Era un despertar mesozoico, el termómetro celebró no haber sido inventado, los rayos del Sol reflejaban, en el agua del riachuelo, el rostro del sediento espécimen de turno. Saurópodos, picos de pato… todos los grandes saurios acuden a nutrirse del mineral líquido, combustible de titanes. La tranquilidad asemeja ser la de una gran taberna, grandes comensales con buenas reservas. Los ruidos son ninguneados por la hermosura de la escena, unos corren y juegan, otros se nutren, se limpian, o simplemente, contemplan.
El clímax de los dinosaurios ha llegado, sobre la faz de la Tierra, su Imperio se impone a golpe de genes y fuerza. El gran patrimonio biológico comienza a repartirse cuando el causante sigue con vida. Los herederos se lo creen vespertinamente, poseyendo su parte ante la presencia de su benefactor, quién, por otra parte, dentro de poco, taxonómicamente habrá desaparecido. Pequeños aleteos se siente en el campo aéreo, la flota aviar comienza a convertirse en enjambre, sus cantos se constituyen en orfeón, mientras que los pobres saurios, se conforman con ser oyentes…
Su hora llegará antes que después, sus plumas lucen lozanía, vitalidad, poder frente a las escamas de sus padres biológicos. La sangre les fluye aun más caliente, el hecho de ser aves les asegura un billete en el juego biológico de los próximos tiempos. Claro que deberán atravesar peligros, gripes aviares, depredadores reptilianos y el despertar del auge de la civilización humana, sin embargo, su vanidad les llena el buche de sueños, de garantía de poder surcar cielos venideros, ser libres en el anárquico vapor madre, ser dóciles al Destino, determinantes en los paisajes de mañana, hoy y antes.
La calma del riachuelo se transforma en una orgiástica vorágine de aleteos sedientos. Los nuevos seres beben y se relacionan ante los fríos ojos del dinosaurio. Las gigantescas pupilas del saurópodo no dejan ser espejo en el que se miran los coquetas pajarillos. El vuelo se avecina, también el entierro.
Hipotéticamente nada de esto pudo haber pasado. La conciencia de hallarse ante un grupo de nuevos seres no parece estar dentro de los posibles de la psique sauriana. Seguramente sólo han visto individuos sin ningún peligro, sucedáneos de pequeños terópodos, que lejos de estar dotados de peligrosas armas, de dedican a cazar insectos. No creen que tengan que ver nada con sus primos raptores, la marca de zumo aún no fue descubierta, los parentescos tampoco.
Los saurópodos se levantan, los picos de pato les siguen, seguramente sea un día doblemente duro, hace calor y la vegetación se prepara para la llegada del próximo otoño. Me solidarizo con mis queridos individuos mesozoicos, bebo agua mientras vuelan sobre mí palomas, gaviotas y gorriones, veo algo de sus antepasados por lo que antaño leyera, alas que fueron velociraptores en otras vidas, quién sabe qué puedan ser en el Futuro. La Vida se abre paso aunque nos coste entenderlo. Los individuos se suceden como las especies, los estados se pasan el testigo amenazando con el cambio, los presentes en el tiempo actual no pueden alcanzar conocimientos que custodia la biología y lo caótico del Tiempo.
Quizás sean las medusas, las cotorras argentinas, la reinserción del bisonte europeo o la recuperación del quebrantahuesos, la Vida se abre paso y no alcanzamos a verlo. Las gaviotas cazan palomas, las palomas comienzan a conformarse con cualquier alimento, las medusas invaden los mares y los seres que se alimentan de ellas seguirán apareciendo, la inercia de la Evolución consume al consciente y al incrédula, en tanto que fuerza aparentemente divina, fuerza de lo vivo, vorágine de los Tiempos, respuesta para todo aquél que pretender ser omnipresente e intentar comprender aquello que dista mucho de sernos paralelo….
