Mi cuerpo se halla en letargo, frío, opaco, helado. El deseo le cubre cuál vil serpiente, rozándole con maldad, de forma tan rígida como tensa, inyectándole veneno cotidiano, mundano, enseñando al hombre que la Luz es una cara de la moneda, dando sentido a la felicidad, sentimiento a la añoranza. El amor acostumbra a asimilarse al Sol, todos buscamos calor en sus brazos, nos rendimos a sus nanas, cuales suaves balanceos, conmovidos en el mimo, esperando que, llegando la noche, alguna vez nos rescate el Sol estrellado.
Esperando un nuevo amanecer, es aquello que realiza todo animal diurno por la noche. Coincidiendo con el reinado de la Luna el hombre se siente sólo en el medio, presa fácil de ancestrales enemigos: sean éstos físicos o en sueños. La noche es el reino de felinos, lobos, lechuzas y murciélagos. El depredador acecha, ni aunque sea sólo a nuestro comportamiento-pensamiento innato. Ese pavor a los animales de la noche, ese ansia protectora, el deseo innato a que el Sol salga y nos proteja, es algo de inexcusable interés cuando hablamos de comportamientos-rituales religiosos.
La luz que encarna el fuego así nos lo muestra. El hombre llegaría a dominar el Mundo manteniendo hogueras, simulando al astro solar, no es de extrañar, pues, que el astro rey sea motivo central de la religión de todos los pueblos. Actualmente aceptamos la inoperancia, la imposibilidad de control del astro magno, antaño todo era diferente. Los poderosos Shamash y Marduck de Mesopotamia, Ra en Egipto, Huitzilopochtli para los aztecas. El culto solar se extiende, a lo largo de la historia, como un tema de indudable interés comparativo. Ante el poder del más importante elemento ninguna civilización ha renunciado a darle explicación, leyenda o mito.
Toda circunstancia que pueda, o haya, afectado a nuestra estrella ha sido estudiada y valorada a lo largo del tiempo. Los pueblos precolombinos, los mesopotámicos, o Roma, han sido conscientes de la existencia del solsticio de invierno y de verano; siendo especialmente importante el primero de ellos. El solsticio de invierno, bien lo saben quienes sufren estos días, es algo que todo el mundo espera desde el principio de los tiempos. Más energía para una especie que, por más nos empeñemos los jóvenes, sigue siendo diurno, temeroso de la soledad de la noche. “Natalis Invicti”, el Sol “nace” haciendo al día más largo. Se inhibe nuestro sufrimiento y pesar poniendo remedio a esto de que las noches sean largas y frías, hostiles.
En Roma, Mitra fue la divinidad solar por excelencia. Su culto vino de Persia (se cree que se puede tratar de una deidad védica, indoeuropea), teniendo gran éxito entre las masas populares del Imperio, especialmente en los militares. Juliano “El Apóstata” fue uno de sus paladines, se dice que sacrificaba copiosas cantidades de bueyes al astro solar, de forma equivalente a como lo hicieran los aztecas con los hombres cautivos, en este caso en honor a Huitzilopochtli. Puestos a fijar un día en el que honrar de especial manera al gran dios, se escogió aquella fecha que coincidía con el solsticio de invierno. ¡Qué mejor día que este para conmemorar el nacimiento de una deidad solar!
Agudo, como la historia, comparativamente, siempre nos lo ha mostrado, el pueblo de Cristo supo hacer uso de las fechas para convertir a un mayor número de fieles. Jesucristo sería asimilado a Mitra, su día “raptado” y transmutado en el Día de la Natividad de Jesús. Las consecuencias eran obvias, el cambio de una religión a otra se amortiguaba, la gente seguía teniendo un mismo calendario, pero eso sí, con un diferente motivo de celebración. Así pues, el Sol es motivo de la Navidad, quién sabe si asimilándose a ese cariño que da energía, y calor, a nuestras almas con nuestra mutua compañía en estos días. Se dice que Nochevieja era un día de oráculos (algo de ello queda en la creencia de las doces uvas, o lentejas según el caso, de la buena suerte), el Cristianismo colocaría en esta fecha la circuncisión de Jesús, como símbolo de renovación colectiva, entrada en un nuevo año dejando el anterior, el viejo.
