sábado, 27 de junio de 2009

Zenobia

"Ya no quedaba ningún pudor; en las penosas circunstancias por las que pasaba el Estado, se llegó a tal punto que, mientras Galieno se comportaba de un modo incalificable, las mujeres, incluso, gobernaron de manera brillante, y aún las extranjeras".

Trebelio Polión, "Historia Augusta"

Existen nombres que denotan algo más que calificativos. Figuras que ocupan un lugar equidistante entre los dioses y los terrenos, entre la Verdad y el Mito. Como en tantas otras facetas de lo real, en todo lo que rodea al soberano de turno, ello es, aún, más manifiesto. Fuera de los casos de las "egipcias" Hatshepsut o Cleopatra, o la asiria Semíramis (quien se encaprichara de los memorables "jardines colgantes"), es extraño ligar nombres femeninos a la historia greco-romana. Como excepción que confirma la regla, durante el Bajo Imperio Romano - inicios del Imperio Bizantino surgieron nombres de mujer que ostentaron el máximo poder sobre las cabezas de miles de hombres; éste es el caso de Gala Placidia, Amalasunta, Teodora.... o Zenobia.

Refiriéndose a la época en que a la reina Zenobia le tocó vivir, Trebelio Polión, autor a quien se le atribuye comúnmente este fragmento de la "Historia Augusta", habla de un tiempo en el que las mujeres, incluso, gobernaban de una forma brillante (no limitándose a citar a las legendarias matronas romanas, sino que incluso, se atreve a referirse a las mujeres "bárbaras" o extranjeras).

Zenobia, menos conocida como Septimia Bathzabbai Zainib, era viuda de Odenato (príncipe "títere" de Roma, quien defendiera la frontera romana de Oriente frente a las terroríficas huestes persas). Justo cuando estaba en una de sus campañas, Odenato cayó asesinado (por un sobrino suyo, Meonio, según la tradición) junto a su hijo y heredero, Septimio Herodes, fruto de una relación anterior del cónyuge de Zenobia. No es extraño, de hecho, que se opine que bien pudiera haber sido ella quien ordenó su muerte, pues luego se alzó con el poder de su poderosa ciudad (y reino), Palmira, en tanto que regente, siendo herederos sus hijos, quienes estaban por detrás del difunto hijo de Odenato en la línea de sucesión.

El reino de Zenobia sería celebre por ser lugar de tránsito obligado para los mercaderes de la Ruta de la Seda. Allí llegaban las sedas chinas, las especias de la India, así como el incienso árabe. El clima "helenístico" de tolerancia hacia todas las religiones hizo que en su reino se aposentaran grandes sabios de la talla de Longino o de Pablo de Samosata (maestro de Arrio).

Volviendo con nuestra reina, los comentarios "machistas" del cronista romano no cesan con las palabras arriba citadas. Al caracterizar a Zenobia, recurso común en la época, se le tilda de "varonil", así como se afirman anécdotas tan curiosas de la reina como que, por ejemplo: era prudentemente genorosa y "se encargaba de la custodia del erario mejor de lo que es habitual en el género femenino", "cazaba con la pasión de los hispanos" o bebía con los soldados. En defensa de Polión debe decirse que era "cuestión de estilo", o cuanto menos común, considerar que la mujer siempre estaba supeditada al hombre, y como tal, era de inferior valía y mayor debilidad. Al ser válida, o más aún, "poderosa", Zenobia debía tener, como excepción, valores masculinos, y por ello, ser buena gobernante.

En nombre de su hijo (Vallabato), se hizo con el control de buena parte de la mitad oriental del Imperio (incluyendo a Siria, Egipto o Palestina, y por ende, a ciudades como las importantísimas Antioquía o Alejandría). El acto formal de soberanía fue la acuñación de moneda en su nombre, Odenato jamás se atrevió a ello, situándose, aunque fuera mera cuestión diplomática, siempre supeditado al Emperador romano. Zenobia se extralimitó, supero la costumbre de su difunto marido de hacerse llamar "Rey de reyes", con total mofa respecto al monarca persa, quien acostumbraba a llamarse así. Zenobia no usaba carruaje de mujer, dice el cronista, prefería utilizar el vehículo de soberana. Quizá la peor fortuna de Zenobia fuera la llegada al poder de uno de los conocidos como Emperadores de la "mano a la espada" (oriundos de la posterior Yugoslavia, al igual que Diocleciano, o el propio Justiniano), a la sazón, el Divino Aureliano.

Aureliano, dicen los cronistas romanos, no era "buena persona" pero sí un "eficaz gobernante". Reinstauró la unidad del Imperio cuando nadie volvía a apostar por ella (RESTITVTOR), acabando con la pretensiones de Tétrico (quien intentó crear un imperio paralelo en la Galia) y de Zenobia.... No obstante, para cualquier visitante de Roma será fácil reconocer, y admirar, la obra del Emperador romano, al ser él quien mandó construir las más pomposas defensas de la "ciudad eterna", la muralla aureliana.