El clímax de los dinosaurios ha llegado, sobre la faz de la Tierra, su Imperio se impone a golpe de genes y fuerza. El gran patrimonio biológico comienza a repartirse cuando el causante sigue con vida. Los herederos se lo creen vespertinamente, poseyendo su parte ante la presencia de su benefactor, quién, por otra parte, dentro de poco, taxonómicamente habrá desaparecido. Pequeños aleteos se siente en el campo aéreo, la flota aviar comienza a convertirse en enjambre, sus cantos se constituyen en orfeón, mientras que los pobres saurios, se conforman con ser oyentes…
Su hora llegará antes que después, sus plumas lucen lozanía, vitalidad, poder frente a las escamas de sus padres biológicos. La sangre les fluye aun más caliente, el hecho de ser aves les asegura un billete en el juego biológico de los próximos tiempos. Claro que deberán atravesar peligros, gripes aviares, depredadores reptilianos y el despertar del auge de la civilización humana, sin embargo, su vanidad les llena el buche de sueños, de garantía de poder surcar cielos venideros, ser libres en el anárquico vapor madre, ser dóciles al Destino, determinantes en los paisajes de mañana, hoy y antes.
La calma del riachuelo se transforma en una orgiástica vorágine de aleteos sedientos. Los nuevos seres beben y se relacionan ante los fríos ojos del dinosaurio. Las gigantescas pupilas del saurópodo no dejan ser espejo en el que se miran los coquetas pajarillos. El vuelo se avecina, también el entierro.
Hipotéticamente nada de esto pudo haber pasado. La conciencia de hallarse ante un grupo de nuevos seres no parece estar dentro de los posibles de la psique sauriana. Seguramente sólo han visto individuos sin ningún peligro, sucedáneos de pequeños terópodos, que lejos de estar dotados de peligrosas armas, de dedican a cazar insectos. No creen que tengan que ver nada con sus primos raptores, la marca de zumo aún no fue descubierta, los parentescos tampoco.
Los saurópodos se levantan, los picos de pato les siguen, seguramente sea un día doblemente duro, hace calor y la vegetación se prepara para la llegada del próximo otoño. Me solidarizo con mis queridos individuos mesozoicos, bebo agua mientras vuelan sobre mí palomas, gaviotas y gorriones, veo algo de sus antepasados por lo que antaño leyera, alas que fueron velociraptores en otras vidas, quién sabe qué puedan ser en el Futuro. La Vida se abre paso aunque nos coste entenderlo. Los individuos se suceden como las especies, los estados se pasan el testigo amenazando con el cambio, los presentes en el tiempo actual no pueden alcanzar conocimientos que custodia la biología y lo caótico del Tiempo.
Quizás sean las medusas, las cotorras argentinas, la reinserción del bisonte europeo o la recuperación del quebrantahuesos, la Vida se abre paso y no alcanzamos a verlo. Las gaviotas cazan palomas, las palomas comienzan a conformarse con cualquier alimento, las medusas invaden los mares y los seres que se alimentan de ellas seguirán apareciendo, la inercia de la Evolución consume al consciente y al incrédula, en tanto que fuerza aparentemente divina, fuerza de lo vivo, vorágine de los Tiempos, respuesta para todo aquél que pretender ser omnipresente e intentar comprender aquello que dista mucho de sernos paralelo….
Procedencia de las imágenes : primera de Luis Rey, segunda de Dinosauromorpha
4 comentarios:
Esta claro que por mucho que el hombre intente controlar cuanto acontece la "vida" tiene su propio ritmo y su propia inercia.
No podemos predecir todavía las consecuencias de todos nuestros actos contra el mundo natural que nos rodea y logicamente contra nosotros mismos. Vamos actuando, modificando cuando no arrasando cuanto hay a nuestro paso, pero más tarde o más temprano esa vida se nos escapa de entre las manos imposible de atrapar.
En fin que no sé si por suerte o por desgracia pero el hombre no es capaz (y espero que no lo sea) de controlar "la vida".
P.D.Me dejaste con un par de dudas, en tú último comentario :P
Besitos señor don "puedo con todo si el contenido lo merece" :P
Que interesante todo los que escribes sobre como vemos la evolución, de lo incomprensible y todavía no encontramos respuesta a muchas cosas
Hoy salió por las noticias una gaviota que todos los días va a una tienda y se lleva un paquete de papas... o_Oº
Besotesssssssssssss
FUNDAMENTO DE LA PAELLA
A TODOS LOS QUE SE INTERESAREN POR LA GENUINA PAELLA VALENCIANA
GASTRONOMIA VALENCIANA
(Made in Spain)
(Fragmentos)
Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducci�n total o parcial, por cualquier medio, sin autorizaci�n escrita del autor Juan B. Vi�als Cebri�. Inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual, V.- 1-08-2007.
