Según definición de la Real Academia un “mito” es una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad”. De estas, estandarizadas, palabras seguramente deduzcan a Héctor, Aquiles, Hércules, Agamenón, Gilgamesh, Isis u Osiris. Sin embargo, debo “salir del libro”, y confesarles que, para mí y buena parte de los de mi generación, lo legendario, apoteósico, maravilloso y hegemónico no viene de ningún ser antropomorfo, ni de ninguna deidad ajena a la propia Tierra, mis protagonistas no son del todo inventados, y los fondos son, ante todo, terrenos de hoy, en tiempos pasados. Si me preguntaran por un lucha, una batalla titánica y primordial, yo les contestaría con la protagonizada, en un eventual pasado, por el Tyrannosaurus Rex y el Triceratops.
Desde que un servidor era pequeño, a uno siempre se le ha representado como el fiero ser que busca comida en el bonachón reptil con cuernos. Sus luchas siempre las recreaba con mis reproducciones de plástico. ¿Qué le iba a hacer si las revistas de paleontología me eran más atractivas que la Odisea, la Eneida o la Ilíada?
Sobre la “mitología de los dinosaurios” han escrito autores de renombre, siendo especialmente oportuno destacar la aportación del más grande paleontólogo patrio, José Luís Sanz (a quien hoy se sitúa, por parte de “otro grande” como Fernando Savater, entre los 100 hispanoamericanos del año en el Semanal de ElPaís). Nada más lejos de la realidad, los dinosaurios siempre se nos han representado como seres, acaso mágicos, dotados de unos atributos, en no pocas veces falsos, y por definición, imaginados. La mitología de los dinosaurios, ahora ya sin paréntesis, podría ser una categoría científica en sí misma, quizá, más concretamente, antropológica. Y es que hay una reflexión que bien puede unir al tiranosaurio con el león de Menea (tal vez del Moncayo según la leyenda…), y más concretamente, con la Hidra de Lerna (presunta hermana del león, quien quiso vengarse de su muerte) y el resto de los dragones.
Los fósiles de dinosaurio, hallados en tiempos de inocente ciencia, fueron interpretados como restos de dragones, infernales fieras con atributos de ofidios, lagartos, diablos y canes. Dentro de un concepto amplio de “dragón” puede incluirse a la propia hidra, el “Drac de Banyoles” o el propio Fujur de “La Historia Interminable”.
El dragón chino, el de San Jordi o Kukulkán (la serpiente emplumada), son manifestaciones de una misma idea primordial, procedente de diversos lugares ailados entre sí. Fuera de la vertiente científica, del más puro análisis de huesos y taxones evolutivos, los dinosaurios "continúan" estos mitos. Los seres de Jurassic Park o de las películas de King Kong y Godzilla no son más que recreaciones contemporáneos de largo acervo humano. Mencionemos algunos mitos, creencias falsas y estereotipos acerca de estos seres:
1) El mito de T. Rex. Tal y como ya se ha citado, el tiranosaurio es el “dinosaurio” por excelencia; una encuesta entre la opinión pública nos lo confirmaría. Sus catorce metros de longitud, junto con su descomunal cabeza armada con unas potentes mandíbulas le honran en pavorosidad, por más que hubiera otros que le ganaran en tamaño.
Sí. Este animal, para algunos cuasi sacro, no fue ni mucho menos, el mayor depredador que haya pisado la Tierra. (Al respecto, véanse los africanos Spinosaurus y Carcharadontosaurus, y, ante todo, el argentino Giganotosaurus).
2) Los “dinosaurios inteligentes”. Está bastante extendida entre la comunidad la idea de que hubieron seres dotados de una de las máximas inteligencias que ha dado la evolución, hasta la llegada del hombre. Hallazgos como los de Troodon o Saurornitholestes nos muestran especímenes dotados de una eminente capacidad encefálica. De hecho bien podría decirse que fueron los animales más “inteligentes” hasta la fecha. Sin embargo, una comparativa actual nos demostraría cómo sus cráneos eran semejantes a los de los avestruces, por lo que no es de extrañar que los científicos opinen que el “coeficiente” de ambas especies debió de ser semejante.
