jueves, 8 de noviembre de 2007

La sombra del gremlin

El misterio es la fascinación por lo fantástico, lo sorprendente es el hallazgo de interés en algo que a priori parecía falto. Un sueño es una recreación de lo pensado, quizás jamás visto, algo tan deseado como etéreo; espíritu de pensamiento que sólo sabe medrar dentro de tu propio intelecto. Soñando, uno puede viajar a través del tiempo, ir a la jungla filipina o a la del Mesozoico, todo es cuestión de concentración y tener alguna noción de la ciencia real que te permita dibujar mentalmente una selva con sentido, una pintura del Pasado. Examinemos al tarsero y al gálago, dos de los primates más curiosos que pueden encontrarse sobre la faz de la Tierra. El primero no llega a los 30 cm. de longitud, cola incluida, mientras que el segundo apenas supera las medidas del társero. Ambos son ejemplos de primates primitivos, eslabones perdidos dentro de la evolución de seres como los de nuestra especie. Caminantes de misterioso camino, que sólo merced del Azar, han podido llevar existiendo hasta nosotros. Sus hábitos son nocturnos, como queriéndose configurar su comportamiento en tanto que sutil documento de identidad, método mediante el que saber de dónde vinieron y por qué llevan tal existencia.

Los grandes ojos de estos seres les sirven de objetivo con el que apuntar a sus desafortunadas víctimas: lagartijas, insectos y demás animales pequeños, pues a la vez que el gremlim (que se basó en ellos) parecen una cosa de día para después transformarse en otra de noche. Su existencia se asemeja al de nuestros primeros ancestros primate, animales que debían salir durante la noche del Mesozoico, evitando la presencia de los gigantescos dinosaurios que dictaban el ritmo, en aquel entonces, sobre la faz de la Tierra. Puede que especies como el Troodon se especializaran en la caza nocturna, pero la mayoría de los dinosaurios no estaban preparados para la vida nocturna. El tarsero es también conocido como fantasma, debido a los agudos gritos que produce durante las cálidas madrugadas filipinas, en bosques que cada día parecen querer brillar más, no tanto por los incendios como por su ausencia. El gálago es algo más rudo, más grande y más corpulento, vive por el África subsahariana trepando de rama en rama por las selvas y arboledas de la sabana. Dicen que a los gremlins no pueden darles la luz del sol, que los mata, ni entrar en contacto con el agua, ni, mucho menos, dárseles de comer pasada la medianoche. Es público y notorio que su comportamiento se identifica sorprendentemente con el de los de la película, si bien su apariencia de buenos chicos, y la exclusividad del verde sólo en sus comidas, les diferencia, con creces, del origen mitológico sajón del gremlin. El grëmiam (en inglés antiguo) era un ser que mortificaba, hacía enfadar, con su fina maldad y alevosía (razón por la cual, en alemán, grämen significa “apenar”). A la vez que de cuento, los gremlins sirvieron de genial historia para los miembros de la Royal Air Force, durante la Segunda Guerra Mundial, al afirmar que eran tan pequeñas criaturas quienes saboteaban sus aviones. Echando la culpa a la historieta, en cuanto a la caída de sus aviones, antes que reconocer que, como en el común de las armadas, la mayoría de “accidentes” no eran más que derrotas consecuencia de ataques intencionados. Nada más lejos de la realidad, el tarsero y el gálago no forman parte del universo mágico, su existencia es real y su futuro precario. El hombre le ha perdido respeto a la Naturaleza y, aquello que antes acongojaba, ahora suena a risa.

Sin embargo, de forma totalmente involuntaria, participan de una de las contingencias más misteriosas que hayan sacudido, en los últimos tiempos, a las ciencias biológicas. Recientemente, National Geographic ha publicado que los chimpancés son capaces de elaborar afiladas lanzas con sus dientes con el fin de cazar gálagos. Se sabía que las batidas de chimpancés en busca de colobos y otros pequeños simios eran comunes, pero no que estos seres fueran capaces de realizar comportamientos más próximos a los antiguos humanos cazadores-recolectores que al resto de los animales. Parece ser que la noche reclama el respeto que se le ha perdido con tanta fiesta, el gremlin juega de nuevo con nuestra imaginación, quién sabe si no habiendo salido el temor a la oscuridad nunca de nuestro cerebro...

Noticia de National Geographic disponible en este link:
http://news.nationalgeographic.com/news/2007/02/070222-chimp-video.html

La fotografía del tarsero es propiedad intelectual de Jasper Greek Golangco: http://www.sxc.hu/photo/490925. La segunda (gálago) procede de Wikimedia Commons.
Aquí os dejo un curioso vídeo de "Gremlins rockeros"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin duda no sólo nosotros seres humanos como especie tenemos la capacidad de usar herramientas, hay algunos animales que tb la tienen. Quizá algún día aprendan a usar algo más, al tiempo!!

Besitos