Reconozco tener cierto vicio que me produce un muy grato desahogo una vez termino, o dejo en suspense, mi tiempo de estudio. Se trata de ese maravilloso juego de estrategia conocido como Simcity 4. Es un extraordinario ajusticiador de tiempos muertos. Sí. Esas ciudades ficticias, producto del ordenador y de mi imaginación, que se someten al libre albedrío de mi divertida y anárquica cabeza. Eso es. Autopistas interminables, barrios colosales, parques surreales y sobre todo, bloques, pisos, rascacielos, torres y torreones. Este opíparo festín de ladrillos, calles, carreteras y golpes de ratón. Esos asistentes ficticios que te hacen sentir el Julián Muñoz de turno, sin paquirrines ni pantojas. Ese Ruíz Gallardón sin madrileños demandando el fin de sus faraónicas obras. Aquel Belloch que consigue Expos e internacionales zaragozas. Sí. Los golpes de ratón pasan de lo físico a lo cuasi orgásmico. Ni que decir cabe que todo ello llega a su clímax cuando me conecto a http://www.simtropolis.com/ y comienzo a bajarme rascacielos a destajo para mi irremediablemente fantástica ciudad.
Mi excreción de nervios se materializa en Torres Mafres, Picasos, Sears, Petronas, Kios y Pirellis, pero nada más placentero que colocar esa gran Torre de Marfil, salida de la más interminable de las historias, en esa ciudad que, una vez apague mi computadora, se esfumará como el más extraordinario sueño. Se trata del Burj Dubai, ese monumento al monopolio sobre la droga madre, ese reflejo de ávara existencia, de cristal impregnado de hidrocarburo, ese minarete cainísta que se enorgullece de pisotear a sus hermanos.
Si existe el Hades no hace falta decir que bien pudiera hallarse en las tierras arábicas de Dubai y Abu Dabi. Esos estigmas del capitalismo, espejos de la desigualdad y del nuevo Leviatán globalizado. Quizás mejor que no exista la educación en tales lugares, pues cómo se explicaría la esclavitud en tiempos de los romanos viendo a las gentes de la otra orilla del Índico ganarse el sustento con hazañas más propias de Heracles que de meras almas humanas, doloridas, mortales.
El 21 de marzo de 2006, la crónica de una revuelta anunciada se materializó en daños en vehículos, oficinas, ordenadores… generándose pérdidas de más de un millón de dólares. Multitud de organizaciones internacionales tiran sus dardos sobre el régimen de los Emiratos Árabes exigiéndoles el respeto de los derechos humanos y la firma de las convenciones clave de la OIT (87 y 88).
Mi excreción de nervios se materializa en Torres Mafres, Picasos, Sears, Petronas, Kios y Pirellis, pero nada más placentero que colocar esa gran Torre de Marfil, salida de la más interminable de las historias, en esa ciudad que, una vez apague mi computadora, se esfumará como el más extraordinario sueño. Se trata del Burj Dubai, ese monumento al monopolio sobre la droga madre, ese reflejo de ávara existencia, de cristal impregnado de hidrocarburo, ese minarete cainísta que se enorgullece de pisotear a sus hermanos.
Si existe el Hades no hace falta decir que bien pudiera hallarse en las tierras arábicas de Dubai y Abu Dabi. Esos estigmas del capitalismo, espejos de la desigualdad y del nuevo Leviatán globalizado. Quizás mejor que no exista la educación en tales lugares, pues cómo se explicaría la esclavitud en tiempos de los romanos viendo a las gentes de la otra orilla del Índico ganarse el sustento con hazañas más propias de Heracles que de meras almas humanas, doloridas, mortales.
El 21 de marzo de 2006, la crónica de una revuelta anunciada se materializó en daños en vehículos, oficinas, ordenadores… generándose pérdidas de más de un millón de dólares. Multitud de organizaciones internacionales tiran sus dardos sobre el régimen de los Emiratos Árabes exigiéndoles el respeto de los derechos humanos y la firma de las convenciones clave de la OIT (87 y 88).
Sin embargo, ello no es un fenómeno aislado. Madrid está construyendo dos torres que superarán los 200 metros (Torre Repsol y Torre Sacyr, en la archiconocida Ciudad Deportiva), Shangai discute la construcción de la Torre Biónica (proyectada por los españoles: Eloy Celaya, Javier Gómez Pioz y Mª Rosa Cervera (http://www.torrebionica.com/bvs/bvs.htm)) que sobrepasaría el quilómetro de altura y podría albergar a 100.000 personas viviendo en su seno. Qué decir de la Torre Solar de Australia (http://es.wikipedia.org/wiki/Torre_solar) o del sustituto de las Torres Gemelas en Nueva York, esas gigantescas víctimas destinadas a ratificar como el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos, o más, veces.
Burj Dubai se eleva en el más enigmático de los misterios. Los dirigentes de Dubai esconden cualquier dato acerca de su altura final. La carrera por el rascacielos más alto se sigue ante el silencio de los medios, la estupefacción del pueblo, los petrodólares de los jeques y la enigmática sonrisa del ultracapitalismo soberano. Dubai se alza, como Babilonia resucitada, quien sabe si como el más infernal de los fantasmas, queriendo rendir cuentas con aquello que le niega descanso. Con la avaricia humana, con ese presunto ser doblemente sapiens, esa civilización hegemónica de los tiempos. El Mundo sigue siendo un gigantesco folio donde la mano de cada global dirigente continúa queriendo dibujar su Voluntad, su nuevo zigurat, su monumento emblemático, su Burj Dubai, su Torre Biónica, su tanque que roza el cielo.
En las imágenes: Torres Petronas de Kuala Lumpur (452 metros) y las obras del Burj Dubai en los Emiratos Árabes.
Link recomendado: http://www.skyscraperpage.com/
1 comentario:
Muchas gracias por tu visita.
Me alegro de que te guste el blog.
Es difícil conectar con un blog tan personal, pero con pocos que haya ya merece la pena seguir con él.
Le echaré un vistazo al tuyo. Ya veo que las cosas te hacen pensar, y luego, decir.
Un saludo.
Publicar un comentario