domingo, 15 de junio de 2008

Al adelantar a un camión

Una mala profesión es aquella que, pese a ser necesaria, nadie pretende hacerla. Un trabajador loable es aquél que trabaja, precisamente, en esta profesión que, pese a todo, debe hacerse por la mera necesidad de mantener nuestra más cotidiana existencia. El camionero es, junto con el minero o el pescador, uno de esos hombres que luchan contra las inclemencias de su oficio, sudando en lo que otros damos por inconcebible para nuestras cualidades, trabajos que, la más de las veces, son considerados del más inferior rango. Un camionero, por centrar la cuestión, es un trabajador incomprendido. Nadie entiende su inexcusable necesidad, en un mundo caracterizado por los múltiples transportes, sean éstos trenes, aviones o grandes buques. A todo el mundo les molesta su presencia en la carretera, sobre todo habiendo atascos por medio, y pocos, por no decir nadie, se resisten a la tentación de adelantarlos, aun con cierta violencia, como si estos seres nos estuvieran robando parte de nuestro legítimo tiempo. Un camionero es sinónimo de rudeza y chiste. Un oficio infame gracias al cual todos vivimos. En un sincero homenaje a quienes trabajando, me permiten llevar esta vida, comparativamente algo más que acomodada, no puedo dejar de ver algo poético en el oficio de camionero.

Veo en el camión cual palafrén montado por jinete solitario. Seres que abandonan sus casas en busca de fortuna como mercantiles cruzados. El tiempo les condiciona el ejercicio, al igual que las inclemencias del clima. Son caballeros que no tienen mayor casa que su cabalgadura, mayor silla que la de su caballo. Desconocen mayor sueño que el de su meta y posterior descanso. Un camionero también tiene algo de “Mesiánico”, transita los terrenos repartiendo maná y prosperidad, siendo, en no pocas ocasiones, no sólo ínfimamente remunerado, sino también agraviado. No se puede caer en la crueldad de negar el cariño y reconocimiento a quines cambiaron sofá, silla o ordenador por esfuerzo. A quienes por más que la jornada laboral tuviera ocho horas, no conocen mayor descanso que el descargar, en destino, su pesada carga.

El maquinismo de nuestra Era, además de quitar puestos de trabajo, ha conseguido que nuestros sentimientos y prejuicios frente a las diferentes profesiones cambien. A las consecuencias de ello se le suman las de la especialización de los diferentes trabajos: quien lleva ahora mercancías es marino mercante o camionero, jamás mercader. Haciendo un hipotético experimento mental, si cambiáramos el carro por el camión, y los “caballos” por equinos y dromedarios, llegaríamos a la conclusión de que Marco Polo bien pudiera tener un meridiano parecido con un, a priori para nuestros pensamientos, rudo conductor de un Mercedes acamionado con toneladas de frutas y hortalizas en su haber. El intercambio de mercancías antaño tuvo mayormente reconocido el riesgo. Las ánforas con aceite que de Tarraco o Cartago fletaban hacia Roma bien lo demostraban, fuere por las cantidades, a riesgo invertidas, o por los múltiples naufragios de los que fueran víctimas.

A un camionero no se le reconocen más riesgos que los cubiertos por el seguro de su empresa. En la concienciación de un mortal actual no entra que el camionero no duerma sus necesarias horas de sueño, que no coma regularmente (en cantidad, modalidad y forma). Cuando vamos por la autopista sólo contemplamos un vehículo pesado y con gálibo sin mayor consideración que la de criticar su presencia en la carretera. Siempre anteponemos nuestro tiempo a su trabajo.

Sinceramente, no estaría mal que yendo una familia en el coche se hablara de la labor de ese camionero que parece haberse empecinado en que lleguemos tarde a nuestro lugar de Vacaciones. No estaría mal que reflexionáramos sobre el sentido de cortar carreteras para trabajar, cuando nosotros transitamos para el ganduleo. Realmente un camionero es una profesión ejemplar en alma, una epopeya profesional sobre la que muy poco pensamos.

