Por más que nos empeñemos, el hombre es una pieza más dentro del Universo. A priori, bien pudiera parecer una reflexión desmesuradamente metafísica, religiosa o esotérica, mi intención es argumentar, mediante las siguientes líneas, todo lo contrario. Comencemos por la mente, Roger Penrose, uno de los físicos más eminentes de la actualidad, ha aplicado, satisfactoriamente, la teoría del Caos y de la Entropía en el funcionamiento de nuestro cerebro. Lo más “racional” de nosotros resulta funcionar de manera “irracional” y aleatoria. Nada debiera sernos sorprendente. El cerebro es una parte del todo, el cuerpo humano, que participa de un mundo que se rige por fuerzas físicas y demás acontecimientos que distan mucho de ser mesurables.
En alguna otra ocasión se ha hablado de la necesidad de romper con Euclides. Debemos indagar, merced de nuestra atávica curiosidad humana, en las rarezas y especialidades de la vida cuotidiana. Nada es perfecto, desde la farola (que por necesidad, sea en milésimas o en centímetros jamás será recta, hasta la puntualidad del profesor o del alumno o la jornada para el más común de los individuos mortales. En un paradigma de Evolución y Caos debemos aceptar nuestra humildad como objetos. La creencia en un “Ser Omnisciente” peca desde el primer momento en que se le atribuyen cualidades humanas: comprensión, bondad o conocimiento. El “error” cultural e histórico no deja de tener justificación: como es el hecho de que el propio hombre no fuera, desde el principio, el observador sino también el modelo y ejemplo. Los ritmos climáticos, de tanta actualidad hoy en día, o la evolución de las especies no son fenómenos “programados”, por poner dos ejemplos, seguramente también sean comprensibles sólo hasta ciertos límites.
Tanto en el análisis de la historia humana, como en el de la historia natural, tendemos a exaltar lo pasado frente a lo presente o viceversa, admitiendo un inevitable proceso hacia la complejidad y la perfección. Nada más lejos de la realidad, desde la óptica de la biología nos topamos con notables ejemplos de cuán equivocados están aquellos que han llegado a defender lo aquí expuesto. El ejemplo se remite a tres taxones: medusas, tiburones y cocodrilos. Ambos taxones tienen un origen que se remonta a 500, 400 y 220 millones de años, aproximadamente. A primera vista pudiera parecer que nos hallamos ante seres que han evolucionado, mutado y cambiado de forma exponencial con el paso de los años. La sorpresa no deja de ser mayúscula cuando nos percatamos de que, según los más autorizados paleontólogos, la estructura “primordial” de esta tríada de sobrevivientes no ha cambiado a lo largo de sendos milenios. Si bien los más “jóvenes” de los tres experimentan, estadísticamente, cierto retroceso, es tan sorprendente como inquietante, cómo las medusas están en pleno auge (con el aumento de la temperatura de los mares), cuando resulta que llevan poblando el planeta ¡desde hace 500 millones de años! En lo que se refiere tiburones y cocodrilos, ambos han sido objeto de estereotipos, leyendas y menosprecios.
Los cocodrilos surgieron sobre la faz terrestre poco antes de que lo hicieran los dinosaurios, no faltando argumentos en favor de la superioridad evolutiva de los primeros, puesto que los saurios hace tiempo que se extinguieron. De hecho, especies como Deinosuchus (con hasta 15 metros de longitud por 9 toneladas de peso) o Sarcosuchus (11 m.) se alimentaron de dinosaurios, tal y como lo hacen sus descendientes, con los hegemónicos mamíferos, en los ríos tropicales de todo el Mundo. Bien es cierto, que en la evolución existen inventos, “modas” que (como los vaqueros) persisten en el tiempo, mientras que otros “experimentos-inventos” desparecen con el paso del tiempo. Ejemplos de ello bien podrían ser, a modo de cita, la aparente “contradictio in terminis” de los cocodrilos terrestres.
En definitiva, el Pasado es imperfectamente averiguable, mientras que el Futuro es imposible de escrutar. El hombre ha tendido hacia la generalización de sus percepciones, como si fueran las fuerzas y constantes que mueven un eventual equilibrio en el Mundo. Que nadie piense en fuerzas omniscientes que lleven atributo humano alguno, el camino de la Ciencia es separar al hombre del medio: demostrar, empíricamente, nuestra posición ínfima en un Universo eterno...
