Esta tarde mientras repaso, en diagonal, los titulares de los diferentes diarios, me encuentro con cierta “perla” periodística, acaso en exceso pretenciosa. “Localizado un mundo 'habitable' situado a 20 años luz de la Tierra”, tal es el titular de tan peculiar noticia publicada en “el Periódico”. ¡Cómo para no dormir! Quizás les dé ahora por construir nuevas viviendas de lujo, almacenar más armamento o, mucho peor, mandar a alguien a allá de conejillo de indias, con el afán de ahorrarse el sueldo de un terrestre carcelero. Pudiera ser. No recuerdo ningún caso de explotación que no explote, como tampoco recuerdo ningún chubasco sin lluvia, o libro sin hojas. Inquietante, pero menos mal que no es posible.
De repente, sin ser aún de noche, pienso en la Luna, en esa redondeada amante nocturna, lucero de las tinieblas y joya destacada en el más monótamente contaminado de los celestes joyeros. Pienso en su lejanía real, pero también en su cercanía relativa. En los sueños que la evocan y los presuntos éxitos no reiterados. En todo su lado oscuro, oculto a nuestros ojos, y en todo lo que se oculta, oscuramente, a nuestros ojos.
Recuerdo un documental titulado “El lado oscuro de la Luna”, en él se dejaban ir afirmaciones, cuanto menos, igual de hipotéticas que las que, convencionalmente, en nuestra sociedad se toman por ciertas. La viuda de Stanley Kubrick hablaba en él de los decorados de “2001: una odisea en el espacio”, de cierta relación privilegiada de su marido con la NASA, así como de una maravillosa lente prestada por dicha “entidad” a su cordial amigo. La verdad es que lo mío no es ni la lógica ni la filosofía, pero no sé si es lo que se llamaba modus ponens o modus tollens aquello que al aplicarse hace surgir de estas premisas cierto silogismo que nos remite a “peligrosas” conjeturas.
Se me hace ciertamente extraño pensar en una “odisea en el espacio” cuando a duras penas “se puede” ir a la Luna. No lo digo yo, lo dicen el número de intentos que se han realizado con el sino de llegar al preciado astro. (No demasiado efectivos si aquellos que deben subir a los estadoudinenses al espacio no lo han podido conseguir, aún queriendo, y habiendo sido lanzado el Sputnik por el camino…). No seamos malos, seguramente es que la Luna está ya muy vista y que el cumplimiento de un criterio de estricta racionalidad económica no permite dilapidar patrimonios en finalidades redundantes. Podría ser eso o algo parecido, o simplemente que lo mío son los códigos y las sentencias del Supremo, debe ser eso.
De todas formas creo que es difícil guiarse en la calle cuando uno se pierde en casa. Los océanos, e incluso la Antártida, no están lo suficientemente explorados como para poderse estar en situación de pensar en otros proyectos, más megalómanos. La verdad, sería la primera vez en la historia que el común de los mortales conoce los proyectos e intenciones inherentes al aroma del narcótico Poder.
Creo que no me voy a sentar en una silla a esperar. ¡Para qué! Si aún falta pasearse por los mares, quién nos dice que vamos a ver cruceros estelares y realidades interplanetarias. Mejor aún, cambio de idea, cogeré mi telescopio y me sentaré en la silla, no a esperar sueños bananeros y realidades intencionalmente condicionadas, sino a disfrutar del calentamiento global por las noches y a observar la noche estrellada.
De repente, sin ser aún de noche, pienso en la Luna, en esa redondeada amante nocturna, lucero de las tinieblas y joya destacada en el más monótamente contaminado de los celestes joyeros. Pienso en su lejanía real, pero también en su cercanía relativa. En los sueños que la evocan y los presuntos éxitos no reiterados. En todo su lado oscuro, oculto a nuestros ojos, y en todo lo que se oculta, oscuramente, a nuestros ojos.
Recuerdo un documental titulado “El lado oscuro de la Luna”, en él se dejaban ir afirmaciones, cuanto menos, igual de hipotéticas que las que, convencionalmente, en nuestra sociedad se toman por ciertas. La viuda de Stanley Kubrick hablaba en él de los decorados de “2001: una odisea en el espacio”, de cierta relación privilegiada de su marido con la NASA, así como de una maravillosa lente prestada por dicha “entidad” a su cordial amigo. La verdad es que lo mío no es ni la lógica ni la filosofía, pero no sé si es lo que se llamaba modus ponens o modus tollens aquello que al aplicarse hace surgir de estas premisas cierto silogismo que nos remite a “peligrosas” conjeturas.
Se me hace ciertamente extraño pensar en una “odisea en el espacio” cuando a duras penas “se puede” ir a la Luna. No lo digo yo, lo dicen el número de intentos que se han realizado con el sino de llegar al preciado astro. (No demasiado efectivos si aquellos que deben subir a los estadoudinenses al espacio no lo han podido conseguir, aún queriendo, y habiendo sido lanzado el Sputnik por el camino…). No seamos malos, seguramente es que la Luna está ya muy vista y que el cumplimiento de un criterio de estricta racionalidad económica no permite dilapidar patrimonios en finalidades redundantes. Podría ser eso o algo parecido, o simplemente que lo mío son los códigos y las sentencias del Supremo, debe ser eso.
De todas formas creo que es difícil guiarse en la calle cuando uno se pierde en casa. Los océanos, e incluso la Antártida, no están lo suficientemente explorados como para poderse estar en situación de pensar en otros proyectos, más megalómanos. La verdad, sería la primera vez en la historia que el común de los mortales conoce los proyectos e intenciones inherentes al aroma del narcótico Poder.
Creo que no me voy a sentar en una silla a esperar. ¡Para qué! Si aún falta pasearse por los mares, quién nos dice que vamos a ver cruceros estelares y realidades interplanetarias. Mejor aún, cambio de idea, cogeré mi telescopio y me sentaré en la silla, no a esperar sueños bananeros y realidades intencionalmente condicionadas, sino a disfrutar del calentamiento global por las noches y a observar la noche estrellada.
1 comentario:
Aquí tienes tu comentario ya que tanto me lo has pedido... ya no estarás celoso del Pol. Pues nada ahora se supone que e de dejar el listón de los Serrano alto (para algo soy tu hermana) pero creo que ni intentandolo podre llegar a escribir un comentario semejante a alguno de tus articulos.
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