“La historia de Alí y del Mahdi sólo es un espejismo destinado al común de los creyentes que veneran el nombre del yerno del Profeta y odian Bagdad. Pero al que puede comprender nosotros le explicamos, tal como el califa Al-Hakim, que el Corán es fruto de cerebros perturbados. Tienes que saber que nadie debe saber la verdad. Por consiguiente no creemos en nada... y podemos hacer cualquier cosa”.
“Comencé a comprender cada vez mejor la sublime sabiduría de los deyes ismaelitas. La verdad es inaccesible, para nosotros no existe. Entonces, ¿qué conducta hay que seguir? Para el que ha comprendido que no puede comprender nada, para el que no cree en nada, todo está permitido, y puede seguir sin temor sus pasiones. ¿Es éste en verdad el último conocimiento posible?”
“Es exactamente lo mismo que afirman Demócrito y Pitágoras. Por eso la gente los condenó por impiedad, mientras ponían por las nubes a Platón que los llenaba de fábulas. Así han sido siempre las multitudes. Temen la incertidumbre, por eso prefieren una mentira bien servida que cualquier conocimiento, por elevado que sea, que no les ofrezca un punto de apoyo sólido. En esto no se puede hacer nada. El que quiera ser un profeta para las multitudes debe actuar con ellas como los padres con sus hijos: debe alimentarlas de leyendas y de cuentos. Ésta es la razón para que el sabio se mantenga lejos de ellas”.
Vladimir Bartol, Alamut
Buena parte de las emociones y de los sentimientos proceden de la acción de una pequeña parte de nuestro encéfalo, con forma de almendra, conocida como amígdala. Situada en el lóbulo temporal del cerebro, la amígdala es un componente esencial dentro de nuestro sistema límbico, es decir, aquél encargado de gestar las emociones más intensas (aquellas a las que se refieren las psicosis, así como los efectos de la mayor parte de las drogas alucinógenas). Vladimir Bartol, escritor y psicólogo (entre otras ocupaciones), narró en Alamut, sin lugar a dudas su obra maestra y uno de los mejores libros escritos durante el pasado Siglo, lo acaecido (allá por el Siglo XI) en Oriente Próximo con el movimiento ismailí radical de los hashshashín o asesinos. Hasan al-Sabbah (personaje que pronuncia, dentro de la obra, las reflexiones que encabezan este artículo), más conocido como el “Viejo de la Montaña”, creó un cuerpo reducido de guerreros de elite (fedayines), dispuestos a ser mártires de la causa sin mayor recompensa que alcanzar el paraíso. El motivo de crear esta secta radical era derrocar al régimen imperante en el Mundo Musulmán de la época (turcos selyúcidas), imponiendo una política de terror basada en el asesinato de objetivos escogidos selectivamente (Saladino fue uno de los pocos que fueron capaces de sobrevivir a una de sus actuaciones).
Más allá del condicionamiento y adoctrinamiento religioso-espiritual, el arma secreta del Viejo era el hachís, sustancia de la que derivaría el término de “hashshashín”, literalmente, consumidores de hachís. Se sabe que la mayoría de las drogas, tal y como se ha dicho, afectan al sistema límbico del ser humano. Aun siendo una incorrección decir que nuestra faceta emotiva se reduce a la amígdala (pues también intervienen el tálamo, así como los diferentes sectores de asociación sensorial), podría llegarse a decir que el Viejo de la Montaña manipulaba tal elemento de nuestra anatomía con el objetivo de conseguir sus más siniestros objetivos. Sin pretender ser neurólogo o haber estudiado psiquiatría, valga decir que no sólo el uso de drogas afecta a nuestro cerebro. Sobre nuestro cerebro también influyen las imágenes, los actos, o incluso, tal y como ya dijera Aristóteles, la propia música contextuada en su momento (de aquí la utilidad de las marchas militares por ejemplo). Una ojeada por la sociedad que nos rodea nos repara una reflexión indubitable.