3) Las mentiras de Jurassic Park. Este tema nos daría material para todo un artículo, sólo se escribirán unas líneas muy sintéticas. Obviando las impreciones en cuanto a la recreación de seres como T. Rex o Brachiosaurus se refiere, en la película de Spielberg destacan dos crasos errores: los relativos a Velociraptor y a Dilophosaurus.
La “yanquización” de todo lo paleontológico acontece en este caso un tanto más patética. Resulta que Velociraptor fue una especie poco más alta que un niño de corta edad (y vivió en Mongolia), mientras que el animal que “más” podría parecer al de la película vivió en EEUU, eso sí, con un nombre “menos mediático”: Deinonychus.
Por otra parte, a Dilophosaurus se nos presenta como un pequeño saurio dotado de un “collar” de piel semejante a un paraguas, capaz de escupir veneno. Sea considerado carroñero o depredador, cosa aún en discusión, el animal resulta ser más terrorífico que en la película (diferentes “atributos” de depredación y mayor tamaño, 6 m de largo y 2,50 m de alto).
Imágenes:
1) Antonio Pollaiuolo: Hércules y la Hidra, sobre 1475. Galleria degli Uffizi, Florencia.
2) Genial imagen de D. Luis Rey: http://www.luisrey.ndtilda.co.uk/html/bakker.htm
10 comentarios:
ya era hora que me pusiera un poco serio con el blog no? jajaja! sigo sin perder fuelle no creas!
respecto a tu entrada es supercompleta, no se me ocurre una payasada más que añadir, y eso que he oido muuuuchas, imaginate en el gremio...
besitos
jajaja
pero igual un cerebro de avestruz en modo carnívoro amerita respeto
Si no me falla la memoria en el libro de JP el nombre de la especie no es Velociraptor mongolienis sino antirrhopus ... osea Deinonychus... y no eran tan malos, incluso un bebe jugaba con una nana humana y un balón ¡Hollywood!
Pues a mí con Parque Jurásico me asaltaba una duda ¿cómo era posible que tuviesen tantos ejemplares en edad adulta? No sé el tiempo de crecimiento de un tyranosaurius pero dudo razonablemente que alcanzase 14 metros de longitud en un par de años.
El cine puede llegar a ser terrible y cambiar la realidad hasta ser increíble, los americanos son expertos. Sin ser de dinosaurios cuando vi Gladiator pensé que me salía una úlcera de estómago.
Muy interesante! Un abrazo!!!
Una entrada didacti a mas no poder, joder eres un pozo de ciencia.
En un documnental de Discovery, llamado "En el tiempo de los dinosaurios" salía el Dilophosaurus en su verdadero tamaño, con su verdadero poder, devorando un Anchisaurus que luego sería carroña de Syntarsus.
Concuerdo con Dinorider. Un carnívoro con ese cerebro igual es a tener en cuenta.
PD: Todavía falta algún tiempo para terminar mis vacaciones. Paciencia.
Te felicito por la entrada, muy buena como todas las demás jejeje
Explicación de por que los velocirraptores de Jp son en realidad deinonichos
Lo cierto es que JP ha hecho tanto bien como mal en el conocimiento del mundo de los dinosaurios por la población general.
Hola! como el link no funciona lo copio y lo pego directamente, esto me pasa por ponerme a jugar con el html XD:
http://pakozoic.blogspot.com/2006/12/velociraptor-antirrhopus-el-nomen.html
Me acabo de acordar de otro error de Chricton en JP 2: el mundo perdido. En este libro aparecen un par de Carnotaurus con la increíble capacidad para el camuflaje.
¡Uy, pues lo mejor son los dinosaurios de las películas antiguas! ¡Una risa, oiga! ¡y siempre sale una pelea entre dos de ellos!
lombarda, y casi siempre era un varano contra una caiman joven con crestas postizas
Confieso mi ignorancia respecto a este tema. Hay mucha fantasía en torno a esos animales ya desaparecidos y cierta querencia, curiosidad o fascinación. No me gustan las películas con esos monstruos atemorizando a todo el mundo, pero sí me gusta aprender algo nuevo sobre ellos, algo que has conseguido tú. Saludos cordiales.
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