domingo, 1 de julio de 2007

El imperio del reloj

Llueve sobre las vilasareñas aceras de mi pueblo. El chispear teclea las sólidas teclas del piano asfaltado, haciendo sonar los monótonos tonos que humedecen lo seco. Un, dos, tres, cada gota es un momento, cada segundo una marca en el padre Tiempo. Pienso en cómo el agua da vida y ocupación al intelecto, la lluvia relaja pero también estropea algún que otro plan, paseo, excursión o cena entre amigos. La lluvia es mala compañera para el joven, le dificulta la libertad de movimiento, sin dejar de recordarle lo mundano de lo existente, cómo el agua dispone de la Vida: un, dos, tres, por cada gota un momento, un suspiro, un segundo, una risa, una lágrima, un sueño, un deseo.

Cada gota es un segundo perdido, cada escrito un rato revalorizado. La economía del reloj, junto con las prisas del calendario, hace que veamos atisbos de obligatoriedad en acciones que meramente nos incumben a nosotros, mula y amo en un individuo, la lluvia sigue cayendo. Me percato de lo banal del pensamiento, me concentro en actuar más que en razonar, la acción debe regir en el pensamiento, no caer en el condenado por desconfiado, ni salir a pecho descubierto en la vanguardia de la legión de los tiempos.

Las vacaciones son tiempos para dar vueltas a la cabeza. Contar gotas, besos, lamentos, deseos, imaginaciones y, acaso, alguna que otra jocosa anécdota, intereses por lo venidero o, simplemente, consideraciones acerca de lo irreversible del tiempo. Asemejo no comprender el significado de carpe diem, lo reconozco. Las gotas caen en número, ladrones de algo que simplemente nosotros creemos tener, lazos que atosigan nuestras gargantas por voluntad de la sociedad y de la vorágine del consumo irresponsable.

No somos máquinas, disponemos de poder sobre el Tiempo en tanto que éste es manifestación de la unidad de medición de lo metafísico. Actúa sobre lo volutivo, no pretendas menospreciar lo eterno. Ya sea Dios, el Caos o el ratoncito Pérez, hay algo que nos sirve de eje en nuestra experiencia. Pasa el tiempo y dejo de contar las gotas. La lluvia moja pero no empeora, la perfección queda en el armario y la timidez en la suela de los zapatos. Cuales grandes actrices cinematográficas, las piezas del reloj chasquean, al actuar, bajo los designios del dominus. ¿Dónde consideramos lo impredecible, lo no investigado? ¡Basta de la instrumentalización de la producción, de los medios y del capital humano!

Siendo importante la productividad, más aún lo es el Tiempo. Es un punto de referencia plenamente hipotético sobre el que desplazar la gracia del descubrimiento. Más allá de redactar acta se manifiesta la necesidad de apagar el reloj, disfrutemos del momento, luchemos contra las limitaciones, no dejemos que el eje acabe con el contenido de lo vitalmente importante, el bienestar propio y de los nuestros. Ende puso en la boca del león Graógaman la imposibilidad de establecer lo bueno y lo malo, en la medida de que se impida el daño, el tiempo es un escenario, no un límite, se trata de una muestro de cómo la Libertad es ser respecto de tu destino, soberano.

Foto de Wikipedia Commons sujeta a GNU Free Documentation License

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Chapó tio, con este artículo, me ha gustado un montón. Nosé si és por mi "obsesion" con el tiempo que me ha llamado mucho la atención y me gustaría felicitarte. Me ha gustado enormemente. Te propongo que escribas mas cosas sobre el tema en un futuro. Saludos desde las tierras vilasareñas. ;)
Miquel Carabaño

Patri dijo...

El tiempo es muy importante, si señor.

Me ha encantado este post.

Besotesssssssssssssss

Persio dijo...

El tiempo avanza al ritmo de nuestros pasitos, tic, tac. ¿Adónde nos llevará?

Saludosss

Ophir Alviárez dijo...

Y si cabalgamos nosotros sobre las agujas del reloj como copulan ellas cuando están la una sobre la otra? No sé, se me ocurre que al tiempo, a ese mismito que tan bien describes y que nos condena por verdugo ¿infiel?, quizás debamos arrerarlo para imperdir que sea él quien nos domine.

Te leo, me haces pensar y lo agradezco.
Saluditos,

OA