viernes, 30 de noviembre de 2007

El rastro de Dios

A lo largo de mis escritos siempre he defendido una idea clave. El ser humano vive en dos dimensiones: la realidad que nuestros sentidos captan y el mundo, referente sobretodo a lo empíricamente desconocido, que nosotros recreamos dentro de nuestra propia mente. Verdadera historia interminable, mundo de Fantasía de propiedad exclusiva, que acontece manifestación última del homo religiosus, muestra de cómo el hombre no puede existir sintiéndose sólo. Quizás no sea la primera vez que me refiera a la summa divisio esencial de nuestro mundo: el Caos absoluto, frente al aparente orden que detentan ideas y estructuras que admitimos, universalmente, como ciertas e irrefutables.

Existen ciertas constantes en nuestra historia que han servido de base para una eventual defensa de un ser divino superior, una mente omnisciente capaz de dar forma al Universo siguiendo un modelo inteligente. El esqueleto sobre el que descansa la tesis, en no pocas ocasiones ha sido identificado con las leyes, inmutables, de las ciencias físicas, químicas, y ante todo, matemáticas (si es que entre ellas existe alguna diferencia). Dando una ojeada a los horizontes de la física cuántica y de la más profunda de las matemáticas, toparemos con el concepto de infinito, o con el temido teorema de Gödel. Más allá de estas “joyas” para la reflexión matemática, el mayor postulado de la teoría evolucionista no deja de hacer referencia a un presunto origen común, un punto (dígase Big Bang) de donde todo surgió, sin tenerse bien claro, aún, que hubo detrás de todo ello.

La paleontología nos muestra que el ser humano, en tanto que mamífero, tiene ancestros comunes con el resto de la diversidad biológica de nuestro planeta. Los mamíferos proceden de los reptiles mamiferoides, de la misma forma que los reptiles proceden de los anfibios, y éstos evolucionaron antes al diversificarse los peces. De hecho, la “realidad” que los científicos captan a través del uso del método científico y el racionamiento sirve para que éstos nos ilustren con esquemas y taxones con los que iluminar nuestro desconocimiento sobre el origen de la vida. Lo dicho será para algunos todo un trauma. Lejos de limitarnos a haber evolucionado del mono, el ser humano comparte genes e historia evolutiva con los lagartos y la merluza, pasando por los escualos y la salamandra.

La clasificación que hacemos de las especies que han ido poblando nuestro planeta a través de los siglos no deja de ser artificialmente arbitraria. La distinción entre reptiles y anfibios no existe en la naturaleza, son meras categorías que consensualmente ha establecido nuestro paradigma científico con el sino de construir, una vez más, cierto orden donde siempre estuvo nulo, falto de conocimiento o razón humana. Dónde se halla la frontera entre los simios y nosotros o entre los dinosaurios y las aves dista mucho de ser algo a lo que lleguemos, alguna vez, mediante el uso de mecanismos e instrumentos científicos.

Una ojeada por las diferentes religiones nos muestra un punto común, causa última, del que se derivaría el Mundo y todas las especies que lo pueblan. No alcanzo a comprender porqué no iba a ser la religión algo equivalente a la teoría evolutiva, un paradigma “filosófico” más que científico, una manera de ver el Mundo por parte de gentes que dispusieron de medios diferentes a los nuestros. Nadie discute que la religión no haya sido manipulada en tanto que instrumento de poder, factor real que dijera Ferdinand Lasalle, con el que conciencia y adoctrinar al grueso del pueblo. Recapacitemos respecto al hecho religioso. La Fantasía no puede ser perseguida dentro de un grupo compuesto por seres que, por definición, tienen vedado el paso al conocimiento absoluto, quién sabe si por chocar de frente con nosotros mismos, nuestra mente, o simplemente, porque no somos más que una parte que no puede dejar de hacer funcionar al todo por el afán de poder observar cómo se organiza todo el resto del Universo.

Segunda ilustración, con permiso, de Dinosauromorpha:
http://www.dinosauromorpha.de/pal_therop/sinornithoides.jpg

jueves, 29 de noviembre de 2007

Ecología política: reflexión de un joven desilusionado

Imaginemos que una nave extraterrestre nos observa, analíticamente, desde lo alto del cielo. Sin nubes, con todos los medios por los que ser omnisciente, asemejándose al Dios de las Escrituras, siendo un ojo que nada se le escapa. Me pregunto si no podrían llegar, en estas condiciones, a una conclusión que me viene a la cabeza: cuán interrelacionado está nuestro Mundo, desde la fuerza de Coriolis a la situación ecológica del tigre siberiano. Quizás, con un poco de atrevimiento (y quién sabe si de maldad), pudieran llegar a pensar que, al igual que existe la sabana africana, la jungla malasia o la paramera de Molina también existen sendos ecosistemas “humanos”: el área metropolitana de Barcelona, la confederación de cantones suizos, Londres, Ciudad de México o Nueva York. De forma equivalente a cómo la Antártida influye en Australia, o los vientos de Siberia en el clima de Huesca, podría llegarse a observar que todos estos sitios, urbanos, están relacionados de forma equivalente a una suerte de flujos de energía, de conglomerados de cadenas tróficas, en definidas cuentas, vestidos de cierta ecología.

El científico anglosajón James Lovelock, expuso hace tiempo, su idea de Gaia y el planeta interrelacionado, o viviente. Argumentaciones mediante las que justificar aquel adagio, o eslogan, tan popular en nuestros días de: “piensa globalmente, actúa localmente”. Una vez más me niego a diferenciar lo natural de lo artificial, lo humano de lo meramente, por naturaleza, real y existente. Los pueblos de la antigua Mesopotamia creían en un orden político, o estado, terreno que se asemejaba “mutatis mutandi” al orden cósmico, de los dioses. No llegaremos a este extremo, sin embargo, me atrevo a decir que las interrelaciones entre los diversos grupos humanos, ya sea entre sí o con el resto de los elementos de la Madre Naturaleza, distan mucha de situarse en compartimientos estancos: reducirse a un mero camino, o más frecuentemente, a una autopista o carretera...

No seré el primero en asemejar a Bush al Rey León. Los EEUU como “depredador” que se nutre a través de la caza “guerra” de la materia, alimento económico en forma de hidrocarburos, de otros países como Irak, Arabia Saudí, Uzbekistán o Guinea Ecuatorial. El felino de los estados hegemones no deja de ser el monarca de una sabana (panorama internacional) plagado de presas. Otros serán quienes le rodeen y alimenten del sobrante de su dieta (Hungría, Polonia o, en cierta medida, México, Chile o Corea del Sur), mientras que al gran león otros felinos, de menores proporciones, le ayudarán en la caza (Reino Unido, Canadá, Australia, Japón y Europa Continental); el león necesita al grupo para la caza, requisitos que dejan de parecerse a los del mercado soberano en nuestros días. Organicismo, o realidad, de un Imperio que dista de ser exageradamente novedosa, a excepción de su adecuación a un tiempo y a una situación de nuestra Tierra. Esta visión recordará a muchos el organicismo del Estado de Francesc d’Eiximenis o de Thomas Hobbes. Sin embargo, en un mundo globalizado, no podemos quedarnos limitados a fronteras políticas, debiéndose analizar el hecho fáctica desde la perspectiva que nos dan, aunque sea potencialmente, cualquier de los lados probables.

La crisis mundial, bajo mi punto de vista, mucho tiene que ver con el mimetismo e hipocresía de un león que no gusta de vestir melena, un Imperio que se esconde bajo el manto de la información manipulada y las redes, cuasi surrealistas, de dinámicas de mercado, satélites y demás telecomunicaciones. El profesor David Held defiende el concepto de “accountability” dentro de su propuesta de derecho democrático cosmopolita. Desconozco si en su mente estará que en España se pueda participar en la elección del presidente de los EEUU, sin embargo, parece claro que la crisis de legitimidad y extralimitación de la estructura estatal, deforman la configuración de un mundo donde la globalización es una realidad, y la responsabilidad (o “accountability”) en su organización y gobernación, no sólo de un desideratum, si no que requiere pasar, de una vez por todas, a ser un hecho. Más cooperación internacional (¿Naciones Unidas?), el Mundo necesita un Imperio, el de la conciencia; una legitimidad, su decisión soberana de todos sobre "el todo" que nos concierne comos humanos y especie dominante en este planeta Tierra.
Imagen del león sujeta a: GNU Free Documentation License (Wikimedia Commons)

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Sobre la narración de la historia

Hace tiempo no supe distinguir bien, en un trabajo de Castellano, la novela histórica de los libros de historia, o al menos eso creía. La Historia vence a cualquier fantasía imaginable. Pensemos en la España de la Reconquista; en los juglares que iban de una villa a otra narrando las hazañas de personajes reales. Seguramente a muchos nos venga a la cabeza el nombre de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid”, otros piensen en Roland, e incluso habrá quien se acuerde de Alejandro Magno (Iskander), Ulises o Aquiles. Las gentes de esos lugares, por lo general analfabetas, creen ver en estas narraciones un reflejo de los hechos acaecidos. Las clases de historia, y muchas veces la propia escuela, son pintadas en verso por hombrecillos mucho más semejantes a artistas circenses que a catedráticos de quién sabe qué universidades.