Seg�n podemos saber por medio de la documentada �Agencia Valenciana del Turisme�.-La gastronom�a valenciana est� basada hist�ricamente en:- "Los diez libros de agricultura del famoso Columela, el Libro de Cocina del romano Apicio, las Etimolog�as de San Isidoro (siglo VIII), el Libro de Cocina Hispano- Magreb�. Traducido por Ambrosio Huici Miranda (siglo XIII), incluidos muchos p�rrafos metaf�ricos de la poes�a arabito andalus� surgidos de la imaginaci�n de Ben al Talla y Cafar Ben Hutman, entre otros literatos, adem�s del libro Arte de Cozina del valenciano Diego Granado, cocinero de Felipe II, configuran un gigantesco antecedente cultural que de una forma directa o velada posee un fiel reflejo en muchos de los h�bitos alimenticios de estas tierras". Por mi parte decir, que mis meritos, o conocimientos gastronomicos, caso de poseerlos, son debido, a los continuados consejos y a las meritorias confidencias que en la d�cada de los a�os sesenta, con tanta paciencia me revelara mi t�a Maria, la hermana de mi madre, poseedora de la autentica �recepta� (receta) de la paella de la Parreta.
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La idea o FUNDAMENTO de la PAELLA VALENCIANA, tiene entre otras razones, dar ha conocer el origen de la genuina receta nacida en la loada alquer�a de la Parreta, que se encontraba situada en un luminoso lugar del septentri�n de extramuros de la ciudad de Valencia. Adem�s proyecta encaminar para que este Fundamento sirva de gu�a y estricta observancia de cuales son las materias primas que se ajustan a la verdadera formula de la paella reina y se�ora de la gastronom�a valenciana. Se le llama paella, no paellera, ni caldero, por que a s� lo decidieron con acierto los ricos huertanos, y los labradores valencianos; en todo caso, paellera es la mujer que cocina la paella. Como ocurri� con muchas de las recetas gastron�micas tradicionales, la paella surgi� como un plato condimentado por las servidumbres para agasajar a sus se�ores, due�os de las acrisoladas alquer�as consideradas autenticas mansiones rurales en el antiguo reino de Valencia. Los servidores o cocineros de los ricos huertanos, en las celebraciones m�s significativas, cocinaban la "paella sense m�nec", un recipiente que ahora los valencianos llamamos sencillamente paella. En principio, esta palabra designa el condimento y el recipiente; esa confusi�n de significado, provoc� para deshacer la ambig�edad, la l�gica aparici�n del t�rmino "paella sense m�nec". Fue en ese recipiente c�ncavo donde germin� la deliciosa paella de la Parreta reina y se�ora de la gastronom�a mediterr�nea.
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Expuestos cuales son nuestros verdaderos prop�sitos, nos referiremos brevemente, aunque solo sea para dejar constancia del anacronismo que supone para el cocinero purista las llamadas paellas mixtas, al igual que las otras, las que son un amasijo de demencias de ingredientes propios de cocineros inexpertos. Las multitudinarias, donde por medio de cadenas y plataformas de hierro se preparan un sinf�n de raciones de paella. Y las llamadas �populares� que se condimentan con unos hierros triangulares en el suelo de las calles. Antonio Vergara, prestigioso gastr�nomo valenciano, siempre tan oportuno, tiene escrito algo que viene muy aprop�sito.- �Cocinar cualquier cosa no debe entenderse una expresi�n despectiva; antes al contrario. Cocinar cualquier cosa quiere decir exactamente que los falleros le dan menos importancia al resultado de su atrevimiento culinario que al hecho social de que mucha gente coma del mismo caldero �independientemente de su bondad-, pues creen que una paella desastrosa, una fideu� �dem, un arr�s amb fesols i naps, o unas chuletas a la brasa, valen en tanto en cuanto las personas se arraciman en torno a la lumbre callejera�. Por lo tanto todas las mencionadas irreverencias culinarias, nada tienen que ver con aquellas paellas que anta�o se elaboraban con tanta solemnidad, ceremonial, y boato. Con el rigor hist�rico que merece tan preciado manjar, la paella valenciana naci� en principio, para solemnizar los grandes acontecimientos de �ndole santoral, o familiar de los se�ores huertanos, despu�s de la mano de la burgues�a capitalina, se integr� en los c�rculos art�sticos y culturales de Alicante, Castell�n y Valencia. Por aquellos mismos tiempos los due�os de tan magnas alquer�as y predios, segu�an siendo en su mayor�a los herederos de aquellos caballeros que formaron las mesnadas que acompa�aron al rey Don Jaime I, durante la reconquista del antiguo Reino de Valencia. Esos mismos poderosos huertanos asum�an plenamente el c�lebre consejo del ensalzado Brillat-Savarin. Siglo XVIII-XIX, el no va m�s del refinamiento, autor de "Fisiolog�a del Gusto o Meditaciones de Gastronom�a Trascendente": su m�xima: "Convidar a una persona es encargarse de su bienestar durante todo el tiempo que est� en nuestra casa.�
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La difusi�n de este tan exquisito plato entre los m�s exigentes del mundo de la gastronom�a, lo haremos entrando con la paella condimentada con la ortodoxa receta de la Parreta, y por lo tanto nos incorporaremos con buena salud para llegar hasta el gusto y fomentar as� la cultura gastronomica a trav�s de este plato tan singular. Acompa�ando a la dieta mediterr�nea daremos a conocer en todo el mundo, el plato m�s universal de la Comunidad Valenciana.
