüísticas, al menos en muchos casos; sin embargo, el miedo, obviamente, está ahí, y merece ser tratado.
Desde que tengo uso de razón, o pretendo tenerlo, mi región, Cataluña, me ha parecido la unión de dos partes claramente diferenciadas: Barcelona y su área Metropolitana, frente al resto de Cataluña. Poblacionalmente el peso de la metrópolis es brutal. Diferenciando dos conceptos de "metrópolis" diremos que existe, en sentido estricto, Barcelona y sus poblaciones colindantes (3.150.380 ha.) y, en un sentido amplio, el "ámbito metropolitano de Barcelona" (4.928.852 ha.) que incluye, entre otras, las urbes de Mataró, Sabadell o Terrassa. Se trata de una zona donde la población castellanoparlante es mayoritaria, siendo muy poca la población que no tiene orígenes foráneos (del resto de España), cuanto menos padres, abuelos o bisabuelos. Se trata del feudo más importante del socialismo, no sólo catalán (PSC), sino también estatal (PSOE).
La "segunda Cataluña", con excepciones puntuales como (Tarragona, Reus y cercanías, comarca partícipe de la naturaleza de la metrópolis barcelonesa, Salt en Gerona o las zonas de Tortosa y Lérida), se trata de una zona mayoritariamente catalanoparlante, donde, desde el inicio de la democracia en España, tradicionalmente ha gobernado CIU, y en algunos puntos, ERC.
Obviamente existen zonas donde "ambas figuras" se diluyen, caso de las poblaciones limítrofes (Vilassar de Mar o Sant Cugat, por ejemplo), e incluso, barrios, o ciudades-dormitorio, que participan de la naturaleza contraria en terreno adverso. Se verá que son dos los elementos más característicos en cuanto a lo que a la diferenciación de ambas entidades se refiere: la lengua mayoritaria y el partido más representativo, o lo que es lo mismo, castellano frente a catalán, PSC frente a CIU.
En lo que a la normativa electoral se refiere, la supremacía del "resto" sobre Barcelona es absoluta. Con el argumento de la representatividad territorial, en Cataluña existe una minoría (residente en el resto) que tiene un peso bastamente superior al de los habitantes, mayoritariamente obreros, del área metropolitana. La perversión del sistema, y sus consecuencias, es evidente.
Hasta no hace tanto, ambos núcleos estaban claramente identificados, y en la medida de lo posible, cohabitaban. Ahora, sin llegar a la violencia, al menos física, el conflicto se acentúa, pues la desnaturalización de la "esencia última" de estos dos grupos de población es un hecho, no para bien, sino por manipulación política. El PSC ha querido acercarse al resto de Cataluña, so pena de pactar con ERC (partido independentista, y por lo tanto, contrario, en extremo, al pensamiento mayoritario en la metrópolis). Por su parte, CIU subvenciona la Feria de Abril y se viste de partido estatalista y "amb seny", cuando, en verdad, sus políticas, poco han tenido de social, y mucho, de sectarismo. El hecho de que ambos partidos mayoritarios se hayan alejado de sus caladeros típico-tópicos hace que surjan nuevas opciones: Ciutadans y Reagrupament son la consecuencia.
Desde que tengo uso de razón, o pretendo tenerlo, mi región, Cataluña, me ha parecido la unión de dos partes claramente diferenciadas: Barcelona y su área Metropolitana, frente al resto de Cataluña. Poblacionalmente el peso de la metrópolis es brutal. Diferenciando dos conceptos de "metrópolis" diremos que existe, en sentido estricto, Barcelona y sus poblaciones colindantes (3.150.380 ha.) y, en un sentido amplio, el "ámbito metropolitano de Barcelona" (4.928.852 ha.) que incluye, entre otras, las urbes de Mataró, Sabadell o Terrassa. Se trata de una zona donde la población castellanoparlante es mayoritaria, siendo muy poca la población que no tiene orígenes foráneos (del resto de España), cuanto menos padres, abuelos o bisabuelos. Se trata del feudo más importante del socialismo, no sólo catalán (PSC), sino también estatal (PSOE).
