lunes, 10 de diciembre de 2007

Lo eterno del jurista

No hace demasiado tiempo tuve una afortunada conversación con un sabio de lo jurídico. Sus consejos, ante todo vitales, sólo alcanzaban a guardar comparación con su conocimiento del Derecho. Para el mayor de sus asombros, él también había pensado en lo mundano que llegan a ser, en múltiples ocasiones, las discusiones respecto a leyes y reglamentos. Me despojé de cualquier condicionante, el respeto que invocaban sus ojos no se merecía otra cosa que sinceridad. Ante todo, le dije cuán incomprensibles me resultaban las discusiones respecto a la naturaleza de la condición o la distinción entre deber y obligación jurídica, la redacción de preámbulos legislativos, o la discusión internacional respecto a la delimitación de fronteras. Para mi asombro, el insigne veterano en jurisprudencia me hizo ver lo real de mi preocupación, cómo, muchas veces, el Derecho se mantiene al margen del progreso de las demás ciencias. ¿Cómo no tener en consideración el progreso respecto al conocimiento de nuestro cerebro, pensamiento y biología? ¿Qué sacamos de obviar lo notorio, de dejar en laguna aquello que, a ojos de nuestra Ciencia, cada vez está más lleno? ¿Se le ocurre a alguien que la paradoja de Gödel pueda tener algo que ver con nuestro Ordenamiento Jurídico?

El Derecho dista mucho de ser un organismo predeterminado, fijo. Su evolución se asemeja a la de los seres terrenos. Una vez nos sorprende con nuevas modalidades contractuales, otra con una mera aclaración respecto a la prescripción de los derechos. El Derecho es un organismo sapiencial común, un acervo de reglas y pautas de conducta, que ante todo, nos han permitido sobrevivir como especie. La comunidad política, y de destino, que se deriva de la entrada en acción del “ius” hace que se organicen instintos, tan atávicos a nuestra psique, como son la violencia, y su polo opuesto, la necesidad de altruismo. En un mundo donde todo lo vivo está sujeto a selección, nuestra “mochila legislativa” no puede mantenerse estancada en glorias del Pasado.

Quizás junto a la fortaleza del mecanismo evolutivo deba destacarse al Azar. La necesidad indubitada de normas no priva a éstas de ser objeto de los movimientos de lo real, abandonando su platónico océano de idealismo. Por más que aboguemos por el “numerus clausus” de derechos reales o el fijismo de la herencia legislativa de los romanos, nos damos cuenta de que el cambio se manifiesta en todos los ordenamientos, acechando en toda materia y paradigma. El Caos evita que el legislador pueda ser omnisciente, la variabilidad de la entropía hace que la necesidades jamás queden fijas, que cambien aleatoriamente, y es que mientras el mundo sea producto de las fuerzas de la física, siempre existirán juristas.

Un ejemplo que me viene a la cabeza es de las fronteras. ¿Quién ha visto alguna vez una línea dibujada por el terreno, un mapa ideal en el que están dibujadas, con pintura eterna, las divisiones y franjas del territorio? El concepto de límite entre estados es tan nebuloso como importante en cuanto a la delimitación de las diferentes soberanías. Pensemos en Kosovo.

El año 1389, en pleno declive de Constantinopla, los serbios (junto a toda una alianza de pueblos cristianos: húngaros, sajones...) se enfrentaron al enemigo otomano. El hecho tuvo algo en común con las Termópilas. Los serbios fueron subyugados al poder de la Sublime Puerta, aún de Edirne, y, de hecho, formarían el mayor destacamento otomano frente a las hordas de Timur “El cojo”, más conocido como Tamerlán. El escenario de una de las mayores gestas del pueblo de Serbia es ahora un territorio a las puertas de la independencia. Pese a todo lo explicado, la población del lugar tiene poco de similar a la de aquél entonces. La población albanesa es mayoría, y el gobierno fáctico de Pristina se siente más próximo a Tirana que a, la antaño esplendorosa, Belgrado. El derecho de “autodeterminación” no es nada más que la razón a una circunstancia, ante todo no histórica, sino fáctica. No puede argumentarse un eventual derecho a la independencia por “memoria histórica” o “circunstancias naturales”. En Pristina, como en Tirana, se alzan monumentos a Skanderbeg (héroe nacional albanés) y no a la “termopilana” gesta de los serbios.

Nuestras normas nos acompañan en la deriva de los tiempos, cambian siguiendo a éstos, no hay mayor legitimidad que la necesidad, ni mayor “imperium” que lo notorio. Más allá de la técnica legislativa o las diferentes medidas, siempre políticas, que se puedan adoptar respecto a nuestro ordenamiento. Más allá de la modernidad, o “moda”, de las técnicas utilizadas, debemos preguntarnos si, al igual que el anfibio necesita un estanque, ¿tenemos en nuestras leyes en vigor un, adecuado, hábitat?

9 comentarios:

Dardo dijo...

Me acusará a lo mejor Vd. de iluso pero yo creo (y quiero creer) que existe un núcleo duro que constituiría el derecho justo en frase feliz de Stammler.

Sí, es cierto, existe algo así como una materia cambiante de proposiciones jurídicas históricamente condicionadas. Que conste que no estoy hablando del tradicional derecho natural en lo primeramente apuntado.

Vd. bien sabe que el hecho precede al derecho; por eso el legislador va siempre más lento. Digamos que esto es estructural de lo jurídico.

Pero el núcleo duro serían los principios del derecho justo otra vez en frase de Stammler citado en la obra "Derecho Justo.Fundamentos de Etica jurídica", de Karl Larenz.

