lunes, 17 de diciembre de 2007

Libia: la paradoja del desierto

Libia siempre ha sido vista como un desierto, una frontera de Sol y arena, enemiga las más, ignorada el resto de veces. Alrededor suyo se alzaron Imperios, que la dominaron, subyugaron o lucharon contra el país de las arenas. Cartago, Roma, Bizancio, Vándalos o los propios egipcios, a Libia siempre le ha costado hacerse un sitio en el mapa, alcanzar un mínimo resquicio de dignidad histórica, un mero apunte que separe al país de un líder mediático y sus treinta guardas vírgenes. Dentro de su rica historia, por poner nombres propios, quizás tengamos que destacar a dos significativos personajes: el faraón Sheshonk y el César Septimio Severo.

Sheshonk se alzó con el cetro de Egipto armas en mano. Durante las guerras del país del Nilo contra los Pueblos del Mar (los filisteos de la Biblia), cuantiosos contingentes humanos emigraron desde la cercana Libia, la mayor parte entrando a formar parte de los contingentes de mercenarios del faraón Ramsés III (soberano, el último de los importantes, del Imperio Nuevo Egipcio). Sheshonk intentó restablecer el poderío de Egipto, teniéndose constancia escrita en la Biblia de sus campañas por la Medialuna Fértil.

Septimio Severo no fue menos relevante. Consiguió restablecer el orden en el Imperio Romano después de la caída del último emperador antonino: Cómodo, hijo de Marco Aurelio. Los romanos siempre le conocerían por “el africano”, al igual que Sheshonk, siempre fue extranjero dentro del imperio que dirigió: de hecho, se guardan testimonios, un tanto peyorativos, de cómo pronunciaba la lengua de Virgilio.

Leptis Magna fue la ciudad que vio nacer a Septimio. Sus imponentes ruinas, aún hoy en día, la configuran como una de las mayores joyas de la Antigüedad, quién sabe si no estamos hablando de la ciudad romana mejor conservada en el orbe. El Foro de Septimio y sus famosas medusas, o su imponente teatro, son meras muestras del esplendor alcanzado por esta urbe: pasto, primero de los beréberes, después del desierto. Realmente, Leptis, la no menos esplendorosa Cirenne, Berenice (actual Bengasi), Trípoli o el oasis de Gadamés, son algunos de los lugares más sorprendentes de todo el norte de África. Pese a aquello que pudiera deducirse al contemplar, sin condicionante alguno, el país de Gadafi, Libia es un lugar de contrastantes, aleccionador como pocos. Una primera conclusión coherente con su estudio bien podría ser ésta: ver cómo la gloria y la prosperidad son tan idílicas y placenteras como temporales, por sí mismas, transitorias y perecederas.

Libia deviene un espejo desde el que observar los rigores del Cambio Climático. Sus tierras fueron otrora mayormente fértiles, ricas en oasis y en especies animales como el elefante norteafricano (animal que sirviera de buque insignia en las tropas de Aníbal). Igualmente, el país guarda en su haber importantes reservas de hidrocarburos (muestra de cuán importante fuera la biomasa antaño existente en el lugar), así como un auténtico “mar de agua dulce” en las profundidades del desierto.

El proyecto del “Gran Río Libio” constituye una de las obras faraónicas, nunca mejor dicho, de mayor interés, coste e implicaciones. El plan hidrológico de Gadafi pretende trasladar el gran acuífero del desierto (y sus 150.000 km2 de agua subterránea) al litoral libio; en otras palabras, en él existe agua con la que poder construir una gran piscina del tamaño de toda Alemania. Gadafi utiliza, junto a sus caprichos, los cuantiosos petrodólares recibidos, desde Occidente, en construir esta obra, sin duda alguna, digna de ser mencionada en los libros de historia de la Humanidad venidera. Pese a todas estas promesas de auge económico, advenimiento de Libia como potencia geopolítica del lugar, socio privilegiado de Occidente, existen graves paradojas que no disponen de automática solución.