En aquel momento nadie se atreve a hablar de novela histórica, y mucho menos de cantar de gesta. Las pautas que caracterizan a éstos últimos se siguen, obviamente, pero más como lex artis del oficio con la que seducir al público, y por correlación, a la clientela. Quizás el primer juglar del Cantar de Mío Cid no se diera cuenta nunca, pero su labor mucho tendría que ver con los libros de historia que posteriormente impregnarían de, presunta, rigurosidad las bibliotecas. No piensa en realidad o en fantasía, confundiendo ambos mundos, cosa por la cual, bien lo dijo Ende, los hechos narrados se transmutarían en fantástica y mística mentira... La falsedad y mimetismo generalizada en nuestra época no nos deja ver, en múltiples ocasiones, lo poco visible de nuestro paso por el tiempo.

La narrativa histórica es por definición fantástica, la narración de la historia, irremediablemente, también. Recuerdo haber visto una impactante película de ciencia ficción, por lo demás bastante floja, titulada “El sonido del trueno”. El argumento no deja de ser una discusión científica de relevancia, una plasmación sensacionalista de problemas que atañen desde la física cuántica a la más pura de las biologías. Quizás algo tenga que ver que la trama se extrajera del genial Ray Bradbury, quién sabe. En el film en cuestión se narra la creación de una empresa ofrece viajes al pasado con la posibilidad de poder cazar dinosaurios en su hábitat del mesozoico. El negocio rápidamente nos seduce en cuanto a nuestra pasión fantástica, al igual que a los eventuales clientes de la película. Sólo existen tres grandes principios que no pueden ser desobedecidos: no olvidarse nada en el pasado, no traerse nada de allí y, sobretodo, no cambiar nada en el pasado. Con el quebranto de una de las normas la evolución cambia su curso. Una mera pisada “fuera de tiesto” o acabar con un pequeño insecto de la jungla jurásica tienen como efecto grandes cambios en todo el proceso evolutivo posterior.

Es difícil hacerse a la idea de la contingencia, pero, desde cierto punto de vista, e ignorando la generación posterior de insectos gigantes y mandriles asesinos, parece bastante claro que el viaja al pasado o al futuro, a la vez que su narración (sea en novela histórica o de ciencia ficción según el caso) son imposibles en cuanto a su total verosimilitud, y es que las fronteras al conocimiento humano, una vez más, se aparecen como muros infranqueables por nadie de nosotros, ni ahora ni en el más remoto de los futuros. Todo se debe a las fuerzas físicas que mueven nuestro Universo. La teoría del Caos y la entropía bien pudieran justificarlo, todo se mueve-cambia a ritmos, por lo general, aleatorias e impredecibles; ¿a alguien le viene a la cabeza la paradoja de Gödel en estos momentos?

Llegado este punto bien pudiera hacerse un intento de conclusión. La novela histórica no es más que ciencia ficción pura, muchas veces mal narrada. Historia y literatura participan de los mismos dones y problemas, lejos de ser partes equidistantes de un sapiencial centro de nuestro cerebro. Todo es parte de nuestro intelecto, narración, necesariamente fantástica, que no puede ser realidad más que al haber sido, propiamente, experimentada. La abstracción, que nos define como especie, es el don que nos hace ser capaces de pensar en operaciones matemáticas, preparar unas oposiciones o recrear aquello que nos narran; crear una historia con la mayor concentración de hechos ciertos, o al menos generalmente aceptados, es lo que hace que nuestra mente puede imaginarse el mundo que nos están explicando, pudiendo convertirse la narración de la historia en algo más parecido al Quijote que a una mera comprobación científico-matemática.

martes, 27 de noviembre de 2007

El poder de los sueños

Los sueños son ante todo un motor. Es difícil explicar cómo todos los humanos hemos tenido siempre esa lacra, ese talón de Aquiles por el que los dirigentes son capaces de convencer al débil con promesas de esplendorosos futuros, imperios inimaginables y distribución de riquezas (sin saberse bien su procedencia) entre las facies de los más variopintos siervos, seres sujetos a su autoridad e imperium. Leo “La Frontera” de Javier Arce, y no se me hace difícil imaginarme el ánimo de los habitantes de Antioquia ante la visita del césar Juliano, más conocido como el Apóstata. La acuñación de monedas con el dibujo de un toro con dos estrellas entre sus cuernos, dijeron algunos cristianos del momento que se trataba de una representación del becerro de oro, enardeció a las gentes contra el basileo, quizás por razones religiosas, o simplemente, por no haberse sabido mover el emperador entre las aguas de la psique compartida del populacho.

Antioquia solo recibía sombra, por aquel entonces, de la propia Constantinopla, siendo una de las mayores urbes en aquel mundo, por delante de otras como Cartago, Alejandría o la propia Babilonia. Oriente era Estados Unidos, ciudades grandes y poderosas que se repartían la fortuna del Imperio y sus sueños como miembros del Destino grupal del pueblo del basileo. Las celebraciones por sus calles, ahora cristianas, no dejaban de ser manifestación de una necesaria cosmovisión que incluyera a todos como partícipes de un proyecto colectivo; gritos y alborotos para combatir la ansiedad de ser individuos de una existencia vacía.

Varios siglos después uno piensa en cómo era posible que los habitantes de una ciudad, acaso invencible, pudieran creer que el Futuro los contemplara como monarcas, que no pudieran entrever que la gran urbe de Oriente desaparecería de la historia, comida por guerras y sequías, hordas de bárbaros y enemigos cuasi-sobrenaturales. El imperio sasánida compartía un sueño con diferentes ingredientes, la pertenencia a una misma especie animal les hacia ver a Roma como frontera para sus sueños, de la misma forma que ellos lo eran para los romanos. Los hombres llegan, por necesidad, a creerse los sueños que les proponen los dirigentes. Creen en ese paradigma y desideratum, encontrando su logos en un mundo necesariamente caótica.

Antioquia, Cartago, Seleucia, Tarso, Ctesifonte, Nínive o Babilonia, nombres de ciudades que sucumbieron al olvido, junto con sus habitantes y gobernantes. El agujero negro que todo lo engulle existe, es difícil ignorarle. Llámesele Caos, entropía o destino de lo terreno, el sueño es un mecanismo de defensa. Combustible biológico con el que luchar contra la niebla que nos puebla el camino.

No es de extrañar que existan civilizaciones, como la islámica, que no separen la religión y el derecho. Después de todo puede llegarse a justificar, ver cómo todo son pautas mediante las que defender un paradigma, un modelo de sociedad. Y es que la religión, el derecho y la política, lejos de separarse, encuentran su cauce en la esta enfermedad somnolienta. La conciencia última respecto al Mundo no hace nada más que decirnos cuán insignificante es nuestro papel, desde una perspectiva temporal-comparativa, como individuos, y a tenor de los últimos descubrimientos científicos, de nuestra propia especie. Quizás llegue el momento en que comprenda que solo sé que no sé nada, Sócrates quizás pudo ser un gran astrofísico, o al menos soñar eso y no pensar que habrá un tiempo en que a él, su civilización y su ciudad, lo consumirá la Nada...

Imágenes: primera, el Emperador Juliano "El Apóstata"; segunda, restos de la ciudad de Ctesifonte: capital de partos y sasánidas.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Platón y los dinosaurios

Platón defendía la existencia de un “mundo de las ideas” donde la esencia de todo lo terreno se podía hallar en su forma más pura y elemental. Una especie de “cielo de las ideas” donde el significado de la ciencia de la filosofía no sería otro que el de “ascender al ser” llegar a pasar desde el mundo de los sensible al de las ideas, conocer, en última instancia, la verdad absoluta, el concepto de Bien. Poca duda cabe de que esta teoría sería asimilada por la dogmática cristiana, identificando a tal dimensión metafísica con Dios y sus Mandamientos. Más allá de la religión, la filosofía o demás cábalas y megateorías del pensamiento irracional-místico, una mirada comparativa a la historia natural de nuestro planeta, fijándonos en las formas y singularidades de algunos de los seres que lo han poblado a través de varios y miles de millones de años, nos guarda buenas reflexiones, acaso manifestaciones, en torno a la noción de “idea” frente a la función de “variabilidad” ligada intrínsecamente a la teoría evolutiva.

Me explico. Visitando la web de Dinodetective (sitio web altamente recomendable), pude descubrir al saurópodo Nigersaurus. Tal “cuellilargo” africano tuvo la especificidad de disponer de una mandíbula semejante a un cortauñas, con todas las ventajas físico-mecánicas que ello comporta. Más allá del espacio temporal que no separa del animal, la Evolución fue capaz de crear una boca con tales características para después dejarnos descubrir, a los humanos, las virtudes de un aparato capaz de producir una fuerza en un punto concreto, de forma tan efectiva como precisa, y descubrirse, así, el cortauñas. Parece muy seductora la idea de pensar que la estructura del cortauñas bien pudiera hallarse en el mundo de las ideas, habiendo sido aplicada en la anatomía del dinosaurio para después ser utilizada como invento por los humanos. En torno a ello, la historia natural nos repara múltiples ejemplos.

En el período Pérmico (280-251 m.a.), Dimetrodon habitaba los bosques en busca de presas y carroña (anatomía semejante a la de Edaphosaurus, especie similar aunque herbívora en este caso). Su fisonomía nos vendrá a la cabeza, rápidamente, al compararla con esos curiosos dinosaurios de plástico con los que tanto nos hemos divertido los de mi generación (siendo el Dimetrodon uno de los más abundantes dentro de este tipo de juguetes). Valga decir que nos hallamos ante un pelicosaurio, o lo que es lo mismo, un tipo de reptil mamifoire, lejanamente emparentado con aquellos reptiles de los que se derivarían los mamíferos y, por definición, posteriormente el hombre.

