jueves, 6 de diciembre de 2007

La hipocresía de la dictadura

La bondad quizás sea aquello que mayormente nos hace humanos. La educación en sus valores y su ventura, su futuro y utilidad, son el objetivo de todo aprendizaje social, y por ende, necesaria base de nuestro sistema educativo. Más allá del gen egoísta podríamos hablar de la dictadura de las matemáticas: la necesidad de eficiencia en un mundo donde los recursos, por definición, son notablemente escasos. El hombre tiende hacia el autoritarismo, el mundo de los ideales es una creación propia de su mente, pura fantasía, capacidad de abstracción que, en no pocas ocasiones, nos llevan al abismo del aprovechamiento injusto y coerción sobre nuestros semejantes. Muchas veces he pensado en la democracia como el producto (sumatorio, que dirían los matemáticos) de las dictaduras mentales de las gentes (votantes) que la forman. Nadie puede negar que el sistema deseado, el desideratum político de toda alma, es imponer su propia dictadura: sus propios gustos de televisión, temáticas de libros, vestidos de la gente, sin olvidar, acaso, los precios del menú del día...

La situación rusa me hace reflexionar. Recuerdo haber escuchado una conferencia del ex-presidente Felipe González, dentro del Forum de las Culturas de Barcelona 2004, en la que contaba anécdotas de su vida política. Destacó sus viajes y negociaciones con el gobierno chino, paradigma de opuestos y alternativas al modelo europeo. Haciendo jocosa broma con el fenómeno nacionalista, el ex-presidente citó aquella reflexión china que decía “ustedes siendo tan poquitos, cómo no se entienden...”. Y es que la “victoria electoral”, o necesidad-utilidad de Vladimir Putin, para buena parte de la población rusa es innegable. La inmensidad de territorios y gentes que aglutina la superpotencia de los Urales es, bajo los prismas de Occidente, difícilmente gobernable. El inmovilismo que se derivaría de las reivindicaciones minoritarias de cada uno de los pueblos que componen Rusia, acabaría con la eventual vitalidad del Estado, ¡qué decir si debieran respetarse plenamente la voluntad de sus 145 millones de habitantes (2002)!

La democracia representativa incluye cierta maquinaria dictatorial, sometimiento a unos representantes, nominalmente del grueso del pueblo, que han sido legitimados directamente por los votos del ciudadano. Buenas palabras para un sistema un tanto hipócrita. La limitación de dictaduras del particular, a la que hacíamos referencia anteriormente, se perfecciona en el imperio de intereses de ciertos personajes, sean éstos, o no, electos. Muchas veces uno se puede preguntar si en España reina el Rey o el triunvirato del crédito, pero lo cierto es que la dictadura de algunos se impone donde, nominalmente, mandamos todos.

Llegados a este punto me pregunto si no debiéramos discutir los valores que van a regir nuestra sociedad y modo de convivencia antes de descartar la eventualidad de cualquier dictadura. Cuesta decir que los intereses de los “halcones” de Bush sean los de la mayoría de Occidente, pero más nos costaría afirmar que las víctimas del terrorismo islámico son quienes lo piensan o se lucran con la explotación de los caldos de cultivo de la vorágine asesina.

No critiquemos dictaduras ajenas cuando la nuestra está en vigor, llámese centralismo o “partido unificado de Cataluña”, por poner dos ejemplos. Debemos exigir una educación que nos ilustre en los valores que rigen nuestras vidas. Nada de Educación para la Ciudadanía si, después de todo, vamos a continuar siendo siervos incultos. La movilización se requiere más que nunca, la hipocresía quizás deba exprimirse con todas sus consecuencias. Quizás la única solución sea aceptar a Bush y a Putin, y pensar que nuestra vida, acomodada para algunas, se basa en los residuos de sus caprichos y soberanía...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya es dificil y a veces imposible saber regir uno mismo su vida, como para organizar la de nuestros congeneres. Los intereses, los sentimientos (religiosos, politicos, ....), los fines, hacen que prevalezca lo subjetivo en casi todo. Por tanto, en un mundo en el cual manda quien más tiene (es decir, que tienen el poder los que poseen el dinero, los recursos o como se quiera llamar) es normal que no exista la imparcialidad ni la justicia. Y si a veces la familia (la primera cedula humana) ya ni se entiende, como para entenderse las comunidades, nacionalidades y .... ES BUENO PENSAR, PERO NO TODOS LOS HUMANOS ESTAN PREPARADOS PARA ELLO. ES NECESARIO ESCUCHAR, PARA PODER OPINAR. MIL BESITOS DE PI.

Doncel dijo...

...en esta vida,casi todo es MENTIRA.
no hay más verdad que...
Cuando nacemos y morimos.
Un abrazo desde mi colina

Fabber dijo...

El caso Putin es uno de aquellos que pone en la tarima la idea de la democracia representativa como fin o solo como medio de gobernanza. Siendo fieles y sinceros a los deseos de los enteros componentes de la Federación Rusa, dicho país se desmembraría en un segundo proceso parecido al de la URSS, y quizá con beneficios para algunos, pero perjuicios para una vasta mayoría que se vería afectada por la pérdida de cohesión territorial y la división en una serie de entes con fuerza menor.

No tengo aún respuesta para saber si todos los autoritarismos son de menor desiderabilidad que una democracia que cumpla con todos los requisitos, o quizá mis juicios estén basados en una premisa estética que extrañe ver a Rusia como un actor único en el mapa, basado en nostalgias históricas antes que en los deseos del ciudadano de a pie. Eso me pasa con muchos otros casos pero, Rusia aparte, en contra de mis deseos muchos autócratas poseen mejor capacidad de gobernanza que muchos demócratas. En la lista no incluyo a Chávez, ejemplo de lo riesgoso de la acumulación de poder confiando en el criterio único de una persona.

Anónimo dijo...

Ahí van tres lecturas, a mi entender, clarificadoras de algunos de los puntos que abordas:

1. Anna Polivtoskaya. Diario Ruso (abarca toda la última legislatura de la Duma elegida en el 2003 hasta 2006).

2. Blanco (el catedrático de derecho constitucional de Santiago). Sobre la constitución española. (absolutismo vs. estado constitucional; el sistema de contrapesos de poderes).

3. Carl Schmitt. La dictadura