Por principios no estoy hablando de reglas acabadas, sino de los fundamentos iniciales de una regulación.

Un ejemplo de fundamento incial indiscutible al menos en la civilización occidental: la paz jurídica; porque todo ordenamiento supone reemplazar la lucha violenta.

Con la palabra "sistema" aludimos precisamente a la virtualidad del sistema de ser omnisciente. Insisto, virtualidad. En el núcleo duro estaría la respuesta a las lagunas. Y sería la hermeneútica la actriz de esta cuestión.

Pero es arriesgado, amigo, hacer la crítica de los derechos internos desde el muy imperfecto derecho internacional público y desde derechos tan cuestionados en cuanto a su misma entidad como el derecho de autodeterminación (excepto en casos de genocidio).

Saludos.

Max dijo...

Excelente entrada sin duda. Sinceramante, no me siento en absoluto protegido por la jurisdicción actual vigente en nuestro país, y seguramente, en el resto del globo. Tampoco el sistema judicial me ofrece ninguna confianza, finalmente, la capacidad económica seguirá primando sobre la valoración de una acción.

Gracias por tu visita
Saludos
Max

Artax el Eterno Cruzado dijo...

¿Un adecuado habitat?... Eso es un tema bastante discutible, hay leyes que realmente el castigo bastante alto para lo que supone la infracción y en otros casos se queda corto.

Por lo general, la sociedad necesita leyes "básicas" para la supervivencia de un pais, hay recopilación de leyes estupidas, e incluso comparativas de delitos como el famoso documento de la SGAE con otro tipo de delitos, no se si estara contrastado por alguien de si esta basado en realidad o no, mis conocimientos son muy bajos en ese aspecto.

Digamos que para un asesino lo que le parece lo mas normal del mundo, o correcto, es un crimen a ojos de la ley, terapia psicologica, carcel y poco mas, es su perspectiva de la realidad, matar esta bien, al igual que el sueño de todos de ser unos fuera de la ley como Superman, Batman... que hiciesen cumplir la justicia... ¿Por que ese sueño?¿Por que tan extendido? Por que ve huecos en la ley actual que no deberian existir, la ilusión de ser uno mismo el poderoso heroe que haga pagar a los criminales llenando esos vacios existentes es lo que genera esa ilusión en general, aún mas impresionante es que los niños tengan esa ilusión en su gran mayoria, por protección a sus seres queridos ya que no ven una protección real.

Habria miles de puntos para discutir, tantos como personas, cada cual ve las cosas de diferentes maneras, tanto de penas de muerte como de supervivencia del mas fuerte, como de justificado o injustificado... y se podria escribir eternamente acerca de ello.

En resumen, bajo mi opinión, es que la ley actual es una ley básica englobando unos puntos de vista, intentando llevar un determinado orden en la sociedad, lo que para uno esta bien para otro esta mal y viceversa... así que nos regiremos por esos puntos básicos.

Como pregunta curiosa... ¿Quien no ha grabado una pelicula de la tele en una cinta virgen y la sigue conservando, o ha prestado una original etc...? Creo que todos... y eso... sigue estando penado :P.

Regna Terrae

Pak dijo...

Lo siento compañero!! Voy muy liadete y casi no tengo tiempo!!!

Saludos!

Anónimo dijo...

Lo siento, pero los serbios se lo tienen bien empleado. Cuando el joven sultan Mehmet II puso sitio a la pobre Constantinopla contó con dos importantes aliados: los serbios, súbditos del déspota Jorge, se incorporaron (en la suma de todo un destacamento) a los ejércitos del Sultán, mientras que un ingeniero hungaro, llamado Urban, tras ofrecer sus servicios al emperador romano y éste no poder pagarle, abandonó Constantinopla y acudió al Sultán, quien si contaba con recursos (se le dieron unos honorarios cuatro veces superiores a los que esperaba recibir), y le construyó un cañón capaz de volar las mismas murallas de Babilonia. Conclusión: de aquellos lodos estos polvos.

Me pido expulsar a los turcos de Costantinopla y de toda el Asia Menor, total sólo hace 550 años que están allí. Que vuelvan a las estepas de Asia con el tártaro.

Y dicho esto, que diria Manolón Fraga, volvamos al Derecho: conjunto de normas que una sociedad se da (por medio de un enviado de cualquier dios, de un autócrata, de un dictador, de una aristocracia ó de una oligarquia, y, también, de esa entelequia llamada mayoría democrática) a sí misma... y la composición de la sociedad es cambiante y, por tanto, también lo es el Derecho. Por eso algunos se inventaron el Derecho Natura y la Tradición, para que al menos así alguna estantería de la biblioteca puediera permanecer incólume...


Recomendación: Sir STEVEN RUNCIMAN. "La caída de Constantinopla 1453". REINO DE REDONDA-Madrid 2006.

MAR dijo...

Tendríamos que empezar por ver ¿qué es justicia, qué es lo justo y a qué tenemos derechos?
Da que pensar, me gusta tu blog es distinto, nuevo para mi.
Besos.
mar

MeRCHe dijo...

Yo sólo puedo hablar desde la visión del pueblo llano, ya que carezco por completo de conocimientos jurídicos, pero es cierto que el legislador suele ir un paso por detrás de la sociedad.

Anónimo dijo...

Lo más gracioso es que "Skanderbeg" viene de "Alexandros", por Alejandro Magno. Pero claro, incluso la capital de Bulgaria tiene nombre griego...

Dinorider d'Andoandor dijo...

interesante manera de ver el mundo del jurista, no la había pensado así viéndola de afuera