viernes, 18 de mayo de 2007

Starcraft o sobre el regreso de un compañero

Una gran noticia parece avecinarse. A juzgar por las noticias difundidas por los infalibles medios “blogianos”, parece ser que el 19 de mayo, es decir, mañana, está prevista una presentación por todo lo alto en Seúl del nuevo invento de Blizzard (confirmado, Starcraft II ya es oficial!, en taro adun amigos!). La verdad es que es algo que siempre he estado esperando desde hacía tiempo. Dudaba mucho de que Blizzard dejara de utilizar esta “franquicia” y todos los ingresos que el juego genera. Recuerdo cómo, ya hace 9 años, el juego me enamoró de tal forma que más que adicción mi atracción por la computadora bien pudiera haber sido calificada como una enfermedad, una obsesión o un primer amor correspondido.

La originalidad de la trama y de los personajes me trasladaba a un mundo imaginario, mayormente fantástico por el hecho de utilizar la versión inglesa original del juego. Lo incomprendido de la lengua de Shakespeare era suplido por mis sueños de turno, la historia se personalizaba con mis pesares, sueños e inquietudes. Tassadar más que un héroe acontecía como un ser que encarnaba mis deseos, mis ansias de tener un papel relevante en el Mundo, de situarme en la dinámica, hostil y competitiva, de lo cotidiano. Luego estaría Zeratul, el templario tétrico, marginado de los de su raza por sus ideas, por sus pensamientos; su estatus era invocado por mi esencia, me identificaba con la marginación de lo original, con la encerrona en mi mismo, mis preocupaciones y mis sueños. La habitación se convertiría en prisión, el videojuego en anzuelo. Sin embargo lo logrado de la trama me servía de molde con el que fantasear, avivar mis neuronas y opinar sobre la Vida, ¡qué bueno fue no tenerlo en castellano!

Los personajes de la trama parecen cumplir, a raja tabla, los requisitos de todo gran éxito: una relación de amor (Kerrigan y Raynor), un idealista sacrificado (Tassadar), malvados ansiosos de poder (Aldaris y Mesgk). Una cosa tan apriorísticamente infame como la creación de un videojuego se me transmuta, ahora ya con más años, en la materialización presente de una gesta épica. En lugar de argonautas nos encontramos con zergs, mientras que por las llanuras de Char o de Tarsonis no corretea el Cid Campeador sino hidraliscos y marines. Las batallas son igualmente desproporcionadas, por cada fáctico, o probable, contrincante surgen media docena, y por cada muerte individual un genocidio.

De golpe mi pensamiento amaga con mostrarme una nueva enseñanza, constatar cómo mi generación es adicta del videojuego galáctico o tolkeniano asemejándose, quién lo iba a decir, a sus cultos antepasados. Warcraft acontece Curial y Güelfa y Starcraft Tirant Lo Blanc, las nuevas novelas caballerescas están dotadas de los chips de la computadora y no de las letras del escriba maestro. Más que de retroceso quizás debamos hablar de diferencias, de cómo el mundo del ordenador va trasladando al del papel y la grafía, de cómo el cybertrabajo vence a la producción escrita.

Ni mejor ni peor, sencillamente diferente. La ignorancia al cambio trae malas consecuencias, quizás la problemática de los violentos videojuegos venga más de nosotros mismos que de sus creadores individualmente. Qué peligro tendrían los juegos de guerra si éstas no existieran, qué inconvenientes pudieran tener los simuladores de gansters si el crimen no existiera. Yo contesto, el videojuego pasaría a ser fantasía y no fantástica visión del empírico medio. El protagonista sería personaje y el peligro alegoría. No sé, yo tampoco creo haber sufrido graves daños por tal fuente de entretenimiento.

Starcraft acontece como un remedio para aburridos ratos, una panacea contra el Dios aburrimiento que impregna, en no pocas ocasiones, lo mundano haciéndome soñar en otros planetas para abstraerme de los males del nuestro. Lo reconozco, juego a videojuegos, no es que sea ningún mal, ni significa que no lea o no escriba redacciones en estos medios, simplemente que soy miembro de una generación, la del Starcraft y el ebook, del emule y del Messenger, del mp3, el Ipod y el ordenador portátil. No me culpen por ser joven, por gustarme el Stracraft, simplemente es que soy de la generación, no de la Quinta del Biberón, pero sí de la del Videojuego.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo radica en los mas sencillo: a que estas expuesto. Familiares mios no le gustan los videojuegos pese a ser de "esta generacion" y les apasiona mucho mas un libro, un viaje espacial hecho libro que un videojuego del espacio, se vio reflejado, por ejemplo que en starwars, su episodio favorito(y también el mío) es el I, pues era la variante al típico de naves y cosas de metal grises, sustituidas por bioestructuras, planetas exhuberantes, palacios de piedra y marmol y ejércitos mecanizados.

Aunque igual me atraen muchisimo starcraft, warcraft, etc. sigo disfrutando más de una novela del espacio de Asimov.

Fujur dijo...

Genial pues!! Veo que compartimos más gustos, además de los dinosaurios. Me parecen extraordinarios sus libros de historia. Creo que son unos libros de geniales para introducirte en el conocimiento de la misma. Lástima que no elaborara ninguno acerca de la América Precolombina!! Pero ello está bien compensado con los títulos de la editorial mejicana PANORAMA. Me compré varios títulos en la libería DANTE de Mérida(la de la Plaza Mayor) y creo, sinceramente, que son maravillosos.

saludos!!

PD: por cierto, starcraft es una excepción, los libros de Asimov una religión. ;-D

Anónimo dijo...

Genial!!soy muy fan de este juego y me entusiasma la idea de que regrese.