Como si se tratara de un maestro de la Prehistoria, a principios del periodo Cretácico (hace 140 m.a.), por el actual desierto del Sáhara (antiguo ecosistema con vegetación relativamente abundante, nueva manifestación del cambio climático a lo largo de la historia), habitaba el Spinosaurus, dinosaurio carnívoro de longitud superior a la del célebre T. Rex (véanse los casos similares de Suchomimus y Becklespinax). Al observar la figura del animal veremos cómo el mismo dispone de una cresta o espina dorsal que le asemeja, a la vez que en su dieta carnívora, al pelicosaurio Dimetrodon. Mayor será la sorpresa al examinar cómo Ouranosaurus (eventual presa de Spinosaurus) disponía de una espina similar (presumiblemente con la finalidad de servir como regulador térmico, aunque haya quien diga que el motivo de la estructura biológica fue más bien devoto de un ritual de cortejo).

Nos topamos con la idea de evolución convergente, motivo que ampara el porqué halcones, moscas y murciélagos son capaces de volar sin estar, entre ellos, emparentados. Podemos definir a esta idea como el producto de una evolución independiente de uno o más caracteres similares, partiéndose de ancestros distintos, hasta llegar a una forma idéntica o similar; en este último caso serían las alas, en los anteriores el cortauñas y la espina dorsal. La Evolución, una vez más, parece denunciar que no fue descubierta por Darwin, que Platón con sus ideas bien pudo estarse refiriendo, aunque de forma muy remota, a este fenómeno, tan espectacular como curioso.

La teoría científica actual no nos da solución clara al respecto, al menos aparentemente. El biólogo británico Rupert Sheldrake creó en referencia a ello la teoría de la causación formativa diciendo de ella que:

"La teoría de la causación formativa se centra en cómo las cosas toman sus formas o patrones de organización. Así que cubre la formación de galaxias, átomos, cristales, moléculas, plantas, animales, células, sociedades. Cubre todas las cosas que tienen formas, patrones o estructuras o propiedades auto-organizativas. Todas estas cosas se organizan por sí mismas. Un átomo no tiene que ser creado por algún agente externo, se organiza solo. Una molécula y un cristal no es organizado por los seres humanos pieza por pieza sino que cristaliza espontáneamente. Los animales crecen espontáneamente. Todas estas cosas son diferentes de las máquinas, que son artificialmente ensambladas por seres humanos. Esta teoría trata sistemas naturales auto-organizados y el origen de las formas. Y asume que la causa de las formas es la influencia de campos organizativos, campos formativos, que llamo campos mórficos. El rasgo principal es que la forma de las sociedades, ideas, cristales y moléculas dependen de la manera en que tipos similares han sido organizados en el pasado. Hay una especie de memoria integrada en los campos mórficos de cada cosa auto-organizada. Concibo las regularidades de la naturaleza como hábitos más que cosas gobernadas por leyes matemáticas eternas que existen de alguna forma fuera de la naturaleza".

Rupert Sheldrake

(Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Rupert_Sheldrake)

En conclusión, de lo visto queda meridianamente claro que no es tan fácil prescindir de las pautas inherentes a la eternidad dentro de un mundo sujeto a la evolución. De dónde proceden estas pautas es difícil averiguarlo. Seguramente vengan de nuestra incapacidad, natural, de comprender todos los fenómenos que nos rodean, otros dirán que será una manifestación de Dios o de cómo Platón tuvo razón muchos siglos antes que Darwin. Da igual, el caso es que, una vez más, el orden (algunos dicen "diseño inteligente") y la teoría del Caos chocan de nuevo, configurándose como la gran discusión de nuestro tiempo en cuanto a paradigma del que derivar, no sólo nuestra curiosidad científica, sino también la verosimilitud de nuestras creencias religiosas.
Ilustraciones de Dimetrodon y Spinosaurus cortesía de Mineo Shiraishi.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Lo rentable de la sangre

Más allá de los ideales, los derechos humanos, o el pensamiento social que pueda tener una sociedad respecto a sus valores y fundamentos, la vida humana tiene un valor económico y un coste marginal, véase en tablas para accidentes o en el telediario de mediodía. Las dinámicas del Poder, tan ciertas como discretas, se manifiestan en hechos como el terrorismo y la guerra; sin mayores pistas que las noticias, generalmente manipuladas, además de testimonios interesados de presuntos testigos. El terror sigue siendo un símbolo de imperium, soberanía del poderoso que no conoce de pueblo sino de tortura, oliendo siempre la pólvora y el chocar del acero.

Precisamente fue con el descubrimiento del hierro que “se iniciaron” las masacres en masa. Por las tierras altas de Mesopotamia, cerca de la actual ciudad de Mosul (Irak), los asirios fundaron un imperio del terror donde la quema y destrucción de las ciudades del enemigo no sería más que una de las formas más efectivas de hacer valer el ego de la gran nación del antiguo Oriente. Un viaje por Horrorlandia (al igual que en aquel libro de mi infancia), bien pudiera hacerse al contemplar los relieves asirios conservados en los grandes museos de arqueología como el Británico, el Louvre o el de Estambul. Hombres empalados (respecto a esta cruel técnica, también utilizada por los otomanos, leer Un puente sobre el Drina del nobel Ivo Andric), o cabezas cortadas reposando sobre picas sitas en las inmediaciones de palacios y castillos, son muestras de cómo el terror siempre fue una fuerza de choque de éxito inmediato: sin los costes de la asimiliación cultural, ni su inversión de tiempo.

Cierto es que el Imperio Asirio no se caracterizaría por su duración (frente a Roma que utilizó, no plenamente, la segunda técnica con todo el proceso de “romanización), sin embargo, otros aprendices del maestro Diablo serían capaces de fundar grandes imperios sobre técnicas semejantes. Los mongoles, con Gengish Khan al frente, eran expertos en la tortura y la crueldad sobre el enemigo. Los criminales y enemigos del régimen se metían en ollas con aceite hirviendo, de no tener la suerte de haber sido antes decapitados o empalados.

La crueldad es la pareja de baile de toda guerra. Matanzas de civiles como las de Irak o Bosnia no son nada más que prácticas estratégicas por las que someter a la población conquistada. De forma semejante al uso, por los EEUU, de la bomba atómica en Japón, o las matanzas “selectivas” de Israel contra el pueblo palestino. Y es que todo es ruido de un mismo concierto. El anterior Secretario de Defensa de los EEUU, Donald Rumsfeld, encargó un estudio comparativo de los imperios de Alejando Magno, Romano y Mongol. Más allá de la “lección” que sacara tan siniestro político del trabajo, parece claro que las torturas de unos, ollas de otros, serían tomadas en cuenta cambiándose el aceite por “kalavnikovs” y los castigos grupales por errores militares...

Está claro que el hombre responde ante la violencia. La droga de la sangre muchas veces supera a cualquier sustancia estupefaciente, siendo interesante constatar cómo todo gran imperio ha llegado un mismo fin por semejantes medios. Pongamos el caso de Hitler, el holocausto sobre los judíos (más que razones étnicas) bien pudiera verse como una muestra de poder del führer mostrando cuán capaz era de elegir el destino vital de todo un grupo, a su antojo, como muestra de su función de pastor de manadas, cerdo criador, ¡para una sociedad fabricante de jamones antes que rebeliones contra el tirano! Quizás me atreva a decir que ciertas prácticas religiosas han alcanzado esta idea. Los aztecas bien pudieron sacrificar almas humanas como signo de poderío, muestra de cómo el rey de los mexicas tenía el poder absoluto sobre el resto de los pueblos mejicanos. Golpes de obsidiana, ollas de aceite o instrumentos del terror, todo forma parte de un campo semántico que, lejos de quedarse dentro del concepto de guerra, sobrepasa la categoría para entrar en el de actualidad, quién sabe si en el de humanidad. El terrorista siempre busca la muerte como factor de poder, los Estados en guerra también. Quizás este sea un motivo a favor de la unificación en cuanto al monopolio de la fuerza, quién sabe si algún día podremos celebrar una policía comunitaria o tutelada por Naciones Unidas, las normas deben ser semejantes para un mundo diverso y cambiante, paradoja únicamente comparable a cómo la sangre es el manantial del que nacen los imperios, los dirigentes, las clases gobernantes...

jueves, 22 de noviembre de 2007

El pastel de hielo y la trama del Cambio Climático

El nacimiento del Derecho Internacional bien pudiera situarse, por marcar un punto histórico, en el siglo XV-XVI y los grandes descubrimientos por parte de las potencias europeas. Fue en esta época cuando escribirieron sus obras magnas Francisco de Vitoria y Hugo Grocio (sin olvidar tampoco a Francisco Suárez). Haciendo uso, una vez más, del Derecho Romano, se recogió por estos autores el concepto de terra nullius, literalmente, tierra de nadie; y es que las Américas serán asimiladas al concepto, en tanto que habitadas por gentes (indios) pertenecientes a una civilización inferior.
 