De todas formas, el hombre siempre ha buscado para la soledad un remedio, sea en el amor, en la compañía de los seres queridos, o simplemente, alrededor de un buen fuego. Todo es fiesta y conmemoración de que el animal diurno tendrá más espacio vital, más tiempo, recuerdo de que a toda niebla le sigue la claridad, sueño de que al permanecer dormido le llegue a uno (quién sabe si en forma de beso) un nuevo amanecer, oportunidad, un nuevo despertar.
Esperando un nuevo amanecer, es aquello que realiza todo animal diurno por la noche. Coincidiendo con el reinado de la Luna el hombre se siente sólo en el medio, presa fácil de ancestrales enemigos: sean éstos físicos o en sueños. La noche es el reino de felinos, lobos, lechuzas y murciélagos. El depredador acecha, ni aunque sea sólo a nuestro comportamiento-pensamiento innato. Ese pavor a los animales de la noche, ese ansia protectora, el deseo innato a que el Sol salga y nos proteja, es algo de inexcusable interés cuando hablamos de comportamientos-rituales religiosos.
La luz que encarna el fuego así nos lo muestra. El hombre llegaría a dominar el Mundo manteniendo hogueras, simulando al astro solar, no es de extrañar, pues, que el astro rey sea motivo central de la religión de todos los pueblos. Actualmente aceptamos la inoperancia, la imposibilidad de control del astro magno, antaño todo era diferente. Los poderosos Shamash y Marduck de Mesopotamia, Ra en Egipto, Huitzilopochtli para los aztecas. El culto solar se extiende, a lo largo de la historia, como un tema de indudable interés comparativo. Ante el poder del más importante elemento ninguna civilización ha renunciado a darle explicación, leyenda o mito.
Toda circunstancia que pueda, o haya, afectado a nuestra estrella ha sido estudiada y valorada a lo largo del tiempo. Los pueblos precolombinos, los mesopotámicos, o Roma, han sido conscientes de la existencia del solsticio de invierno y de verano; siendo especialmente importante el primero de ellos. El solsticio de invierno, bien lo saben quienes sufren estos días, es algo que todo el mundo espera desde el principio de los tiempos. Más energía para una especie que, por más nos empeñemos los jóvenes, sigue siendo diurno, temeroso de la soledad de la noche. “Natalis Invicti”, el Sol “nace” haciendo al día más largo. Se inhibe nuestro sufrimiento y pesar poniendo remedio a esto de que las noches sean largas y frías, hostiles.
En Roma, Mitra fue la divinidad solar por excelencia. Su culto vino de Persia (se cree que se puede tratar de una deidad védica, indoeuropea), teniendo gran éxito entre las masas populares del Imperio, especialmente en los militares. Juliano “El Apóstata” fue uno de sus paladines, se dice que sacrificaba copiosas cantidades de bueyes al astro solar, de forma equivalente a como lo hicieran los aztecas con los hombres cautivos, en este caso en honor a Huitzilopochtli. Puestos a fijar un día en el que honrar de especial manera al gran dios, se escogió aquella fecha que coincidía con el solsticio de invierno. ¡Qué mejor día que este para conmemorar el nacimiento de una deidad solar!
Agudo, como la historia, comparativamente, siempre nos lo ha mostrado, el pueblo de Cristo supo hacer uso de las fechas para convertir a un mayor número de fieles. Jesucristo sería asimilado a Mitra, su día “raptado” y transmutado en el Día de la Natividad de Jesús. Las consecuencias eran obvias, el cambio de una religión a otra se amortiguaba, la gente seguía teniendo un mismo calendario, pero eso sí, con un diferente motivo de celebración. Así pues, el Sol es motivo de la Navidad, quién sabe si asimilándose a ese cariño que da energía, y calor, a nuestras almas con nuestra mutua compañía en estos días. Se dice que Nochevieja era un día de oráculos (algo de ello queda en la creencia de las doces uvas, o lentejas según el caso, de la buena suerte), el Cristianismo colocaría en esta fecha la circuncisión de Jesús, como símbolo de renovación colectiva, entrada en un nuevo año dejando el anterior, el viejo.
