domingo, 17 de febrero de 2008

Contra Kosovo: despertar de gélidas trompetas


Existe un gran sueño colectivo que une a toda la comunidad científica: la creencia en que todo lo existente es susceptible de argumento racional, de ser sujeto de descubrimiento. De nada sirve que, una vez y otra, nos topemos con el infinito irracional: Dios para unos, teoría del Caos y neurociencia para otros. La política no es ajena al supuesto, no existen argumentos, ni autoritarios ni democráticos, que demuestren-delimiten claramente la conveniencia de una u otra alternativa. La geopolítica global es un claro ejemplo. Hoy nos sorprenden los informativos con la declaración unilateral de independencia de Kosovo, asunto, se mire por donde se mire, del máximo interés, no sólo para Rusia, España (o la promotora USA) sino también para cualquier perspectiva de la conocida como ciencia de la política.

Es largo y confuso el problema del derecho de autodeterminación de los pueblos; en España sabemos de ello, como coloquialmente se diría, un rato largo. Más allá de lo metafísico de los sentimientos de pertenencia y nacionales, existen conceptos, no por ello faltos de utilitarismo, que nos sirven como parámetros fiables de la conveniencia de una u otra posibilidad. La autodeterminación depende, entre otros factores, del caso, de la sociedad, la naturaleza y la economía.

A nadie se le ocurriría discutir la conveniencia de la declaración de independencia de los EEUU o Argentina en su tiempo. Su situación ultramarina les hacia de ineficiente administración por parte de las superpotencias inglesa y española, no sólo a efectos patrióticos, sino también de bienestar de los ciudadanos. Algo equivalente podría decirse de la necesidad de que, hoy en día, los cuatros países mencionados deban estar en contacto dentro de un mundo totalmente global e interrelacionado.

Kosovo es, debe ser, una provincia serbia. Su escaso tamaño, no mayor que la Comunidad de Navarra, le priva de ser eficiente sujeto de política internacional. Su sostenibilidad está abocada a la necesidad de ayuda europea y estadoudinense, quien, por encima de todo, le ha ayudado en su “sueño” con el ansia de provocar a ese gran gigante dormido (que usa uranio por somier y kilómetros cuadrados por ropaje). Rusia, y el resto del Mundo, contemplan cómo los EEUU están proponiendo una nueva Guerra Fría. Esta vez sin soviéticos, pero sí con rusos y sus aliados. Ante el conflicto yugoslavo, por más que la ONU le niegue el privilegio a Serbia de usar ese nombre, Rusia y Turquía (potencias de la zona) callan o recelan con ambigüedades. Se contrarían sin estorbar a americanos y europeos; España asiste a un funeral, identificándose con el muerto.

Es un buen momento para mi teoría política. El Caos lo impregna todo, incluidas las fronteras de los Estados. El derecho que ostenta Kosovo podría asemejarse al del País Vasco, al de Sicilia, al de Mataró, al de Calatayud o al de los vecinos de mi barrio. La dignidad y derecho a la autodeterminación no conocen ningún justificante, todo son relativismos variables sujetos a indefinición, susceptibles de rancios aprovechamientos y manipulaciones. La minoría serbia contempla como lo óptimo les excluye. Veinticuatro horas de independencia nominal y ya se tienen resultados: migraciones, miedos y disturbios contra la embajada norteamericana en Belgrado.

Tal vez sea un ataúd yugoslavo en el que, definitivamente, se quiere esconder lo que queda de Europa. Ante la ignorancia, seremos atrevidos. Jamás se conoció un país próspero, o imperio, que no dispusiera de múltiples etnias, pueblos y religiones, en su haber. La soledad de lo propio nos cierra en lo inútil de un autismo antinatural: si el hombre es un animal social ¡¿cómo no iban a serlo los países?!

Primera fotografía: la ciudad de Gjakova, imagen sujeta a: GNU Free Documentation License. Origen: http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Gjakova.jpg
"El orden mundial se rige por la regla enunciada por Groucho Marx: estos son mis principios, si no le gustan tengo otros. Criterios de quita y pon, guiados por una brújula a la que le ordenamos dónde debe señalar el norte. En Dayton, en el noventa y cinco, la solución para Bosnia fue la separación por étnias, el desastre máximo. Ahora, en Kosovo, la aceptación de una independencia unilateral. En ninguno de los dos casos se respetaban los principios grandilocuentemente pregonados. Estados Unidos, Francia, Alemania ya reconocen al nuevo estado. Seguro que Rajoy pide explicaciones a sus amigos Bush, Sarkozy y Merkel. Kosovo es el resultado de múltiples fracasos, la peor solución a excepción de todas las demás. Y la prueba de que no logramos resolver los problemas de la pluralidad. En España, los centrífugos saludan a Kosovo como un precedente, los centrípetos hacen sonar las alarmas. Pero seguimos sin valorar ni entender el estado que hemos construido aquí. Esta mañana, un periódico de difusión nacional ofrecía el resultado de una encuesta que decía: los españoles creen que se prima a las autonomías más que al estado. Ya lo ven, asan los años y seguimos en el mismo desenfoque. No hay un Estado y, enfrente, unas autonomías. Las autonomías son el Estado. En Cataluña, no están la Generalitat y, además el Estado. La generalitat es el Estado en Cataluña. Y lo mismo en la Rioja, en Euskadi, en Andalucía o en Madrid. Cuando la encuesta dice Estado está diciendo España, porque se cree que las autonomías no son del todo España. Lo mismo le pasa al lehendakari cuando dice nosotros frente al Estado. Él es el Estado en el País Vasco. Algún día tal vez descubramos que lo que buscábamos ya lo teníamos."