Francisco de Vitoria afirmó que: “como cada Estado es una parte de todo el orbe, y con mayor motivo, como cada provincia es una parte de la comunidad de naciones cristianas, una guerra es injusta por la sola razón de que, a pesar de la utilidad para dicha provincia, cause daño al orbe y a la Cristiandad” (De Potestate civile, 13). La guerra justa afectará a los países cristianos, estando justificada la evangelización del nuevo continente, sin tener derecho los nativos a oponerse, por motivos tales como la prohibición del sacrificio humano. La consecuencia directa de estas tesis será que el “nuevo” territorio será para quien lo descubra y tome posesión de él. Derecho de conquista que no será excesivamente diferente del que, parece regir para algunos, en temas tan espinosos como la “conquista espacial” o la aventura de la Antártida.
 
La propiedad del continente antártico se halla en suspenso, y no en estado definidamente definitivo. Los países limítrofes proponen una distribución en base a “cuadrantes” (Pinochet de la Barra), de forma parecida a lo acaecido con el Ártico, sólo que, en este caso, las partes no son Rusia y los EEUU (entre otros) sino Chile, Argentina o Nueza Zelanda... No veo el porqué los países limítrofes iban a tener algún derecho preferente sobre estos territorios. No tiene sentido ni razón de ser, ni en el Ártico ni en el Antártico. Por otra parte, una suerte de justa, rifa o disputa violenta no sólo no es conveniente sino que tampoco es deseable, no alcanzo a ver porqué fuera a tener un derecho mayor, en algo de todos, Francia que Burkina-Faso. La verdad es que el 1 de diciembre de 1959 se firmó el conocido como Tratado Atlántico, presunto monumento a la cooperación internacional efectiva entre países soberanos. El art. 1 del texto afirma que: “La Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos. Se prohíbe, entre otras, toda medida de carácter militar, tal como el establecimiento de bases y fortificaciones militares, la realización de maniobras militares, así como los ensayos de toda clase de armas”. Una vez más, las maniobras del poder soberano trascienden nuestra comprensión, y si bien se prohíben las acciones nucleares en el articulado del texto, no es ningún secreto que tanto EEUU como la extinta URSS han realizado maniobras militares, quién sabe si dando significado al concepto de “guerra fría”.
 
Como primer gran negocio emergente está el comercio con icebergs. Arabia Saudí ya intentó allá por los años 70 trasladar una de estas formaciones a su país en tanto que gigantesca reserva de agua mineral fresca. Australia, país especialmente aquejado por la desertización, ya ha pensado en ello y no son pocos los países y corporaciones que parecen frotarse la mano de pensar en el cambio climático y el exageradamente rentable negocio futuro del agua y sus fuentes. Más allá del sacro elemento, el caso es que se tienen evidencias de que dentro del continente austral se conservan importantes reservas de petróleo, gas, oro y uranio. El pastel se halla aún en el congelador, falta ver quienes serán los comensales y quién el organizador de la fiesta que reparta la ración, para regocijo de los invitados.
 
De la existencia de hidrocarburos, valga la aproximación, se tienen evidencias aunque sea como consecuencia de una aproximación en torno a las fuentes-causas que los generan. La Antártida (véase mi artículo: “El misterio de las zarigüeyas”) ha sido un continente fértil, otrora, poblado por coníferas e, incluso, por dinosaurios. La existencia de materia orgánica en tiempos pasados, bien puede hacernos creer que el carbón y el petróleo no son extraños en el país del pingüino. Quién sabe si la conspiración de la elite dirigente no sea la de desahuciar a estas aves para poder, una vez recalentado el planeta, obtener combustibles fósiles, buenos, bonitos y baratos...

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La Cienciología o sobre el peligro de las sectas

Secta. f. Doctrina enseñada por un maestro y seguida y defendida por otros. ║ Doctrina religiosa considerada errónea, o que se aparta de la oficial o tradicional. ║ Grupo que la sigue. ║ Sociedad secreta dedicada espec. a la política.
“Psiquiatría: una industria de la muerte” es el nombre de un documental que ha llegado a buena parte de las oficinas de profesionales relacionados con el mundo del Derecho. Firmada por Kendrick Moxon, presunto Asesor General, el DVD se envía dentro de un estuche que roza lo grotesco: un título e imágenes desmesuradamente sensacionalistas con el único objetivo de generar impacto dentro de nuestras mentes. El vídeo en cuestión parece venir de Naciones Unidas; el nombre de “Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos” (“institución” que lo envía) así nos hace creer, no siendo más que al realizarse una aplicación de una de las grandes reglas del jurista (leer la letra pequeña) que nos hace percatarnos que nos encontramos ante una maniobra de la “iglesia” de la Cienciología.
A todos nos sonará la imagen de Tom Cruise (y sus estrambóticos actos) o, aquélla tan cómica, de las bodas con sartenes por medio. La Ciencielogía crece ante la indiferencia de los grandes poderes: se trata de una secta que coloniza las mentes de una sociedad huérfana, donde el valor religioso se ha perdido y la búsqueda de la Verdad, contentado con los avances, no siempre conocidos por la masa social, de la Ciencia. Nada más lejos de la realidad, y es que el hombre dista de haberse emancipado, del todo, de la necesidad de "tutela religiosa".
La teoría del Caos, al igual que la darwinista, no han sabido, por el momento, ser enseñadas de tal forma que calen en las mentes del ciudadano medio. Sigue siendo más fácil prometer el Paraíso terrenal que leer un libro de Penrose o Tipler. Ciertamente, la mayor parte de la gente se queda con que venimos del mono y que la suerte y el azar son los grandes motores del mundo en que vivimos... El hombre busca su logos en el más absoluto caos sin saber hacerse un hueco. El Viejo de las Montañas, con sus píldoras de hachís, parece estar riéndose desde su trono en los infiernos; el hombre tropieza con la misma piedra, necesitando de un consuelo que no sabe dónde encontrarlo.
Muchas veces se ha tildado al propio cristianismo de secta, de movimiento revolucionario con la única finalidad de acabar con el orbe romano. Personajes como Constantino o Justiniano desmontan tales tesis, la religión de Cristo no sólo se adoptó sino que se configuraría como fuente de legitimación del poder del basileo. Frente a un mundo donde el folklore religioso estaba en crisis, ¿por qué no pensar en el cristianismo como cambio de paradigma? ¿Un cambio de perspectiva y quién sabe si, propiamente, científica? La Cienciología no encuentra fuente racional alguna. Se basa en la bondad del hombre y la comunidad en secta, todo son críticas a los psiquiatras.
Anteponiendo a sus ideólogos a Freud o Jung: “iglesias” por divanes, manipulación mental por ayuda médica. Casos pasados como el de “Los Legionarios de Cristo”, los cataros o los hassassin ismaelitas no son más que manifestaciones de un mismo mal: el inmovilismo de la jerarquía de la religión imperante ante una sociedad que cambia continuamente.
Al igual que el derecho (siempre respetando su autonomía), el paradigma existencial y legitimador de nuestra sociedad debe modularse en base a nuestras percepciones y creencias como grupo. No puede hablarse de milagros, de canonizaciones y de ángeles, ¡sin saberse argumentar cómo corría Adán delante del tiranosaurio u ordeñaba Eva a la hembra de rinoceronte lanudo! Religión y Ciencia deben salvar la crisis “existencial” que sufre nuestra sociedad, verdadera arma final con la que poder luchar contra las sectas. El psicólogo-psiquiatra y el cura no son antónimos sino una misma cosa: tutores de unas creencias. Llegar, mayormente, a la sociedad debe ser el primer objetivo de los cardenales y demás jerarcas de la Santa Madre Iglesia, al igual para los musulmanes, hebreos y budistas. La coordinación de los avances científicos con la educación y las creencias es una necesidad para el homo religiosus, no importando si debe aceptarse que Dios sea el orden dentro del Azar o los dinosaurios producto de la evolución que rige las leyes de la Naturaleza...

