martes, 20 de noviembre de 2007

La contradicción primordial

Di que fue un sueño. Di que los espíritus precedieron al alma human, dando forma lo inerte, vida a lo inanimado. Cuál mano de alfarero, artista sempiterno capaz de dotar de grandeza y vida al más infame montón de barro. Piensa en el abismo del sin sentido, el poco placer de vivir en un mundo donde sólo abunda el hedonismo. La acción sin la esperanza futura es vacua, puro mimetismo en el que esconder las ganas de permanecer sentado, quieto, aguardando la última tempestad, como hoja de otoño, como materia que ya ha fallecido. Éstas podrían ser las palabras de un chamán, de un sacerdote aborigen, de un brujo mexica o un caldeo babilonio. El Mundo como proyecto, el fin como Paraíso. Se trata de una idea que impregna a las tres grandes religiones monoteístas, hermanándolas donde tanto se desunen sin necesidad alguna. Mircea Eliade afirmó que lo religioso no dejaba de ser una conciencia humana basado en la relación con lo sagrado. Un constituyente de nuestra más primordial psique, nada que ver con un estado de metafísica ni nada parecido. La Religión encuentra su esencia en fuentes que manan las mismas aguas que nutren a los salarios por incentivos, premios, promesas venideras o placeres tan ciertamente venideros, como asegurados en el tiempo.
Ante la relatividad imperante del Caos y la entropía la Religión no deja de ser una pica que, bien clavada en nuestras conciencias, nos evita caer en el vacío del desaliento, ese cruel precipicio totalmente cierto de la Realidad absoluta. Religión igual a Fantasía. Ambos son los pilares sobre los que se sustenta una característica tan soberana como cierta. El hombre dispone de dos vidas, un andar en la realidad contextuado por una mente soñadora. Los antropólogos basan la especificidad de lo humano en la capacidad de abstracción. Creo que es totalmente cierto. El jihadismo, nacionalismo, idealismo, romanticismo y demás ismos del exceso no son más que desencajadas manifestaciones de la necesidad del sueño.
Se trata de una suerte de dinamo con el que mover el invento, el hombre como mecanismo, el sueño como manifestación de lo inacabado. Herbert Marcuse incidió en el control del placer como base de la vida en sociedad. Ello no deja de recordarme aquello que se aprendiera en Primer Curso de Derecho, la limitación de la violencia (y de la reproducción incontrolada) como bases en las que sustenta cualquier sociedad humana con un mínimo ordenamiento (oral cuanto menos). El placer excesivo conduce al pecado que nos aleja del Dios, de la gran tríada de religiones. ¿Por qué no pensar que nos hallamos ante un rudimentario método de control social? ¿Una explicación para tiempos donde aún estaba en la incubadora la Ciencia? Pese a todo, el materialismo acentuado cae en la contradicción; y es que es difícil sostener la inexistencia de un algo metafísico, aunque no se le llame Dios. Investigaciones recientes dentro del ámbito de la neurociencia nos muestran que la creencia es prácticamente inevitable. Está claro que no es universal ni omnipotente en cuanto a lo preceptivo o necesario. Nos hallamos ante un disfraz bajo el que se guarda nuestra Mente, verdadera soberana de nuestra existencia, diosa sin paraíso que no supo encontrar otro refugio mejor que nuestro cuerpo. La vida sin estímulos es superflua, el control de éstos, necesario.
¿Cuántos son los dirigentes-políticos que no se han basado en su manipulación para convencer a débiles conciencias? ¿Existen hombres predestinados a la soberanía sobre el resto? ¿Algo parecido a los monos o los leones marinos? Esperemos que no. Quién sabe si el problema no es nada más que lógico: la incapacidad de examinar nuestro intelecto cuando es, precisamente éste, el utensilio que se utiliza al manifestar el intento...

2 comentarios:

Striper dijo...

Sigui com sigui la religio sempre beneficia als poderosos.

Dardo dijo...

Apreciado Fujur; ha tocado un tema muy apreciado para mí. No sabe cuánto he disfrutado leyéndole; en especial por lo bien que escribe.

Una sugerencia con todo respeto y con afecto: Procure fragmentar el texto. Se apreciará mejor su agradable estilo si en vez de formar un único bloque, nos presenta el contenido en párrafos.

Veo que pone al mismo nivel las religiones seculares (ideologías, etc.) que las propias religiones. Bien conoce que lo propiamente religioso es otra forma del ver el mundo; otra forma de acceso a la realidad. Una forma que rompe con la inercia natural de nuestra forma de ver el mundo (el abismo entre lo visible y lo invisible).

Mi estimado Fujur; habla de la ilusión de lo invisible. Yo me atrevo a proponer la ilusión de lo visible; a ser tan osado de ver en lo que no se ve lo auténticamente real.

¿Pero es que sólo lo demostrado y demostrable es lo real?.

Un ejemplo: Demócrito aventuró la existencia del átomo; pero no fue hasta la invención del microscopio electrónico hasta cuando no se pudo validar esta genial hipótesis. ¿Acaso era una ilusión?.

Cuando se abra el séptimo sello (si esto ocurre en el omega de los tiempos) y se compruebe lo apuntado en las tradiciones, ¿no se habrá cometido una gran injusticia?.

Un celebrado teólogo nos afirma que el contenido de la fe es la "comprensión"; ya que la factibilidad (el saber científico) no la aporta; ya que por su propio método renuncia a la verdad (a lo ontológico).

Ha señalado lo recurrente del tema de Dios. Yo iría a más: las formas de este tema son tres: monoteísmo, politeísmo y ateísmo.

Nuestra experiencia de lo religioso se hunde en dos raíces fundamentales: a)a través de la experiencia de la propia existencia personal y b) la propia contemplación de los misterios del Cosmos.

Existe como una unidad subliminal de las tres formas, ya que todas están convencidas de la unicidad del absoluto.

¿Habla de control social?. Para eso no hace falta una religión; bastaría una ética y en un segundo lugar un sistema coactivo.

Le voy a trasladar una reflexión particular: Bien sabe que la síntesis del logos cristiano es "amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo".

Pues bien; ha apuntado el hedonismo. No es malo per se; es que sencillamente es antinatural. Parte de la ficción de que cada hombre es el centro (antropocentrismo). En el fondo se está sancionando una conducta egoísta impedida de ser solidaria y suicida con la propia identidad individual y con la propia especie humana.

Un cordial saludo.

P.D.: Tengo que encargarle su libro.