Más allá de la actual crisis económica, a nadie se le escapa que nos hallamos ante un notable declive editorial, una etapa de pocos libros, caros y de no demasiada calidad literaria y/o estilística. El mercantilismo más agresivo ha subyugado a la cultura, el best-seller ha camuflado la ignorancia común haciéndonos ver que la multitud lee, virtud de tener libros asequiblemente económicos a su abasto. No intenten comprar un libro “de autor”, un libro de temática especializada, el manual universitario o el libro de lengua para los hijos de la ESO. Seguramente no tengan opción, la protección del precio único les hará pagar el módico robo de los libros de texto, enriqueciendo a los monopolios del libro, cobradores de “impuestos fácticos” del ahorro público, siendo entes totalmente privados. Definitivamente, uno de los pocos remedios a esta vorágine de libro-basura es visitar una librería de viejo. Las grandes ciudades acostumbran a tener algunas. No deja de ser, a la vez que un escaparate de sumo interés, una metáfora referente a las actitudes lectoras de los que nos antecedieron. Será muy difícil encontrar un libro que haya sobrevivido al combate de su anterior lectura: sobre las polvorientas mesas del comercio seguramente encuentren algún manual de ciencia anticuado (con preciosas acuarelas y heridas hechas a rayas de lápiz) o, con un poco de suerte, un libro de tapa dura, un clásico, un texto de actualidad inmutable que sea asequible al bolsillo y apetitoso para nuestra antecama lectora.
La Canuda es posiblemente la más célebre en Barcelona. Una atmósfera de misterio y suciedad polvorienta impregna al lugar. Los libros, desgraciadamente descatalogados, de la Austral dejan paso a ediciones asequibles de grandes clásicos, libros sobre la Segunda Guerra Mundial, manifiestos antifranquistas y demás joyas de la arqueología libresca. Como en toda prospección, sólo a veces se tiene suerte. Ayer fue un día de aquellos. Encontré el libro: “Esperando a los bárbaros” del Profesor Carlos Alonso del Real, célebre historiador alumno de Ortega.
Como buen exponente de la que algunos conocen como “historiografía etimológica”, dando vueltas al concepto de “bárbaro” redacta un libro sumamente aprovechable. No discrimina a ninguna descripción, conoce de blancos, asiáticos, hunos, negros, aztecas, nazis o germanos. El concepto de bárbaro se alza como excusa sobre la que reflexionar, incitándome, con lo que escribiera, a hacer en gran medida lo mismo. El autor recoge la denominación de Toynbee de bárbaro como “proletariado externo”. No muy lejos de esta afirmación, un bárbaro podría ser definido como un pueblo no muy primitivo exterior a la alta cultura, a mi gusto es la definición que mejor se ajusta a nuestros tiempos.
Una primera conclusión podría ser la que afirmara que hoy en día no hay bárbaros. Con la globalización nadie es ajena a la cultura global, la del matrimonio Pitt-Angelina y los partidos entre los Lakers-Celtics, Real Madrid y F.C. Barcelona. Totalmente de acuerdo, sin embargo, en la mente del organismo social (dígase EEUU o UE) siempre existe un “resto” de hombres que no participan de una misma consideración: no todo el mundo es europeo o estadoudinense. El fundamento de la barbarie actual, sin hacer referencia a nociones como el imperialismo, las diferencias de clase o la nueva esclavitud, encuentra sustanciales dificultades en una sociedad cada día más “positivizada”.
Dentro de la incultura, Estados hegemónicos como Israel o los EEUU fundamentan su “pole position” en la teoría del Mesianismo. El concepto de “alta cultura” se confecciona en torno a la elección de Dios de un pueblo privilegiado, creado a su imagen y semejanza. UE, siendo un poco más “artística”, pretende establecer una Constitución que genere esa norma fundamental que justifique su desprecio frente al resto de economías. Unos pretenden buscar su cauce en los valores cristianos, otros, en la propia democracia.
Si consideramos que los derechos fundamentales, ante todo occidentales, son el requisito a cumplir para participar de la "alta cultura", no dejan de existir contradicciones y metáforas malogradas. ¿Dónde ponemos a Guantánamo en nuestro bando o en los bárbaros? ¿y el genocidio de las “pateras”? Se mire por donde se mire el concepto de bárbaro sigue existiendo, con total vitalidad, en un mundo que dícese ser moderno, sin alcanzar a ser demasiado diferente al romano. Sólo espero que no sea algo inherente a los partícipes de nuestra especie, y que en el fondo, incluso nuestra historiografía a semejanza de nuestros genes, sea egoísta y etnocentrista.
