jueves, 29 de noviembre de 2007

Ecología política: reflexión de un joven desilusionado

Imaginemos que una nave extraterrestre nos observa, analíticamente, desde lo alto del cielo. Sin nubes, con todos los medios por los que ser omnisciente, asemejándose al Dios de las Escrituras, siendo un ojo que nada se le escapa. Me pregunto si no podrían llegar, en estas condiciones, a una conclusión que me viene a la cabeza: cuán interrelacionado está nuestro Mundo, desde la fuerza de Coriolis a la situación ecológica del tigre siberiano. Quizás, con un poco de atrevimiento (y quién sabe si de maldad), pudieran llegar a pensar que, al igual que existe la sabana africana, la jungla malasia o la paramera de Molina también existen sendos ecosistemas “humanos”: el área metropolitana de Barcelona, la confederación de cantones suizos, Londres, Ciudad de México o Nueva York. De forma equivalente a cómo la Antártida influye en Australia, o los vientos de Siberia en el clima de Huesca, podría llegarse a observar que todos estos sitios, urbanos, están relacionados de forma equivalente a una suerte de flujos de energía, de conglomerados de cadenas tróficas, en definidas cuentas, vestidos de cierta ecología.

El científico anglosajón James Lovelock, expuso hace tiempo, su idea de Gaia y el planeta interrelacionado, o viviente. Argumentaciones mediante las que justificar aquel adagio, o eslogan, tan popular en nuestros días de: “piensa globalmente, actúa localmente”. Una vez más me niego a diferenciar lo natural de lo artificial, lo humano de lo meramente, por naturaleza, real y existente. Los pueblos de la antigua Mesopotamia creían en un orden político, o estado, terreno que se asemejaba “mutatis mutandi” al orden cósmico, de los dioses. No llegaremos a este extremo, sin embargo, me atrevo a decir que las interrelaciones entre los diversos grupos humanos, ya sea entre sí o con el resto de los elementos de la Madre Naturaleza, distan mucha de situarse en compartimientos estancos: reducirse a un mero camino, o más frecuentemente, a una autopista o carretera...

No seré el primero en asemejar a Bush al Rey León. Los EEUU como “depredador” que se nutre a través de la caza “guerra” de la materia, alimento económico en forma de hidrocarburos, de otros países como Irak, Arabia Saudí, Uzbekistán o Guinea Ecuatorial. El felino de los estados hegemones no deja de ser el monarca de una sabana (panorama internacional) plagado de presas. Otros serán quienes le rodeen y alimenten del sobrante de su dieta (Hungría, Polonia o, en cierta medida, México, Chile o Corea del Sur), mientras que al gran león otros felinos, de menores proporciones, le ayudarán en la caza (Reino Unido, Canadá, Australia, Japón y Europa Continental); el león necesita al grupo para la caza, requisitos que dejan de parecerse a los del mercado soberano en nuestros días. Organicismo, o realidad, de un Imperio que dista de ser exageradamente novedosa, a excepción de su adecuación a un tiempo y a una situación de nuestra Tierra. Esta visión recordará a muchos el organicismo del Estado de Francesc d’Eiximenis o de Thomas Hobbes. Sin embargo, en un mundo globalizado, no podemos quedarnos limitados a fronteras políticas, debiéndose analizar el hecho fáctica desde la perspectiva que nos dan, aunque sea potencialmente, cualquier de los lados probables.

La crisis mundial, bajo mi punto de vista, mucho tiene que ver con el mimetismo e hipocresía de un león que no gusta de vestir melena, un Imperio que se esconde bajo el manto de la información manipulada y las redes, cuasi surrealistas, de dinámicas de mercado, satélites y demás telecomunicaciones. El profesor David Held defiende el concepto de “accountability” dentro de su propuesta de derecho democrático cosmopolita. Desconozco si en su mente estará que en España se pueda participar en la elección del presidente de los EEUU, sin embargo, parece claro que la crisis de legitimidad y extralimitación de la estructura estatal, deforman la configuración de un mundo donde la globalización es una realidad, y la responsabilidad (o “accountability”) en su organización y gobernación, no sólo de un desideratum, si no que requiere pasar, de una vez por todas, a ser un hecho. Más cooperación internacional (¿Naciones Unidas?), el Mundo necesita un Imperio, el de la conciencia; una legitimidad, su decisión soberana de todos sobre "el todo" que nos concierne comos humanos y especie dominante en este planeta Tierra.
Imagen del león sujeta a: GNU Free Documentation License (Wikimedia Commons)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado amigo, como decía el filósofo de Rávena, "primum vivere et indere filosofare".
Dada la temática que nos sirves, he aquí un par de autores y obras por si fueran de tú interés:

*Neal STEPHENSON. Snow Crash (hay traducción en castellano).
*Marmon SILKO. Almanac of the Dead. (creo que no hay traducción. Está considerada la mejor obra en inglés de una autora -es chica-, no recuerdo si se llama Lesly, AMERINDIA).

Anónimo dijo...

La expresión es "mutatis mutandis".

gorrión dijo...

...pues yo que solo soy un pequeño y humilde gorrión sólo puedo decir que me ha encantado el tema y la exposición que haces y reflexionaré sobre todo ello.Felicitaciones por tu capacidad para expresarte y para tratar temas tan interesantes! Abrazosabrazos!