martes, 20 de noviembre de 2007

La contradicción primordial

Di que fue un sueño. Di que los espíritus precedieron al alma human, dando forma lo inerte, vida a lo inanimado. Cuál mano de alfarero, artista sempiterno capaz de dotar de grandeza y vida al más infame montón de barro. Piensa en el abismo del sin sentido, el poco placer de vivir en un mundo donde sólo abunda el hedonismo. La acción sin la esperanza futura es vacua, puro mimetismo en el que esconder las ganas de permanecer sentado, quieto, aguardando la última tempestad, como hoja de otoño, como materia que ya ha fallecido. Éstas podrían ser las palabras de un chamán, de un sacerdote aborigen, de un brujo mexica o un caldeo babilonio. El Mundo como proyecto, el fin como Paraíso. Se trata de una idea que impregna a las tres grandes religiones monoteístas, hermanándolas donde tanto se desunen sin necesidad alguna. Mircea Eliade afirmó que lo religioso no dejaba de ser una conciencia humana basado en la relación con lo sagrado. Un constituyente de nuestra más primordial psique, nada que ver con un estado de metafísica ni nada parecido. La Religión encuentra su esencia en fuentes que manan las mismas aguas que nutren a los salarios por incentivos, premios, promesas venideras o placeres tan ciertamente venideros, como asegurados en el tiempo.
Ante la relatividad imperante del Caos y la entropía la Religión no deja de ser una pica que, bien clavada en nuestras conciencias, nos evita caer en el vacío del desaliento, ese cruel precipicio totalmente cierto de la Realidad absoluta. Religión igual a Fantasía. Ambos son los pilares sobre los que se sustenta una característica tan soberana como cierta. El hombre dispone de dos vidas, un andar en la realidad contextuado por una mente soñadora. Los antropólogos basan la especificidad de lo humano en la capacidad de abstracción. Creo que es totalmente cierto. El jihadismo, nacionalismo, idealismo, romanticismo y demás ismos del exceso no son más que desencajadas manifestaciones de la necesidad del sueño.
Se trata de una suerte de dinamo con el que mover el invento, el hombre como mecanismo, el sueño como manifestación de lo inacabado. Herbert Marcuse incidió en el control del placer como base de la vida en sociedad. Ello no deja de recordarme aquello que se aprendiera en Primer Curso de Derecho, la limitación de la violencia (y de la reproducción incontrolada) como bases en las que sustenta cualquier sociedad humana con un mínimo ordenamiento (oral cuanto menos). El placer excesivo conduce al pecado que nos aleja del Dios, de la gran tríada de religiones. ¿Por qué no pensar que nos hallamos ante un rudimentario método de control social? ¿Una explicación para tiempos donde aún estaba en la incubadora la Ciencia? Pese a todo, el materialismo acentuado cae en la contradicción; y es que es difícil sostener la inexistencia de un algo metafísico, aunque no se le llame Dios. Investigaciones recientes dentro del ámbito de la neurociencia nos muestran que la creencia es prácticamente inevitable. Está claro que no es universal ni omnipotente en cuanto a lo preceptivo o necesario. Nos hallamos ante un disfraz bajo el que se guarda nuestra Mente, verdadera soberana de nuestra existencia, diosa sin paraíso que no supo encontrar otro refugio mejor que nuestro cuerpo. La vida sin estímulos es superflua, el control de éstos, necesario.
¿Cuántos son los dirigentes-políticos que no se han basado en su manipulación para convencer a débiles conciencias? ¿Existen hombres predestinados a la soberanía sobre el resto? ¿Algo parecido a los monos o los leones marinos? Esperemos que no. Quién sabe si el problema no es nada más que lógico: la incapacidad de examinar nuestro intelecto cuando es, precisamente éste, el utensilio que se utiliza al manifestar el intento...

lunes, 19 de noviembre de 2007

El rubí y el armadillo

La noche estaba de fiesta con sus mismos comensales. Las estrellas palpitaban cual corazones en el firmamento, mostrando el camino de la propia Vida, irradiando epilepsias y conquistas a futuros sultanes, dirigentes y demás soñadores. Los matorrales permanecían allá, donde siempre habían sido vistos: unos mismos troncos aburridos sobre la misma piedra. La única novedad del momento era el cambio de turno, marsupiales por zopilotes, hormigueros por pastores. La noche estaba quieta, calmada, cual mar de verano en cóncavo golfo, cual lago glacial, cual pensamiento cotidiano.
Todo parecía estar en oración, mostrando el eventual equilibrio del Altísimo, no por novedad o grandilocuencia, sino por estar todo quieto sin ningún sobresalto, novedad pura, lejos del abismo. El armadillo excavaba en busca de sustento. Menestra de insectos con estofado de gusano; y es que el desdentado no sabe desdeñar un filete, quizás, quién sabe, porque nunca lo haya encontrado. El animalillo sigue sempiterno los dictámenes de su biología, sin filosofar en la noche, cavando trinchera nocturna para no descansar autraño. El animalillo sigue al robot, sólo que en monotonía y no en lenguaje binario: la opción la desconoce pues para él solo rigen las rígidas órdenes de la soberana naturaleza.
Y es que todo es melancolía en un ser que no siente, pensamiento en alguien que no comprende. El armadillo cava al son de sus garras. Su misántropa coraza le hace sentir seguro de ser el Único del lugar, pues de ello, al menos, cree haberse asegurado. La suerte parece acompañarle, los piensos del subterráneo le nutren cual droga para el hambriento. No repara en las estrellas fugaces de esa cálida noche veraniega, no hace caso ni del capibara, ni del jaguar, acaso siente la luz de la luna, reflejándola con su coraza. De repente encuentra algo que rompe la monotonía de la arcilla. El barro abre sus puertas al bello objeto, el armadillo topa con un rubí con forma de brillante escarabajo. En él se refleja su cara. La magia mineral rompe su eterna soledad, el animal, súbitamente, conoce de compañía propia. El rubí le ilumina los sentimientos, todo parece tener otra textura con esta joya: los termes y lombrices se transmutan en serpentinas y confeti de pampa, todo en su versión animal, en su cáliz de amor para armadillos. El trabajo se para, se encuentra eufórico entre los afortunados, coge la piedra y se contempla. ¿Cómo la rutina le había podido privar de descubrir que existía alguien tan excelso?
La noche llega a su término, el armadillo corre por la llanura, cree llevar consigo la joya, pero ésta cae de su armazón quedando sola en la pradera. Un sátiro la recoge llevándosela sigilosamente. El animal es feliz, la rutina se rompe dejando paso al Cielo. Ahora sin joya, haber establecido contacto con ella le ha cambiado la vida, no la añora pues cree que siempre la tiene consigo, cual parte de él, cual inseparable, y aterciopelado, colgante mágico. Para cuando se da cuenta de la pérdida no hay nada que hacer, sólo esperar a la noche y comenzar a excavar en busca de sustento por las tierras de Sudamérica. Todo acontece lo mismo, la misma tierra y el mismo cielo, la misma fiesta y los mismos participantes. La rutina vuelve pues no hay joya. El armadillo no comprende que el elixir de la alegría eterna sólo sabe vestir de Amor, del brillo de la belleza de esa mágica compañera, ¡cual sólo se siente el animal cuando no puede disfrutar de su compañía, de la emoción de no ser un grano más dentro de la tierra!

domingo, 18 de noviembre de 2007

Crónica de un pasado incendio

Allá por el verano de 1994, Anguita sufrió una de las mayores catástrofes de su historia. El pinar, monte que con tanto esfuerzo fuera trabajado por los resineros que vivían de él hasta épocas recientes, sucumbió a las llamas ante la atónita mirada de los anguiteños y demás vecinos de la comarca. La práctica desaparición del pinar sería un hecho, centenares de hectáreas de madera cenicienta dieron un color negro a lo que antaño había sido refugio de animales tales como las águilas e incluso algún que otro lobo. Todo se fue por la cadena (nunca mejor dicho), siempre que se entienda por ello a la no ecológica. Las meriendas en el marco del bosque, la recolección de níscalos (o rovellones), la búsqueda de piñas y demás actividades, que incluso para un veraneante, podrían ser consideradas en tanto que partes del ocio indispensable en el que invertir las vacaciones de verano, desaparecieron con los sueños, con las llamas y la peste a ceniza. Las ayudas fueron escasas. La mayor mediatización del evento hizo que las ayudas pactadas fueran exiguas para tan gran pérdida. Sería Luzaga quien apareciera por “Informe Semanal”, quedando Anguita compuesta y sin árboles. La equidad no se hizo efectiva, quizás salvo en lo estrictamente biológico. Toneladas de madera quemada quedaron, ennegrecidas, como queriendo ser partícipes del negocio y el mercado (verdaderos pilares de nuestra sociedad), en una tierra que no conoce de pozos de petróleo. La trama maderera se frotaba las manos, y es que, realmente, miles y miles de tablas de conglomerado estaban siendo ya planificadas. La ganancia de algunos justificaría el incendio, la madera quemada el trauma y lamento de los, estrictamente desinteresados (créase que en su mayoría), vecinos del pueblo.

Un buen amigo, a la sazón vecino de Vilassar, me comenta el negocio del conglomerado, esa falsa madera que, imperando en nuestros hogares, parece tan inofensiva como presumiblemente barata. Una vez más, resulta que la actitud mayormente ecologista choca, frontalmente, con nuestras mayores convicciones, los muebles de madera pura son mejores, no sólo en calidad, sino como medida con la que preservar los bosques. Nadie regala nada, debiéndose incluir, nada más cierto, incluso a la Madre Naturaleza. Claro está que la madera quemada sólo sirve para papel y conglomerado, aunque en varias latitudes se piense más en razones especuladoras y urbanísticas, trascendiendo el negocio plenamente maderero.

No obstante, las medidas a tomar por el ente público son sumamente problemáticas. Los incendios forestales, así es la cruda realidad, dan puestos de trabajo. La economía de varias localidades se sustenta en el negocio de la madera, qué decir respecto a la industria del ladrillo... Controlar los incendios, pues, acaba con puestos de trabajo, dejarlos, con parte imprescindible de nuestra biomasa.