Para acabar sólo una recomendación o consejo, cuando se ponga uno nervioso al conducir, habiendo cerca un camión, debe pensar uno en el motivo de su viaje, que por necesidad siempre va a ser ínfimamente menos importante que el motivo del trabajo de otro. No queramos que se nos respete si no hacemos del resto seres respetados. ¡Piense uno siempre a donde va y las contradicciones morales que hacemos al criticar, o adelantar desafortunadamente, a uno cambió palafrén por camión, caballero por camionero!

9 comentarios:

Unknown dijo...

menuda reflexión1
muy buena, sin dudas! ahora cuando vea un camión en la m501 y no pueda pasarlo por ningún lado pensaré en él, y no en su puta madre o su puta familia, como acostumbro a pensar cuando me toca ir detrás de alguna mole.

pero a mi me da por reflexionar de modo paralelo, estamos frente a una crisis que afecta de lleno a los camioneros, que no sacan rentabilidad de sus gigantes consumidores, ahora lloramos, pero cuando el negocio era rentable nadie piava para decir nada, y se olvidó que hay un medio mucho más económico e increiblemente más limpio, que es el tren, este medio para grandes y medias distancias es perfecto, sin embargo nos olvidamos de él porque con él el único que se beneficiaría sería el medio ambiente,y bueno, él no puede hacer ninguna manifestación ni contramanifestación.
en fín

ahora nos toca jodernos a todos, una vez más!

besitos

Nobel prize blogger dijo...

Querid@ blogger,

Nos gustaría saber si deseas continuar en nuestro directorio Nobel Prize blogger.

Para ello solo debes añadir el banner correspondiente.

Saludos.

PD. Y no son los camioneros los que ahora luchan en huelga?, no han incluído en sus reinvindicaciones eso que tu mencionas?

panterablanca dijo...

Muy buena reflexión, sin duda. Este post denota tus grandes cualidades morales. Me gusta.
Besos felinos.

Striper dijo...

Yo he llevado vehiculos lentos i se tener paciencia cada uno va como puede no.

Anónimo dijo...

Los héroes anònimos, ni más ni menos...

Pues recuerdo que en un post tu decías: si todos fuesemos universitarios, nadie barrería las calles. Descarnado pero cierto, porque entre otras cosas estamos inmersos en la burocrática modernidad.

El llano Galvín dijo...

Muy buena reflexión!! Aunque no sólo hay que acordarse de los camioneros ¿que hay de todas esas profesiones tan denostadas que son las que verdaderamente hacen que funcione una sociedad capitalista como la nuestra? Yo desde luego no doy crédito con lo que está pasando, hemos llegado a un nivel de aburguesamiento increíble y cada cual barre hacia su terreno. Además aquí parece que todo el mundo ha nacido entre sábanas de hilo y se olvida del pasado de estrecheces y pobreza que ha vivido una gran parte de España. En fin, esperemos que estas movilizaciones consigan algo.
Un abrazo!!!

JESUS y ENCARNA dijo...

Yo tengo un camionero en la familia, y la incertidumbre de estos días ha sido increíble, de todas maneras, al final de todo, siempre pagaremos las consecuencias los perjudicados de siempre... Ah! corren mucho de todas formas, y cuando en la autopista te encuentras dos,tu enmedio y uno adelantando, te entra un so se que!!!...

Dinorider d'Andoandor dijo...

Muy bien dicho, a veces miramos desde arriba y con el rabillo del ojo justamente a aquellos que nos permiten vivir en nuestro mundo así.

MeRCHe dijo...

Magnífico post, en mi familia tb hay camioneros y desde luego es un profesión ingrata además de peligrosa y mal comprendida.
En la actualidad las empresas contratan a conductores de países del este, rumanos y portugueses porque la gente del aquí no quiere ejercer la profesión.

Besitos