El uso de las emociones en el discurso político dista mucho, por desgracia, de ser algo extraño, limitado a casos tan escasos como concretos. Nada más lejos de la realidad, la manipulación de la amígdala bien pudiera sustentar el éxito, no sólo de los hashshashín en su momento, sino también de todo lo concerniente a los movimientos fascistas, nacionalistas, populistas, revolucionarios... Siendo a la vez la causa primordial del éxito de la prensa rosa, la pornografía y el erotismo. ¿A dónde quiero llegar? La verdad es que se me hace difícil no pensar que, si como dijera Carl Sagan, el complejo R (reptílico) es una de las causas más determinantes de la territorialidad y el comportamiento egoísta, por la supervivencia, sin límites, quién sabe si la propia moralidad, las relaciones de subordinación, sumisión y jerarquía, nuestras creencias y condicionamientos no son nada más que producto, en buena parte, del sistema límbico. ¿Acaso se refería Huxley a ello al hablar del soma en su Mundo Feliz? ¿Trasciende Aquiles de Troya mostrándonos su talón con forma de amígdala, compartido por todos los de nuestra especie? Realmente la neurociencia es un campo abierto a la investigación, esperemos que no venga también a demostrar la causalidad siniestra de estas hipótesis...
“Comencé a comprender cada vez mejor la sublime sabiduría de los deyes ismaelitas. La verdad es inaccesible, para nosotros no existe. Entonces, ¿qué conducta hay que seguir? Para el que ha comprendido que no puede comprender nada, para el que no cree en nada, todo está permitido, y puede seguir sin temor sus pasiones. ¿Es éste en verdad el último conocimiento posible?”
“Es exactamente lo mismo que afirman Demócrito y Pitágoras. Por eso la gente los condenó por impiedad, mientras ponían por las nubes a Platón que los llenaba de fábulas. Así han sido siempre las multitudes. Temen la incertidumbre, por eso prefieren una mentira bien servida que cualquier conocimiento, por elevado que sea, que no les ofrezca un punto de apoyo sólido. En esto no se puede hacer nada. El que quiera ser un profeta para las multitudes debe actuar con ellas como los padres con sus hijos: debe alimentarlas de leyendas y de cuentos. Ésta es la razón para que el sabio se mantenga lejos de ellas”.
Vladimir Bartol, Alamut
Buena parte de las emociones y de los sentimientos proceden de la acción de una pequeña parte de nuestro encéfalo, con forma de almendra, conocida como amígdala. Situada en el lóbulo temporal del cerebro, la amígdala es un componente esencial dentro de nuestro sistema límbico, es decir, aquél encargado de gestar las emociones más intensas (aquellas a las que se refieren las psicosis, así como los efectos de la mayor parte de las drogas alucinógenas). Vladimir Bartol, escritor y psicólogo (entre otras ocupaciones), narró en Alamut, sin lugar a dudas su obra maestra y uno de los mejores libros escritos durante el pasado Siglo, lo acaecido (allá por el Siglo XI) en Oriente Próximo con el movimiento ismailí radical de los hashshashín o asesinos. Hasan al-Sabbah (personaje que pronuncia, dentro de la obra, las reflexiones que encabezan este artículo), más conocido como el “Viejo de la Montaña”, creó un cuerpo reducido de guerreros de elite (fedayines), dispuestos a ser mártires de la causa sin mayor recompensa que alcanzar el paraíso. El motivo de crear esta secta radical era derrocar al régimen imperante en el Mundo Musulmán de la época (turcos selyúcidas), imponiendo una política de terror basada en el asesinato de objetivos escogidos selectivamente (Saladino fue uno de los pocos que fueron capaces de sobrevivir a una de sus actuaciones).
Más allá del condicionamiento y adoctrinamiento religioso-espiritual, el arma secreta del Viejo era el hachís, sustancia de la que derivaría el término de “hashshashín”, literalmente, consumidores de hachís. Se sabe que la mayoría de las drogas, tal y como se ha dicho, afectan al sistema límbico del ser humano. Aun siendo una incorrección decir que nuestra faceta emotiva se reduce a la amígdala (pues también intervienen el tálamo, así como los diferentes sectores de asociación sensorial), podría llegarse a decir que el Viejo de la Montaña manipulaba tal elemento de nuestra anatomía con el objetivo de conseguir sus más siniestros objetivos. Sin pretender ser neurólogo o haber estudiado psiquiatría, valga decir que no sólo el uso de drogas afecta a nuestro cerebro. Sobre nuestro cerebro también influyen las imágenes, los actos, o incluso, tal y como ya dijera Aristóteles, la propia música contextuada en su momento (de aquí la utilidad de las marchas militares por ejemplo). Una ojeada por la sociedad que nos rodea nos repara una reflexión indubitable.
