Fue delictivo el hecho de coger manía a un oso, convertir su aterciopelada textura en carbón de azabache, sus ojos embotonados en perlas de azufre, su sonrisa cosida en hipocresía. Todo aconteció por su posición siniestra, su proximidad a la cosa amada, a su cuerpo, su piel, sus cien noches y sus deseadas siestas. El osito es laborioso en el malhacer, toca cual nuca de blanco cisne, ese ideal de belleza intertemporal, homenaje debido a la Luna y, a la más cálida noche, en plena belleza. Malvado, alevoso, envidioso, lujurioso, mentiroso, hipócrita, ladrón de almas y de sensaciones, el oso es un tabú en mi vocabulario, un demonio en mi panteón de ideas.
Quizás se den cuenta de lo malvado del peluche, de la alergia que me produce su ventaja, su ideal posición de psicópata, de diván argentino, de actor de cine líbico. Sus mejillas le sirven de espejo, no pudiéndose peinar jamás al de reptilia efigie, empelado en peluche, peinado de fábrica. Nadie llegó a comprender jamás cómo ganó la guerra. El oso es un maestro estratega. Prevención de batalla actuando primero. Y es que sus dedos, inexistentes, rozan continuamente el maná deseado. Se arropa entre sus brazos, alcanzando a tocar lo que acaso antes tú has besado, sin mayor mérito que su cambio por dinero, maquiavélico ejemplo de utilitarismo por sentimiento. Cómo fue capaz de salir victorioso cambiando las dunas por las sábanas, las incursiones por la diosa Fortuna. Quizás sea producto del capitalismo, de lo inevitable del mercado. ¡Cómo pudiste oso malvado ser capaz de semejante rapto de sitio!
La ternura del juguete juega a ser bendito. Carantoñas y saludos son el precio pagado por el niño, mimos y ternura para quien duerme entre sus hipócritas zarpas. Odio su relleno, su tacto y la idea de comprarlo. El peluche es un constante novio que no admite racional celo. Me temo que la desgracia humana, en cuanto a su punto de vista más varonil, no es el no poder retroceder en el tiempo. Lo dudo. Quizás la transmutación sería el mayor deseo para los miembros masculinos de nuestra especie. ¡Llegar a ser peluches! ¡Quién se conforma con vivir en la carne de una vaca hindú, pudiendo tener otra vida con todas las noches entre tus brazos!
Imagen procedente de: http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Teddy_bear_27.jpg, sujeta a: GNU Free Documentation License. Autor: Waugsberg
miércoles, 30 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Jo segur que mai et regalaria un oset de peluch peró segur.
¡¡¿¿Y NO SABES COMPRAR OTRA COSA??!!
A quien se le ocurre, no es el oso en si... son todos, no importa la forma que tengan, de perrito, de ardilla, de conejo... bien realizados enternecen a cualquier mujer, son mas dadas a ese tipo de detalles que nosotros, a mi dame un lapiz y algo donde escribir... y soy feliz, me siento extraño contandole a algo inanimado lo que siento, prefiero plasmarlo, por lo menos vivo con la idea inutil de que alguien lo leera y que de alguna forma sabra lo que me acontecia en determinada epoca.
No se... el guardador de secretos y problemas perfectos... ten cuidado... a lo mejor un dia se entera el oso que vas a ser padre antes que tu y te mirara con ojos diabolicos... "La de cosas que se y tu no... LA COSA QUE SE Y TU NO..."
A lo corto de mi vida, oi unas palabras bastante chocantes en referencia a situaciones así, a una mujer le gusta que le regalen cosas que no sirvan para nada... a un hombre cosas que sirvan para hacer algo, por poner ejemplos, piedras preciosas, peluches, flores... destornilladores, taladros, escaleras... aunque lo segundo es un arma de doble filo... igual te aparecen con una mesa del Ikea sin desembalar... y un destornillador electrico al lado... y lo que disfrutamos... en fin, todo depende de la personalidad, pero es inegable que un simple peluche puede hacer las delicias de cualquier mujer, ¿Que le ven exactamente? No lo se... habria que estudiarlo... cuidate figura, nos vemos.
Pues si el peluche lleva una mini-webcam dentro, ya es para cagarse. Yo que tú lo comprobaría, je, je. Gracias por visitarme. Saludos.
Creo que te has pasado un poco... los osos de peluche, aunque no sean reales, te hacen compañía, porque ves que tienen una expresión. Y dime tú lo que no hay que pagar en esta vida, el agua, los impuestos, las operaciones... dentro de poco te harán pagar el oxígeno que consumes porque apenas quedará... lo que el petróleo vamos.
A mi me pasa con las muñecas de porcelana, qué le vamos a hacer.
para esos menesteres no tenia oso de peluche, soy alérgico
Publicar un comentario