En alguna otra ocasión se ha hablado de la necesidad de romper con Euclides. Debemos indagar, merced de nuestra atávica curiosidad humana, en las rarezas y especialidades de la vida cuotidiana. Nada es perfecto, desde la farola (que por necesidad, sea en milésimas o en centímetros jamás será recta, hasta la puntualidad del profesor o del alumno o la jornada para el más común de los individuos mortales. En un paradigma de Evolución y Caos debemos aceptar nuestra humildad como objetos. La creencia en un “Ser Omnisciente” peca desde el primer momento en que se le atribuyen cualidades humanas: comprensión, bondad o conocimiento. El “error” cultural e histórico no deja de tener justificación: como es el hecho de que el propio hombre no fuera, desde el principio, el observador sino también el modelo y ejemplo. Los ritmos climáticos, de tanta actualidad hoy en día, o la evolución de las especies no son fenómenos “programados”, por poner dos ejemplos, seguramente también sean comprensibles sólo hasta ciertos límites.
Tanto en el análisis de la historia humana, como en el de la historia natural, tendemos a exaltar lo pasado frente a lo presente o viceversa, admitiendo un inevitable proceso hacia la complejidad y la perfección. Nada más lejos de la realidad, desde la óptica de la biología nos topamos con notables ejemplos de cuán equivocados están aquellos que han llegado a defender lo aquí expuesto. El ejemplo se remite a tres taxones: medusas, tiburones y cocodrilos. Ambos taxones tienen un origen que se remonta a 500, 400 y 220 millones de años, aproximadamente. A primera vista pudiera parecer que nos hallamos ante seres que han evolucionado, mutado y cambiado de forma exponencial con el paso de los años. La sorpresa no deja de ser mayúscula cuando nos percatamos de que, según los más autorizados paleontólogos, la estructura “primordial” de esta tríada de sobrevivientes no ha cambiado a lo largo de sendos milenios. Si bien los más “jóvenes” de los tres experimentan, estadísticamente, cierto retroceso, es tan sorprendente como inquietante, cómo las medusas están en pleno auge (con el aumento de la temperatura de los mares), cuando resulta que llevan poblando el planeta ¡desde hace 500 millones de años! En lo que se refiere tiburones y cocodrilos, ambos han sido objeto de estereotipos, leyendas y menosprecios.
Los cocodrilos surgieron sobre la faz terrestre poco antes de que lo hicieran los dinosaurios, no faltando argumentos en favor de la superioridad evolutiva de los primeros, puesto que los saurios hace tiempo que se extinguieron. De hecho, especies como Deinosuchus (con hasta 15 metros de longitud por 9 toneladas de peso) o Sarcosuchus (11 m.) se alimentaron de dinosaurios, tal y como lo hacen sus descendientes, con los hegemónicos mamíferos, en los ríos tropicales de todo el Mundo. Bien es cierto, que en la evolución existen inventos, “modas” que (como los vaqueros) persisten en el tiempo, mientras que otros “experimentos-inventos” desparecen con el paso del tiempo. Ejemplos de ello bien podrían ser, a modo de cita, la aparente “contradictio in terminis” de los cocodrilos terrestres.
En definitiva, el Pasado es imperfectamente averiguable, mientras que el Futuro es imposible de escrutar. El hombre ha tendido hacia la generalización de sus percepciones, como si fueran las fuerzas y constantes que mueven un eventual equilibrio en el Mundo. Que nadie piense en fuerzas omniscientes que lleven atributo humano alguno, el camino de la Ciencia es separar al hombre del medio: demostrar, empíricamente, nuestra posición ínfima en un Universo eterno...
- En primer término: fotografía de http://www.flickr.com/photos/carbonnyc/57601830/ (sujeta a Creative Commons Attribution ShareAlike 1.0 License). En segundo lugar:
- Lissodus reconstruction for diploma thesis of J. Fischer, University Freiberg, Germany. http://www.dinosauromorpha.de/pal_nondino/gal_nondino.htm
- Debajo: interesante montaje musical con imágenes de diferentes medusas.