viernes, 9 de marzo de 2007

Saurios politizados

Hace ya bastante tiempo, dentro de mi aún corta existencia, entró en mi antiguo piso mi madre con un regalo muy especial. Lo recuerdo como el primer día. Bajo el brazo llevaba el primer ejemplar de una colección que cambiaría, quizás aún no sea lo suficientemente benévolo con la descripción, mi aún lozana vida. Del fascículo acartonado sobresalían huesos de ficticio plástico tratado. Huesos con el don de la luminiscencia, capaces de convertirse en afición y, una vez apagadas las luces, en peor pesadilla. No obstante, los huesos no dejaban de ser un juego, el arma que dinamitaría, o mejor dicho, dinamizaría, en lo sucesivo, mis neuronas fue el pequeño fragmento de libro que venía.

Quizás era una afición latente, lo cual implica que ya existía pese a que no se me había manifestado aún con todo su potencial seductor (¡cognoscitivamente hablando claro!). Me gustaban los dibujos animados que yo llamaba "los dinos" pero cuyo título no recuerdo. Conocía algún nombre de dinosaurio gracias a aquel legendario fascículo de zoobooks que permanece especialmente protegido, como si del Santo Grial se tratara, en mi biblioteca. Pero ya le conocía a él.

Una vez abrí la primera hoja de tan logrado regalo me encontré con el saurio rey. Allí estaba a todo color el Tyrannosaurus Rex, el soberano de las tierras cretácicas, archienamigo de Triceratops, señor de los infiernos del mesozoico. Bien aquello es lo que pensaba. El coetáneo estreno de aquella gran película, en aquel entonces (farsa una vez uno conoce algo de los dinosaurios) titulada Jurassic Park me ratificó en mis sospechas. No hubo ningún otro saurio con un poderío inserto como del que pavoneaba el rey de los tiranos, no había mayor reino que las llanuras del Cretáceo norteamericano. Bien, eso pensaba.

(En la imagen Tarbosaurus Bataar tiranosáurido de las hinóspitas tierras mongolas)
imagen: (con consentimiento ;-) http://thunderlizard.gn.apc.org/prehist.html)

Recuerdo que en uno de mis viajes a las sureñas tierras de Andalucía, me hallaba en el porche de casa de mis abuelos cuando me percaté por el telediario de que se había descubierto un gran dinosaurio carnívoro en tierras argentinas. ¡¿Cómo, el rey destronado?! Efectivamente se había descubierto fragmentos de aquella gran fiera llamada Giganotosaurus. Aquello de lo que no me percaté en aquel momento es de que ya se conocían otros dinosaurios mayores al tirano como Carcharodontosaurus o Spinosaurus.

Bien, alguno pensará que ya me estoy extralimitando con tantos nombres reptilianos. La clave de su mención se halla en que todos fueron, se cree, de mayor tamaño que el tiranosaurio. Un mito menos. Lo especialmente curioso es como el arsenal mediático convertido en libros, dibujos animados, series... sigue encumbrando al rey destronado. !Ah, lo había olvidado! ¿Acaso no medraba por las llanuras de Estados Unidos el Rey Tirano?

La sorpresa no terminaría en eso, con posterioridad se descubrirían otros espécimenes como Tyrannotitan. ¡Genial, otro espécimen mayor que T.Rex! El problema no sería ese, sino que el dichoso descubrimiento de nuevo se halló en Argentina. ¡Recórcholis!, diría aquél, ¿no habíamos quedado que el reino de los dinos estuvo en las llanuras de EEUU?

Así pues, dos familias se erigieron como superiores, en tamaño a la de los tiranosáuridos, los espinosáuridos y los charchorodontosáuridos. Curiosamente, existe una especie, Acrocanthosaurus que no se sabe colocar en ninguna de estas dos familias en concreto. El caso es pertenecer a una de los dos, ¡no fuera a ser que no hubiera ningún dinosaurio de la familia en EEUU!

En conclusión, debes ser norteamericano para ser un dino famoso, bueno, ¡ o ser Fraga o Pujol claro está! El fenómeno no se limita a los terépodos (dinosaurios carnívoros), sino que también se reproduce con los saurópodos (dinosaurios con cuello largo) pero ello será tema de otro artículo.

1 comentario:

Dinorider d'Andoandor dijo...

me parece verme de algún modo, cuando llegó a mis manos el fascículo de una colección de planeta deagostini con el esqueleto del t-rex fosforecente en la oscuridad, aún lo tengo a pesar de que está fracturado.

es curioso pero cuando veía estas cosas paleontólogicas se me ponía la piel de gallina, era una gran fascinación, bueno ... aún lo es, pero ya de un modo diferente.

gracias por compartir Fujur