El nacimiento de tan singular condimento, lo debemos de situar en el siglo XVIII, data que nos la viene a confirmar la cr�nica del Doctor Don Gregorio Mara�n, hombre justo, humanista y liberal, considerado como uno de los m�s brillantes intelectuales espa�oles del siglo XX. Adem�s de su erudici�n, destac� por su elegante estilo literario. En la d�cada de los a�os cincuenta, dejaba escrito este interesante par�grafo, que sirve como veraz confirmaci�n de la partida de nacimiento, de tan exquisito plato, ya que don Gregorio, que nunca escrib�a a humos de paja, nos deja constancia que la paella era la comida con que se agasajaba a la nobleza, y era por lo tanto, el rico manjar, con que eran obsequiados los m�s ilustres visitantes del viejo Reino de Valencia.-
�En todas las tierras valencianas reina, con rutilante y variada gloria, la paella. Maravillosa es la valenciana. Nadie puede poner reparos a su calidad, que se mantiene sin desmayos a trav�s de los siglos: desde los d�as en que un embajador de Lu�s XIV (1638-1715), sabio en todas las artes culinarias, mor�a, empero, a los tres d�as de desembarcar, ah�to de paella valenciana, hasta nuestros horas de hoy, en que uno de los grandes cirujanos de Am�rica me confi� que por una paella como la que acababa de degustar en Valencia cambiaria todo el Museo del Prado (...)".
Para subrayar el boato que rodeaba la elaboraci�n de esta delicia gastron�mica, baste recordar, que en pleno siglo dieciochesco, las paellas se condimentaban en art�sticas cocinas recubiertas con primorosos azulejos. Otra muestra de la importancia que conced�a la nobleza capitalina y la huertana a la gastronom�a aut�ctona en esa centuria, nos lo prueban las se�oriales cocinas todas ellas de gran belleza, decoradas art�sticamente con policromados azulejos procedentes de entre otros lugares de la ciudad de Alcora, donde se encuentra la Real F�brica de Loza y Porcelana que fund� en 1727 el Conde de Aranda en esta ciudad castellonense; o bien de la no menos famosa cer�mica originaria de Manises, Onda, o Paterna: azulejos fabricados diestramente con pigmentos y polvo de vidrio sobre arcilla, repletas de escenas culinarias, y ornamentos religiosos donde sus paneles representaban por lo general personajes con vestimentas de aquellos siglos. Estas vistos�simas cocinas exhib�an en sus art�sticos azulejos un amplio muestrario de utensilios t�picos propios usados en las mismas. En el Museo Nacional de Cer�mica "Gonz�lez Mart� (Palacio del Marqu�s de Dos Aguas), Valencia, en el segundo piso se ha reconstituido una de esas art�sticas cocinas valencianas, igualmente se exhibe otra cocina basada del siglo XVIII valenciano, ha sido reconstruida en su totalidad en el Museo de Artes Decorativas en Madrid. En parecida cocina es donde germin� la paella en la alquer�a de la Parreta. Posteriormente en otras m�s modestas para condimentarla se adaptaron �els ferros� o tr�bedes, aro, o tri�ngulo de hierro, que es con lo que ahora se condimentan toda clase de paellas. M�s modernamente se utilizan los nuevos aparatos (difusores) de gas.
