No es extraño que los acontecimientos deportivos muestren las más atávicas y encarnizadas rivalidades. Todo prejuicio, sea religioso, racial, social o económico, sale a la luz cuando los “batallones” de deportistas se enfrentan en representación de unas banderas y unos, presuntos, valores. La Eurocopa está siendo un ejemplo de la verdad aquí invocada. Hinchadas rivales provocan disturbios y rencores, cuáles resacas posteriores a marciales batallas. Muy especialmente, recuerdo un artículo de El Mundo Deportivo, por un día con este último adjetivo y no con el de prensa pseudo-rosa, en el que un periodista, de origen yugoslavo, escribía una crónica sobre cómo se vivió la eliminatoria de cuartos de final, entre Croacia y Turquía, en las calles de la región de Herzegovina. No deja de ser, a priori, extraño que se produzcan enfrentamientos entre pobladores de un Estado que nada tiene que ver, formalmente, con los representados por ambas selecciones nacionales. Los musulmanes apoyaban a su madre turca, los católicos a la eterna Croacia. Haciendo honor al significado yugoslavo del concepto “puente”, Mostar debió de vivir una noche bronca.
Mostar es la capital, oficiosa que no oficial, de la desconocida región de Herzegovina. Sus calles fueron escenario de algunos de los mayores excesos de la pasada guerra. Si al principio fueron musulmanes y croatas quienes se aliaron para echar a los serbios, una vez se cumplió su funesto objetivo éstos entraron en conflicto, dividiéndose en dos una ciudad antaño unida, cayendo el monumental puente, ahora reconstruido. Ya escribió el Nobel Ivo Andric acerca de Yugoslavia y los puentes, fueren éstos sobre el Drina o sobre el Neretva de Mostar. Yugoslavia es un conflicto, no latente, sino existente. Lo masivo, sentimental, y acaso también emotivo, de los enfrentamientos entre selecciones nacionales, “suerte de ejércitos deportivos”, nos muestra cuán incomprendido es el conflicto nacional, lo disparatado de las soluciones de nuestros políticos y lo peligroso de los nacionalismos. Nada más lejos de la realidad, la curiosa disputa acaecida en las calles de Mostar no fue más que un ejemplo, paradigmático, sobre lo que aquí se intenta reflexionar, y de lo que Yugoslavia sigue siendo un espectro deficientemente tratado.
Un aficionado ucranio irguió una estatua en honor del seleccionador ruso Guus Hiddink, las calles de Vilassar de Mar (hay algún argumento pro-seleccions catalanas que no implique la confrontación??) celebran la victoria de la selección española a golpe de claxon, gritos, euforia y petardos. Las fronteras preestablecidas, fueren por los mapas o por las ideologías, se resquebrajan ante la realidad personal de las masas. No existen países pequeños que representen a un mundo globalizado, no hay Estado nacionalmente unificado, que no caiga en el genocidio cultural, o incluso humano, dentro de un mundo, por definición, complejo.
Sueños como el de Paneuropa, o una, seria, Unión Europea o Mediterránea, siguen siendo de inexcusable necesidad. La desintegración de antiguos estados como Austria-Hungría, el Imperio Otomano, la URSS o la República Federal Yugoslava, lejos de dar soluciones, ha dejado a una región húngara en Rumania (Transilvania), rusos en Ucrania, serbios y turcos en Bosnia-Herzegovina, alemanes en Polonia y polacos en Alemania, musulmanes en Francia o chinos en San Francisco. Divide y vencerás decía una de las más universales máximas para la guerra. Quizás sea el momento de destapar al enemigo.
Mostar es la capital, oficiosa que no oficial, de la desconocida región de Herzegovina. Sus calles fueron escenario de algunos de los mayores excesos de la pasada guerra. Si al principio fueron musulmanes y croatas quienes se aliaron para echar a los serbios, una vez se cumplió su funesto objetivo éstos entraron en conflicto, dividiéndose en dos una ciudad antaño unida, cayendo el monumental puente, ahora reconstruido. Ya escribió el Nobel Ivo Andric acerca de Yugoslavia y los puentes, fueren éstos sobre el Drina o sobre el Neretva de Mostar. Yugoslavia es un conflicto, no latente, sino existente. Lo masivo, sentimental, y acaso también emotivo, de los enfrentamientos entre selecciones nacionales, “suerte de ejércitos deportivos”, nos muestra cuán incomprendido es el conflicto nacional, lo disparatado de las soluciones de nuestros políticos y lo peligroso de los nacionalismos. Nada más lejos de la realidad, la curiosa disputa acaecida en las calles de Mostar no fue más que un ejemplo, paradigmático, sobre lo que aquí se intenta reflexionar, y de lo que Yugoslavia sigue siendo un espectro deficientemente tratado.
Un aficionado ucranio irguió una estatua en honor del seleccionador ruso Guus Hiddink, las calles de Vilassar de Mar (hay algún argumento pro-seleccions catalanas que no implique la confrontación??) celebran la victoria de la selección española a golpe de claxon, gritos, euforia y petardos. Las fronteras preestablecidas, fueren por los mapas o por las ideologías, se resquebrajan ante la realidad personal de las masas. No existen países pequeños que representen a un mundo globalizado, no hay Estado nacionalmente unificado, que no caiga en el genocidio cultural, o incluso humano, dentro de un mundo, por definición, complejo.
Sueños como el de Paneuropa, o una, seria, Unión Europea o Mediterránea, siguen siendo de inexcusable necesidad. La desintegración de antiguos estados como Austria-Hungría, el Imperio Otomano, la URSS o la República Federal Yugoslava, lejos de dar soluciones, ha dejado a una región húngara en Rumania (Transilvania), rusos en Ucrania, serbios y turcos en Bosnia-Herzegovina, alemanes en Polonia y polacos en Alemania, musulmanes en Francia o chinos en San Francisco. Divide y vencerás decía una de las más universales máximas para la guerra. Quizás sea el momento de destapar al enemigo.
Foto de Nihat sacada de: http://img.notasdefutbol.com/2008/06/NihatVsRepCheca.jpg
2 comentarios:
Aunque rechace el fútbol desde todos los puntos de vista, debo reconocer que me ha parecido muy interesante tu enfoque. Desde luego que sí es un reflejo de la sociedad de un país, sobre todo teniendo en cuenta que es una de las principales vías de escape para las tensiones sociales diarias.
Quizás la felicidad que vivió el domingo tanta gente en Madrid (hablo del sitio que conozco, aunque imagino que en el resto de España será igual) sea positiva, no lo sé, me cuesta ser imparcial en este tema.
Un abrazo!!!!!
lo de "la unión hace la fuerza" y el "divide y vencerás" son relativos a los "a quiénes, con quién, por quién, de quién, cuando y donde"
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