Las catafractas (caballería acorazada) de la reina Zenobia no supieron aguantar el empuje de las tropas ligeras romanas, y sus auxiliares. Hasta el último momento, Zenobia esperó una ayuda de persas y árabes, la cual no llegó, o distó mucho de ser decisiva. Aureliano intentó ser clemente pidiendo la rendición, sin consecuencias, de la poderosa Palmira, Zenobia se negó, siendo hecha presa, posteriormente, cuando intentaba huir, montada en dromedaria, hacia la rival Persia. El carácter y fama de la reina de Palmira fue tal que el Emperador Aureliano la fue exponiendo en todas las urbes por las que pasaba. Durante su triunfo, suntuosa y bien ataviada, fue atada con gruesas cadenas de oro y enseñada, deshonrada, al pueblo de Roma. La venganza del romano fue sumamente sutil. En vez de morir estrangulada en las mazmorras, como acaecía con todos los monarcas prisioneros que eran exhibidos en los triunfos romanos, Zenobia fue "perdonada". Se le confinó en una rica villa de Tívoli, cerca de la que construyera Adriano con anterioridad (la célebre Villa Adriana, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco).

Aureliano fue sabio, en vez de hacer un mártir, al que pudieran seguir rebeliones en Egipto o la propia Palmira (de hecho volvió a revelarse la ciudad, siendo, esta vez, destruidas sus murallas, hasta que Diocleciano las reformó, situando un campamento romano, semejante al que hiciera, de forma un tanto "hortera", en el gran templo de Luxor), convirtió a la reina en una "honorable matrona romana", contrayendo, posteriormente, matrimonio con un senador.

Primera imagen: "Puesta de sol en las ruinas de Palmira, Siria." de Yvonnefm (This file is licensed under the Creative Commons Attribution ShareAlike 3.0).

Segunda imagen: "Queen Zenobia's Last Look Upon Palmyra" de Herbert Schmalz (http://www.illusionsgallery.com/Zenobia.html).

Tercera imagen: "Templo de Bel en Palmyra, Syria" de Yvonnefm (This file is licensed under the Creative Commons Attribution ShareAlike 3.0).

Cuarta imagen: Aureliano ("Busto in bronzo dell' imperatore Aureliano, secolo III d.C. Museo di Santa Giulia, Brescia". Italian Wikipedia, original upload mar 18, 2005 by Lotho2). Licencia GNU.

* Otros posts en Nubiru que te pueden interesar: 1) "Las catafractas y el inicio de la Edad Media" 2) "La mirada del águila" 3) "Gala Placidia o sobre el éxito de una mujer romana" 4) "La muerte de Teodora"

5 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

Muy interesante como siempre

Y pensar que Zenobia y la riqueza de su tierra pasaría al imaginario popular, ¿no?

Por cierto, bien machistas los romanos, yo que decía que los griegoseran los más más y los otros no estaban tan atrás tampoco, jajaja. Acá antes de los incas hubo un reino llamado Wari, el que sentó las bases de lo que sería el Imperio Inca, los caminos incas que aún se usan hoy en día en realidad son de esas épocas y los baños termales en que fue capturado el Inca Atahualpa por españoles también. Ahora son conocidos como los Baños del Inca, pero en realidad eran los Baños de la Reina, Wari tuvo matriarcado.

Atenea dijo...

Genial tu artículo sobre Zenobia!, durante muchos siglos a la mujer que se salía de los roles que se solía asignarle se la tildaba de "varonil" y pensar que eso se daba todavía a comienzos del siglo XX.

En algo tienen razón las feministas al quejarse de los roles que se construyen en relación al género, incluso ahora de forma bastante asolapada se plantea que mujeres y hombres siguen ciertos roles según su sexo.

Un abrazo :)

panterablanca dijo...

Genial, este artículo. Me ha encantado. Me ha llamado mucho la atención que Aureliano perdonara la vida a Zenobia para evitar rebeliones. ¿No se rebelaba el pueblo cuando el monarca hecho preso era un hombre, y moría extrangulado?
Besos selváticos.

El llano Galvín dijo...

Muy interesante como siempre!! No debería sorprender el machismo en el mundo clásico más cuando hasta hace bien poco eso seguía siendo así; cada cultura tiene sus características.
¿Qué es eso de la "horterada" del templo de Luxor? La historia de los edificios siempre debería ser tomada en cuenta y si unas pinturas murales romanas cubren unos relieves egipcios de la XVIII dinastía hay que aceptarlo ¿o acaso creemos que los edificios llegan hasta nosotros prístinos?
Un abrazo!!!

Anónimo dijo...

No se nada de la historia de estos personajes pero, me encantan todas estas cosas de antiguas historias y leyendas. Además de que es interesantísimo.

Abrazos virtuales. :)