***
Ingredientes naturales, �nicos e inalterables, arroz, aceite de oliva virgen, pollo, conejo, ferraura o jud�a verde ancha, garraf�n, jud�a o tavella, tomate natural, piment�n rojo dulce molido, azafr�n de hebras, agua, infusi�n de romero.
PAELLA DE LA PARRETA O PAELLA VALENCIANA
ESTRICTOS Y EXACTOS INGREDIENTES
(Para 4 personas):
300 gr. Arroz Bomba, Senia, o Bahia.
600 gr. de Pollo
500 gr. de Conejo
250 gr. de Bajoca (jud�a verde ancha)
200 gr. de Garrof� (jud�a blanca ancha)
100 gr. de Tavella (jud�a blanca)
100 gr. de Tomate natural
100CC.de Aceite de oliva virgen
Azafr�n hebras
Sal
Piment�n colorado dulce
Agua.
Infusi�n de Romero. (No coloquen tal cual la rama de romero en la paella, hace vulgar y, sus briznas desagradan al buen gourmet).
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Todo lo tendremos apunto y limpio, excepto el arroz que no se enjuaga. Aparte tendremos el agua templada con infusi�n de romero, sustituto natural de los caracoles. Los arroces de entre todas clases, el grano de tama�o medio es el m�s recomendado para la elaboraci�n de la paella de la Parreta.
1. -Colocaremos la paella bien estabilizada es decir que siente bien sobre las tr�bedes, o mecanismo de gas, esta funci�n es fundamental para que luego quede bien distribuido el arroz y hierba de igual manera por todo el recipiente. Como medida preventiva espolvorearemos sal, por el borde exterior para evitar que se nos pueda quemar el recept�culo.
2.-Rociaremos el aceite en fr�o para que este �moje� solo el centro de la paella, de esa manera se demuestra que el recipiente se encuentra bien nivelado, y que la cantidad del aceite es la debida.
3.-Se enciende el fuego, se calienta el aceite (fuego lento), se extiende el aceite. Cuando empieza a humear, pondremos la sal, y lo removeremos con rapidez para que quede mezclados el aceite y la sal, esta operaci�n es muy importante para que despu�s cuando pongamos a sofre�r no salpique.
4. � Con fuego lento, pondremos en la paella la carne de pollo y conejo troceado ligeramente salados (trozos no grades), para que estos absorban el sabor del aceite y de la sal, hasta que queden dorados (procurando comenzar por la parte de la piel), las carnes estar�n siempre a la vista pero nunca secas. La carne es uno de los alimentos que le da el sabor, pero quien despu�s proporciona las delicias al paladar son el arroz y las verduras.
5. -Si cuando sofre�mos las carnes las llamas del fuego nos parecen excesivas rebajaremos la intensidad del fuego (Podemos espolvorear con sal los espacios libres del fondo de la paella. La importancia de que toda la carne est� convenientemente dorada, depender� mucho en el sabor final tanto de los granos del arroz como las verduras.
6. �Se aparta las carnes a los lados de la paella (con menos fuego) y en el centro se verter� todo el contenido de verduras (jud�as verdes anchas, el garrof� y la tabella). Se sofreir� bien las verduras d�ndoles vueltas constantemente (tres, a seis minutos,)
7.-Nuevamente haremos un hueco en el centro de la paella y a�adiremos el tomate natural, bien fraccionado (nada de turmix). El tomate originario de M�jico, empieza a usarse en la paella valenciana, en salsas y otras clases de aderezos en el s.XVIII. Removeremos el tomate insistentemente con la paleta para que quede bien frito y el arroz no quede despu�s blando.
8.- A�adiremos dos cucharadas de piment�n colorado dulce, que se revolver� (durante un minuto) para evitar que se api�e, o que se nos pueda quemar o apelotonar, por lo cual resultar�a de un gusto desagradable.
9.-A�adiremos r�pidamente agua templada hasta alcanzar el caldo pr�ximo al borde mismo de la paella. Previamente habremos vertido la infusi�n de romero (Deshacemos un mito ancestral, por todas las pruebas realizadas estamos en condiciones de asegurar que toda el agua potable es buena para condimentar la paella).