El uso de las emociones en el discurso político dista mucho, por desgracia, de ser algo extraño, limitado a casos tan escasos como concretos. Nada más lejos de la realidad, la manipulación de la amígdala bien pudiera sustentar el éxito, no sólo de los hashshashín en su momento, sino también de todo lo concerniente a los movimientos fascistas, nacionalistas, populistas, revolucionarios... Siendo a la vez la causa primordial del éxito de la prensa rosa, la pornografía y el erotismo. ¿A dónde quiero llegar? La verdad es que se me hace difícil no pensar que, si como dijera Carl Sagan, el complejo R (reptílico) es una de las causas más determinantes de la territorialidad y el comportamiento egoísta, por la supervivencia, sin límites, quién sabe si la propia moralidad, las relaciones de subordinación, sumisión y jerarquía, nuestras creencias y condicionamientos no son nada más que producto, en buena parte, del sistema límbico. ¿Acaso se refería Huxley a ello al hablar del soma en su Mundo Feliz? ¿Trasciende Aquiles de Troya mostrándonos su talón con forma de amígdala, compartido por todos los de nuestra especie? Realmente la neurociencia es un campo abierto a la investigación, esperemos que no venga también a demostrar la causalidad siniestra de estas hipótesis...
- Más información: consultar la entrevista a Antonio Damasio en el Dominical de El País de 11 de noviembre de 2007. Perlas del autor: "La razón empezó con las emociones. Emociones como el miedo, la compasión o la alegría ayudaron a las criaturas vivas a tomar decisiones racionales". "El miedo, la tristeza, la ira, son emociones que existen dentro de nosotros, y se pueden conectar con objetivos concretos. Esas escuelas (algunas madrazas: escuelas islámicas) hacen que las personas odien más y odien ciertas cosas en particular. Pero eso no es suficiente. En este proceso, lo interesante es el papel que juegan las creencias. Si alguien llega a creer verdaderamente que hay vida en el más allá, una vida perfecta, y esa persona vive en un mundo lleno de horror y violencia, es lógico que piense que vale la pena sacrificarse en esta vida porque la otra será mejor".
- Como dijera Emily Dickinson: "THE BRAIN is wider than the sky,/For, put them side by side,/The one the other will include/With ease, and you beside./The brain is deeper than the sea,/For, hold them, blue to blue,/The one the other will absorb,/As sponges, buckets do./The brain is just the weight of God,/For, lift them, pound for pound,/And they will differ,/if they do,/As syllable from sound".
3 comentarios:
Hay que ver cómo se ha extendido la secta de los asesinos islamitas hasta los tiempos modernos...
Todos los totalitarismos -comunismo, nazismo, islamismo- usan armas parecidas. Lavado de cerebro integral. Búsqueda de súbditos sumisos. Por cierto, ya sabes (islam=sumisión).
Un abrazo grande
Todos queremos ser los reyes del mambo, y esto no se puede, estoy hasta el moño de todos estos fanáticos mentirosos, les auguro un final lento y doloroso, bueno no tan lento, que quiero verlo.
besitos
Que entrada tan magnífica.
Varias cosas, podríamos comparar a los feddayines con los templarios de la religión católica?? y otra cosa, el uso del hachis o drogas en general no está prohibido expresamente en el Corán?? De todas formas el poder uso las drogas y el adoctrinamiento para su interés, hoy el poder usa también las drogas y los medios de comunicación para adoctrinar y lanzan el mensaje de vive rápido que la vida es corta para que la gente no tenga futuro y no se implique absolutamente en nada, siendo así más manipulables.
Desde luego con las nuevas ciencas, biológicas, genéticas, neurociencas... y con las nuevas tecnologías que nos permiten ver como funciona nuestro cerebro por dentro se abre un campo interensantísimo, no sé si para libre acceso de todos o de unos pocos, porque hay algo de lo que cada día me doy más cuenta, y esto es que las desigualdades sociales son cada día mayores, de clase media y alta burguesía, hemos pasado a tener más tipos de clases sociales, por lo menos cuatro a mi humilde entender.
Besos
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