miércoles, 26 de marzo de 2008

La poética del túnel

Ya me dijo mi tía que vigilara con el túnel. Imaginar peligros para el ajeno es pocas veces señal de escaso cariño. No sé si me llevó a Granollers, Argentona, a Ítaca o Fantasía, el túnel es una joya que se disfraza de pesadilla. Una paranoia condenada a ser pasajera. Y es que existen túneles prometidos, seductores, oscuros y luminosos; otros confunden, invitan, o se pierden tras las sombras, riéndose a costa del conductor clase turista. Todo túnel es una metáfora, un entrar para no saber cuándo salir, un salir temido como el entrar, un final que llega a temerse, de tanto saborear el principio.

El túnel es poco misericordioso. Los Evangelios no pudieron con tan artificial accidente geográfico, todo es mentira en sus adentros, sólo vence la longitud, lo finito del recorrido. No quisiera pasar por túnel, teniendo posibilidad de autopista. La conducción siempre fue plácida en carriles amplios, asfaltos de cariños y seguridad en la carretera. ¡¿Por qué ir deprisa cuando se pueda transitar en fiesta?!

Pongamos que la montaña es el Destino, el túnel tus besos, la carretera el transitar de los minutos, el miedo a no poder estar tatuado en tus labios, en tus senos, con tu sonrisa y tu piel de terciopelo. Cual vampiro odio la luminosidad de la salida, ese despertar que me dice que todo fue un sueño. Redundantemente, sueño cíclicamente que estoy contigo en la eternidad, para después deprimirme al despertar, al tomar café, al percatarme de que todo es perecedero.

Perecedero en tanto que temporal. La poética de la carretera hace al túnel poeta, contraste entre las gráciles y excelsas paredes que luchan con lo limitado del trayecto. ¡Quisiera poder respirar sin retirar los labios del beso! ¡Profanar el altar de tu efigie, consiguiendo control del reloj, los segundos, tu cuerpo!

Sí tía, el túnel tiene peligro. Entrar implica salir, el momento implica al finito. Sólo quisiera reivindicar a las simples carreteras, lo mundano del vivir, lo excelso del disfrute, lo mágico de tu rostro, acabar con todo miedo, el deseo de entrar en un túnel, que en tanto me conduzca a ti, sea por siempre infinito...
Imagen: Yerba Buena Island tunnel on the Bay Bridge, 1 de Jacob Davies from Oakland, California, USA

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico análisis del túnel amigo Fujur... a decir verdad siempre me da la impresión de un vacío devorador, o una oscuridad penitente...

Striper dijo...

Per entrar al tunel nomes et cal encendre las lums i veuras com pasan les pors i trobes alo que busques si no sempre tenen sortida.

Anónimo dijo...

sorprendente, no lo dicho, si no el modo de decirlo, me ha llamado la atención, no se si me he perdido pero este último artículo tuyo no cuadra demasiado en la tendencia general que has desarrollado en este blog, lo veo más agil, ya que la extensión es reducida y el vocabulario menos complejo, y esto también le da un aire, quizá más juvenil, no sé. parece que la primavera ha llegado a tu blog!

esto no quiere decir, ni que el modo anterior me gustase poco, ni que este me gusta más, ambos recitados por tí son sencillamente geniales.

bess

nickjoel dijo...

sensacional forma de culturizarnos en el mundo de la poesia, o de la escritura convencional?, que importa, si de igual forma esta genial tu escrito, la forma como nos llevas por senderos de luz maravillsos, hay analogías que no las percibia, hay deseos que se escondian de mi...

siempre cautivan tus letras

un abrazo
dios te bendiga

juan rafael dijo...

Tuneles necesarios e hipnotizadores, todavia me acuerdo de un accidente que hubo en uno al mismo tiempo que la muerte de lady Di, y casi paso inadvertido.

isobel dijo...

ufffffffffff un deseo... que se cumpla, besos