lunes, 15 de octubre de 2007

Propiedad biológica

Uno de los libros científico-divulgativos de mayor éxito en los últimos tiempos es “El gen egoísta” del genial Richard Dawkins. En esta genial publicación se narra el iter del gen en tanto que “unidad de selección natural”, es otras palabras, se nos presenta al gen (mejor dicho al conjunto de ellos) como unidad que “lucha” por medrar, sobrevivir, a través del tiempo (de alguna forma los genes son inmortales al pasar de generación en generación) siendo todo ser vivo un mero “mecanismo de supervivencia”, todo sea dicho de paso, de duración finita.

Toda la existencia singular de ese gran conjunto que conocemos como biosfera se mueve al son de la competencia entre individuos, o mejor dicho, entre genes egoístas. El altruismo llega a verse como una manifestación de cómo se puede adquirir una mejor posición biológica a través de la cooperación, no dándose un gran papel a la bondad, la ética o la moral, más que como correlativos a instituciones convenientes para nuestra natural supervivencia.

Navegando por Internet me llamó enormemente la atención encontrar, atribuida a los economistas, la siguiente definición: "por ejemplo, la defensa de los derechos de propiedad sobre la tierra parece ser la forma en que se manifiesta en la especie humana la territorialidad tan común entre los restantes mamíferos y muchas otras especies. Uno de los atributos necesarios de la propiedad es la publicidad, el que "los otros" puedan reconocer que se encuentran ante una propiedad ajena. Como sabemos, los animales territoriales etiquetan su territorio mediante marcas olfativas, visuales y sonoras al igual que nosotros lo hacemos mediante letreros. Además no sólo saben interpretar las etiquetas dejadas por otros, sino que su comportamiento varía totalmente si están en un territorio propio o en uno ajeno (ALBERTO SIGALES)."

Edward Wilson, a la vez que uno de los mejores divulgadores científicos de los últimos tiempos, es el máximo defensor de la inexcusable, y necesaria, unión entre todas las ciencias (véase su libro: "Consilience: The Unity of Knowledge". El texto hallado no hace más que confirmar esa prolepsis, tan acertada bajo mi punto de vista, que tiende a ver toda manifestación social de los humanos en tanto que herramienta encaminada a nuestra más cómoda y satisfactoria supervivencia. No seré yo quien quiera dar la razón a movimientos neoliberales que se amparan en ese neodarwinismo tan dañino, otrora, durante el pasado siglo, véase el super-hombre de Nietzsche, no obstante, sí que es verdad que la competencia es un término en boca de cualquier análisis empírico-estadístico realizado en cualquier vertiente de ese metafísico concepto que denominamos ciencias sociales. Dentro de este concepto bien pudiera decirse que la competencia, sea la libre competencia económica o la incluso, mayormente cruel, laboral, son manifestaciones del motor de selección natural que nos está, insalvablemente, asociado a nuestros egoístas genes. ¿Qué decir del Derecho?

Existe cierta corriente doctrinal, nacida en los EEUU, que aboga por un análisis evolutivo de las instituciones jurídicas. Manteniéndonos al margen de proyectos que nos recuerden a tiempos funestos, y teniendo en cuenta la dignidad de la persona, probadamente efectiva en cuanto a sustentador de la paz entre los de nuestra especie, dicha escuela se decanta por considerar al Derecho, y demás ciencias sociales, como parte del nicho que se construye el hombre con el sino de ocupar una posición en un Mundo, natural por exigencia.

Uno de los mayores exponentes de esta escuela, J.E. STAKE, afirma que: “Our property instinct or mental adaptation might be nothing more than a natural inclination to learn the rules that other humans use to resolve the coordination problem inherent in resource disputes, much as we learn new words as toddlers to resolve the coordination problem inherent in communication. But it is also possible that the property instinct is more. An ability to recognize and, in appropriate contexts, adhere to specific conventions may be part of our behavioural repertoire”. Realmente genial. Los lémures de cola anillada, suricatos, así como los leones marinos californianos o los leones del cráter Ngorongoro no dejan de ser civilistas por naturaleza, siendo nuestra institución dominical más un instrumento de supervivencia que producto de la metafísica psique humana.

Quizás estemos ante la explicación del porqué todo proyecto del Comunismo ha fracasado, o derivado en corrupción, al querer eliminar la propiedad privada. ¿Qué pasaría si, como abogan los partícipes de esta teoría, la propiedad no sólo estuviera asociada a nuestros genes sino a la estructura de nuestro cerebro, la mayor de nuestras adaptaciones cerebrales? Sólo nos queda por ver si el único remedio para el común contento con ello es asegurar el “contenido” universalmente (si es que se puede), constatándose que ello no es sino el maná que buscan nuestros genes egoístas para poder seguir existiendo. Quizás el territorio del león sirva para lo mismo, ¿de qué sirve una sabana sin gacelas? ¿dónde están los sentimientos por un territorio sino es un correlato de supervivencia asegurada con correlacionado enriquecimiento?

Ambas imágenes proceden de Wikimedia Commons, están sujetas a Creative Commons Attribution ShareAlike 2.5.

2 comentarios:

Dejame que te cuente dijo...

leerte es enriquecedor...sin lugar a dudas...
un abrazo y gracias por viistarme...son interesantisimos todos tus post...
:-)

Anónimo dijo...

…Hola amigo, después de varias lunas nuevamente estoy navegando en tus textos. La verdad sea dicha, me he llevado una grata sorpresa al leer este post, no hay duda que este tipo de lecturas aportan mucho y motivan para releerlo varios veces. Enhorabuena y te pongo un “10” por este tema.
…Nos seguimos leyendo y escribiendo.

…Saludos afectuosos desde México.