jueves, 17 de abril de 2008

Fidela


No entiendo cómo puede hablarse de animal fiel alguno, obviando al caballo. Corre, ayuda y transporta sin obligación, galán palafrén para quien lo monta. Su servidumbre le llevó a una esclavitud rogada, mostrando la libertad con su galope, todas las contradicciones de este amplio Mundo. Se ríe del tiempo con maestría; por más que decaiga su salud siempre será caballo. Animal mitológico y ayo de caballeros, escudero ejemplar y obrero entre los naturalmente soberanos. El caballo es la fidelidad en persona, el mito de la desinteresada conducta, el estoicismo materializado en carnes de yegua, animal de trabajo, ¡eterno mártir de la dicha!

La fidelidad se sobreentiende en aquello que bien vale la pena. No hay oro que compre la seguridad de su cálido regazo, de su buen hacer sin querer sacar provecho del acto. El caballo nos lo muestra con alegoría, en su transitar tan artístico como monótonamente obligado, lección de determinismo aplicada al más tirano de entre los destinos. Fidelidad y desinterés dan sentido a la forma de tu nombre. Nos muestra el ejemplo de la familia unida, del cariño que jamás tuvo que ser requerido, por ya haber sido con él honrado. Bondad de entre todas las cosas buenas, dulce de Artinata, deidad anguiteña. Todos los apelativos cristalizan en esta joya en parentesco y experiencias, esta lozana alma engarzada en aprendiz de anciana, gran ejemplo de simpatía y cariño para quienes te aclaman.

El caballo surge en el imaginario con su eterno trote, mostrando el camino. Un camino que a algunos pudiera parecer monótono dentro de tanto de lo mismo, dar siempre lo que nunca le ha faltado a los infantes que rodean grandioso delantal, a los pasivos de tan activa devoción, joya entre los eternos designios.

Lo equino no define tu efigie, pero sí mis sentimientos. Los caballos más puros corren por la pradera de Fantasía, dejando pisadas de melancolía, un deseo de futura recuperación, una convicción que se transforma en hecho. Sé fiel caballo mío, sigue siendo una especie que se base en la semilla que cultiva tan noble persona. Sigue siendo sublime, eterna y grandiosa. ¡Se adjetivo superlativo, sé noble y sincera! ¡pero sobretodo, seas quien quiera que seas coge el nombre de esa dama, de esa joya de entre los encinares, esa guasa de pasión, de apellido Nicolás, de nombre... ¡Fidela!

Con los mejores deseos de alguien que se siente, hoy más que nunca, más nieto que sobrino.

Cuadro: Franz Marc (1880-1916): The Little Blue Horses (Die Kleinen Blauen Pferde), 1911, oil on canvas, Staatsgalerie, Stuttgart.

9 comentarios:

G-russo dijo...

y saber que por lo regular las cosas (personas o animales) que se portan de altura con nosotros son las que al fin y al cabo no terminamos reconociendo tan cuantia..........

Anónimo dijo...

desde hace algunos años me planteo la posibilidad de comprarme un caballo, realmente es un animal especial, todo con quien hablo que tiene la suerte de montar dice lo mismo que hoy tu dices, son animales únicos, no cambiaría jamás a un caballo por un perro, ni por un gato.

besos que relinchan

El Secretario dijo...

Hola Fujur.

Tiempo sin vernos.
Sí, quien ha montado a caballo no olvida esa experiencia. La ha vivido como algo único y está deseando repetirla siempre que le sea posible.

Yo no he tenido esa suerte; sólo monté algún borriquillo, siendo pequeño.
Pero mi mujer, que nació y vivió la primera mitad de su vida en el campo, tuvo la oportunidad y la relata como algo casi místico, deseando volver cuando sea posible a experimentarla.

Abrazos.

Artax el Eterno Cruzado dijo...

Pa mi que tu has sido jinete de competición... XD.

Es extraño que la humanidad olvide los caballos cuando sus ansias a la hora de elegir vehiculo se marcan ante la comparativa de la potencia del acero con algo físico como son los caballos.

Cuantas generaciones solo veran caballos en plazas de toros con picadores encimas, en videojuegos (HorseZ) o, en un modesto zapping mientras saltan obstaculos.

Donde andaran los pegasos, los centauros, los unicornios... bebiendo en algún riachuelo esperando su oportunidad, aunque son mas misteriosos los dragones blancos de la suerte JAJAJA.

Un saludo figura.

Marta dijo...

FUJUR
Te devuelvo la visita, por cortesia....y que me encuentro...un espacio muy interesante, denso, lleno de historias, te aseguro que te voy a leer con la calma que te mereces.

Petonicos, sempre, dolços i tendres, per tu.

Anónimo dijo...

Me gustan los caballos, son preciosos pero, mi animal favorito es el perro. Yo tengo uno, que cogí de una protectora de animales y la verdad es que le quiero un montón. La verdad, es que se les coge un cariño increíble a estos animalitos. Fidela, ese nombre me recuerda a mi abuela paterna, se llamaba así.

Saludetes.

variopaint dijo...

Como siempre un placer tu blog... Fujur...además con digresiones históricas (o historicistas, si me lo permites)...me gustan ambos estilos.

Un problema, sin embargo...debes corregir en el post anterior la ortografía de "chavola"...además ¿mejor "favela" no?

Bueno...si te divierten las digresiones, como te decía, me inventé de nuevo la historia de Salomé (variacion 48 en variacionesgalantes.blogspot.com)

saludos

isobel dijo...

bonito texto, pero me quedo con la última frase, besos

lasblogenpunto dijo...

Gran blog. Un saludo.