“Haz lo que ordeno o la serpiente te devorará”
Alí Bajá, el León de Janina (gobernador del bajanato de Albania)
Afirma Carl Sagan, en su obra maestra: “Los Dragones del Edén” que “MacLean (director del laboratorio de evolución cerebral y conducta del Instituto Nacional de Salud Pública de EEUU) ha demostrado que el complejo R (reptílico) desempeña un papel importante en la conducta agresiva, la territorialidad, los actos rituales y el establecimiento de jerarquías sociales”. Se trata de una reflexión en torno al complejo R, parte del cerebro, que siguiendo la teoría de este autor, compartimos, dentro de la historia evolutiva de la Vida, con los reptiles. En definitiva, para Sagan, no sin cierta ironía, esto vendría a dar sentido a expresiones de nuestro lenguaje común tales como “asesinar a sangre fría” o, como dijera Maquiavelo, “actuar a sabiendas como las alimañas”.
La idea no deja de ser hartamente curiosa. Resulta que nuestro comportamiento bien pudiera estar determinado por sendas partes de nuestro cerebro. Determinando este núcleo, antiguo evolutivamente, nuestra agresividad innata de forma equivalente a como lo hiciera con el velociraptor o el tiranosaurio, y en la actualidad, con la serpiente y el dragón de Komodo. La cuestión dista de ser novedosa, no se nos debe escapar el veneno derramado en guerras y violentas revueltas, o la maldad, tan real como atávica, del fascismo, el stalinismo y demás vertientes de la especie nacionalista. El lagarto viste de militar, la serpiente de político. Todos buscamos, intentamos sentido al inevitable amor por lo propio descartando lo hipotético de nuestra psique resptiliana. No obstante, Carl Sagan nos propone una solución. Toda diferencia relativa incluye semejanzas, y además, en este caso, profundas divergencias. El cerebro del cocodrilo y el nuestro puede que compartan una parte primordial, pero debe tenerse en cuenta que es diferente en el resto…
Del análisis comparativo de los cerebros de mamíferos, reptiles y el caso singular del hombre, se constata cómo los cerebros del ser humano, del chimpancé, o del propio gato, son mayores que los del lagarto o el canario, esencialmente en lo que a la parte del neocórtex se refiere. Ésta es el armazón característico del órgano, esa imagen que al tratar del cerebro humano nos viene a todos a la cabeza. No cabe duda de que su proporción vence con creces a nuestra herencia “reptiliana”, no pudiéndose afirmar que la capacidad cerebral, que específicamente nos define, nos prive de modular nuestra herencia evolutiva y genética.
Se me acontece una profunda reflexión, casi con toda seguridad inadecuada. Me pregunto si no llevará Hobbes razón y el hombre es un lobo con el resto por naturaleza. No me estoy refiriendo a Freud y a su teoría del pensamiento evolutivo (en la que cree que el infante de corta edad experimenta la fase de cavernícola) sino que me refiero a la maldad y el egoísmo como carácter innato, siendo la educación, a la vez que un instrumento de éxito masivo en lo evolutivo, aquello que nos hace pasar la frontera del maleducado al cultivado, del naturalmente desclimatado al hombre en sí, comprensivo y evolucionado.
Quisiera pensar que la bondad es la cúspide lo humano y adecuado. Que la selección natural no prima la maldad y al egoísmo. Que todo cambio requiere cierto nexo con el Pasado, sea en forma de semejanzas en las diferentes fases embrionarias o en partes de nuestro cerebro. Quisiera pensar que la educación es una de las joyas del orfebre neocórtex, y que el humano, lejos de ser ya lobo, ha acabado por el ser, por razón de supervivencia y desarrollo, alguien que con la civilización y cultura, se ha domesticado. Hagamos lo pertinente para que así sea, aunque ello sea parte de un irreal desideratum, la bondad debe prevalecer dentro del don, no siendo lo malo un instrumento. Posiblemente piense en mundos de ángeles, pero hago una propuesta al respecto: ante los actos maleducados y perversos pensemos en los reptiles, en el veneno de la serpiente, no é si en el Pecado Original. Debemos comportarnos como mamíferos evolucionados, vigilando que no nos coma la serpiente…
Alí Bajá, el León de Janina (gobernador del bajanato de Albania)
Afirma Carl Sagan, en su obra maestra: “Los Dragones del Edén” que “MacLean (director del laboratorio de evolución cerebral y conducta del Instituto Nacional de Salud Pública de EEUU) ha demostrado que el complejo R (reptílico) desempeña un papel importante en la conducta agresiva, la territorialidad, los actos rituales y el establecimiento de jerarquías sociales”. Se trata de una reflexión en torno al complejo R, parte del cerebro, que siguiendo la teoría de este autor, compartimos, dentro de la historia evolutiva de la Vida, con los reptiles. En definitiva, para Sagan, no sin cierta ironía, esto vendría a dar sentido a expresiones de nuestro lenguaje común tales como “asesinar a sangre fría” o, como dijera Maquiavelo, “actuar a sabiendas como las alimañas”.