Ilustraciones: 1) August Malmström, Orvar Odd informs Ingeborg about Hjalmar's death (1859), en:Nationalmuseum, en:Stockholm
2) A nándorfehérvári csata. Ismeretlen 19. századi festő munkája. (unknown painter, 19. century) scanned by user:Csanády
La Canuda es posiblemente la más célebre en Barcelona. Una atmósfera de misterio y suciedad polvorienta impregna al lugar. Los libros, desgraciadamente descatalogados, de la Austral dejan paso a ediciones asequibles de grandes clásicos, libros sobre la Segunda Guerra Mundial, manifiestos antifranquistas y demás joyas de la arqueología libresca. Como en toda prospección, sólo a veces se tiene suerte. Ayer fue un día de aquellos. Encontré el libro: “Esperando a los bárbaros” del Profesor Carlos Alonso del Real, célebre historiador alumno de Ortega.
Como buen exponente de la que algunos conocen como “historiografía etimológica”, dando vueltas al concepto de “bárbaro” redacta un libro sumamente aprovechable. No discrimina a ninguna descripción, conoce de blancos, asiáticos, hunos, negros, aztecas, nazis o germanos. El concepto de bárbaro se alza como excusa sobre la que reflexionar, incitándome, con lo que escribiera, a hacer en gran medida lo mismo. El autor recoge la denominación de Toynbee de bárbaro como “proletariado externo”. No muy lejos de esta afirmación, un bárbaro podría ser definido como un pueblo no muy primitivo exterior a la alta cultura, a mi gusto es la definición que mejor se ajusta a nuestros tiempos.
Una primera conclusión podría ser la que afirmara que hoy en día no hay bárbaros. Con la globalización nadie es ajena a la cultura global, la del matrimonio Pitt-Angelina y los partidos entre los Lakers-Celtics, Real Madrid y F.C. Barcelona. Totalmente de acuerdo, sin embargo, en la mente del organismo social (dígase EEUU o UE) siempre existe un “resto” de hombres que no participan de una misma consideración: no todo el mundo es europeo o estadoudinense. El fundamento de la barbarie actual, sin hacer referencia a nociones como el imperialismo, las diferencias de clase o la nueva esclavitud, encuentra sustanciales dificultades en una sociedad cada día más “positivizada”.
Dentro de la incultura, Estados hegemónicos como Israel o los EEUU fundamentan su “pole position” en la teoría del Mesianismo. El concepto de “alta cultura” se confecciona en torno a la elección de Dios de un pueblo privilegiado, creado a su imagen y semejanza. UE, siendo un poco más “artística”, pretende establecer una Constitución que genere esa norma fundamental que justifique su desprecio frente al resto de economías. Unos pretenden buscar su cauce en los valores cristianos, otros, en la propia democracia.
Si consideramos que los derechos fundamentales, ante todo occidentales, son el requisito a cumplir para participar de la "alta cultura", no dejan de existir contradicciones y metáforas malogradas. ¿Dónde ponemos a Guantánamo en nuestro bando o en los bárbaros? ¿y el genocidio de las “pateras”? Se mire por donde se mire el concepto de bárbaro sigue existiendo, con total vitalidad, en un mundo que dícese ser moderno, sin alcanzar a ser demasiado diferente al romano. Sólo espero que no sea algo inherente a los partícipes de nuestra especie, y que en el fondo, incluso nuestra historiografía a semejanza de nuestros genes, sea egoísta y etnocentrista.
Ilustraciones: 1) August Malmström, Orvar Odd informs Ingeborg about Hjalmar's death (1859), en:Nationalmuseum, en:Stockholm
2) A nándorfehérvári csata. Ismeretlen 19. századi festő munkája. (unknown painter, 19. century) scanned by user:Csanády
2 comentarios:
Interesante propuesta esta que nos haces.
Desde mi punto de vista, cuando se comprende la clausura operacional de los sistemas autopoiéticos, sobre la base de los acoplamientos estructurales y conductuales de tercer orden, problemas de los que tú hablas no existirían. "Traemos un mundo a la mano con el otro" como dicen los célebres Varela y Maturana.
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