martes, 14 de febrero de 2012

Mi meta eres tú.


File:Schedoni Paesaggio con amorino.jpgNuestra civilización se apoya en el sedentarismo, ficción social para un ser naturalmente nómada. Sea en busca de comida, de refugio, de placer, y cada vez más, por trabajo, el ser humano requiere del viaje como terapia y vía vital, mecanismo único por el que poder ir consiguiendo sustento. Como un ave migratoria, el intelecto nos hace tener siempre metas, objetivos hacia los que “volar”, aun cuando debamos luchar por el camino o contra el tiempo. No somos plantas que se arraiguen a un lugar cualquiera, sino seres pasionales que entrelazamos nuestros sentimientos. Somos seres sociales, animales políticos que requieren del viaje, sea éste físico o filosófico, para poder irse realizando.

Depredadores que siempre requieren de presa. Caza-recompensas compulsivos que vemos metas donde otros animales ni tan siquiera olfatearon. Somos el único ser capaz de morir por un ideal conscientemente. La meta es la esencia de nuestra propia naturaleza, por más relativista que pueda parecer la sentencia.

Me pregunto si hay alguna meta más sincera que el bienestar personal, querer buscar el bien para uno y los suyos. La búsqueda del río que como salmones estamos cuasi predestinados a tener que saltar. La búsqueda de ese oasis entre los desiertos de lo cotidiano. Lo realizable en buena hora, dentro de entre todos los posibles.

Ratifico que todo son pensamientos ante un espejo que me demuestra lo real. Lo lejana que parece la meta, aun cuando esté cerca. Cuán duros son los propios días, aunque siempre tenga la semana siete de ellos. Cuán preciado es un solo beso en soledad, aun cuando en compañía recibas cientos de ellos.

El calor del contacto amoroso, autopista de feromonas y calambres pasionales, no es más que un anelo, una meta, por el que bien vale la pena seguir luchando. El amor es una realidad entre ficciones, lo más pura, y menos disimulable, de entre todas las metas.

Quizá alguien pueda pensar que el amor no es racional, que es pasión loca que se diluye en el caos de las locuras humanas. Sin embargo, el amor es orden. Es el criterio que ramifica los caminos vitales, formando la referencia en función de la que nos guiamos. Buscar su encuentro es la razón, encontrar la ruta el motivo último de toda celebración.

Será un destello, o un mero sueño conforme con la fecha, pero más bien se asemeja a una visión mística, una de las que vieran los fundadores de doctrinas. Buscar en tu amante la meta de tus peregrinaciones, buscar entre sus senos el descanso para tu esfuerzo, no se me ocurre mejor designio por el que seguir transitando por entre los átomos de nuestras vidas. Agarrados a una ficción, que somos algo más que pasiones, siendo éstas, brazos de una misma causa última: en mi caso, tú, mi meta.

1 comentario:

Antonio dijo...

Buena disquisicion a propósito del Dia del Amor (que en su día fue totalmente comercial, dicho sea de paso) Yo creo que el Día del Amor deberían ser todos los días.