La "segunda Cataluña", con excepciones puntuales como (Tarragona, Reus y cercanías, comarca partícipe de la naturaleza de la metrópolis barcelonesa, Salt en Gerona o las zonas de Tortosa y Lérida), se trata de una zona mayoritariamente catalanoparlante, donde, desde el inicio de la democracia en España, tradicionalmente ha gobernado CIU, y en algunos puntos, ERC.
Obviamente existen zonas donde "ambas figuras" se diluyen, caso de las poblaciones limítrofes (Vilassar de Mar o Sant Cugat, por ejemplo), e incluso, barrios, o ciudades-dormitorio, que participan de la naturaleza contraria en terreno adverso. Se verá que son dos los elementos más característicos en cuanto a lo que a la diferenciación de ambas entidades se refiere: la lengua mayoritaria y el partido más representativo, o lo que es lo mismo, castellano frente a catalán, PSC frente a CIU.
En lo que a la normativa electoral se refiere, la supremacía del "resto" sobre Barcelona es absoluta. Con el argumento de la representatividad territorial, en Cataluña existe una minoría (residente en el resto) que tiene un peso bastamente superior al de los habitantes, mayoritariamente obreros, del área metropolitana. La perversión del sistema, y sus consecuencias, es evidente.
Hasta no hace tanto, ambos núcleos estaban claramente identificados, y en la medida de lo posible, cohabitaban. Ahora, sin llegar a la violencia, al menos física, el conflicto se acentúa, pues la desnaturalización de la "esencia última" de estos dos grupos de población es un hecho, no para bien, sino por manipulación política. El PSC ha querido acercarse al resto de Cataluña, so pena de pactar con ERC (partido independentista, y por lo tanto, contrario, en extremo, al pensamiento mayoritario en la metrópolis). Por su parte, CIU subvenciona la Feria de Abril y se viste de partido estatalista y "amb seny", cuando, en verdad, sus políticas, poco han tenido de social, y mucho, de sectarismo. El hecho de que ambos partidos mayoritarios se hayan alejado de sus caladeros típico-tópicos hace que surjan nuevas opciones: Ciutadans y Reagrupament son la consecuencia.
Pese a la evidente rivalidad entre PSC y CIU, es obvio que su cohabitación es un hecho (muchos de sus dirigentes han compartido, durante años, pupitre y/o zona de recreo). Sin embargo, Ciutadans y Reagrupament son grupos opuestos, con ideas acérrimamente contrarias, lo cual, para algunos, significa el germen para el conflicto, para la balcanización. Yo, personalmente, creo que estos partidos son síntomas, "culpa" de la incompetencia de las grandes formaciones, síntoma de una ruptura, cada día más peligrosa, entre ambas entidades.
En un escenario donde el pasar los Monegros cada vez parece menos una frontera o donde Mataró ya no es el pistón de la economía española, Cataluña debe redefinirse. De poco o nada sirve que se esgrima el "victimismo" como herramienta vertebradora. Quizá alguien se sienta ofendido, incluso sorprendido, pero... ¿acaso nadie se da cuenta de que Madrid, Valencia, Zaragoza o Sevilla se nos están acercando en múltiples facetas? ¿es eso un motivo para "demostrar el robo, el expolio", o un motivo de orgullo, de haber sido capaces de colaborar en la creación de un proyecto común e ilusionante?. España, efectivamente, tiene muchas carencias, Cataluña sigue siendo superior al resto en mil y un aspectos. Pero, algunos, en tiempos difíciles, desean conservar el poder con servidumbres.
Decía un conocido dirigente nacionalista que una eventual reforma de la ley electoral catalana no podía pasar por dar un mayor peso al "Baix Llobregat", núcleo duro de la Metrópolis (Cornellá, Sant Boi, Molins de Rei...), tal vez, creo yo, se estaría refiriendo a que sería mejor ser sinceros, y establecer, con palabras claras, lo que tácitamente parece, cada día más, una dictadura de intereses, no sólo de ricos sobre pobres, sino de maleantes partícipes de una consolidada burrocracia sobre el común de los mortales. ¿Será acaso este el hallazgo del verdadero hecho diferencial?.
Segunda y tercera imagen: This file is licensed under the Creative Commons Attribution 3.0 Unported License. Fuente: Wikimedia Commons.
Genial artículo de Francesc de Carreras en: http://www.lavanguardia.es/lv24h/20091128/53832915810.html