10.-Pondremos las hebras de azafr�n que deben secarse, no tostarse, le dar� grato color y sabor.
11. Dej�ramos hervir aproximadamente entre treinta y cinco y cuarenta y cinco minutos m�s o menos para que queden adsorbidos los delicados sabores por el arroz y las verduras.
12.- Levantada la ebullici�n, continuar hirviendo pero a fuego lento para que contin�en empap�ndose de todos los sabores naturales.
13-. Cuando nuevamente hierva el agua, su medida exacta es alcanzar los remaches posteriores de las asas. Si el caldo ha bajado de los niveles recomendados, puede a�adirse un poco m�s de agua.
14.- Es ahora un buen momento para probar el caldo y ver si hace falta a�adir sal. El caldo lo debemos de encontrar gustoso. Liger�simamente salado, ya que el arroz durante la cocci�n, absorber� parte de la sal.
15.- Mojar nuevamente (caldo), hasta los remaches de las asas del recipiente.
16. Los arroces de entre todos los tipos, el grano de tama�o medio es el m�s recomendable para cocinar la paella valenciana. Este arroz cuece en un tiempo suficiente y apropiado para armonizar con los sabores de las materias primas sin excesos, en una justa medida. -Poner el arroz, lo pondremos formando un caball�n que ocupar� el di�metro de la paella, hemos de procurar que sobresalga el arroz ligeramente por encima del caldo; se distribuye r�pidamente el arroz por todo el recipiente, terminado de realizarlo, no se volver� a remover.
17. El mencionado caball�n (saliente) es una manera sencilla de acertar la cantidad de arroz para cualquier tama�o de paella. Debemos de procurar que no queden granos de arroz sobre la carne o la verdura sin estar sumergidos en el caldo, se mantendr� de 6, a 8, minutos. El fuego en esos momentos ser� muy vivo, seguidamente se rebajara su intensidad hasta que el arroz lo encontremos cocido.
18. En estos momentos el caldo quedar� reducido a menos de la mitad. Como medida preventiva tendremos siempre agua a parte (templada), por si acaso nos vemos obligados a�adir.
19. El arroz nos quedar� listo, entre veinte, y veinticinco minutos.
20. El arroz no debe quedar caldoso. Si se agarra ligeramente en el fondo de la paella, se le llama �socarrat�, este arroz, seg�n en opini�n de algunos comensales es el que tiene mejor sabor (cuesti�n discutible). Tanto si el arroz nos parece que est� casi cocido pero todav�a nos queda mucho caldo, o por si al contrario el arroz continua estando duro bajaremos la intensidad del fuego y a fuego lento lo mantendremos hasta que nos quede evaporado el caldo.
21. Si los granos de arriba, los encontr�ramos resecos por perder antes el agua que los recubr�a, los terminaremos de hacer, dej�ndolos reposar en lugar a ser posible h�medo.
Nota.- En la antig�edad se retiraba del fuego la paella y se colocaba a reposo sobre el c�rculo del suelo arenoso cercano al pozo.
En el Fundamento de la paella de la Parreta, no se acepta en su elaboraci�n el empleo de la palabra truco por posible concomitancia con enga�o, pues todas las materias primas que se emplean para su elaboraci�n, ser�n naturales e impolutas. Por el origen de esta comida, su elaboraci�n solo admite la consideraci�n de arte ef�mero.
Mi t�a, la hermana de mi madre, la persona que conoc�a todos los secretos de la receta, me dijo esto para m� tan trascendental.- �Que esta f�rmula naci� como todo plato regional: de la conjunci�n de los alimentos que proporcionaba la mencionada alquer�a: Arroz, guisantes, tomates, pollos y conejos que se criaban en este predio, as� como una amplia variedad de jud�as verdes. Para completar la suculencia de este guiso se procuraba el aceite de oliva, caracter�stico de esta hondonada mediterr�nea�.
Nota.- La Parreta fue galardonada con el titulo y la medalla del Centenario de la C�mara de Comercio de Valencia (1886-1986).
Disponen de mi autorizaci�n, para que puedan mostrar, comentar, etc., estos fragmentos.
Atentamente.
Fdo.- Juan Bautista Vi�als Cebri�.
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