El año 1986 los EEUU atacaron las principales urbes del país: Trípoli y Bengasi, muriendo multitud de civiles (entre ellos, la hija de Gadafi). De ser acusado de organizar el atentado de Lockerbie, el de la Discoteca La Belle de Berlín o apoyar al palestino Abu Nidal, ha pasado a ser uno de los socios de mayor importancia para la UE, unión económica, más que europea...

No hay duda de que Libia ha progresado. Trípoli es una de las ciudades con mejor calidad de vida del continente, monumentos como la ciudad de Leptis Magna (junto con sus tranquilas y bellas playas de alrededor) amenazan con convertir al país en un eminente gigante turístico. Nadie sabe qué pasará cuando llegue el agua al litoral, como tampoco nadie sabe lo que pasará cuando muera Gadafi. Su régimen ha sido sanguinario, odiado por Occidente, sus pilares discutidos (promover la unidad árabe, neutralidad internacional...), pero el caso es que Libia renace como nunca, negocia con el capitalismo y se convierte en suculento pastel. Después de todo, ¿qué es la diplomacia sino el arte de saber utilizar los contrastes y las antítesis en busca del interés patrio?

Ambas fotografías son obra del genial Luca Galuzzi: http://www.galuzzi.it/, sujetas a: Creative Commons Attribution ShareAlike 2.5 License

10 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

en mi país los pueblos también libraron en parte su lucha contra el desierto que era una frontera que así en ese estilo vencieron, aun existen oasis creados artificialmente en aquellos tiempos como recuerdos del tiempo que se fue, es que la franja costera central y sureña tienes desiertos sólo cortados por valles en los bordes de los ríos. En el norte, no pues es boscoso y más al norte son manglares.

Honestamente no sabía la historia de Sheshnok, muy intersante saber que referencias a él han estado en mi cara sin haberlas notado. Hace años que no leía de la Medialuna Fértil!

Putas y Princesas dijo...

Dan ganas de viajar.....

Madame X dijo...

Apasionante Libia. Estupendo artículo. Gracias por ilustrarnos.

Veo que compartimos algunas pasiones. :-)

... X

JuanMa dijo...

Magnífico artículo. Dan Ganas de ir a visitar.

panterablanca dijo...

Un post muy interesante, querido. Sólo espero que si se extrae el agua subterránea del desierto, Gadafi le dé un buen uso.
Un lametón de pantera.

Anónimo dijo...

Hay tantas cosas por conocer, esta debe ser una de las buenas…gracias por la visita amigo, y ya imagino cómo deber ser la situación por (en este caso España) allá…pero ni modo hay que intentarlo.

Saludos nuevamente y ya habrán novedades

Striper dijo...

Apasionant viatge matiner per uns llocs que segur que son preciosos e molt interesants. ja estas linkat

Anónimo dijo...

No, si todo esto está muy bien, pero echad un vistazo a la posición de Libia:
http://www.heritage.org/index/countries.cfm

Artax el Eterno Cruzado dijo...

Parece epoca de colonias Siglo XXI... cuando se termine el petroleo... todos huyendo, dejando todo como haya que dejarlo hasta que de alguna forma otra fuente energetica llame la atención para volver.

Es una pena que paises así tengan que verse forzados por decirlo de alguna forma a realizar inversiones de ese calibre para resultar atractivas al resto del planeta, es preferible ocultar o destruir las huellas del pasado.

Así vamos, extinguiendo especies, destruyendo obras de arte, detalles de la evolución, naturaleza y todo lo que se cruce, cualquier día descubren la Atlantida y la revientan por construir un paseo subterraneo de turismo con vistas a la naturaleza, por que Atlantida no daria beneficios, o puede que si las leyendas fuesen ciertas y la Atlantida hubiese tomado posesión de Libia aún quede algo de ello y este empezando a prosperar gracias a un legado invisible...

El dinero mueve mas que cualquier legado util para descubrir el legado del pasado.

Regna Terrae.

Persio dijo...

El proyecto ese del gran canal lo vengo oyendo desde hace dos décadas. No creo que se lleve a cabo; es una locura.

Qué pena todos esos países, siempre dominados por tiranos.