jueves, 28 de junio de 2007

Por unas fiestas sostenibles

No deja de ser vox populi que la sostenibilidad es una de las cualidades más cotizadas en nuestra sociedad. La desmesurada paranoia ecologista, junto con el autoengaño de algunos escépticos, no llevar a la deriva lo proporcional y lo correcto. Todo el mundo habla de que las industrias contaminan demasiado, de que es más correcto ir en bicicleta que en coche o que la comida está excesivamente poblada de lípidos con series carencias en vitaminas. Curiosamente, la tortura de algunos vecinos, la alegría de otros, la causa de excesos en varios enfermos, y la herramienta para desconectar, necesaria para un ocasional individuo, rara vez se adentra en tales debates. Bebe y deja beber parece ser una consigna en países, como el nuestro, donde las bebidas alcohólicas mueven copiosas cantidades monetarias.

Llegadas las vacaciones, no es extraño que los jóvenes puedan llegar a experimentar lo que es estar mínimamente contento. No es por solidaridad con expresidentes, copas y bodegas, pero la verdad es que la bebida, y para algunos el fumar, no dejan de ser, junto al sexo, los tres trípodes sobre los que descansa nuestra fiesta rutinaria. ¿Quién lo niega? El triple mandamiento dice que si no haces alguna de las tres cosas, ¡para qué demonios sales de casa! Ciertamente, el detritus de nuestra “cultura de masas” abandona lo refinado para llegar a estar necesitada de alcohólicos complementos. Teme tanto a los “intelectuales e iniciados” como al aburrimiento. Más madera dirían los Marx, que la máquina suena floja…

La sostenibilidad de nuestras fiestas bien pudiera ser un debate. Abandonar la negación del hecho “alcohólico” y potenciar, no tanto la prohibición, sino el control de los excesos. La enfermedad de dependencia de las drogas bebibles es totalmente humana, no existen bebedores más controlados que los animales. Así lo dicta la rígida Ley de la Jungla, ten la cabeza con un mínimo de juicio si no quieres ser, del potencial depredador de turno, captura… Quizás esa sea la razón por lo que los elefantes puedan permitirse, con más asiduidad que otros, tan bacanales festejos. Efectivamente, existen borracheras de paquidermos. Buscan los frutos de ciertos árboles con el objetivo de experimentar nuevas sensaciones de tanto en tanto; no siempre, pues la maquinaria biológica y sus toneladas requieren de agua y alimentos.

La naturaleza nos muestra, una vez más, lo humano del descontrol. Cómo la hipocresía de nuestra sociedad mercantil, del marketing barato y el imperio de las marcas, daña el civismo, y también nuestra salud, negando a la bebida como mal menor; potenciar el control razonable sería prohibición disconforme con los ingresos que de ella se perciben. Al igual que el medio ambiente, la fiesta quizás debieran ser objeto de una revisión en cuanto a su eventual sostenibilidad, controlar el consumo de alcohol, no tanto prohibirlo desencadenando el morbo de los novatos transgresores. Es un poco como la pornografía, los cigarrillos y las motos ruidosas, más que prohibirlo debe controlarse, y en la medida de lo posible, regularse con seriedad y transparencia. Lo egipcio sabe mucho de estos contornos, el mercado rige y el dinero manda.

Estoy en contra de la legalización de todas las drogas, como también lo estoy en contra del tabaco. No me gusta el alcohol, pero tampoco la fiesta de discoteca. Soy, o intento, ser coherente. Me doy cuenta de lo insostenible de las opciones nocturnas de ocio, o sucumbes a la dictatorial triada o te agobias con el disfrute ajeno y la pena propia. Cambiemos un poco el devenir de nuestras conductas, admitamos que no es mal ejercicio velar por actos como el antiguo cante de jotas, modernicemos los hechos, irrenunciables, a la Actualidad y sus tendencias. Seguramente el alcohol no sea pasión de algunos, pero no podemos obviar que el buen vino tinto parece no ser malo para el organismo, como tampoco la eventual cerveza. En pro de la coherencia, tabaco y bebida necesitan de una normativa tan urgente como novedosa, posiblemente a nivel supraestatal. No prohibamos a raja tabla lo inevitable en potencia mientras la sociedad pone su mano egipcia a los intereses recaudatorios de turno.

Un vídeo curioso es el disponible en:
Animales borrachos - ZappInternet

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso lo de la borrachera de los elefantes. Con ese tamaño y esa memoria... ¡sus resacas deben ser monumentales!

Un saludo

Patri dijo...

Pues ahora no sé si te llevarías bien conmigo...

Me gustan las discotecas (aunque hace siglos que no piso una ¬_¬ ), y me gustan mis copichuelas (solo en determinadas ocasiones, -¿eh?) y fumo (lo sé, lo sé...hay que dejarlo... )

En fin, nadie es perfecto, ¿no?

Besotessssssssssssssssss

Jesús dijo...

Eramos pocos viciosos y aparecio la cocaina. Que no, que no hay remedio, mientras este pais viva del turismo y del trabajo ajeno, aqúi nunca nos dara por lo apolineo