Haciendo caso de la leyenda popular de la “trama de ICONA”, e incluso de “la venganza de las resineras”, los pinos arden para dejar paso al marojo y demás fagáceas típicas del bosque mediterráneo. Quién sabe si en las diferentes sucesiones botánicas los ancianos pinos volverán a ocupar su butaca, es posible, lo único cierto es que la Naturaleza sabe dar siempre un paso al frente, aunque nos neguemos a escucharla, creyéndonos sus dueños cuando no dejamos de ser, dentro de los ruines, sus propios e indisociables agentes... La ecología surge, una vez más, como materia flexible e indeterminada; un mundo en lo que todo parece sin llegar a ser nada. Y es que quizás sea el momento de renunciar a la eficiencia y dejar que la madera se pudra en su cementerio forestal, dentro de la necrópolis de los pinares muertos, de los sueños quemados. Eso sí, siempre dentro de la tragedia sin intentar que el asunto entre dentro de las paredes de Maese Provecho.
Última imagen sujeta a GNU Free Documentation License. (Taken by Fir0002).

sábado, 17 de noviembre de 2007

Rincón del páyo

Hoy os pongo un par de mis animaciones más divertidas (el gitano Peláez y las moscas gitanas de "Héroe a rayas", ambos de Gomaespuma) , espero que os gusten! A veces la broma nos ayuda un poco a dejar, a un lado (sin acabar de abandonarla), la realidad... ;-)

viernes, 16 de noviembre de 2007

La conspiración del camello

Droga. f. Sustancia mineral, vegetal o animal que se usa en medicina, ind. química, etc. Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente o narcótico, capaz de originar toxicomanía.║ Cosa desagradable o molesta. ▼ Drogar.
No hace mucho tiempo tuve la oportunidad de dar una vuelta por el barrio Gótico de Barcelona. Aparte de elementos dadores de significado al adjetivo godo, por las calles Petrixol y Potaferrisa existen otros posaderos en los que hacer descansar nuestro ojos. Llegó a la plaza del Pi y entro en una librería de amantes del cáñamo. Todo me parece curioso, apología de lo prohibido cara al público, mezclándose coles con verzas, libros de ciencia (y neurociencia) con historias sobre el consumo de estupefacientes y demás folletos emparentados con la rama madre del cáñamo. La verdad es que en los últimos días he podido constatar ciertas circunstancias que no han dejado de hacerme pensar en lo común, lo conveniente, lo peligroso y bondadoso que se recoge, dentro del pensamiento popular, en el concepto de droga.
Dentro del, ciertamente generoso e interesante, compendio de libros a la venta destaca uno que, mira por dónde, descansa cada noche sobre mi mesita de noche. Alamut, sí, el libro de hace dos artículos. La coincidencia no deja de servirme de motivo para escribir, fortunoso descubrimiento con el que escribir una opinión detallada de aquello que, queriéndoseme aparecer como de lo más fashion, me parece, huele, y acaso sabe, a puro estiércol... Existe un paraje dentro de la magna obra de Bartol en la que se narra cómo el Viejo de la Montaña da a su fedayines unos curiosos dulces hechos a base de azúcar y hachís. Inmediatamente, los comensales entran en otra dimensión, el trance que experimentan les hace soñar despiertos ausentándose de la realidad empírica, acercándose al mundo de las fantasías alocadas y demás sueños, y es que todos creen haber entrado en el Paraíso... Saliendo ya de lo estrictamente literario del libro, se sabe que los hassassin manipulaban la amígdala del cerebro de sus discípulos, moldeando sus convicciones a su libre conveniencia. La anécdota prosigue. Entro en mi despachito, cómodo y acogedor y descubro, justo antes de entrar, un DVD que tiene por título los psiquiatras y una presunta trama asesina. Me dicen que el documental ha sido enviado por la ONU. No deja de parecerme extraño que Naciones Unidas se preocupe por ellos y no por los dentistas (y sus cuantiosas facturas), los traumatólogos, endocrinos o médicos de cabecera. No pasa demasiado tiempo que abro el estuche del DVD y encuentro una nota explicativa.
Todo parece muy oficial, Comisión de Derechos Humanos y tal escribe una información dirigida a todos los juristas. Leo atentamente y no salgo de mi asombro. De repente, y no faltando a una de las reglas áureas de lo jurídico, leo la letra pequeña: Iglesia de la Cienciología. ¡Bravo! Aquello que parece venir de la sede de Nueva York del gran organismo, viene de la misma urbe ¡pero del grupo de Cruise y compañía! Todo bien camuflado, en otra dimensión como acaece al consumir “marijuana”. Los argumentos de la secta, sin llegar a perder el tiempo en la visión del vídeo, son la manipulación de la industria de fármacos y la trama, generalizada, de los médicos psiquiátricos. Curioso. Una de las más cómicas sectas cree estar mayormente autorizada que sus médicos de despacho. Nada importa que la sanidad, en España, ¡gracias a Dios! sea aún pública... Todo se me parece demasiado a las maniobras del Viejo, a sus pastillas de cáñamo hindú y azúcar, así como el posterior trance de quienes las consumen. Bartol pone en boca del hindú “inventor” que no consiente (tal y como nos narra el personaje del Viejo al hablar de su juventud) que los invitados las prueben más de una vez pues estarán dispuestos a morir por ellas.
La trama se consuma, el uso de drogas por una mente criminal, o cuanto menos maléfica o egoísta, es un arma total con la que manipular la conciencia de sus subordinados en la droga. Algo así como los estimulantes que toman los militares en las guerras, o los hassassin antes de atentar en acción, al igual que los actuales terroristas islamistas. ¿Cómo su uso iba a estar permitido? Muchos “modernos” se fijan en lo hindú (y exuberante actualidad...) sin saber nada de Hassan y de los asesinos. No es que sirva de argumento pero sí de paradoja, al igual que su uso militar y por terroristas. La droga manipula nuestra mente, nuestra amígdala, nuestra capacidad natural y de obrar. Aquél que “entra” a controlar nuestros pensamientos debe estar autorizado por su lex praxis, por un título académico. Los medicamentos, es decir, las drogas, sólo pueden utilizarse por quienes las han estudiado bajo la supervisión del poder soberano.
A opción de cada cual quedará hacer la valoración pertinente sobre el alcohol o el tabaco; valga decir que, ciertamente, ambos cambian en estado de ánimo.... ¿Cuándo se podrá decir en libertad que los médicos y farmacéuticos deben ser los necesarios y totalmente preparados? La mercantilización de lo farmacéutico debe acabar, sea a base de genéricos o de intervención administrativa. La investigación no puede descansar en otorgar estas prerrogativas. Por otra parte, la tolerancia con las drogas no puede seguir así, ¿cómo aguantar a cantantes que hacen volver a vuelos enteros por su modernidad al ser un repelente macaco que, queriendo ir contra el "régimen", vive parasitariamente de él? Menos partidos de fútbol contra la drogadicción, más acción contra los camellos y drogueros, no contra quienes venden lejía demás productos de química de la limpieza, sí contra quienes venden maná pasado por manipulación y veneno, bufones de una sociedad de contrastes, asesinos de cerebros...

jueves, 15 de noviembre de 2007

La paradoja del león: Mesopotamia y el Cambio Climático

Muchos han sido quienes han visto en el vergel mesopotámico los restos del bíblico Edén. Y es que no hace tanto tiempo que Mesopotamia fue un ecosistema rico en flora y fauna, sabanas y bosques poblados de elefantes, avestruces, guepardos, leopardos o leones. África pasaba el Sinaí para llegar, prácticamente, a la altiplanicie irania. Obviamente, la fauna que habitara la fértil región sita entre el Tigris y el Éufrates no eran más que especies, no siempre idénticas, a las que puedan verse por el Seregenti, destacando entre todas ellas, muy especialmente, el león asiático (Panthera leo persica). Nos encontramos ante una de los dos especies de leones que han sobrevivido hasta nuestros tiempos.
Más pequeño que su pariente africano, el león asiático sólo habita la reserva del bosque de Gir (India), habiendo sido exterminado de la práctica totalidad de su anterior ámbito de distribución. La importancia del felino no sería tal de no ser consciente de su, algo más que importante, representación en el arte de esta parte de Oriente Medio. Un paseo por uno de los grandes museos de Europa (Británico, Louvre, Pergamom, Estambul...) nos repara el hallazgo de impresionantes restos de palacios asirios. Genios alados, o querubines según la Biblia, que defienden las puertas del Paraíso, en este caso del Palacio, de seres malignos y demás peligros para el soberano. El león, a la vez que guardián, aparece en otras ocasiones como símbolo de poder asociado al monarca. Su caza se reserva al Rey, sólo él puede medirse en combate con su homólogo de la selva, el poder del Rey se manifiestan en la subyugación del felino. En otras ocasiones, el león simbolizara el poder real frente al enemigo, clavando sus dientes, en tanto que puñales, en la yugular del rebelde insumiso.
Los palacios asirios, al igual que los persas, difícilmente pudieron basarse en la sabana africana. Reminiscencias del león asiático, tal y como se ha visto, quedan en la actualidad, sirviéndonos, a la que de fuente de inspiración, e interpretación de la simbología del arte, como metáfora de cuán cambiantes son las circunstancias ambientales, espejo de cómo el propio Paraíso terrenal puede pasar a ser pasto del desierto. El tiempo cambia, los paisajes con él. Más allá de lo que digan los políticos, y sus primos, el cambio climático existe, como siempre lo ha sido. El hombre modula, incide en su fecha de perfección sin saber evitarlo. Con la impotencia de quien no sabe ni comprender ni dominar fuerzas que le han sido privadas definitivamente. Mesopotamia, al igual que el Magreb y buena parte de desiertos como el Sáhara, han sido parajes que se han desecado hasta caer en su actual aspecto. Valga de ejemplo, la provincia romana de Mauritania (actual Magreb) era el granero de Roma, Níger un oasis, hace millones de años, donde habitaban gigantescos cocodrilos y dinosaurios. La Naturaleza es indómita, como siempre lo ha sido. El hombre no alcanza a saber coger la azada, ni a prepararse para lo que viene. El cambio se mueve con los ecosistemas y las especies, la Selección Natural actúa. Sólo hace falta ver si el león está igual de inadaptado que el soberano humano, o simplemente nuestro cerebro nos brinda, en lo ecológico, un afortunado y operativo intelecto...