La idea no deja de ser hartamente curiosa. Resulta que nuestro comportamiento bien pudiera estar determinado por sendas partes de nuestro cerebro. Determinando este núcleo, antiguo evolutivamente, nuestra agresividad innata de forma equivalente a como lo hiciera con el velociraptor o el tiranosaurio, y en la actualidad, con la serpiente y el dragón de Komodo. La cuestión dista de ser novedosa, no se nos debe escapar el veneno derramado en guerras y violentas revueltas, o la maldad, tan real como atávica, del fascismo, el stalinismo y demás vertientes de la especie nacionalista. El lagarto viste de militar, la serpiente de político. Todos buscamos, intentamos sentido al inevitable amor por lo propio descartando lo hipotético de nuestra psique resptiliana. No obstante, Carl Sagan nos propone una solución. Toda diferencia relativa incluye semejanzas, y además, en este caso, profundas divergencias. El cerebro del cocodrilo y el nuestro puede que compartan una parte primordial, pero debe tenerse en cuenta que es diferente en el resto…
Del análisis comparativo de los cerebros de mamíferos, reptiles y el caso singular del hombre, se constata cómo los cerebros del ser humano, del chimpancé, o del propio gato, son mayores que los del lagarto o el canario, esencialmente en lo que a la parte del neocórtex se refiere. Ésta es el armazón característico del órgano, esa imagen que al tratar del cerebro humano nos viene a todos a la cabeza. No cabe duda de que su proporción vence con creces a nuestra herencia “reptiliana”, no pudiéndose afirmar que la capacidad cerebral, que específicamente nos define, nos prive de modular nuestra herencia evolutiva y genética.
Se me acontece una profunda reflexión, casi con toda seguridad inadecuada. Me pregunto si no llevará Hobbes razón y el hombre es un lobo con el resto por naturaleza. No me estoy refiriendo a Freud y a su teoría del pensamiento evolutivo (en la que cree que el infante de corta edad experimenta la fase de cavernícola) sino que me refiero a la maldad y el egoísmo como carácter innato, siendo la educación, a la vez que un instrumento de éxito masivo en lo evolutivo, aquello que nos hace pasar la frontera del maleducado al cultivado, del naturalmente desclimatado al hombre en sí, comprensivo y evolucionado.
Quisiera pensar que la bondad es la cúspide lo humano y adecuado. Que la selección natural no prima la maldad y al egoísmo. Que todo cambio requiere cierto nexo con el Pasado, sea en forma de semejanzas en las diferentes fases embrionarias o en partes de nuestro cerebro. Quisiera pensar que la educación es una de las joyas del orfebre neocórtex, y que el humano, lejos de ser ya lobo, ha acabado por el ser, por razón de supervivencia y desarrollo, alguien que con la civilización y cultura, se ha domesticado. Hagamos lo pertinente para que así sea, aunque ello sea parte de un irreal desideratum, la bondad debe prevalecer dentro del don, no siendo lo malo un instrumento. Posiblemente piense en mundos de ángeles, pero hago una propuesta al respecto: ante los actos maleducados y perversos pensemos en los reptiles, en el veneno de la serpiente, no é si en el Pecado Original. Debemos comportarnos como mamíferos evolucionados, vigilando que no nos coma la serpiente…
6 comentarios:
...conducta agresiva, territorialidad, actos rituales...¡vivo en un país de reptiles! qué cosas, yo siempre pensé que mi procedencia era más bien marsupial...
...conducta agresiva, territorialidad, actos rituales...¡vivo en un país de reptiles! qué cosas, yo siempre pensé que mi procedencia era más bien marsupial...
Interesante la reflexion. Pero piensa que en la descripcion del cerebro del reptil estas haciendo un juicio de valor y eso no sirve en Biologia, donde no existen los valores, sino que la vida es un proceso sin objetivo dirijido. por tanto que un organismo como un reptil solo coma y se reproduzca y carezca de sentimientos no es ni bueno ni malo, simplemente existe y le permite sobrevivir como especie. Somos los humanos (y mamiferos) los que incluimos un componente emocional fuerte a nuestro cerebro. Las emociones son una poderosa herramienta para tomar decisiones rapidas e importantes: Leon = huir; comida = placer, etc. Mientras que nuestro cerebro racional nos sirve para evaluar situaciones complejas para planificar el futuro. Ademas, la gran diferencia es que los humanos somos una especie social y para mantener la estructura social requerimos un cerebro emocional y capacidad de empatia importante, y como funciona por eso nos hemos extendido. Y es el cerebro social el que crea los conceptos de bien y mal y los juicios morales, que aunque modulados por la razon, son fundamentalmente emocionales.
por isso que satanás é representado por repteis dragão e serpente na biblia pois a parte racional é contra o mal mas ainda faz o mal, o mal é da vontade o bem da razão e como temos poder de escolha por termos vontade podemos escolher, e escolhemos a arvore da ciencia do bem e do mal, não de conhecimento mas de percepção de malicia repteis não tem raciocinio só percepção e adão já conhecia o mal pois deus disse que morreria no mesmo dia que comesse da arvore da malicia (1 dia para Deus milhares de anos salmos 90.4) e adão morreu com 930 anos
por isso que satanás é representado por repteis dragão e serpente na biblia pois a parte racional é contra o mal mas ainda faz o mal, o mal é da vontade o bem da razão e como temos poder de escolha por termos vontade podemos escolher, e escolhemos a arvore da ciencia do bem e do mal, não de conhecimento mas de percepção de malicia repteis não tem raciocinio só percepção e adão já conhecia o mal pois deus disse que morreria no mesmo dia que comesse da arvore da malicia (1 dia para Deus milhares de anos salmos 90.4) e adão morreu com 930 anos
segundo o livro de Jó não lembro versiculo inteligencia é se apartar do mal, por isso não existe pessoa inteligente que toque corneta e aponte nos erros alheios pois este tal pode sabner mas é só percepção (reptil)
não sou criacionista tradicional sou evolucionista teista
que utilidade tem a visão em cores, beleza e simetria e misericordia (cão morre pelo dono, reptil não tem sentimento) alem de perfeita harmonia na evolução por seleção natural por nescessidade?
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