domingo, 25 de mayo de 2008

IMPERIO

Basilio era un hombre fuerte, de enorme presencia y pavorosa mirada. Sus andares no le daban mayor grandeza que la de un verdadero líder, equidistante de Dios y de cualquier Santo, agricultor, botero o profeta. Era un hombre común con la áurea de la púrpura. Su manto le disfrazaba en divinidad, siendo admirado por la tropa. No sabía de clases, sólo de autoridad y mano dura. Ser el “segundo bizantino”, después de Justiniano, no le hizo cambiar de personalidad, simplemente le convirtió en Basilio II. El gran basileus fue ejemplo de lo relativo y controvertido del término Imperio. Supo ser un rey-guerrero, sin desparramar el tesoro en el campo de batalla, sabiéndose rodear de las milicias y las tropas, siendo popular entre el pueblo y respetado por los nobles y la clerecía. Era un magnate de los catafractos, los varegos le custodiaban cuál supremo hombre entre iguales, una vez más un princeps en tierra, por más que sus galones le dieran la categoría de divinidad, de señor de los romanos. Pasado el año 1000, Constantinopla se reía del Apocalipsis. Con Basilio volvieron los esplendorosos tiempos para los feligreses de Santa Sofía. Las fronteras se inmiscuyeron entre las tierras sirias, consolidando y expandiendo el domino sobre los Balcanes, llegándose a pensar en la recuperación de la fértil Sicilia. Basilio era un emperador singular, un hombre santo que pudo ver los fuegos del Infierno.

Cual tribu, sociedad, gremio o comunidad jerarquizada, donde hay triunfos se correlacionan desgracias en otros lugares. Nunca tuvo el hombre dotes para la justicia, quizás por ello fue bueno soñar con Dios, y su Ciudad Celestial... Las victorias balcánicas de Basilio II habían hecho que Bizancio recuperara la efectividad sobre sus dominios griegos y circundantes. Las amenazas serbias y búlgaras cesaron ante los envites del purpúreo Santo. Basilio impuso su ley, recuperó la ilusión en lo romano.

El pensamiento de un hombre honesto y justo debe ser difícil en cualquier circunstancia. Basilio era un asiduo entre sus tropas, pues procuraba ocupar su puesto entre las catafractas con el sino de mantener el cariño de la tropa. Vio con sus propios ojos la desgracia de las naciones del este de Europa. Las incursiones búlgaras y eslavas no debieron ser más que dramas humanos, modos de rapiñar subsistencia, por parte de gentes que no tenían otros medios. En el momento que, ante todo, los búlgaros intentaron fundar su propio Imperio, Bizancio se reconstruyó de entre sus cenizas; surgiendo la efigie de Basilio, quien pasaría a ser llamado “Boulgaroktonos”, el matador de búlgaros.

Imaginen un hipotético pasaje. Basileo y su guardia inspeccionando las calles de Nicópolis, contemplando su gran obra. Pobres campesinos resignados y derrotados búlgaros moribundos esperan su último sacramento, mientras el palafrén del primero de entre los romanos luce joyas, capa nueva y severa mirada. A un lado el triunfo, al otro la derrota. La nación que amenazaba al orden sometida, y agraviada, por quien lo detenta. Parábola de situaciones de aquel entonces, de años pretéritos y futuros. Los búlgaros llevan la piel tostada por la solana de las estepas, queriéndose parecer a la piel mayoritaria de quines sufrirán, con el paso de los siglos, sus desgracias y agravios. Basilio debe de haber visto esto en otras ocasiones. Los pobres son, ya en aquel entonces como siempre, una clase internacionalmente globalizada, los vio en Constantinopla, Nicea, Nicomedia y también en Belgrado. El Emperador es un hombre atento y reflexivo, sabe que el de abajo viste dos ojos y dos manos, pero él, ante todo, lleva la corona y el cetro. El Emperador quizás llegó a la capital y lloró en el altar de Santa Sofía. Llorando las almas de aquellos que habían muerto como ofrenda a su gloria, sabedor de que no habría mejor negocio en el mundo, ni en ningún tiempo, que ganara en rentabilidad a la guerra. El Emperador llora desconsolado con la puerta entreabierta, los guardias vigilan la entrada de foráneos, el Emperador llora solo, mañana seguirá habiendo batalla abierta; contraste entre orden y necesidad, binomio que contagia a los de nuestra especie, ya fuere en Bizancio o, hoy en día, en nuestra propia era.

Ilustraciones: en primer término óleo de Benjamin Constant, “The Throne Room In Byzantium”. En segundo lugar: Byzantium generals: Nicolas Alonsianos, Johannes Tsimisces, Leon Ballantes, Michael Bourtzes. Drawing from Vinkhuijzen Collection of Military Costume Illustration.

10 comentarios:

Jorge W. Moreno-Bernal dijo...

Saludos Nubirú, este blog es fantástico y cargado de cultura e historia, con un saludable toque freak!

Considerese añadido en mi lista de vinculos.

El llano Galvín dijo...

Qué figura tan interesante!! Desconozco bastante el mundo bizantino, a pesar de ser heredero directo del mundo romano. No se puede abarcar todo ¿no? Quizá lo que más me guste de este período sea su arte, en especial el arte de los siglos VI al VIII, cuando hay un resurgir de la tradición clásica y continua la línea paleocristiana.
Como siempre muy interesante!!!

William Buckland dijo...

Saludos Fujur, un post muy interesante, muy bien redactada la historia de este personaje.
Por otro lado no encuentro la encuesta que me dijiste, ¿dónde está?

Un cordial saludo.

Nobel prize blogger dijo...

Querid@ Blogger...
Anímate en la encuesta de esta semana... No olvides que estás nominad@ ...pon los banners, visita a tus compañeros..haz amistades nuevas...envía mails de invitación ..sugiere candidatos...navega. Eso es el nobel


saludos y suerte

Striper dijo...

Mira por donde he descubierto la interesante vida de este personaje.Gracias.

Isabel Barceló Chico dijo...

Has hecho un buen retrato de esa tensión entre el hombre bueno y su deber, y de esa máquina inmunda de hacer dinero que es la guerra. Un abrazo.

Patri dijo...

Me has dejado sin palabras, este relato es genial. Me ha gustado muchísimo. ^_^

Besotessssssssssss

Unknown dijo...

interesante, lo has completado muy bien, y yo no tenía mucha idea con lo cual comentar se me hace dificil.

así que paso a felicitarte.

bess

M.G.G. dijo...

Pasear por tu casa es empaparse de historia, la próxima vez que venga, lo haré sin prisas.
Besos acelerados

BETTINA PERRONI dijo...

Ya tenía rato que no pasaba por aqui... por este maravilloso espacio que narra de manera magistral acontecimientos históricos y nos recuerda que el conocimiento universal es importante para nuestro desarrollo intelectual.

Así es como conozco ahora al Gran Basilio y las costumbres que aquellos tiempos... Como siempre, el poderío, el dominio y la conquista de por medio.

Un saludo :)