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Arabia Saudí: el oro del petróleo

Dime de qué presumes y te diré de qué careces...”


La crítica de lo otro, la difamación de lo diferente, ha sido durante mucho tiempo un mecanismo ejemplar de describir lo propio, de autoidentificarse. Arabia Saudí es un claro ejemplo de esta circunstancia. “Culturalmente, los saudíes son percibidos como beduinos; religiosamente, como musulmanes integristas, y económica y socialmente como nuevos ricos (Pascal Ménoret)”. Poca duda cabe de que Arabia es una contradicción en sí misma, no sólo en cuanto a hogar de civilizaciones sedentarias y beduinos, ulemas frente a terroristas, saqueadores o carabanas, el oasis y el desierto...

El país saudí es visto por Occidente como la cuna del fanatismo islámico (el wahabbismo), mientras que por el resto de sus hermanos islámicos se tiene la percepción de que se trata de una, descomunalmente, potente mascota al servicio de los EEUU. Pocos son quienes recuerda a Lawrence de Arabia o la "autodeterminación" de los “pueblos árabes” contra el caduco Imperio Otomano... Un personaje de total actualidad, Benazir Butto (opositora principal al régimen, en Pakistán, del general Pervez Musharraf) afirmó que: “des talibans était anglaise, la gestion américaine, l'argent saoudien et la mise en place pakistanaise!”. Y es que como afirmó Abolhassan Bani Sadr (antiguo presidente de Irán, 1980-81): “¡La función del discurso integrista en cuanto parte integrante del poder es la de permitir a éste afirmar que la violencia es exportada desde el mundo no occidental hacia Occidente! Cuando en realidad Occidente está en el origen de esa violencia que se vuelve contra él”. El régimen saudí tiene una estructura medieval, mejor dicho, de tiempos romanos; se limita a ser un país títere de los Estados Unidos. ¿Cómo se entiende que los diablos del turbante se paseen por el Vaticano mientras otros líderes islámicos, electos, son tachados de terroristas?

Quizás hayamos sido demasiado severos con este juicio. En el Imperio de la Globalización (o lo que es lo mismo, de la elite económica dirigente, en su mayoría residente en los EEUU) se imponen sus designios a fuerza de guerras y dólares, la prosperidad de algunos países se ve, sin mayor remedio, a través del prisma del despilfarro y el anarquismo, el capricho y el despotismo de líderes esquizofrénicos. Según afirmara un periodista de reconocido prestigio (Stéphane Marchand): “el dinero fácil ha transformado a una tribu beduina en una multinacional del despilfarro (...) Nada es más difícil que economizar dinero que se tiene pero no se ha generado”. ¡Genial! Una vez más la genial obra de Pascal Ménorte: Arabia Saudí. El reino de las ficciones (edicions bellaterra), nos ilumina al criticar la anterior afirmación mostrándonos ¡cuán caprichosa e injusta es la madre Naturaleza al haber querido situar los pozos de petróleo bajo las arenas del desierto saudí!

El enriquecimiento, progresivo, de la elite de Arabia no encuentra fuente de legitimidad en nuestro paradigma. Petrodólares en manos de embajadores terroristas, jeques con palacios de varias millas y rascacielos que, usando mano de obra esclava, amagan con querer alcanzar el kilómetro de altura (en este caso en Dubai). Occidente aparece como un mal padre, el hijo nos ha salido rebelde, respondón, chuleta y megalómano. Tal vez la visión deba ser diferente, negar la falta de tutela del fenómeno por el Imperio Inglés, entender la soberanía legitima saudí, basada en un egoísmo que es innato a los de nuestra especie y que se manifiesta en la política de todos los países del orbe.

Todo el mundo ve al beduino vestido de seda, en tanto que bandido de los desiertos. Nadie piensa en Mahoma como rico comerciante, y en las ciudades antiguas del litoral arábigo. Todo es metáfora y lección acerca de nuestra ceguera, invidencia que no nos deja tomar juicio neutral en un conflicto (el terrorismo islamista internacional) del que somos causa a la vez que víctimas. A dónde se dirige nuestro futuro tal vez lo sepa Dios o Alá, yo me inclino a pensar que es inabordable, y que nuestro cerebro no alcanza a entender un porvenir sin enemigos ni una civilización que no se base en el éxito sobre la otra, en su superación y subyugación, su agravio y derrota. Y es que un juez jamás estuvo tan visiblemente difuminado entre las partes, como lo está ahora en Oriente...

lunes, 12 de noviembre de 2007

El poder de la amígdala

“La historia de Alí y del Mahdi sólo es un espejismo destinado al común de los creyentes que veneran el nombre del yerno del Profeta y odian Bagdad. Pero al que puede comprender nosotros le explicamos, tal como el califa Al-Hakim, que el Corán es fruto de cerebros perturbados. Tienes que saber que nadie debe saber la verdad. Por consiguiente no creemos en nada... y podemos hacer cualquier cosa”.

“Comencé a comprender cada vez mejor la sublime sabiduría de los deyes ismaelitas. La verdad es inaccesible, para nosotros no existe. Entonces, ¿qué conducta hay que seguir? Para el que ha comprendido que no puede comprender nada, para el que no cree en nada, todo está permitido, y puede seguir sin temor sus pasiones. ¿Es éste en verdad el último conocimiento posible?”

“Es exactamente lo mismo que afirman Demócrito y Pitágoras. Por eso la gente los condenó por impiedad, mientras ponían por las nubes a Platón que los llenaba de fábulas. Así han sido siempre las multitudes. Temen la incertidumbre, por eso prefieren una mentira bien servida que cualquier conocimiento, por elevado que sea, que no les ofrezca un punto de apoyo sólido. En esto no se puede hacer nada. El que quiera ser un profeta para las multitudes debe actuar con ellas como los padres con sus hijos: debe alimentarlas de leyendas y de cuentos. Ésta es la razón para que el sabio se mantenga lejos de ellas
”.

Vladimir Bartol, Alamut

Buena parte de las emociones y de los sentimientos proceden de la acción de una pequeña parte de nuestro encéfalo, con forma de almendra, conocida como amígdala. Situada en el lóbulo temporal del cerebro, la amígdala es un componente esencial dentro de nuestro sistema límbico, es decir, aquél encargado de gestar las emociones más intensas (aquellas a las que se refieren las psicosis, así como los efectos de la mayor parte de las drogas alucinógenas). Vladimir Bartol, escritor y psicólogo (entre otras ocupaciones), narró en Alamut, sin lugar a dudas su obra maestra y uno de los mejores libros escritos durante el pasado Siglo, lo acaecido (allá por el Siglo XI) en Oriente Próximo con el movimiento ismailí radical de los hashshashín o asesinos. Hasan al-Sabbah (personaje que pronuncia, dentro de la obra, las reflexiones que encabezan este artículo), más conocido como el “Viejo de la Montaña”, creó un cuerpo reducido de guerreros de elite (fedayines), dispuestos a ser mártires de la causa sin mayor recompensa que alcanzar el paraíso. El motivo de crear esta secta radical era derrocar al régimen imperante en el Mundo Musulmán de la época (turcos selyúcidas), imponiendo una política de terror basada en el asesinato de objetivos escogidos selectivamente (Saladino fue uno de los pocos que fueron capaces de sobrevivir a una de sus actuaciones).

Más allá del condicionamiento y adoctrinamiento religioso-espiritual, el arma secreta del Viejo era el hachís, sustancia de la que derivaría el término de “hashshashín”, literalmente, consumidores de hachís. Se sabe que la mayoría de las drogas, tal y como se ha dicho, afectan al sistema límbico del ser humano. Aun siendo una incorrección decir que nuestra faceta emotiva se reduce a la amígdala (pues también intervienen el tálamo, así como los diferentes sectores de asociación sensorial), podría llegarse a decir que el Viejo de la Montaña manipulaba tal elemento de nuestra anatomía con el objetivo de conseguir sus más siniestros objetivos. Sin pretender ser neurólogo o haber estudiado psiquiatría, valga decir que no sólo el uso de drogas afecta a nuestro cerebro. Sobre nuestro cerebro también influyen las imágenes, los actos, o incluso, tal y como ya dijera Aristóteles, la propia música contextuada en su momento (de aquí la utilidad de las marchas militares por ejemplo). Una ojeada por la sociedad que nos rodea nos repara una reflexión indubitable.