De todas formas, el hombre siempre ha buscado para la soledad un remedio, sea en el amor, en la compañía de los seres queridos, o simplemente, alrededor de un buen fuego. Todo es fiesta y conmemoración de que el animal diurno tendrá más espacio vital, más tiempo, recuerdo de que a toda niebla le sigue la claridad, sueño de que al permanecer dormido le llegue a uno (quién sabe si en forma de beso) un nuevo amanecer, oportunidad, un nuevo despertar.
¡Felices fiestas!
- Sobre la primer imagen: This image was originally posted to Flickr by jurvetson at http://flickr.com/photos/44124348109@N01/134466058. It was reviewed on 10:09, 15 September 2007 (UTC) by FlickreviewR, and confirmed to be licensed under the terms of the cc-by-2.0.
- Aprovechando la ocasión no puedo dejar de buscar al astro, intentar seducirle para que vuelva a alumbrar. Quién sabe si la dedicatoria de esta canción ayude en algo. Pero como en tantas otras cosas, atreverse muchas veces es algo catártico...
6 comentarios:
Hay muchos animales peligrosos en la noche. Por eso nos fascinan tanto :)
¡Feliz Navidad!
Mas que por ser peligrosos, a mi me fascina la capacidad extra-supersensorial que tienen, sienten la energía, su visión es termica, a traves de vibraciones... las rapaces nocturnas enseguida ven cualquier movimiento entre la hierba, las serpientes van de caza por el calor de los cuerpos, y así un sin fin...
Esa protección del fuego, del sol, aparte del beneficio para las cosechas y las horas de luz que permitian una caza provechosa, es la capacidad de ver a que te enfrentas, en la penumbra oyes algo, pero no lo ves, puede ser una serpiente como un lobo, y esa es practicamente una de las bases.
La oscuridad que mas deberia temer el ser humano es en si la propia que esconde, seguimos siendo animales, solo que con el tiempo nos hemos ido acobardando, y perdiendo capacidades, una de las discapacidades que mas aterra, por no decir la que mas, hablando de sentidos, es el de la visión, se agudizan el resto, pero es una oscuridad permanente.
Tambien la influencia de los estados animicos se hace notable en paises nordicos a paises con una mayor incidencia de luz, en los paises nordicos los hoteles, si alguien los visita, hay muchos que tienen cortinas, las abres... y te encuentras un tabique, ¿Por que? Por que tienen una tasa de suicidios bestial a causa de la falta de luz, entonces la gente iba a los hoteles... y saltaba.
Ese sentido que tanto aterra de los animales en la noche, esa capacidad... como animales que somos tambien la poseemos, solo que esta desentrenada, al igual que cuando nos encontramos en territorio desconocido, el instinto que tanto se dice de confiar en el, si un día a la semana se dedicase unicamente a vivir instintivamente o confiar en el resto de los sentidos, no aterraria tanto la noche, seria mas llevadera.
Y en si, es totalmente curioso ver como lo considerado como paganismo, como algo que ha sido y sigue siendo perseguido, se le rinde culto, todas las fechas del cristianismo señaladas, pero absolutamente todas, tienen un hecho basado en otra religión "Pagana" que adoraba a lo que actualmente se destruye, que es la naturaleza, serian paganos... pero cientificamente hablando sabian a que rendian culto y por que, Navidad, o Natividad del señor, a cualquiera que le preguntes te dira que es por el nacimiento de Jesucristo... cuando la realidad, es absolutamente todo lo escrito en la entrada, es un culto al Sol.
Muy buena entrada, pasa buenas fiestas igualmente.
Regna Terrae.
Fíjese que hasta Dios reclamo que se hiciera la luz ... Felices.
Guay quina lliço mes interesant.
No sabía lo solar de Mitra pensaba estaba más dedicado ese rubro a Helios Apolo.
El hombre siempre ha querido amarrar el poder del sol como se ven en varios sitios de los andes también, les dicen intihuatanas (donde se amarra el sol).
Y de paso les ha gustado maquillar fiestas paganas en cristianas!
felices fiestas de fin de año!
Bueno, pues nada, feliz renacimiento solar ;)
y que un sol muy grande te cobije.
Un lametón de pantera.
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