lunes, 19 de noviembre de 2007

El rubí y el armadillo

La noche estaba de fiesta con sus mismos comensales. Las estrellas palpitaban cual corazones en el firmamento, mostrando el camino de la propia Vida, irradiando epilepsias y conquistas a futuros sultanes, dirigentes y demás soñadores. Los matorrales permanecían allá, donde siempre habían sido vistos: unos mismos troncos aburridos sobre la misma piedra. La única novedad del momento era el cambio de turno, marsupiales por zopilotes, hormigueros por pastores. La noche estaba quieta, calmada, cual mar de verano en cóncavo golfo, cual lago glacial, cual pensamiento cotidiano.
Todo parecía estar en oración, mostrando el eventual equilibrio del Altísimo, no por novedad o grandilocuencia, sino por estar todo quieto sin ningún sobresalto, novedad pura, lejos del abismo. El armadillo excavaba en busca de sustento. Menestra de insectos con estofado de gusano; y es que el desdentado no sabe desdeñar un filete, quizás, quién sabe, porque nunca lo haya encontrado. El animalillo sigue sempiterno los dictámenes de su biología, sin filosofar en la noche, cavando trinchera nocturna para no descansar autraño. El animalillo sigue al robot, sólo que en monotonía y no en lenguaje binario: la opción la desconoce pues para él solo rigen las rígidas órdenes de la soberana naturaleza.
Y es que todo es melancolía en un ser que no siente, pensamiento en alguien que no comprende. El armadillo cava al son de sus garras. Su misántropa coraza le hace sentir seguro de ser el Único del lugar, pues de ello, al menos, cree haberse asegurado. La suerte parece acompañarle, los piensos del subterráneo le nutren cual droga para el hambriento. No repara en las estrellas fugaces de esa cálida noche veraniega, no hace caso ni del capibara, ni del jaguar, acaso siente la luz de la luna, reflejándola con su coraza. De repente encuentra algo que rompe la monotonía de la arcilla. El barro abre sus puertas al bello objeto, el armadillo topa con un rubí con forma de brillante escarabajo. En él se refleja su cara. La magia mineral rompe su eterna soledad, el animal, súbitamente, conoce de compañía propia. El rubí le ilumina los sentimientos, todo parece tener otra textura con esta joya: los termes y lombrices se transmutan en serpentinas y confeti de pampa, todo en su versión animal, en su cáliz de amor para armadillos. El trabajo se para, se encuentra eufórico entre los afortunados, coge la piedra y se contempla. ¿Cómo la rutina le había podido privar de descubrir que existía alguien tan excelso?
La noche llega a su término, el armadillo corre por la llanura, cree llevar consigo la joya, pero ésta cae de su armazón quedando sola en la pradera. Un sátiro la recoge llevándosela sigilosamente. El animal es feliz, la rutina se rompe dejando paso al Cielo. Ahora sin joya, haber establecido contacto con ella le ha cambiado la vida, no la añora pues cree que siempre la tiene consigo, cual parte de él, cual inseparable, y aterciopelado, colgante mágico. Para cuando se da cuenta de la pérdida no hay nada que hacer, sólo esperar a la noche y comenzar a excavar en busca de sustento por las tierras de Sudamérica. Todo acontece lo mismo, la misma tierra y el mismo cielo, la misma fiesta y los mismos participantes. La rutina vuelve pues no hay joya. El armadillo no comprende que el elixir de la alegría eterna sólo sabe vestir de Amor, del brillo de la belleza de esa mágica compañera, ¡cual sólo se siente el animal cuando no puede disfrutar de su compañía, de la emoción de no ser un grano más dentro de la tierra!

4 comentarios:

Agatha Blue* dijo...

Muchísimas gracias por visitar mi Blog.

Siempre alegra recibir nuevos compañeros Blogueros.

Gracias de nuevo por la visita y por dejarme descubrir tu Blog.

Agatha Blue*

Unknown dijo...

ju, que historia tan bonica! es preciosa, me ha encantado lo de 'vestido de Amor' es preciosa, lo has escrito tu? no se porqué me da que me quedaré con la duda, al igual de cuando te pregunté varias veces si estudias algo relacionado con la paleo o con la arqueo.

bsis

Unknown dijo...

gracias por la contestación, muy habil, jujuju

Anónimo dijo...

Oh Nubiru!! que cuento tan precioso, me ha gustado muchísimo. Podemos vivir la vida tranquilamente sin conocer el amor, pero el día que lo conocemos la vida no vuelve a ser nunca la misma sin amor.
Besitos