Todo lo que resulta o puede resultar rentable acostumbra a ser objeto de deseo por parte de quines manejan las finanzas. De hecho, el poderío económico de las élites empresariales, en no pocas ocasiones, es resultado de una acertada política especuladora en relación con aquellos valores, o recursos, que en un futuro están predestinados a generar ganancias a, comparativamente, ínfimo coste. El desembarco de las grandes firmas bancarias en el mercado inmobiliario español ha sido una gran muestra, al igual que la privatización de las grandes compañías energéticas y de comunicaciones o, más recientemente, la inversión en equipos de fútbol.
Dentro de las conocidas como “páginas sepia” de “El País”, este domingo, día 13 de julio, me ha llamado mucho la atención el artículo: “Los 'tiburones' se ponen las botas” escrito por David Fernández. Con motivo de la entrada en escena del “magnatísimo” Juan Villalonga, tomando el control del Valencia C.F., este interesantísimo reportaje repasa el panorama futbolístico actual, en cuanto a lo que a su vertiente económico, especuladora, se refiere.
De este artículo me gustaría destacar dos cifras. En primer lugar, el dato de que: “de los 20 clubes más ricos, la mitad está inmerso en alguna operación relacionada con la construcción de un nuevo campo o la ampliación del actual. El Valencia es uno de ellos”. En segundo lugar, las plusvalías conseguidas por algunas personalidades, con la compraventa de las acciones de ciertos clubes de fútbol (véanse los 75 millones de libras pagados por el magnate uzbeko Alisher Usmanov, con el afán de conseguir el 14,65% del Arsenal (cifra que debe compararse con las 300.000 libras que pagó su anterior propietario, David Dein, por el control de este club). Más de la mitad de los equipos de la Premier League (Liga inglesa de fútbol profesional) se halla bajo el control de manos foráneas. El fútbol, hoy más que nunca, es un negocio. Un reducto que ha conseguido configurarse como una suerte de canal “franco” en el que la corrupción y el blanqueo de capitales están ganando influencia.
El fútbol se halla ante una vital encrucijada. Por un lado están aquellas gentes que disfrutan viendo el deporte en sí mismo, fueren infantes de pocos años o veteranos entrados en carnes. Dentro de un segundo grupo están aquellos radicales, que identifican al club como suyo, muestra de sus ideales y sentimientos, por definición exclusivos y excluyentes frente al resto. En tercer lugar, visto lo visto, se está configurando el ínfimo, en cantidad, grupo de quienes ven en el fútbol un recurso, un mercado ansío de especulación e inversión en terreno, capital o, mejor dicho, simple dinero.
Clubes históricos, detentadores de pródigas canteras deportivas, se hunden, o reducen su importancia, ante gigantescos capitales que ven en el negocio, no un tipo de deporte o entretenimiento, sino ante todo, un negocio. En España podría verse el binomio: Sporting de Gijón v.s. Villareal, en Europa el formado por Chelsea v.s. Estrella Roja, Partizán, o Steaua de Bucarest, en el mundo, muy significativamente, la Bundesliga alemana frente a la Premier inglesa.
Dentro de este pródigo artículo, arriba citado, se explica cómo los clubes alemanes, en su mayor parte, se basan en una estructura de “propiedad comunal” (tan típica, después de todo, del derecho germánico) y no en sociedades anónimas de posible apropiación privada. En Alemania el fútbol sigue siendo algo, un tanto deportivo, pese a haber igualmente negocio. De hecho, el diario cita la polémica existente en la nación germana referente a si debe admitirse, o no, la entrada de capitales privados en la Bundesliga, con el afán de impedir que siga, ésta, perdiendo peso relativo frente a los clubes de Inglaterra. España, como en tantas otras cosas, es un “tertium genus”, pues frente a algunas sociedades anónimas deportivas, como el Betis, el propio Valencia o el Deportivo de la Coruña, siguen existiendo algunos clubes deportivos profesionales, “ajenos” (por más que se empeñen su directivos actuales) a la propiedad privada. Nada más, ni nada menos, que se trata del Osasuna, el Atletic de Bilbao, el Real Madrid y el F.C. Barcelona.
¿Cuál es el camino a seguir? es una repuesta de difícil solución. Creo que todo depende, en no poca medida, de cómo sean de fuertes los ingleses en orden a conservar uno de sus mayores tesoros “culturales”, o al menos, comparativamente más relevantes. En sus manos está “reinventar” el balompié, o devolver a este deporte su consideración como tal. Dudo de que la propia Bundesliga, la Liga Española, o las ligas Italiana, Griega o Turca se resistan a los grandes capitales, si es que se ven privadas de buenos jugadores y negocios. Un ejemplo final, el poderosísimo George Soros, paladín del “Imperio Oscuro” (que dirían algunos) de los Rothschild, ya es accionista del Galatasaray, e intenta hacerse con el control de la Roma; ¿qué es lo más conveniente para nuestro deporte rey? ¿qué es lo más rentable en términos económicos? La pelota está en juego, valga la gracia barata, no habiendo tenido jamás la expresión “tanto” significado.
WEBS CLAVE:
- Primera imagen: "MCCHORD AIR FORCE BASE" de LANCE S. CHEUNG, MSGT, USAF.
- Segunda imagen: " Harrow School Footer Field aquarelle d'après un dessin de Walter Cox." de Thomas M. Hemy (1852-1937).
3 comentarios:
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buenas dias
Demetrios
Me pierdo en temas fubolisticos lo que es seguro que algunos se forran.
todo se compra, todo se vende
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