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo gracioso del caso es que "Kosovo" es una palabra griega. Como la mitad de los topónimos del sur de los Balcanes, para variar.

Persio dijo...

Kosovo, en los Balcanes, como cualquier barrio étnico de París que se independizara. El experimento de la nueva Europa, en plan austrohúngaro. Todo protectorados de una cabeza cada vez más confusa.

De todas formas, aunque a mí no me gusta esa independencia, hay que reconocer que tiene que ser difícil vivir en el mismo país con quien ha intentado aniquilarte a través de una reciente guerra.

Por otro lado, voy a pasarte un meme en cuestión de minutos. Y tienes que hacerlo ;)
Seguro que sabes darle un toque personal-erudito-histórico.

Anónimo dijo...

manejas pocos datos, pero no porque no los tengas, si no porque no los quieres exponer. Has escrito un artículo límpio y muy elegante, digo de hacer reflexionar en el sentido en el que te has planteado el artículo a cualquiera.

yo solo te recuerdo el dato que tienes y no mencionas, el 80% de la población en Kosovo apoya de forma activa la declaración de independencia, en mi opinión la situación de los ciudadanos servios en Kosovo es poco sostenible, al pueblo hay que darle lo que quiere, siempre que se respete a todos y se complazca a una amplia mayoría.

este es el caso.

besitos

Anónimo dijo...

Pues con el debido respeto, yo disiento con el señor terrorista, éste artículo es genial. Pensemos que hace 30 años, con el mariscal Tito al mando, este escenario hubiera sido impensable. Pocos estadistas como él supieron manejar un territorio con autonomía y siempre armonizando las etnias tan diferentes (hasta que vino don Milosevic a minar las bases del estado multiétnico).

Ésta es una lección para quien la quiera escuchar, pues ya dijo Indira Ghandi, "la historia es la mejor maestra con los alumnos más desatentos": unificarse o separarse siempre va a convenir a intereses poderosos, aún más en estos tiempos del Nuevo Orden Internacional.

En mi blog podrás ver algunos comentarios al respecto. Y bueno me atengo a la moraleja.

Dinorider d'Andoandor dijo...

la unión hace la fuerza, divide y vencerás

ay que ver cómo se repiten las historias

habrá que ver en que queda la historia pues sea como sea ya no hay marcha atrás visible, lo veo bien pero bien difícil, aunque claro, en política todo es posible

juan rafael dijo...

Si la independencia sirve para acabar con la violencia, me parece bien.
Aunque, personalmente, en el caso de los vascos no creo que acabase la violencia, empezarían las extorsiones a los demás cuando viesen que la cosa no era tan productiva como pensaban.

Fabber dijo...

La autodeterminación de los pueblos es una noción difícil de manejar hoy en día por el estado-nación, que se ve sometido a dos fuerzas que lo jalan en sentidos opuestos: una fuerza es la congregación en mega-estados compuestos que diluyen las prerrogativas y poderes de los viejos estados constituyentes, y la otra fuerza es la atomización casi tribal en núcleos de población que insisten en el tema de una identidad propia, y que cada vez son mas.

También coincido en que Kosovo, según la lógica geopolítica debería mantenerse dentro de la ya vapuleada Serbia (en los últimos años también ha sucedido una suerte de limpieza étnica de los albaneses-kosovares contra la minoría serbia, que ha pasado del 25% al 5% de la población), pero me resigno a no ver fuerza alguna que pueda impedir materialmente ese suceso. Serbia no sostendrá una guerra más. Rusia se resignará al veto en la ONU y pronto tendremos que acostumbrarnos al semi-estado de Kosovo.

esteban lob dijo...

Hola Javier:

Con mucho gusto visito tu blog, después de saber de ti por tu comentario sobre un punto deportivo que realizaste en el mío.
No lo había hecho antes, pues me encontraba de viaje, bastante ajeno a entrar en Internet.

Te felicito por tu análisis acerca del caso de Kosovo, muy respetable y explicativo, elogiable en una persona tan joven.

Recuerdo, en el marco de lo que se comenta, cuando en esos tiempos muchos aseguraban que tras la era Tito se desatarían las pasiones separatistas. Y razón tenían.

Acerca de tu pregunta sobre la insólita reglamentación del campeonato chileno de fútbol, tendré mucho gusto en contestarte mañana en mi blog, cuando reanude mi contacto con tantos amigos como tú, esparcidos por el mundo.

Un abrazo desde Chile.

MeRCHe dijo...

No entiendo en absoluto como en un mundo globalizado podemos estar planteándonos nacionalismos e independentismos que sólo sirven a intereses políticos y económicos. Vale que la cultura nos ha metido en la cabeza que tenemos en el corazón el sentido de pertenecer a algún lugar, pero, si el nacer aquí o allí es puramente circunstancial, todos somos ciudadanos del mundo, y tenemos que luchar por el mundo en general no por un trozo de mundo que como cretinos que somos pensamos es el ombligo del universo.
Desde luego en lugar de avanzar cada día vamos más para atrás.

Besazos.