El uso de las emociones en el discurso político dista mucho, por desgracia, de ser algo extraño, limitado a casos tan escasos como concretos. Nada más lejos de la realidad, la manipulación de la amígdala bien pudiera sustentar el éxito, no sólo de los hashshashín en su momento, sino también de todo lo concerniente a los movimientos fascistas, nacionalistas, populistas, revolucionarios... Siendo a la vez la causa primordial del éxito de la prensa rosa, la pornografía y el erotismo. ¿A dónde quiero llegar? La verdad es que se me hace difícil no pensar que, si como dijera Carl Sagan, el complejo R (reptílico) es una de las causas más determinantes de la territorialidad y el comportamiento egoísta, por la supervivencia, sin límites, quién sabe si la propia moralidad, las relaciones de subordinación, sumisión y jerarquía, nuestras creencias y condicionamientos no son nada más que producto, en buena parte, del sistema límbico. ¿Acaso se refería Huxley a ello al hablar del soma en su Mundo Feliz? ¿Trasciende Aquiles de Troya mostrándonos su talón con forma de amígdala, compartido por todos los de nuestra especie? Realmente la neurociencia es un campo abierto a la investigación, esperemos que no venga también a demostrar la causalidad siniestra de estas hipótesis...
  • Más información: consultar la entrevista a Antonio Damasio en el Dominical de El País de 11 de noviembre de 2007. Perlas del autor: "La razón empezó con las emociones. Emociones como el miedo, la compasión o la alegría ayudaron a las criaturas vivas a tomar decisiones racionales". "El miedo, la tristeza, la ira, son emociones que existen dentro de nosotros, y se pueden conectar con objetivos concretos. Esas escuelas (algunas madrazas: escuelas islámicas) hacen que las personas odien más y odien ciertas cosas en particular. Pero eso no es suficiente. En este proceso, lo interesante es el papel que juegan las creencias. Si alguien llega a creer verdaderamente que hay vida en el más allá, una vida perfecta, y esa persona vive en un mundo lleno de horror y violencia, es lógico que piense que vale la pena sacrificarse en esta vida porque la otra será mejor".
  • Como dijera Emily Dickinson: "THE BRAIN is wider than the sky,/For, put them side by side,/The one the other will include/With ease, and you beside./The brain is deeper than the sea,/For, hold them, blue to blue,/The one the other will absorb,/As sponges, buckets do./The brain is just the weight of God,/For, lift them, pound for pound,/And they will differ,/if they do,/As syllable from sound".

domingo, 11 de noviembre de 2007

Por la boca muerde el pez.... y demás insensateces

"Todo esto lo tenemos que saber cuantificar, y el Gobierno catalán lo tiene que cuantificar","También se puede recurrir a la justicia ordinaria"

Sobre las obras del AVE, Joan Puigcercós dixit


Tiene guasa la cosa. Políticos, nunca mejor definidos, que reclaman indemnizaciones de parte de una administración a otra, extralimitándose, una vez más, de la función pública y ese metafísico actico conocido como bien ciudadano. Un cargo público aporta soluciones, un político ideales. La confusión de papeles nos lleva a la inoperancia, para lástima de muchos, no tanto por la incapacidad, como por las algo más que cuestionables intenciones de quienes lo dicen. Es curioso hacer mención a los daños causados por una, después de todo, mejora de las infraestructuras, cuando uno causa daños mayores sin aportar provecho alguno.

La construcción nacional no sólo lo veo como un sucedáneo de esquizofrenia política, un sentir fantástico, alimento de poyuelos interesados. La Izquierda (Left o Esquerra) se transforma en repartir entre muchos lo que se quiere para unos pocos, perversión de la ideología de clases al servicio del hegemonón nacionalista. Nadie sabe dónde están los limites, si habrá un día en el que la razón se inmiscuirá por los cables de la oratoria del dirigente (dejando a un margen el interés de su clase y su cartera). Nadie sabe el porqué se agujerea el corazón de la Ciudad Condal, el porqué Hospitalet, más que la décima ciudad de España (segunda de Cataluña), parece una topera. El Prat, de repente, acontece estratégica capital, de forma análoga a Vilafranca del Penedés, menos mal que se renunció a San Cugat, ¡lástima que no se hiciera con la Sagrera! No sé dónde está Santa Justa (Sevilla), pero si la estación del tren de Alta Velocidad de Lyon, de Delicias (Zaragoza) y la de Atocha (Madrid), desde luego que son menos céntricas que Sans e incluso que Paseo de Gracia. Mira por dónde... ¡particularidad propia de querer recalificar media Cataluña y Barcelona! Aún resultará que el Estado ha robado, silenciosamente, el beneficio de la recaudación del IBI (“contribución”) o de las plusvalías municipales, debe ser eso, sino no se entiende el porqué de la decisión, en Cataluña, de dónde se instalan las estaciones del tren de alta "sinestralidad". Las parcelas de un buen hombre son excusa para poner la estación entre Reus y Tarragona, seguramente para que no riñan en manifestación de crudo campagnelismo, es posible. Tal vez sea por no calentar los derbies de hockey patines, posiblemente sea una voluntad de no politizar lo que ya está suficientemente politizado.

¡Menos mal que están los de ERC para iluminarnos con su gran retórica e ideas! ¡Por fin van a demostrar que son de izquierdas y que van a pedir los millones que perdió Freixenet y Codorniu con las palabras de Maese Rovira! Tal vez sea por los Juegos de Madrid 2012 o por los beneficios, cuantiosos últimamente, y en parte a su costa, de las empresas catalanas. ¡Basta de canciones para excursiones escolares y de mentiras que quieren saber a oro cuando no pasan el filtro de la pocilga! Por la boca muerde el pez señorías, se llame uno Javier, Mario, Puigcercós o Carod Rovira...

Fuente: Artículo de “El Periódico” de 11 de Noviembre de 2007: CLICK AQUÍ

jueves, 8 de noviembre de 2007

La sombra del gremlin

El misterio es la fascinación por lo fantástico, lo sorprendente es el hallazgo de interés en algo que a priori parecía falto. Un sueño es una recreación de lo pensado, quizás jamás visto, algo tan deseado como etéreo; espíritu de pensamiento que sólo sabe medrar dentro de tu propio intelecto. Soñando, uno puede viajar a través del tiempo, ir a la jungla filipina o a la del Mesozoico, todo es cuestión de concentración y tener alguna noción de la ciencia real que te permita dibujar mentalmente una selva con sentido, una pintura del Pasado. Examinemos al tarsero y al gálago, dos de los primates más curiosos que pueden encontrarse sobre la faz de la Tierra. El primero no llega a los 30 cm. de longitud, cola incluida, mientras que el segundo apenas supera las medidas del társero. Ambos son ejemplos de primates primitivos, eslabones perdidos dentro de la evolución de seres como los de nuestra especie. Caminantes de misterioso camino, que sólo merced del Azar, han podido llevar existiendo hasta nosotros. Sus hábitos son nocturnos, como queriéndose configurar su comportamiento en tanto que sutil documento de identidad, método mediante el que saber de dónde vinieron y por qué llevan tal existencia.

Los grandes ojos de estos seres les sirven de objetivo con el que apuntar a sus desafortunadas víctimas: lagartijas, insectos y demás animales pequeños, pues a la vez que el gremlim (que se basó en ellos) parecen una cosa de día para después transformarse en otra de noche. Su existencia se asemeja al de nuestros primeros ancestros primate, animales que debían salir durante la noche del Mesozoico, evitando la presencia de los gigantescos dinosaurios que dictaban el ritmo, en aquel entonces, sobre la faz de la Tierra. Puede que especies como el Troodon se especializaran en la caza nocturna, pero la mayoría de los dinosaurios no estaban preparados para la vida nocturna. El tarsero es también conocido como fantasma, debido a los agudos gritos que produce durante las cálidas madrugadas filipinas, en bosques que cada día parecen querer brillar más, no tanto por los incendios como por su ausencia. El gálago es algo más rudo, más grande y más corpulento, vive por el África subsahariana trepando de rama en rama por las selvas y arboledas de la sabana. Dicen que a los gremlins no pueden darles la luz del sol, que los mata, ni entrar en contacto con el agua, ni, mucho menos, dárseles de comer pasada la medianoche. Es público y notorio que su comportamiento se identifica sorprendentemente con el de los de la película, si bien su apariencia de buenos chicos, y la exclusividad del verde sólo en sus comidas, les diferencia, con creces, del origen mitológico sajón del gremlin. El grëmiam (en inglés antiguo) era un ser que mortificaba, hacía enfadar, con su fina maldad y alevosía (razón por la cual, en alemán, grämen significa “apenar”). A la vez que de cuento, los gremlins sirvieron de genial historia para los miembros de la Royal Air Force, durante la Segunda Guerra Mundial, al afirmar que eran tan pequeñas criaturas quienes saboteaban sus aviones. Echando la culpa a la historieta, en cuanto a la caída de sus aviones, antes que reconocer que, como en el común de las armadas, la mayoría de “accidentes” no eran más que derrotas consecuencia de ataques intencionados. Nada más lejos de la realidad, el tarsero y el gálago no forman parte del universo mágico, su existencia es real y su futuro precario. El hombre le ha perdido respeto a la Naturaleza y, aquello que antes acongojaba, ahora suena a risa.

Sin embargo, de forma totalmente involuntaria, participan de una de las contingencias más misteriosas que hayan sacudido, en los últimos tiempos, a las ciencias biológicas. Recientemente, National Geographic ha publicado que los chimpancés son capaces de elaborar afiladas lanzas con sus dientes con el fin de cazar gálagos. Se sabía que las batidas de chimpancés en busca de colobos y otros pequeños simios eran comunes, pero no que estos seres fueran capaces de realizar comportamientos más próximos a los antiguos humanos cazadores-recolectores que al resto de los animales. Parece ser que la noche reclama el respeto que se le ha perdido con tanta fiesta, el gremlin juega de nuevo con nuestra imaginación, quién sabe si no habiendo salido el temor a la oscuridad nunca de nuestro cerebro...

Noticia de National Geographic disponible en este link:
http://news.nationalgeographic.com/news/2007/02/070222-chimp-video.html

La fotografía del tarsero es propiedad intelectual de Jasper Greek Golangco: http://www.sxc.hu/photo/490925. La segunda (gálago) procede de Wikimedia Commons.
Aquí os dejo un curioso vídeo de "Gremlins rockeros"