miércoles, 24 de septiembre de 2008

Una fruta para un mapache

El mapache de la linda cola vivía entre los mangles de hojas sempiternas y melancólicas a los que la humedad en la hojarasca daba un toque de misterio naturalmente pomposo. Curiosamente, en aquel ecosistema, el mapache tenía alimento abundante: pececillos estrellados, salmones de los mil mares y alguna que otra anguila serpenteante formaban una dieta rica y suficiente. El agua de las copiosas torrenteras era lo único cambiante en la rutina del hábitat; al mapache sólo quedaba medrar y dormir como principales ocupaciones del cuasi triste opositor. Sauces, tekas o plataneras le parecían siempre semejantes, insensible como era a cualquier estímulo externo: el mapache se debía a su oficio, a su vocación forzada de monótona vida orlada de lamentos eventuales. Un buen día en el cual el tiempo no pasaba, descubrió entre la espesura algo que le llamó la atención, un motivo de ruptura en su rutina que le animó la curiosidad. Como un niño a la hora del recreo, se acercó y acarició la corteza de aquel árbol; era una especie que vulneraba la regla, atacando con alevosía lo monótono de la jornada. El mapache trepó, y aunque prefería la carne, en aquel momento le pareció apropiado buscar algo distinto. La belleza del árbol le llamaba a trepar por sus ramas para acariciar aquel infrecuente y gigantesco matorral conociendo así sus misterios y, sobre todo, para descubrir la razón del porqué no había reparado antes en él. De repente, allá en lo alto, divisó otra vez aquel extraño, solitario y excelso fruto que parecía acariciar los cielos: era curioso, pues al mapache no le había costado percatarse; vio aquella fruta a la primera y sin embargo, no se había decidido a seguir. El mapache de la linda cola imaginó entonces el sabor que tendría tan bendita fruta. Pensaba en lo que encerraba su fructífera coraza y como era posible que de aquel enorme árbol hubiera podido surgir tal diamante del propio seno de la madre Naturaleza. Prendado como estaba de su belleza, de lo original de sus formas y contornos o de su posible contenido, dulce y alegórico como un espejo de la vida, el mapache contempló la fruta hasta quedarse dormido. Así una, y otra vez. El mapache durmió y contempló. No se atrevió a secuestrar aquella fruta para sí, ni tampoco importunar la mole de hojas que le servían de sustento, ni seguir trepando por aquel árbol, autor de la joya singular como titánico obrero digno de cualquier alabanza. Su alma se la llevó el tiempo poco a poco: al buscar su propia felicidad fue víctima de la contingencia mediante un final trágico. De ese modo, el mapache murió de hambre para sacrificándose en el altar de la diosa Belleza: rendía así el mapache homenaje a la causa y al producto, sin poder determinar donde empezaba lo excelso de lo uno para poder determinar el beneficio de lo otro. El mapache de la linda cola decidió regalar su vida como ofrenda a ambas, a la madre Naturaleza y a la fruta como hija de ella. Pues todo buen final tiene valioso principio.
Felicidades Mercedes
Imagen: " The raccoon Molly searching for food at a lakeshore", Author=Gaby Müller, Permission is granted to copy, distribute and/or modify this document under the terms of the GNU Free Documentation License, Version 1.2 or any later version published by the Free Software Foundation; with no Invariant Sections, no Front-Cover Texts, and no Back-Cover Texts. A copy of the license is included in the section entitled "GNU Free Documentation License".

9 comentarios:

Pablo Oblea dijo...

Sr Fujur: Gracias por los elogios hacia uno de mis blogs, es bienvenido para ver y criticar lo que hay en ellos. Éxitos y nos escribiremos si el destino lo decide. Visite mi otro blog, el link está en el que usted visitó. El suyo está muy bien, ya tendré tiempo de leerlo en profundidad.
(www.akajuani.blogspot.com)

Dinorider d'Andoandor dijo...

Muy tierna historia.

Acá, en los mangles del noroeste del país vive una especie de mapache, que le dicen osito lavador.

Anónimo dijo...

Nubiru! tardaré un poco en acostumbrarme a este nuevo look de tu blog :O Pero sin duda que no afectará la calidad de tu posts.

Ése Dinorider, no sabía del dato :P

Off topic: Ay cómo se me pasó el bicentenario de la Constitución de Bayona u_u

El llano Galvín dijo...

Creo que a todos nos pasa algo parecido, tener algo al lado y no verlo hasta pasado un tiempo o no verlo nunca. Eso sí yo no sería tan contenido ante la fruta del árbol prohibido... las consecuencias ya se verán.
Me gusta el nuevo look de tu blog. Un saludo!!!

panterablanca dijo...

Muy bonito el cambio de look. No me vuelvas a repetir otra vez que no te tengo enlazado. Yo no tengo la culpa de que no te hayas percatado de que estás enlazado como Fujur, no como Nubiru. ¡Ay, esas gafas! ;-P
Besos felinos.

variopaint dijo...

Los mapaches son así...


un abrazo, Fujur

Dinorider d'Andoandor dijo...

Dark Prince:
Hay una pareja, por lo menos, en el zoológico Parque de las Leyendas también, no sé si en el otro habrá también. No son tan peluchones como los nórdicos y se les ven las manos casi humanas todas sonrosaditas.

Dinorider d'Andoandor dijo...

http://bp2.blogger.com/_obK1JP_37so/Rhjzpkq-iEI/AAAAAAAAA4A/PtLkS61Wweo/s320/mapache.jpg

este es el mapache que les digo Fujur y Dark Prince


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ah, no te preocupes por lo del otro post, a los autobiográficos los dejo así medio ambiguos, todos los posts que tienen esa etiqueta al pie son así,
Abrazo

Dinorider d'Andoandor dijo...

lo del aspecto es cosa de subespecies por lo que veo, pero ten cuidado con google, ya vi que han puesto fotos del norteamericano (que lega la norte de sudamérica) como si fuera el sureño.