viernes, 9 de mayo de 2008

Mapaches y familia

Exista cierto pensamiento, común en todos los occidentales, que nos hace pensar en unos animales y no en otros. Por más que vayan pasando los siglos desde su extinción en Norteamérica, los estadoudinenses siguen teniendo al elefante, al león o al camello para partícipes clave en su imaginario faunísitico. Siguen siendo algunos de los animales más célebres, configurándose como una suerte de “acervo cultural” que nos hace premiar al águila, sea real o calva, en vez del cóndor y al león, con o sin melena, en vez del puma o el jaguar. Cierto es que, animales como los camellos, tuvieron su origen en las sabanas del continente americano (quedando sólo las vicuñas, llamas, alpacas y guanacos como testimonios de ello, todos en Sudamérica), pero la verdad es que la celebridad que tienen estos animales entre los niños no se debe a ello, sino a algo más remoto y, sobretodo, occidental. Aquello que sucede en el todo incluye, necesariamente, a la parte. Los animales “prototipo” de la megafauna sufren un fenómeno que igualmente sufren sus congéneres menores. Pongamos al mapache como ejemplo.

Los mapaches forman parte de la familia de los “Procyónidos”, familia que incluye a especies, ninguneadas, como el coatí o el mico rayado, éste último de Méjico. Sus parientes más cercanos son los mustélidos, o lo que es lo mismo, la familia del tejón, la nutria o la comadreja. Ambos ocupan nichos equivalentes, sólo que los primeros conquistaron solo el Nuevo Mundo, consiguiendo los mustélidos ambos. Junto con osos, cánidos y focas forman el suborden de los “Caniforma”, constituyéndose la familia de los mapaches como la más desconocida, sin duda, de todo el orden. Sorprendentemente, realizar un somero estudio sobre los mapaches y su familia es una forma, genial, de sumergirse en la América más genuina, menos occidental, más pura en singularidades, rumores y leyendas.

Etimológicamente, “mapache” dícese que procede del término náhualt (lengua de los antiguos mexicas-aztecas) “mapactli”, o lo que es lo mismo, “el que tiene manos”. Este origen de la palabra mapache debe de contrastarse con el origen del término inglés “racoon”, del algonquino “aroughcoune”, es decir, “el que se rasca con las manos”. Sin motivo especial alguno, es sumamente expresivo el término por el que se conoce al animal en lengua catalana: “os rentador”. Todos estos términos hacen referencia a la curiosa, y acaso humana, costumbre del mapache de lavarse las manos, y la comida, antes de alimentarse. A efectos antropológicos, es sumamente curioso el hecho de que en “mejicano” de denomine mapache a aquel político que roba votos en el desarrollo de una elección: ya sea por las costumbres alimenticias del animal (roba huevos y demás alimentos en su hábitat) o por el hecho de tener un antifaz, señal de los ladrones, en su graciosa cara. El mapache es el animal más conocido de una familia totalmente desconocida. Sin embargo, el premio al más bello, quizás incluso entre todos los mamíferos, debe rivalizarlo con su pariente, el panda menor, animal que antaño se asimiló al panda gigante, en la actualidad considerado un úrsido.

Después de estos dos insignes miembros (éste último el único pariente que habita en el Viejo Continente), existen multitud de seres, más propios de un viaje a tiempos prehistóricos o de una visita a mundos imaginarios. Nos estamos refiriendo al curiosísimo coatí (inteligente y bello animal de las selvas de Sudamérica) o a los misteriosos kinkajou, potos o el mapache cangrejero.

Definitivamente, el conocimiento social que se nos inculpa procede de aquellas experiencias que, valga la redundancia, experimentaron la élite de los que forman nuestra cultura: las clases dominantes de Occidente. Si en los campos de Escocia o Valladolid existen nutrias y tejones, ¡es normal que los cuentos versen sobre ellos y no sobre el mapache, y mucho menos, sobre el kinkajou¡ Que nadie se engañe, culturalmente, siguen existiendo el Viejo y el Nuevo continente...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo el reino animal y mundo natural es maravilloso. No entiendo como el hombre muchas veces se empeña en destruirlo.

Besitos.

Anónimo dijo...

A mí tu blog también me parece maravilloso, estoy un poco desconectada, pero me ha encantado tu visita, eres un gran escritor, te admiro mucho. Tengo una perra una gata y más porque no podría atenderlos, son tan maravillosos y tan agradecidos...
Besos

El llano Galvín dijo...

Hola Jufur, tus posts tan interesantes como siempre; da lo mismo de qué hables, escribes francamente bien. Enhorabuena!!!

Por cierto, ya sé quien es Celia. Hace mil años que no la veo pero ella me conoció mucho cuando era pequeño; mi tía y una de sus hijas son amigas. Lo que te decía, el mundo es un pañuelo.

Un abrazo!!!!!

Dinorider d'Andoandor dijo...

En los manglares del extremo noroete de Perú a los mapaches los campesinos les dicen ositos lavadores u ositos cangrejeros, ambas cosas ligadas de la mano. Los de acá son algo así como una versión "light" del norteamericano, yo he visto un par hace aaaaaaaaños y en verdad recuerdo sus "manos" parecían más las de un caucásico velludo ¡jajaja!.

Anónimo dijo...

hoy me ha tocado sesión doble en tu blog, primero lobos y despues mapaches! realmente buenas ambas, algo más divertida esta :P jajaj
bss

William Buckland dijo...

Muy interesante lo que nos cuentas de los mapaches, Fujur, además redactas excelentemente; lo cual resulñta muy agradable al lector.
Me han sorprendido especialmente los orígenes etimológicos del término mapache.

Un saludo.