Una introducción a esta
hermosísima urbe bien puede comenzar por describir el Puente de las
Cadenas. Más allá de la tautología, y tocando la retórica,
Budapest es lo que es al Puente de las Cadenas lo que es al Danubio.
El puente une a las antiguas localidades de Buda y Pest, hoy unidas
en una misma metrópolis (en el año 1873), comunicándolas por
encima del río Danubio. El puente fue cuasi totalmente destruido
durante la Segunda Guerra Mundial, si bien actualmente se haya reconstruido con todo gusto y rigurosidad. Destacan los elementos
estructurales del puente colgante, así como los colosales leones que
custodian los accesos al mismo.
Dice el eminente escritor
italiano, Claudio Magris, que Budapest es "la más hermosa ciudad del
Danubio". No le falta razón, presumo, dada la monumentalidad
inherente a esta perla húngara. Buda es una ciudad antigua pero
moderna, la antigua capital húngara. Al igual que Dresde y otras
muchas ciudades del este de Europa, Buda fue reconstruida tras el
conflicto de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque rehecho tras el
conflicto, el palacio real de Buda destaca por sus dimensiones y las
múltiples esculturas que le rodean. Dentro de Buda me llamó
poderosamente la atención la neogótica iglesia de San Matías, una
belleza. El Bastión de los pescadores parece sacado de una película
de Disney, aconteciendo un marco especial desde el que poder ver el
Danubio.
Más dinámica y moderna
es Pest. En ella se encuentra el delicioso edificio del Parlamento
húngaro. El edificio más voluminoso del país y uno de los más
grandes parlamentos (sin lugar a dudas el más bello) del Mundo. No
por casualidad, sus dimensiones son mayores que las del Parlamento
inglés, en el cual se basaron sus constructores. Dentro de Pest
llama la atención la hermosa Basílica de San Esteban. Las
reminiscencias a San Pedro del Vaticano y San Pablo de Londres son
evidentes. Su interior tiene algunos rasgos que recuerdan a Santa
Sofía (Estambul), siendo su decoración algo digno de alabar, al
igual que el resto del edificio.
Pest tiene dos grandes arterias histórico, artísticas y
comerciales: la
Avenida Andrássy y la
Vaci Utca. La primera, similar
a los Campos Elíseos parisinos y al Paseo de Gracia de Barcelona,
cuenta con edificios tan fabulosos como la
Ópera de Budapest. Su
desembocadura da con la
Plaza de los Héroes, poderosa muestra del
profundo nacionalismo húngaro, reafirmado, aún más, tras la
pérdida de Hungría de buena parte de su extensión tras la Segunda
Guerra Mundial (especialmente de Transilvania). Cerca de la plaza se
halla el gran parque que contiene el parque zoológico, los
baños
Széchenyi y el sorprendente
castillo romántico de Vajdahunyad. Los
baños Széchenyi, que tuve el goce de poder disfrutar, son los más
grandes de Europa. El edifico neo-barroco es ya, en sí, un
monumento. La piscina termal exterior es todo un espectáculo
(personalmente, mejor que los legendarios
baños Gellert, marco de
múltiples anuncios). Una surrealista forma de
pasar el frío inherente a la urbe, gozando con los chorros y
gorgoteos divinamente acompasados. En la Plaza de los Héroes se encuentra también el
Museo de Bellas Artes (el más imprescindible de la ciudad), que cuenta con obras de El Greco, Velázquez, Tiziano... entre otros. Sin tener un Louvre o un Británico, Budapest cuenta con museos muy interesantes además del susodicho: caso del
Museo Nacional o de la
Casa del Terror (antiguos cuarteles nazis y soviéticos).
Vaci Utca es la Puerta del Ángel
de Budapest. Calle comercial, dotada de gran belleza, allí se
encuentran las tiendas más populares, así como varios locales de
souvenirs. El final de la calle coincide con el Mercado Central,
lugar de obligatoria visita.
Más allá de ser el
domicilio del popular Rocco, la urbe danubiana no hace ostentación
de su popular título de “capital del porno”, por más que,
efectivamente, abunden los sex-shops y los locales de streaptease. La
seguridad de la ciudad es total. No hay excesivos carteristas y los
transportes son tranquilamente utilizables por la noche. Cuidado
especial debe tenerse con los taxistas (personalmente prescindí de
sus servicios).
La gastronomía húngara
es todo un descubrimiento. El célebre, y delicioso, gulash (guiso de
ternera con patatas) es sólo un ejemplo al que añadir la sopa de
champiñones, el pato guisado o el hígado de oca (Hungría es el
segundo productor mundial tras Francia).
No sólo por ser lugar
donde destacaran la célebre Sissi, Atila o el célebre compositor
Liszt, Budapest es una ciudad de obligatoria visita. Sus monumentos
le hacen ser una suerte de París del Este, dotada de una elevadísima
densidad monumental y del encanto inigualable de las urbes del Este
de Europa. No se puede justificar viajar fuera de Europa sin haber
visto esta ciudad. Europa demuestra por qué es el Viejo Continente,
la cuna de la civilización occidental, teniendo lugares como este.
Gran viaje por el que celebrar mi 27º cumpleaños, precisamente hoy,
5 de noviembre.
Unas últimas recomendaciones:
- Id a un hotel céntrico, como Sofitel Chain Bridge.
- Escuchar un concierto de música clásica en uno de los numerosos templos existentes (yo tuve ocasión de escuchar el Requiem de Mozart el día de Difuntos, si bien, es común que se ofrezcan conciertos de Liszt, entre otros, en numerosos lugares).
- Disfrutar de la cocina húngara y tener precaución con el popular "palinka", fortísimo aguardiente.
- Ir a los baños. No son caros y valen la pena, especialmente los Széchenyi.